El actor recientemente premiado en el Festival de Cine de San Sebastián muestra gran empatía con los roles de autor y así lo ha entendido la dramaturga, escritora y cineasta que lo ha convocado para protagonizar la agridulce comedia El plan de Maggie.
Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).- Desde La sociedad de los poetas muertos, pasando por Antes de amanecer, hasta este presente donde el texano Ethan Hawke replica su imagen en los medios con un aura de prestigio y admiración sincera expresada por los cinéfilos más exigentes del mundo, nada le queda mejor al ex marido de Uma Thurman que el rol de escritor.
Claro que parte de su carrera la ha sostenido merced a la firme voluntad de “seguir siempre a Denzel Washington donde me diga” y es así como el recientemente galardonado en Donostia forma parte de la celebrada nueva versión de Los 7 magníficos.
Sin embargo, nada nos gusta más que ver a Ethan, de 45 años de edad, luchar con la página en blanco o contar la vida de los otros –que son siempre sus cercanos- en un best seller que de todas maneras no le quita ese –cómo diríamos- rostro de autor derrotado antes de tiempo, ansioso por atrapar las musas que se le escapan a la menor provocación.
Así lo ha visto la siempre aguda escritora Rebecca Miller (1962), quien nunca se ha arredrado por ser la hija del famoso Arthur Miller y la esposa del no menos célebre actor Daniel Day Lewis.
Por el contrario, en su nueva película, El plan de Maggie, parodia y clava con firme estilete la pretensión de la fama y la intelectualidad que sobrevuela en el cielo de un matrimonio de académicos formado por el mencionado Hawke y la esplendorosa -¿hay algo que haga mal?- Julianne Moore.
La autora y directora de The private lives of Pippa Lee es implacable y a la vez sutil en la disección que hace de la personalidad de un hombre de la mediana edad que sueña con ser novelista y terminar una historia en la que lleva inmerso sin mucho éxito desde hace más de 10 años.
Encuentra en el camino a una joven estudiante decidida a ser madre soltera y que, embelesada, estimula y alienta sus afanes literarios.
Basada en una novela de Karen Rinaldi titulada El Plan de Maggie ¿Qué cosa son los hombres?, Miller construyó una comedia alla Woody Allen, donde se demuestra que los varones no son tan simples, lineales, previsibles, como quiere pintarlos el cliché; por otro lado, tampoco las mujeres se muestran dispuestas a abandonar el control de su propia vida y la de los demás, tal como nos exige la sociedad moderna.
Tanto así que el plan de Maggie (enorme trabajo de una actriz en ascenso llamada Greta Gerwig) –que no revelaremos aquí- resulta tan siniestro como esperable en un sistema de valores donde el hombre cumple el papel de desorientado, que nunca entiende nada y se entera menos de lo que pasa a su alrededor.
Podría ser una historia feminista, aunque en el final resulta decididamente anti-hombres, pero en esa especie de mirada feroz sobre los roles estratificados en las relaciones heterosexuales, es donde Miller logra poner a todos en un espejo roto, que devuelve una imagen con la que ni ellas ni ellos querrán identificarse.
Miller, felizmente casada con Daniel Day-Lewis, reivindica con cierta ironía la unión matrimonial, basándose no en la atracción sexual ni en la apariencia física (esos elementos que destacan las revistas de la prensa rosa, pero que en realidad no pesan mucho a la hora del amor verdadero), sino en esos sutiles lazos que nos enganchan a veces para toda la vida a otra persona.
El matrimonio tiene valor no porque sostenga moralmente una organización social, como pretende la iglesia, sino porque todos los días nos permite refrendar la voluntad de estar al lado de alguien por cosas que solo nosotros sabemos y sentimos.
El Plan de Maggie es el quinto largometraje de Rebecca Miller y para ella transmite la esencia de enigmas muy actuales: ¿Qué significa ser una mujer hoy? ¿Qué es un hombre en la sociedad contemporánea? ¿Qué significa estar casado, formar un matrimonio en estos tiempos?
Y en el medio, claro, Ethan Hawke, ¡un escritor frustrado! Again.
