“Tocar en Cuca es como subirse a un Ferrari”, Alejandro Otaola

02/02/2015 - 12:05 am
Integra dos bandas en forma simultánea: San Pascualito Rey y La Cuca. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
Integra dos bandas en forma simultánea: San Pascualito Rey y La Cuca. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

Ciudad de México, 2 de febrero (SinEmbargo).- Pocos músicos con tantas propuestas sonoras. Pocos artistas de mentes tan abiertas. Pocos guitarristas tan versátiles y propositivos. Sin duda, escasos instrumentistas que entiendan tanto y tan bien su herramienta de trabajo.

Hablar de Alejandro Otaola (Londres, 1972) es referirse a un todavía joven artista popular, de esencia rockera y alas jazzísticas y electrónicas, aunque con más de 20 años de carrera en solitario y con importantes trabajos en bandas como Santa Sabina –a la que ingresó en 1994-, La Barranca, San Pascualito Rey y Cuca, a la que se incorporó recientemente en reemplazo de Galo Ochoa.

Ha realizado música para cine, teatro y televisión. Fractales, su proyecto multimedia de 2007, incorpora, en un contexto electrónico, un mosaico de estilos y breves cameos musicales de más de 30 reconocidos músicos del rock, jazz y pop nacional.

Sus visuales fueron seleccionados en Festivales de Videoarte en Canadá, Grecia, Siria además de presentarse en vivo en el Festival Internacional de Casablanca, Marruecos.

El track “Fin de cinema” figuró en el cd sampler de la revista española Guitarra Total, la primera ocasión que incluyó música de un guitarrista mexicano.

El hombre de la cámara, grabado  en vivo en la Cineteca Nacional durante la musicalización del clásico silente homónimo de 1929, ofrece el ensamble de  11 músicos que emplean un total de 20 instrumentos para acompañar las imágenes del experimental documental soviético. También editó junto con Iraida Noriega el disco/app ‘iNFiNiTO’ que nunca es el mismo dos veces, algo nunca antes hecho en México.

Admirado por sus pares y convocado por artistas de las más diversas tendencias, “Álex”, como es llamado por amigos y conocidos, es un elemento imprescindible en el paisaje sonoro contemporáneo de nuestro país, un artista disciplinado que ha hecho de la música su pasaporte a la felicidad, como admite en esta entrevista.

"Mis influencias más grandes son Jimmy Page y David Gilmour. En todos los proyectos que he estado he tenido más la oportunidad de sacar al Gilmour que al Page y en Cuca es al revés". Foto: Cortesía
“Mis influencias más grandes son Jimmy Page y David Gilmour. En todos los proyectos que he estado he tenido más la oportunidad de sacar al Gilmour que al Page y en Cuca es al revés”. Foto: Cortesía

–¿Está iniciando bien el año en lo que a lo profesional se refiere?

–Sí, hay muchos proyectos. Ahora por ejemplo se estrena en la Gira Ambulante el documental Hotel de paso, al que le hice la música. Estoy trabajando también en el soundtrack de Luces brillantes, de Alejandro Gerber y con Pascual Reyes hacemos la música de Epitafio, una película de Rubén Ímaz y Yulene Olaizola. Además, este año sale el nuevo disco de San Pascualito Rey, la banda con la que cumplimos 15 años de vida. Estoy tocando en trío con Aarón Cruz y Patricio Iglesias, participo en un proyecto de música electrónica llamado Astrolabio, es decir, si todo se da como espero, este año podría estar sacando cinco discos.

–Y estás en Cuca…

–Sí, me incorporé a la banda hace como medio año, para participar en el disco y gira por los 25 años.

–¿Cuál es el sentido a estas alturas de estar en una banda?

–Aprender. Si son proyectos personales, me gusta reinventar conceptos, la música y los músicos que la ejecutan son distintos en cada uno de ellos. Trabajando en un grupo te vuelves parte de un engranaje de una maquinaria y la música en un grupo es mejor a la que podría haber llegado por sí cada uno de sus integrantes.

–Teniendo en cuenta que llegas a Cuca a reemplazar a alguien, ¿ese proceso te va a resultar fácil o difícil?

–Conozco a los músicos de Cuca desde hace muchos años. Es más, el primer concierto en Guadalajara hace 20 años fue alternando Santa Sabina con Cuca en el mismo escenario. Somos muy amigos y José Fors me ha invitado a grabar en sus óperas rock. Cuando me invitaron les dije que me emocionaba la posibilidad de hacer música nueva juntos. Para mí la sensación es como subirme a un Ferrari. Se siente increíble tocar a esos decibeles y con esa energía.

La música es su pasaporte a la felicidad. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
La música es su pasaporte a la felicidad. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo

–Ahora, tú no eres un guitarrista pesado para nada…

–No, pero de ahí vengo. Mis influencias más grandes son Jimmy Page y David Gilmour. En todos los proyectos que he estado he tenido más la oportunidad de sacar al Gilmour que al Page y en Cuca es al revés.

–¿Qué balance haces tras 20 años de carrera?

–Pues me da mucho gusto y orgullo. Mi idea es que el verdadero instrumento del músico es el oído, no tanto la guitarra, la batería o el piano y por eso creo que he sido un músico diferente tanto en Santa Sabina como en La Barranca y en todos los otros proyectos que he encarado. Y eso obviamente me hace sentir orgulloso…

–Esa versatilidad la has puesto al servicio del rock mexicano, ¿cómo ves el panorama del género?

–Antes se daban oleadas de grupos de rock mexicano que obedecían a las disqueras. Hubo una generación de Caifanes, Maldita Vecindad, Fobia…luego la siguiente estuvo protagonizada por Cuca, La Lupita, La Castañeda Santa Sabina. Después vinieron Molotov, Plastilina Mosh, Control Machete, en fin…antes eran las disqueras las que marcaban el paso y con la aparición de las redes sociales a los grupos les quedó obsoleto ese esquema. Por ahí les funciona a los grupos grandes, pero está claro que para las bandas independientes encontraron en las redes sociales la manera para hacer escuchar su música sin tener que tocar la puerta de una discográfica. Es cierto también que debido a la situación del país la gente compra menos discos como tal. Se sigue haciendo música y la gente la descarga o la escucha por vías distintas a las del disco tradicional.

–A nivel musical, ¿hay propuestas o solo nostalgia?

–Hay de todo. Me gustan muchos grupos como Troker, Los Dorados, Descartes a Kant, Yokozuna, cuya propuesta viene del hard rock; está A Love Electric, una versión neoyorquina de Cream…siento que en México se ve al rock como algo que pasó, que es de otra época

–Lo que pasa por otro lado es que el rock te proporciona una vibración física que no te proporcionan otros géneros musicales

–Eso es lo que pasa con Cuca, por ejemplo. Es regresar a tocar con un power trío que tiene que sonar durísimo y mantener la energía a un nivel elevadísimo. Es emocionante.

–¿Se puede estar en dos bandas?

–Bueno, ya me ha pasado antes cuando tocaba con Santa Sabina y La Barranca a la vez. Acá se complica un poco más porque Cuca está en Guadalajara y San Pascualito Rey en el DF. En los últimos cuatro meses me lo he pasado arriba de un avión.

–Ya eres cuarentón, ¿cómo te sientes en esta etapa de tu vida profesional?

–Es muy curioso, porque el año pasado surgieron súbitamente dos proyectos inesperados: Astrolabio, con Javier Lara y Cuca. Con Lara lo que se me ocurrió fue poner la lira sobre una mesa y eso estarlo procesarlo con pedales, diseñando sonidos y texturas, lo que representó un descubrimiento, una manera de aproximarme a la música que nunca había experimentado en mis 20 años de carrera. Y me emocionó mucho.

También tiene proyectos con la cantante de jazz Iraida Noriega. Foto: Cortesía
También tiene proyectos con la cantante de jazz Iraida Noriega. Foto: Cortesía

–¿Qué piensas del éxito, de la fama, de vivir de la música?

–Vivo de la música pero hago muchísimas cosas alrededor, no sólo tocar en vivo con las bandas. Doy clases, hago bandas de sonido para cine y teatro, muchas cosas para sobrevivir. Hay un punto en el que levantarse para trabajar en unos coros medievales para una película es muy distinto que hacerlo para ir a cumplir un horario a una oficina. Ese creo que es el gran logro de dedicarme a lo que me dedico. No tener que obedecer órdenes de nadie.

–¿Y cómo te llevas con el reconocimiento?

–Bueno, mucha gente que te reconoce la reconoces tú también. Me muevo en un ambiente donde no somos músicos gruperos, ellos sí son famosos.  La gente que te reconoce es más tu cuate que tu fan.

–¿Cómo ves a tus colegas y congéneres, gente como Gabriel Bronfman, Alonso y Chema Arreola?

–Muy bien. Siento que los músicos más felices son aquellos que tienen la libertad para hacer lo que quieren y la verdad es que a ellos los veo muy felices.

–¿Es para ti la música un pasaporte a la felicidad?

–Sin duda. Claro. Claro. La música para mí es como una especie de espejo emocional.

–Hemos perdido a mucha gente valiosa como Eugenio Toussaint, Rita Guerrero, Julio Díaz, Álex Castañeda…tú mismo atravesaste una grave crisis que te puso al borde de la muerte…¿Hace falta una asociación para ayudar al músico en sus temas de salud?

–Creo por un lado que sí, por el otro, siendo el país que somos, si creamos un fondo de ayuda luego va a haber dos personas que van a decidir a quién ayudar y no sé con qué criterio, si elegirán al más famoso o al menos…no sé. Yo estuve hace cinco años hospitalizado, a punto de morir y lo que siento es que todo lo que ha venido pasándome desde entonces hasta ahora ha sido un regalo.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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