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Adrián López Ortiz

02/02/2017 - 12:00 am

El reto anticorrupción

La llegada de Trump a la Presidencia de los Estados Unidos tiene nervioso (y con razón) al mundo entero. En 12 días el magnate ha hecho un daño sensible al sistema democrático estadunidense. Lo que peligra -dice bien Obama– son los valores de un país que ha sido ejemplo mundial de construcción democrática. El desastre […]

Jaqueline Mariscal Peschard; Luis Manuel Pérez de Acha, integrantes de la comisión de participación ciudadana (CPC) del Sistema Nacional Anticorrupción (SNA); Antonio Carlos Gómez Espiñera. Foto: Cuartoscuro

La llegada de Trump a la Presidencia de los Estados Unidos tiene nervioso (y con razón) al mundo entero. En 12 días el magnate ha hecho un daño sensible al sistema democrático estadunidense. Lo que peligra -dice bien Obama– son los valores de un país que ha sido ejemplo mundial de construcción democrática.

El desastre caprichoso de Trump mantiene a México en vilo: todos nos preguntamos a diario ¿qué más se le ocurrirá al desquiciado para afectar las relaciones México-Estados Unidos?

Es curioso, pero en ese torbellino, el Presidente Peña Nieto y su equipo han encontrado cierto respiro mediático. Dice el clásico político que si quieres unir una nación, te inventes un enemigo. Y México ya encontró al suyo, el más grande y peligroso que puede existir: el Presidente de los Estados Unidos.

Digo respiro porque el revire a destiempo en el affaire de la cita entre ambos mandatarios le alcanzó a Peña para mostrar cierta fortaleza. Además, el antiamericanismo mexicano alimentó una coyuntural unidad nacional. Tanto que ahora andamos promoviendo el consumo local, poniendo banderitas tricolores en nuestros perfiles de WhatsApp y ya medio se nos olvidó el gasolinazo que viene (¿o venía?) para febrero.

Y mientras eso sucede, hay algo importante que no podemos perder de vista: el Sistema Nacional Anticorrupción ha confirmado a su Comité de Participación Ciudadana. Liderados por Jacqueline Peschard, un grupo de expertos de reconocido prestigio y probidad serán los encargados de darle vida y credibilidad a la batalla anticorrupción en México.

El reto es mayúsculo: junto con la violencia narca, la corrupción es nuestra realidad y nuestro estigma. Nos cuesta un dineral y agrava la desigualdad social. La corrupción, cómo dicen los chinos, es como el aceite del wok: demasiado arruina el plato.

Y ya es demasiada, por eso el coraje y el enojo de la sociedad cuando marcha contra cualquier cosa. En el fondo le alimenta la indignación de sentirse menospreciada y ninguneada por una clase política que se enriquece a sus costillas y frente a sus ojos sin ningún rubor.

Por eso hay que echarle porras y exigirles fuertemente a Jacqueline Peschard, Mariclaire Acosta, José Octavio López, Alfonso Hernández y Luis Pérez de Acha. De su actuar dependerá mucho si el país es capaz de volver a confiar en sus instituciones. Si lo hacen bien, será el primer paso para la restitución del vinculo democrático que debe haber entre ciudadanos y sus instituciones. Un vínculo roto hasta ahora.

La agenda de trabajo será intensa: ahí están los ex gobernadores y sus estridencias: prófugos, millonarios, con bancos, deudas, nexos con el crimen organizado. También los escándalos de moches en el Congreso, el lavado de dinero, los negocios familiares…

En fin, los patrones de comportamiento que han venido moldeando el modo de hacer política en México: el patrimonialismo y la impunidad.

No espero ver cientos de funcionarios tras las rejas pasado mañana. Entiendo que los procesos y las investigaciones deberán ser sólidos y estar perfectamente fundamentados. El profesionalismo y la profundidad de su trabajo serán condiciones mínimas para que el Comité gane terreno poco a poco.

Pero sí espero transparencia, un buen flujo de información a la ciudadanía, una verdadera rendición de cuentas. Los mexicanos merecemos saber quienes y cómo han lucrado con el servicio público y desde el poder político. Y merecemos que haya justicia: sanciones, reparación del daño, inhabilitaciones, cárcel cuando sea necesario.

El Comité Ciudadano del SNA tiene como rol principal ser ese enlace con la sociedad. El traductor natural del tecnicismo anticorrupción a la explicación social. Su función es sumamente compleja, pero el escepticismo es tanto que los integrantes deben tener en cuenta la necesidad de construir una nueva narrativa de combate a la corrupción. Los mexicanos necesitamos creer que sí se puede.

Enhorabuena al Comité y sus integrantes. Que tengan éxito, mucho éxito, porque en ello nos va buena parte de la democracia futura que aspiramos  a construir en México.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.

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