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La música, una aliada contra el dolor crónico y el estrés

02/03/2016 - 12:00 am

Se sabe bien que reduce el sufrimiento y distrae de las dolencias, pero aún no está claro cuáles son los mecanismos clave del por qué. ¿Qué avances hay?

Por Don Knox

Los efectos positivos de la música aumentan cuando se escucha una pieza con un vínculo sentimental. Imagen: Shutterstock
Los efectos positivos de la música aumentan cuando se escucha una pieza con un vínculo sentimental. Imagen: Shutterstock

Ciudad de México, 2 de marzo (SinEmbargo/ElDiario.es).- Como dijo William Congreve, un dramaturgo inglés del siglo XVII: “La música cuenta con los encantos para calmar un pecho salvaje”. Todo el mundo sabe que escuchar música puede mejorar significativamente nuestra salud y nuestro sentimiento general de bienestar.

Pero aún hay más. Un área de investigación –cada vez más relevante y creciente– se dedica a estudiar cómo la música ayuda a mitigar el dolor y sus efectos negativos. Ya se  ha demostrado que reduce la ansiedad, el miedo, la depresión, la angustia relacionada con el dolor y la presión arterial. Se ha descubierto que aplaca los niveles de intensidad del dolor, así como las necesidades de opioides de los pacientes con dolor post-operatorio.

La música ha ayudado a muchos niños a afrontar operaciones quirúrgicas y visitas al dentista. Y se ha demostrado que funciona en una gran variedad de entornos clínicos, como los cuidados paliativos, la pediatría, la cirugía y la anestesia.

¿Qué hace que la música sea tan eficaz a la hora de hacernos sentir mejor? A menudo, las investigaciones han puesto el foco en teorías relacionadas con cómo los impulsos del sistema nervioso central se ven afectados por nuestros procesos de pensamiento y nuestras emociones. Cualquier cosa que nos distraiga puede reducir el grado de atención que le prestamos a la dolencia, y la música puede ser particularmente poderosa en este sentido. Una vez que entendemos cómo se relaciona la música con el dolor, tenemos la capacidad de tratarnos a nosotros mismos.

La música capta y retiene nuestra atención y es, desde un punto de vista emocional, atractiva. Sobre todo si tenemos un fuerte vínculo emocional con la pieza o la canción escuchada. Con toda probabilidad, una canción favorita tendrá unos efectos positivos más intensos que una canción que no nos gusta o no conocemos. Los investigadores han demostrado que la música que preferimos tiene mayores efectos positivos sobre la tolerancia y la percepción del dolor, que reduce la ansiedad y que aumenta los sentimientos de control sobre el sufrimiento. En las personas mayores con demencia, escuchar su música favorita se ha relacionado con la disminución de conductas agitadas.

Pero no solo escuchar nuestra canción favorita es útil. La naturaleza de la música también ha demostrado ser importante en el incremento de la involucración emocional de los pacientes. Un estudio reciente confirma este extremo en relación con diversos atributos acústicos. Por ejemplo, una canción que es brillante, con baja intensidad y un tempo más lento tiene un gran efecto positivo sobre el grado de dolor que experimentamos.

LA BARRERA DEL DOLOR

No auxilia sólo a pacientes con enfermedades crónicas, también ayuda a aliviar el estrés. Imagen: Shutterstock
No auxilia sólo a pacientes con enfermedades crónicas, también ayuda a aliviar el estrés. Imagen: Shutterstock

Como respaldo a esta visión, estamos empezando a ver el uso de la musicoterapia para gestionar síntomas relacionados con una amplia variedad de dolencias. Hay terapias que incluyen tocar instrumentos, cantar y escuchar música, pero fundamentalmente en un entorno clínico. Sin embargo, a pesar de lo que hemos aprendido y lo que ahora estamos empezando a aplicar, ha habido poco trabajo sobre el dolor crónico. Esta área de creciente importancia está vinculada a la gestión del dolor, ya sea por una larga enfermedad o por el hecho de que siga presente incluso después de que una herida haya cicatrizado. Como referencia, en el caso de Inglaterra, este tipo de dolencia afecta a más de 14 millones de personas, la cuarta parte de la población.

Para aliviar la carga a los profesionales de la salud, el gobierno quiere que los enfermos, cada vez más, gestionen ellos mismos su dolor. Conocida como “la autogestión” en la jerga médica inglesa, esto incluye tomar la medicación, realizar estiramientos, ejercicios de relajación… Algunos han sugerido añadir la música a esta lista; es de bajo costo, se puede incluir en las actividades cotidianas de la persona y tiene menos efectos secundarios negativos que muchos medicamentos. Más allá del dolor en sí, la música también tiene el potencial de ayudar con el estrés y los pensamientos negativos, habituales en procesos de dolor, sobre todo en esta era de los dispositivos electrónicos ubicuos.

Aún hay mucho que investigar. Sabemos que la música que nos gusta puede ayudar a gestionar el dolor, pero todavía no entendemos los mecanismos clave. Si estar muy vinculado emocionalmente con una canción es importante para maximizar nuestra distracción, hay miles de factores que afectan nuestra relación emocional con la música que aún tenemos que comprender.

Factores como el significado personal y los recuerdos que la música evoca en un individuo en particular, el contexto del oyente y otros factores como la edad, el sexo, la ocupación y la identidad. También hay muchas cosas que no sabemos acerca de cómo la gente usa la música para regular sus emociones, para lograr un subidón o para suprimir sentimientos negativos. Profundizar en este tipo de áreas ayudará con la gestión del dolor crónico y generará importantes beneficios.

La mayoría de la investigación hasta la fecha ha tenido lugar en laboratorios y entornos clínicos, lo que genera que las terapias tengan lugar en presencia de especialistas. Pero si queremos aprender cuál es la mejor manera de aplicar la música para el dolor crónico, donde la autogestión es tan importante, vamos a necesitar más investigación en entornos cotidianos.

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