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Alejandro Páez Varela

02/05/2016 - 12:05 am

La espiral

Así, en la espiral, los Duarte pueden ensangrentar y saquear Veracruz y Chihuahua y no hay quién les diga algo; Tomás Zerón puede manipular evidencia, aplicar tortura, acomodar los hechos y no hay quién le ponga un freno. En la espiral los cárteles siembran el terror y los gobiernos locales, como el de Tamaulipas, le hacen el trabajo sucio: esconden los hechos.

“El Jardín de las delicias” (detalle). Hieronymus Bosch, “El Bosco” (1450-1516).
“El Jardín de las delicias” (detalle). Hieronymus Bosch, “El Bosco” (1450-1516).

Javier Duarte de Ochoa sonaba a desastre desde un principio; pero llegó un momento en el que mantenerlo al frente cayó en irresponsabilidad criminal: desaparecidos en manos de policías, periodistas asesinados, endeudamiento de Veracruz a niveles que todavía ni siquiera sabemos. El Gobierno de la República se hizo sordo o volteó para otro lado. Le expendió el manto, lo dejó allí. Y ese cáncer hizo metástasis.

César Duarte Jáquez amasó en pocos años una enorme fortuna. Un banco y, se dice, miles de cabezas de ganado; ranchos regados por todo el estado. Se habla de negocios en farmacéuticas y, claro, prestanombres. Es un grito en Chihuahua que toda su familia está metida en el negocio de gobernar; es un grito, a todos los niveles de la sociedad chihuahuense, que el hombre controla con garrote en mano y alguien me contó que hasta de los espectáculos públicos se lleva una tajada. Es un grito sordo: nadie en el Gobierno de la República mete la mano. Operará hasta el último día de su mandato con toda impunidad. Y ese cáncer hará metástasis.

Tamaulipas es la pus sobre la yaga sobre la pus. Hay material para una novela de terror; de narco-terror. Tres ex gobernadores priistas señalados por crimen organizado desde el extranjero, y un Gobernador, Egidio Torre Cantú, que es capaz de inaugurar una calle con el nombre del padre fundador del Cártel del Golfo: Juan N. Guerra. Le vale. Les vale. Se toman fotos juntos mientras la DEA los sigue; organizan pachangas partidistas, aparecen en los grandes momentos del PRI. Nadie en el Gobierno de la República parece interesarse y ese cáncer hizo metástasis desde hace tiempo.

Cada semana sabemos algo de Rodrigo Medina. Un dato, dos datos. Todos relacionados con corrupción. El último: que utilizaba helicópteros para pasear a los jerarcas del PRI: Carlos Salinas de Gortari, Manlio Fabio Beltrones, a varios gobernadores. Dije tiempo atrás –y me comieron las críticas– que Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” se iba a atorar a la hora de la verdad; lo comparé con Vicente Fox Quesada (mucho ruido y demasiadas burradas) y dije que traería decepción. Pero uno pensaría que para eso está el Gobierno de la República: para meter orden en donde las competencias locales se ven limitadas. No hace nada. No ha hecho nada. La metástasis completa.

Me puedo seguir con ejemplos.

Mientras, en el extranjero –y lo digo porque es parte de mi trabajo leer a diario lo que se dice en la prensa del exterior–, nos comen vivos por la corrupción. Somos un país pasivo en manos de corruptos, diría, en resumen, si me informara con los medios internacionales.

Y como si existiera un interés muy específico de que así sea, de que se nos vea como un país de corruptos impunes, el Partido Revolucionario Institucional y su satélite, el “Verde” “Ecologista”, bloquean la iniciativa anticorrupción en el Congreso.

No entiendo, no lo entiendo.

Mientras, los padres de 43 muchachos recorren oficina tras oficina en busca de justicia frente a cámaras de televisión, reporteros, fotógrafos.

Mientras, los padres de los jóvenes desaparecidos en Playa Vicente, Veracruz van de oficina en oficina en busca de respuestas.

Mientras, miles de familiares de desaparecidos van y vienen con la angustia a cuestas y mientras, poblaciones enteras claman seguridad: de Baja California a Tamaulipas, de Michoacán a Guerrero, del Estado de México a la Ciudad de México.

Mientras, los casos de tortura de acumulan y una guerra sangrienta sigue su curso. Mientras, al mismo tiempo, una gigantesca operación de Estado intenta bloquear a los organismos internacionales que denuncian tortura, desapariciones, asesinatos, crímenes de Estado. Lo que todos vemos, pues.

Mientras, los OHL y los Grupo Higa, empresas involucradas en escándalos de corrupción, siguen ganando contratos en el Gobierno de la República.

No entiendo. No lo entiendo. Aunque tengo mis teorías.

***

Hasta quisiera que el Estado tuviera control de todas estas variables. Que la violencia y la corrupción, que la impunidad y la economía en picada fueran variables en manos del Gobierno de la República.

Al menos así, si todo este gran desmadre fuera una gran operación de Estado, podríamos decir que llegará un momento en el que se darán cuenta, en el Gobierno de la República, que hay que parar.

Pero me temo que no es una gran operación de Estado.

La corrupción, la violencia y la ineficiencia son masivas, y están dentro del Estado. Pero no las opera el Estado mexicano como un todo, como parte de un gran plan.

El gran desmadre es consecuencia, creo, de algo peligroso: el Gobierno de la República perdió los controles para operar las variables, los “pequeños planes” de intereses particulares. Así se explica que los Duarte, los Rodrigo Medina, los Carlos Salinas, los narcotraficantes, los policías y militares descontrolados operen sin contrapeso y sin preocupación.

Creo que vamos en una espiral de descomposición donde el Gobierno de la República ha perdido las variables y va, también, metido en el espiral.

Sólo así se explica que los líderes del PRI en el Congreso sean capaces de frenar una ley anticorrupción… en medio de tantos escándalos de corrupción y frente a todos los reflectores. Sólo así se explica que decidan, por intereses personales, frenar una iniciativa del Presidente. En el gran desmadre que es el país, dirán, ¿qué más da frenarle a Peña Nieto esa iniciativa?

Sólo así se explica que siga en su puesto un Tomás Zerón. Con todos los reflectores internacionales encima, el expediente de los 43 normalistas es un desmadre completito: tortura, fragmentación, desaseo. Pero, dirá, si el país entero es un desmadre, ¿qué más da este desmadrito menor?

Entonces esos pequeños desmadritos menores –parte de “pequeños planes” personales– alimentan la espiral. Y pocos periodistas lo denuncian: en el espiral hay más dinero que nunca porque el dinero permite reflejar, en la prensa mexicana, al menos algo de gobernabilidad.

***

En medio de este desmadre, uno podría preguntarse: ¿quién dirige el país?

Creo –y me lamento– que son esas “pequeñas voluntades independientes”. Y cada una de esas voluntades ve por su pedazo de país, el que quiere explotar. No hay una visión de Estado, no hay control del Estado: el Estado mexicano está en manos de la contingencia y es una espiral la que gobierna.

Así, en la espiral, los Duarte pueden ensangrentar y saquear Veracruz y Chihuahua y no hay quién les diga algo; Tomás Zerón puede manipular evidencia, aplicar tortura, acomodar los hechos y no hay quién le ponga un freno. En la espiral los cárteles siembran el terror y los gobiernos locales, como el de Tamaulipas, le hacen el trabajo sucio: esconden los hechos.

Los ejemplos sobran.

El problema es que en la espiral sin control vamos usted y yo, perdidos y sin voluntad.

Una peligrosa espiral dirige México, resumiría, y los intereses más mezquinos pueden operar su “pedacito de país” en completa impunidad y desde el corazón mismo del Estado.

Las pequeñas pústulas hicieron metástasis y se extendieron.

Es la podredumbre sin control la que gobierna el cuerpo. Un cuerpo en el que estamos usted y yo, perdidos y sin voluntad.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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