ENTREVISTA | “Vale la pena buscar la forma política para una forma moral de la economía”, dice Martín Caparrós

02/09/2014 - 12:30 am
El libro es el espacio donde se está haciendo el periodismo más ambicioso. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El libro es el espacio donde se está haciendo el periodismo más ambicioso. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 02 de septiembre (SinEmbargo).- Hace pocos días celebrábamos en este espacio la salida de El hambre (Planeta), el nuevo libro del argentino Martín Caparrós, por ser testimonio de un gran trabajo que enaltece el oficio periodístico y constituirse además en una reseña imprescindible para entender el fenómeno de la enfermedad más mortal de todas en la historia de la humanidad.

Si no se muere de hambre, se muere de enfermedades relacionadas con la falta de alimento, un mal que padecen mil millones de personas en el mundo, enfrentadas con desventaja a la ironía de saber que hoy el planeta cuenta con recursos suficientes para nutrir a todos sus habitantes y todavía tener algún resto para las temporadas de escasez.

Es la política y eso tan mentado de “distribución desigual de la riqueza” lo que permite la ignominia sobre la que estamos plantados, sin reconocer por otro lado que ha sido la comida lo que nos ha traído hasta aquí, lo que ha construido este humano apasionado por la tecnología y los adelantos científicos que transita por las ciudades modernas sin preocuparse por el que no tiene ni un frijol para llevarse a la boca.

Es El hambre una interpelación moral y un tratado sobre la política. No es un libro inocente ni lo pretende. Escrito en español, como lo destaca su propio autor, es también la posibilidad de narrar un problema que nos atañe más que a los países desarrollados en una lengua que no es la del poder.

Por si fuera poco, El hambre es la clara demostración de lo mucho que se puede hacer aun desde el vapuleado oficio de periodista por entender un poco más el mundo en que vivimos. El libro periodístico parece ser el formato ideal en un sistema donde se retacean cada vez más los espacios para la libre expresión y por ello Caparrós dará un seminario sobre el tema en la próxima edición de la Feria Internacional del Libro en Oaxaca.

Mientras tanto, aprovechamos su visita a México para entrevistarlo en forma exclusiva para SinEmbargo y hablar con hambre de su libro ídem.

El hambre me parece que es un libro para leer de a poco, masticándolo…

Puede ser. ¿Cómo puede saber uno cómo leerán su libro? Uno de los grandes atractivos de escribir algo es que una vez que lo hiciste, ya está. Si tuviera que decir algo en contra de ese método de lectura es que lo que intenté con el libro es armar una especie de rompecabezas que me costó mucho con los diferentes causas y mecanismos que hacen que haya 900 millones de personas que no comen lo suficiente. Uno de los trabajos más difíciles fue ir distribuyendo a lo largo del libro todas esas informaciones. Entonces, me da la impresión de que esta idea de ir leyéndolo de a poco hace perder un poco la interrelación que hay entre los capítulos. Pero no lo sé…

Analizando la experiencia de la guerrilla de los setenta uno puede entender la violencia desatada por la distribución inequitativa de la riqueza. Tu libro es reflejo de ese problema, que se ha acrecentado en nuestros días.

Sí, la diferencia es que en esa época suponíamos saber lo que teníamos que hacer para remediar el problema y por eso hacíamos esas cosas. Ahora, en cambio, suponemos que no hay forma de remediarlo. Ese, me parece, es un cambio decisivo. En el libro no llego a ninguna conclusión tajante sobre las posibles soluciones al tema del hambre en el mundo. En las últimas páginas intento discutir un poco esa cuestión y llego al menos a la idea de que vale la pena buscar cuál sería la forma política para una forma moral de la economía. Mi conclusión es esa, creo que es necesaria una distribución distinta de la riqueza y el poder. Lo que no sabemos es qué forma política corresponde a esa forma moral de la economía y ese es el gran vacío de estos tiempos.

El hambre, un libro de 600 páginas que le llevó cinco años de trabajo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El hambre, un libro de 600 páginas que le llevó cinco años de trabajo. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

¿El hambre es una interpelación en tal sentido?

Sí, espero que lo sea, porque efectivamente, se trata de un tema que es más fácil dejar de lado. Mi impresión es que vale la pena buscar alguna solución, siempre dispuestos a equivocarnos todo lo que haga falta.

También hablas del papel complejo que cumplen las Ongs en este sistema del hambre mundial

Bueno, no todas cumplen el mismo papel. Trabajé mucho para el libro con Médicos Sin Fronteras y lo que me sorprendía durante el tiempo que pasaba con ellos es que por un lado sentían que estaban haciendo un trabajo que valía la pena, salvando muchas vidas. Por el otro lado, esa situación en la que se encontraban lejos de su casa, trabajando como perros, sin divertirse demasiado, no era un sacrificio en la medida de que les estaba  dando experiencias que no hubieran conseguido de otro modo. Esa labor humanitaria la hacían por ellos también, lo cual me parece un cambio radical respecto de la época de la guerrilla de que la que hablábamos recién, cuando el sacrificio en pos de una buena causa era mucho más fuerte. En tercer lugar, ellos saben que no están cambiando lo que debería ser cambiado, para que no sucedieran más las cosas que ellos están tratando de remediar. Saben que salvan a muy poquitas personas y que el mecanismo que hace que esas personas necesiten ser salvadas sigue ahí. Aun así, prefieren hacer eso, a no hacer nada, lo cual respeto.

La queja permanente en torno a lo mal que está nuestro oficio resulta molesta y tu libro es una demostración de lo que podemos hacer los periodistas cuando nos ponemos a trabajar sin quejarnos tanto…

Sí, puede ser, pero también es cierto que no encontramos espacios que se nos ofrezcan para poder mostrar lo que intentamos hacer. El libro es para mí el espacio donde se está haciendo el periodismo más ambicioso. Por un lado, ya está bien de quejarnos, pues siempre hay posibilidades de encontrar qué hacer. Por el otro, nunca dejaré de decir que la mayoría de los medios está cada vez más pusilánime y banalizada.

Decía Andrés Calamaro que es cierto que le había dado su vida al rock, pero que el rock le había dado la vida a él. ¿Cómo ha sido en tu caso y en relación con el periodismo?

Bueno, yo tengo como dos vidas. Creo que las dos son la misma, pero mucha gente se empeña en separarlas. Por un lado la vida del escritor y por el otro la del periodista. Y sí, le he dado, le estoy dando mi vida a esa combinación que para mí se resume en la palabra literatura. Libros como El hambre están motivados por el deseo, la voluntad, de contar el mundo y qué es la literatura sino otra forma de contar el mundo. Sí, a la literatura le doy mi vida y la literatura me la devuelve, con perdón del compañero Andrés a quien nunca pensé que iba a parafrasear (risas).

UN ESCRITOR A TIEMPO COMPLETO

Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) se licenció en historia en París, vivió en Madrid y Nueva York, dirigió revistas de libros y de cocina, tradujo a Voltaire, a Shakespeare y a Quevedo, recibió el premio Planeta y el premio Herralde de Novela, el premio Internacional de Periodismo Rey de España, la beca Guggenheim, plantó un limonero, tiene un hijo y ha publicado libros. Los últimos son la novela Comí y un pequeño tratado gastronómico: Entre dientes, publicado por Almadía.

Así reza la pequeña biografía dada a conocer por la editorial Planeta y que da cuenta de un autor a tiempo completo que no ve la hora de terminar con la promoción de El hambre para ponerse a escribir su próximo libro, que será una novela.

¿Cómo te llevas con la crítica?

Para empezar, trato de no leer las entrevistas que me hacen, porque nunca digo lo que creía que había dicho, entonces, ¿para qué leerlas?  A las críticas las miro, aunque también trato de no leerlas, lo que me cuesta más porque me interesan más. En las críticas siempre podría haber algo con lo que pudiera aprender, pero la mayoría de las veces no sucede porque están hechas con mucha ligereza. Me da pena, me parece empobrecedor, perdonando los presentes como diría mi tía Porota, que la forma de promover un libro ahora obligue al autor a tener que hablar del libro, en lugar de que haya gente especializada que se dedique a escribir sobre él. No digo no haya que hacer entrevistas, pero que eso sea la totalidad y no la excepción en la promoción de un libro, me parece absolutamente empobrecedor.

Un libro de lectura obligatoria. Foto: Especial
Un libro de lectura obligatoria. Foto: Especial

¿Te sientes un autor con todas las letras en el sentido de alguien que es estudiado, que tiene una obra importante?

–        No sé, no tengo idea de cómo me ven o me leen; no es coquetería, realmente no tengo idea. De pronto descubro cosas que no imaginaba en una tesis o en la forma que me tratan, con una deferencia que no creo merecer, cuando llego a México o Colombia, por ejemplo. ¿Cómo saber quién eres para otros? Es la misma pregunta del principio, la del lector…

Será que hago siempre la misma pregunta

(risas) No, pero me pareció interesante que atacaras desde distintos lugares para tratar el mismo problema.

¿Te quedaron ganas de escribir después de El hambre?

Es curioso, porque frente a libros cuyo proceso fue muy difícil y este es uno de ellos, me pasa mucho eso de estar trabajando en casa, levantarme para hacer un café o ir al baño y a los cuatro pasos decirme: – ¡qué laburo! Al final me reía de mí, porque era una frase que me decía solo, casi sin proponérmelo. En la mitad del proceso, decía que iba a tomarme tres meses de descanso, sin hacer nada, después de terminarlo. Sin embargo, estoy esperando volver a casa el 12 de septiembre, porque tengo muchas ganas de ponerme a escribir la próxima novela.

Ahora escribe una novela y vive en Barcelona, España. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Ahora escribe una novela y vive en Barcelona, España. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Va a estar bueno el tema de las traducciones, cuando El hambre pueda ser leído en otros idiomas…

Vamos a ver qué pasa, aunque es un libro que me importa que esté en castellano, porque es una rareza. No lo sería tanto si fuera escrito en inglés o francés, culturas que creen que el mundo les corresponde. Nosotros, en cambio, siempre estamos metidos en lo local, no nos atrevemos mucho a tocar temas mundiales. Contamos lo que pasa a 300 kilómetros a la redonda. En este libro, como en Contra el cambio (Anagrama), intento hacer todo lo contrario. Tenemos derecho a hablar del mundo, el mundo también nos pertenece .Pinta el mundo y pintarás tu aldea.

¿Es muy compleja tu relación con la Argentina?

Es muy compleja mi relación con cualquier cosa. Ojalá no fuera así para andar un poco más descansado por la vida.

Molestaron mucho tus declaraciones en torno al nieto recuperado de Estela de Carlotto

Ah, mirá. No sé si vale la pena acá hacer un resumen detallado de los hechos porque se trata de un tema muy local que no creo que interese mucho en México. Fui a un programa de televisión y estuve 15 minutos hablando de lo que considero el problema más grave de la humanidad, es decir, los 900 millones de personas que pasan hambre; me preguntaron qué pensaba de la aparición, ese día, del nieto de Estela Carlotto y dije que me alegraba mucho porque respetaba el trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo, pero que al mismo tiempo me incomodaba el hecho de que ese nieto, el 114, tuviera más atención mediática que el 112 o el 113. Me parecía que eso entraba dentro del sistema del famoseo argentino que me incomoda. Eso fue todo lo que dije. La prensa oficial decidió que iba a editar y a usar eso para insultarme durante 15 días y supongo para no hablar de lo que creo que es importante que es el tema de la desnutrición y que incluye a la Argentina. Supongo que esa es la mejor forma que encontraron para tratar de tapar el hecho de que yo había publicado un libro de 600 páginas y cinco años de trabajo, donde entre otras cosas hablo de cómo funciona el sistema de la desnutrición y el clientelismo en el Gran Buenos Aires. Al final, salió Estela Carlotto a criticarme porque era de mala persona decir que el gobierno sacaba nietos de la galera cuando le convenía. Yo nunca había dicho eso y ella lo repitió tres o cuatro veces, en un sistema goebbeliano, miente, miente, que algo queda. Punto. No voy a decir más nada sobre esto.

 

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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