Ciudad de México, 2 de octubre (SinEmbargo).- Del enorme poeta cubano José Lezama Lima (1910-1976) nos llegan siempre recuerdos fantasmales, como que el enorme es literal y en doble sentido: un grande de cuerpo y un gigante en la historia de la poesía latinoamericana a la que aportó una obra deslumbrante titulada Paradiso.
Pero poco se habla hoy del gran poeta nacional de Cuba, dueño de una voz perdurable y romántica, donde la sensualidad se explaya como una tarde de provincias, expectante y mórbida, una razón de más para asistir a la muestra fotográfica Lezama inédito, asentada en estos días en el patio de la Universidad del Claustro de Sor Juana.
Integrada por 30 retratos de Lezama Lima, a cargo del fotógrafo cubano residente en Miami Iván Cañas, quien cuando era empleado de la legendaria revista Cuba, visitó una tarde de 1969 la casa del poeta en Trocadero 162, junto con el pintor y diseñador Raúl Martínez.
Era la primera vez que veía a Lezama y en esa única ocasión empleó dos rollos de película. Dos años después, Cañas regresó a Trocadero 162 para retratar a Lezama por encargo de la revista Cuba internacional.
Cañas también hizo varias tomas de Lezama y su esposa, María Luisa Bautista, por el Paseo del Prado y después los condujo al Museo de Artes decorativas en la Avenida 17 y D, la antigua casa del Marqués Revilla de Camargo.
Las imágenes nunca fueron publicadas. Después del “caso Padilla” en 1969 y las posturas radicales en el Primer Congreso de Educación y Cultura en 1971, el trabajo de Lezama Lima y su imagen pública fueron relegados por la cultura oficial.
Fue el tiempo del “quinquenio gris”, caracterizado por el incremento de una versión ortodoxa de la estética soviética, mezclada con la homofobia tropical.
Después de la partida de Cañas a México a principios de los noventa, los negativos de las sesiones con Lezama Lima permanecieron en Cuba resguardadas por el fotógrafo Alberto Figueroa, quien años después envió el material a Miami, donde Cañas valoró el tesoro que tenía entre sus manos.
Con el apoyo del fotógrafo Alberto Romeu, Cañas hizo una restauración física y digital de los negativos, que habían sido severamente dañados por la humedad.
“Era un hombre que medía casi dos metros y pesaba casi 180 kilos. Era un hombre señorial, muy educado, que hablaba con palabras muy floridas, muchas de las cuales no se le entendían”, cuenta Iván Cañas, nacido en La Habana el 15 de abril de 1946 y residente en Miami desde hace 22 años.
En entrevista con SinEmbargo, el fotógrafo autor de los libros El cubano se ofrece y Trinidad, cuenta que es verdad la leyenda que alude al gusto por la comida que tenía Lezama Lima y de la que llegó a ser testigo el mismísimo Premio Nobel Mario Vargas Llosa durante un encuentro que mantuvieron en La Habana.
“Pero sobre todas las cosas lo que más le gustaba era el tabaco. Fumaba todo el tiempo y de eso murió, de problemas familiares”, apunta Cañas, quien trabaja como reportero fotográfico para la Agencia Mexicana de Noticias (Notimex).
“LE CAÍ BIEN”
José Lezama Lima era poco aficionado a la fotografía y no le gustaba nada que lo retrataran. Increíblemente, se dejó tomar fotos por Cañas en forma inmediata, apenas conocerse.
“Le decía: maestro, póngase allá, venga para acá y él decía siempre que sí. Creo que le caí bien”, dice Cañas, consciente de que no son muchas las imágenes que se tienen del célebre autor de Paradiso.
“No era afeminado, aunque era un gay de closet, casado supongo que para guardar las apariencias con una señora encantadora llamada María Luisa Bautista. Otro de sus grandes defectos es que era un católico ferviente, algo que en la Revolución estuvo muy prohibido”, cuenta el fotógrafo.
“En Cuba se deportaron como a mil sacerdotes católicos. Las atrocidades contra los derechos civiles que se han cometido en ese país son tremendas. Total que cuando salió publicado Paradiso, las autoridades comenzaron a sacar el libro de las tiendas”, agrega este ex cantante de cuarteto e hijo de la famosa actriz cubana Magali Boix.
–¿Por qué te fuiste de Cuba, Iván?
–Porque me desilusioné completamente del sistema. Le di los mejores años de mi vida a la Revolución, a pesar de que nunca fui militante del Partido ni de la Juventud Comunistas. Gracias a Dios, porque luego no tuve que renunciar a nada de eso. Pero creí en el sistema, me pasé tres años de voluntario en el ejército, fui a recoger café durante tres meses en una zona montañosa donde no había ni luz ni agua. Lentamente, la verdad es que me tomó mucho tiempo, me di cuenta de que aquello era una tiranía, una dictadura.
–¿Qué significa para ti esta muestra Lezama Inédito?
–Es un verdadero orgullo para mí. Además, creo que Lezama estuvo sólo en dos países a lo largo de su vida y uno de ellos fue México. El otro fue Santo Domingo. No le gustaba para nada viajar.
