ENTREVISTA | La dinámica de la autoconstrucción es la solidaridad: Abraham Cruzvillegas

03/06/2017 - 12:05 am

El famoso artista plástico presenta un libro “que no tengo que vender”. Se trata de muchos pareceres en torno a su obra y su persona, a lo largo de 25 años de carrera. La autoconstrucción como eje del debate, desde Gabriel Orozco hasta Tom Morton, son 43 textos imperdibles para atender más a nuestro artista.

Ciudad de México, 3 de junio (SinEmbargo).- Este libro reúne cuarenta y tres textos a propósito de la obra de Abraham Cruzvillegas (México 1968), escritos entre agosto de 1990 y septiembre de 2016, es decir, abarca toda su trayectoria, desde su primera exposición en la galería El Departamento de la Ciudad de México, hasta las más recientes, como la celebrada en 2015 en la Sala de Turbinas de la Tate Modern, Londres o la que durante la edición de esta compilación montó en Regen Projects, Los Ángeles.

Buena parte de estos ensayos, diálogos, artículos y entrevistas se publicaron en otras lenguas en importantes catálogos o revistas de circulación sobre arte internacional, por lo que se vierten aquí por vez primera a la nuestra.

Los hay también que son en cierta medida autobiográficos o, mejor dicho, autoconstructivos, siguiendo el concepto del que deriva la plataforma creativa de Abraham Cruzvillegas: la autoconstrucción, que a su vez, en tiempos recientes, ha dado pie a la autodestrucción y la autoconfusión, enfoques distintos hacia una misma forma de investigación, muy personal, construida con los otros, a partir de los otros tanto como de sí mismo, sean esos otros familiares y amigos, curadores, museógrafos, artesanos, músicos, colegas de profesión.

El lanzamiento editorial vuelve a poner en el centro a este importante artista contemporáneo y pone a la crítica en México en cierto compromiso al saberse que junto con Gabriel Orozco, Gabriel Kuri, Cruzvillegas, entre otros, ha crecido a la par de sus obras.

–Este es un libro de guía para tu obra.

–Sí, unos 25 años tal vez, pues en un compendio de material sobre mi trabajo, porque está pensado como una herramienta probablemente para gente más joven, como un material de investigación para quien quiera aproximarse a mi trabajo. Es un trabajo sobre la obra, hay material muy diverso, hay reseñas, exposiciones, hay textos críticos y textos académicos en el sentido estricto de la palabra que generan líneas de análisis sobre mi trabajo.

–Gabriel Orozco inicia el libro y habla de la importancia de tu padre

–El texto de Gabriel es un artículo que publicó en La Jornada Semanal, sobre la primera exposición individual que tuve en la Galería el Departamento, que llevaba el artista de performance, Carlos Jaurena. Eran obras con reciclas objetos que mi padre había hecho, pinturas y esculturas. Gabriel analiza el vínculo psicoanalítico con el hecho de hacer una obra nueva a partir de destruir la obra de otro, la de mi padre. Hay un gesto creativo, pero al mismo tiempo casi violento. Él habla de la materialidad, cosidad de las obras y mi aproximación a los objetos que mi padre había hecho, sin ese sentimentalismo implícito en la tarea.

Nosotros le enseñamos a la crítica, dice Abraham. Foto: Sandra Sánchez, SinEmbargo

–Unos objetos que tu padre había dejado tirado

–Eran saldos de la obra que él hacía como artistas comercial, que él vendía en cantidades grandes, como objetos decorativos. Él pintaba flores, pajaritos, paisajes, los distribuía en tiendas grandes como ornamentos. Entonces hubo una época en la que él dejó de trabajar en eso, para dedicarse a dar clases en la Universidad, y algunos objetos quedaron abandonados. No tirados, olvidados. Son cosas con las que yo crecí, en algún momento tuve como una epifanía, por decirlo así, para tomar esos objetos y verlos de otra manera. Gabriel tuvo buena opinión en el sentido del arte contemporáneo, que de un cuadro también es una cosa, algo material, un pedazo de madera. Yo me hice así del lenguaje del arte contemporáneo, haciendo una suma que es lo que ha compuesto mi trabajo hasta la fecha. En ese reciclaje que puede volverse parte de una obra de arte.

–¿Llegó a ver esa muestra y todo tu trabajo posterior?

–Sí, mi papá vio casi todas mis exposiciones hasta que se murió, hace unos seis años. Fue un cómplice a nivel afectivo, pero también una persona muy crítica, era un hombre que sabía de hermenéutica, de filosofía…

–Gabriel Orozco te criticó entonces y tú lo puedes criticar ahora…¿Qué te pareció el OXXO?

–La muestra que organizó Gabriel acá tiene un aspecto que no se ha tocado mucho en la crítica, que tiene que ver con develar las prácticas del mercado del arte. Hay gente que se acerca con cierta ingenuidad a una obra, a una pintura, y dice ¿qué hay detrás? No ve lo que tiene enfrente. Acá lo que hizo Gabriel es un ejercicio para mostrar lo que hay enfrente y lo que hay detrás, que es la tienda propiamente, que es una galería. Él hizo un ejercicio casi didáctico, de mostrar, no permitir que las obras, como las quiere el mercado y la crítica, se vuelvan invisibles. Es un ejercicio muy generoso de hacer esta obra transparente. Yo me aproximo a esa generosidad de un modo que quiere ser compartido y por ahí mi diálogo con Gabriel ha sido siempre crítico y en este caso tendrá que ser una crítica en torno a la obra –de todas las obras, no ya la de él- de un modo en el que espectador se hace preguntas. Pueden ser preguntas duras, ¿no? ¿Por qué esto es una obra de arte? Eso es importante.

La autoconstrucción es el eje de mi trabajo. Foto: Sandra Sánchez, SinEmbargo

–Todo el libro está dedicado a la autoconstrucción, ¿cómo definirías eso?

–Hubo un momento en que hice un ejercicio de conciencia sobre la identidad, por el yo. Crecí en una colonia de autoconstrucción, como una cofradía que resulta de la desigualdad de la distribución de la riqueza. Donde hay miseria, donde hay pobreza, y más bien no hay materiales –o el material es la pura necesidad- en ese contexto crecí yo. No le llamaría de pobreza en mi caso, porque tuve la gran fortuna de tener una familia que me enriqueció de otra manera, espiritual e intelectualmente. En ese sentido tomé mi contexto de crecimiento como materia prima para lo que he venido haciendo en los últimos quince años. En el libro de textos sobre mi trabajo hay textos que no están relacionados con la autoconstrucción, son previos a ese momento cuando yo decidí llamarle a todo mi trabajo, autoconstrucción. Sí es como el eje de mi trabajo, cuando hice consciente ese ejercicio de autoconstrucción se volvió natural no para representar casas ni la ciudad ni la colonia, sino más bien la dinámica, que en muchos casos es de solidaridad y colaboración. En mi caso, es una casa que sigue construyéndose, que sigue siendo inestable, como es yo creo la identidad, no es un tema, es una dinámica.

­–El libro tiene un gran apéndice gráfico, con la mayoría de tu obra

–Es un índice de imágenes, análogo a los textos. Como bien sabes, yo también escribo, pero no me gusta hacer crítica sobre mi trabajo, más bien me interesa hacer preguntas en público. Las imágenes apoyan a esas preguntas. Los textos analizan y la imagen ofrece más preguntas al debate, para acompañar la lectura. Creo que es importante entender el cuerpo del texto, en el sentido de su diferencia. En la presentación que hicimos en la UNAM, hay algo importante, sobre todo los primeros, como el que acabas de mencionar de Gabriel, son textos escritos por colegas. Por amigos artistas. En aquel momento había una gran ausencia de crítica, sobre todo respecto al trabajo que nosotros hacíamos. Incluso había una descalificación sobre nuestro trabajo. Ante la ausencia, nosotros nos pusimos a escribir, creo que eso silenciosamente, de un modo tácito, apunta a la historia de la crítica en México. Después hay un apartado de textos críticos, que son de gente que comenzó a interesarse en nuestro trabajo, pero que no son mexicanos. Hay algunos textos con los que he trabajado, como Clara King, que organizó mi muestra en un Minneapolis.

–Hay un trabajo de Sergio González Rodríguez, recientemente fallecido

–Sí, así es. Él fue quien se interesó en mi trabajo y entonces me acerqué a él, me dio mucha curiosidad. En su momento le pedimos el texto, algo que hablara de mi cultura, mi sociedad, mi momento, una crueldad llevada a un punto que se ha sistematizado. En este país mueren más periodistas en el mundo, en un sentido un tanto mañoso quería que Sergio escribiera sobre eso, para darle un contexto a mi trabajo que a veces puede parecer pero no es arbitrario, ni superficial, ni frívolo. Está anclado en una realidad particular. Sergio, en cambio, decidió escribir un texto filosófico, no sociológico. Un análisis de mi obra en un sentido mucho más ontológico. Y se lo agradezco, porque él desplazó mi mirada hacia algo que yo no había visto. Nuestra amistad se fortaleció y desde el momento que desapareció, prematuramente creo, siento una gran orfandad.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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