Ciudad de México, 3 de agosto (SinEmbargo/The Huffington Post).- Las imágenes colgadas de Instagram de un joven inmigrante viajando por el norte de África hasta España se han difundido rápidamente por Internet desde que la edición británica de The Huffington Post las ha recogido en su web, avisando de que la historia aún no estaba confirmada por el protagonista. El mismo día de la publicación se ha sabido que se trata de una campaña de marketing del festival de fotografía Getoxophoto, cuya próxima edición abrirá el 3 de septiembre. Varios medios de comunicación, se han hecho eco de la noticia antes de que saliese a la luz que era una campaña que “llama a la reflexión”, según ha contado uno de los responsables a El País.
En la página web del festival y en su Facebook se puede ver un vídeo que se presenta como el spot del evento. Según ha informado Joana E. Sendra, jefa de comunicación del festival, al periódico El Mundo, la intención es la de “justificar una realidad que Occidente no sabe y de reconocer lo que realmente están pasando”. Forma parte de la idea temática de la próxima edición del festival. “Al principio dudamos de la idea inicial que nos propuso la productora Volga pero, una vez conocida la propuesta a fondo, nos pusimos con ello”, comenta Sendra.
El joven aseguraba en la campaña que en su largo viaje ha atravesado a pie el desierto, ha dormido en la intemperie y ha pagado por una plaza en un bote para cruzar el Mediterráneo. Describe el miedo y el frío, asegurando que busca “un futuro mejor”.
El vídeo está grabado en Cataluña con un móvil y actores no profesionales, a pesar de que simule un viaje desde África a España. En las fotos se puede ver a Abdou, que ronda los 20 años, en distintos momentos de lo que habría sido su largo viaje. La campaña se hizo viral ya que muchos usuarios de Instagram se creyeron que era un perfil auténtico.
Aquí parte de las imágenes publicadas en el Instagram del joven “migrante” que se volvió viral.
Abdou publicó fotos del corte de pelo que se hizo antes de partir, y la última comida que le hizo su “madre”, a la que describe como “demasiado mayor” para trabajar, y afirma que su viaje es por ella. El joven añade que está “listo para lo que sea” y “preparado para tener nuevas experiencias”.
La primera etapa de su largo viaje fue recorrida en una moto que conducía un amigo suyo, que retrata en una foto cargada de cajas y contenedores. “Problemas, lágrimas y frío, pero ahora me siento optimista”, asegura, haciendo en símbolo de la paz con los dedos.
La ruta que Abdou seguió durante su viaje.
- El área por la que Abdou asegura que viaja. Foto: The Huffington Post
Abdou asegura que va camino de Atar, Marruecos, mientras se lava el pelo con un barreño de agua, y escribe: “Cambio de planes. Las ruedas necesitan mantenimiento. Muy cansado. Parada y vuelta a la carretera”.
La siguiente foto muestra al grupo acampando alrededor de un fuego en un desierto que Abdou sitúa cerca de Marruecos. “No hay comida”, excepto zumos en bric y galletas, asegura el personaje.
Después aparece hacinado en un espacio reducido que asegura que es un camión que trata de cruzar la frontera, antes de que el grupo se embarque en el peligroso cruce a remo. Abdou parece que no puede subir en el bote por el que había pagado en principio. “Sin dinero y sin barco grande”, lamenta. Tiene que remar “toda la noche” en un pequeño bote hinchable y confiesa que está “muy asustado”.
Finalmente, el ficticio grupo desembarca, aparentemente, en España, donde se lanzan a la orilla, y Abdou dice: “Por fin, la tierra de las oportunidades”, y asegura que están “cansados pero felices. Un viaje muy peligroso”, con los hashtags de #grandía #sindolornohayrecompensa #meencantalavida y #optimismo.
También comenta que “las cosas no son como las había imaginado”, y parece que se encuentra en dificultades en su siguiente publicación, en la que la policía lo tiene agarrado. “No son amigos de los soñadores ilegales”, manifiesta.
En su último post, Abdou aparece envuelto en una manta térmica dorada junto a otro hombre, y menciona que los llevan a un centro de internamiento. “Los llaman CIE. No es un buen lugar en el que acabar”, comenta.
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