El cerebro puede aprender a optar por comida sana sobre “chatarra”; la clave, no dejar espacio a antojos: estudio

03/09/2014 - 12:01 am
Una dieta rica en proteína y fibra puede evitar caer en los "antojitos". Foto: Cuartoscuro
Una dieta rica en proteína y fibra puede evitar caer en los “antojitos”. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 03 de septiembre (SinEmbargo).- Una dieta especializada en saciar por completo el hambre de las personas puede ayudar a educar el cerebro a preferir comida sana sobre los alimentos con alto contenido en grasa, según un estudio de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos.

Para concluirlo, se estudió el área del cerebro vinculada con la adicción de 13 personas con obesidad y sobrepeso, ocho de ellas sometidas a un nuevo régimen de pérdida de peso diseñado por científicos de dicha universidad, y cinco más que no se incluyeron en el programa.

La dieta en cuestión estaba enfocada en no permitir que las personas se sintieran hambrientas, al proporcionar alimentos altos en fibra y proteína y bajos en carbohidratos, lo que no deja que los antojos entren en el juego y se sienta la necesidad de ingerir comestibles poco saludables.

Al inicio del experimento, a ambos grupos se les realizó una resonancia magnética en el cerebro y una más seis meses después, con lo que se reveló que aquellos que se sometieron a la dieta mostraban cambios en áreas del centro de recompensas del cerebro involucradas con el aprendizaje y la adicción.

Para comprobarlo, sus cerebros fueron escaneados mientras se les mostraban imágenes de distintos tipos de alimentos, por lo que el grupo bajo el régimen mostró mayor reacción hacia las comida sana y baja en calorías.

El estudio, comandado por Susan Roberts, directora del Laboratorio del Metabolismo de la Energía del Centro de Investigación sobre Nutrición Humana de Tufts, concluyó que esto indica una mayor sensación de recompensa y el disfrute de los alimentos más saludables, así como una menor sensibilidad hacia los repletos de calorías.

En un comunicado de prensa, Roberts señaló que “a principios de nuestra vida no amamos las papas a la francesa y odiamos, por ejemplo,  la pasta integral. Esta condición sucede con el tiempo en respuesta a comer, repetidamente, lo que está ahí afuera, en el ambiente tóxico de alimentos.

La investigación, publicada en la revista Nutrition & Diabetes, señaló que otros remedios para atacar la obesidad, tal como la intervención quirúrgica conocida como bypass o derivación gástrica, puede ocuparse del problema de pérdida de peso, pero también causar que en general, el disfrute de la alimentación se vea mermado. En este nuevo experimento se logra que el gusto se traslade a la comida sana, sin cirugía.

LA ADICCIÓN A LA COMIDA

Estudios demuestran que se puede hacer adicto a la comida chatarra Foto: Cuartoscuro
Estudios demuestran que se puede hacer adicto a la comida chatarra Foto: Cuartoscuro

En contraparte, a finales del mes pasado un grupo de investigadores de las escuelas de Ciencias médicas y de Psicología de la Universidad de New South Wales en Australia, concluyeron que llevar una dieta alta en carbohidratos y lípidos puede activar mecanismos de adicción en el cerebro que impiden diversificar la alimentación e incluir ingredientes más sanos.

Pese a que el cerebro está “diseñado” para impedir comer en exceso de algo en específico, a través de experimentos con ratas, los investigadores identificaron que los roedores que llevaron por dos semanas un régimen a base de comida chatarra pronto empezaron a ignorar el resto; mientras que otro grupo de ratones con alimentación sana siguió su instinto natural que les impedía desarrollar una adicción y comer excesivamente.

La psicóloga especializada en neurociencias, Pilar Quijada explica al diario ABC lo que ocurre cuando el ser humano comienza a sentir deseos de comer y cómo se puede desarrollar una adicción a la comida: Cuando tenemos hambre se enciende una alarma en una zona del cerebro denominada hipotálamo, donde están los circuitos de neurales de la alimentación. Esas mismas señales de alerta llegan también al sistema de recompensa del cerebro para aumentar la apetencia por la comida, cuya sola imaginación ya nos produce placer y aumenta el deseo. A medida que comemos, el nivel de nutrientes en sangre aumenta y se liberan en el hipotálamo hormonas que inhiben el apetito, como la leptina y la insulina. Cuando estas señales alcanzan el sistema de recompensa, se reduce la sensación de placer y disminuye el interés por seguir comiendo.

Sin embargo, determinadas comidas, fácilmente accesibles y que requieren un mínimo de preparación, son ricas en grasas y azúcares, y pueden anular estos mecanismos de freno. Como resultado, nos llevan a comer en exceso, hasta el punto de que se habla de adicción a la comida. Este tipo de alimentos, de uso tan frecuentes, sobrecargan el sistema de recompensa, igual que hacen las drogas, y le llevan a un funcionamiento inadecuado, de manera que cuantas más grasas y azúcares se ingieren, más se desea seguir haciéndolo”, concluye.

 

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