Vicente Leñero, ese exquisito narrador que marcó gran parte del siglo XX, ha muerto

03/12/2014 - 12:16 pm
Leñero en 2001. Descanse en paz. Foto: Cuartoscuro
Leñero en 2001. Descanse en paz. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 3 de diciembre (SinEmbargo).– El maestro Vicente Leñero ha muerto.

Escritor, periodista; un cronista de grandes alcances, Leñero, fundador de la revista Proceso, cumplió 81 años el 9 de junio pasado. Se le ha considerado uno de los narradores más significativos de la segunda mitad del siglo XX.

Esta mañana, falleció de cáncer pulmonar en su casa de San Pedro de los Pinos en la Ciudad de México. Rafael Tovar y de Teresa, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), dijo que este jueves  se le rendirá un homenaje en el Palacio Bellas Artes.

Hace apenas un año y medio había publicado su antología de prosa en la Colección Periodismo Cultural del Conaculta. Se le llamó Periodismo de emergencia  y fue prologado por Armando Ponce. Medio siglo de textos: reportajes, crónicas, entrevistas, artículos de opinión o narraciones, en los apartados “Gente mayor”, “Viajes sin agenda”, “Lugares, estatuas, edificios…”, “Ocasiones de contento” y “Artículos de fe”. Así publicó el mismo Ponce en la revista que, con Julio Scherer, el maestro Leñero fundó.

“Uno de los narradores más destacados de la segunda mitad del siglo XX”, dijo Conaculta a propósito de este libro.

“Novela, teatro, crónica, cuento, guión cinematográfico, son los géneros a los que hay que referir cuando se habla de la obra de Vicente Leñero, uno de los escritores y dramaturgos vivos más importantes de la generación del medio siglo XX mexicano. Vicente Leñero es autor de casi 20 guiones de cine, una decena de novelas, 14 otras de teatro y tres compilaciones de cuentos. Es autor de obras tan destacadas como Los albañiles (1963); Estudio Q (1965); Los periodistas (1978) o La gota de agua (1984); en teatro ha escrito Pueblo rechazado (1968); La mudanza (1979);Nadie sabe nada (1988), entre otras”, contó Ponce en junio pasado en un extenso artículo.

Alejandro Toledo, investigador y periodista, dijo de él, también en junio pasado: “Si en el Carlos Fuentes de La región más transparente vemos al país en que nos tocó vivir, en Leñero aparece el mexicano que nos tocó ser”.

En mayo de 2011, al tomar posesión de la silla XXVIII de la Academia Mexicana de la Lengua. Foto: Cuartoscuro
En mayo de 2011, al tomar posesión de la silla XXVIII de la Academia Mexicana de la Lengua. Foto: Cuartoscuro

Leñero se negaba a aceptarse como escritor. “Siempre me ha costado mucho hacerlo, de hecho aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito, y sí, aprendí a escribir, porque había clases de redacción y fui autodidacta, me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito”.

“Se dice que Leñero ha hecho un retrato cabal de la sociedad mexicana, lo cual, según Alejandro Toledo, está presente en toda su obra, como en Los albañiles, donde se manifiestan las jerarquías sociales y donde se refleja, también, ese mal de todos que es la corrupción. Otro de sus libros importantes es Los periodistas, retrato de ese gremio y sus relaciones sórdidas con el poder”, escribió Ponce a propósito del cumpleaños del periodista.

Vicente Leñero nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933. Fue elegido el 11 de marzo de 2010 para ser el cuarto ocupante de la silla XXVIII de la Academia Mexicana de la Lengua. Tomó posesión el 26 de mayo de 2011. Fue subdirector de la revista Proceso de 1977 a 1998.

Estudió ingeniería civil en la Universidad Autónoma Nacional de México y periodismo en la Escuela Carlos Septién García. Entre sus obras destacan Los albañiles (1963), El garabato (1967), El evangelio de Lucas Gavilán (1979), Asesinato (1985) y La vida que se va (1999).  Además, recibió la beca del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1956, y a finales de la década siguiente, las del Centro Mexicano de Escritores y la Fundación Guggenheim.

Ha recibido importantes reconocimientos como el Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en 1963, el premio Xavier Villaurrutia por su antología La inocencia de este mundo en 2001 y el Premio Nacional de Ciencias y Artes de México, en el área de Lingüística y Literatura, edición del 2001.

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