Ciudad de México, 4 de marzo (SinEmbargo).– Dos figuras británicas de la política y los negocios dicen hoy, en un artículo publicado en The Guardian a propósito de la visita del Presidente Enrique Peña Nieto a Inglaterra, que la guerra contra las drogas en el mundo es una empresa fallida, una “estafa colosal” de los políticos que no se parece en nada al éxito.
El artículo es firmado por Nick Clegg, Vice Primer Ministro de Gran Bretaña, así como por Richard Branson, uno de los hombres más ricos del mundo (el 255 en la lista de Forbes) y dueño de Virgin Group. El primero se convirtió en legislador a los 32 años; el segundo, cuarto empresario con más capital en su país, se considera un hombre de negocios exitoso.
“Desde cualquier punto de vista, la guerra global contra las drogas ha sido un fracaso absoluto. Desde que la ‘guerra’ fue declarado por el Presidente Richard Nixon en 1971, hemos gastado más de 1 billón de libras (23,105,740,181,269 pesos) en tratar de erradicar las drogas de nuestras sociedades. Sin embargo, el mercado de la delincuencia sigue creciendo, impulsando a niveles inimaginables las ganancias del crimen organizado. Dedicamos al problema vastos policías, la justicia penal y los recursos militares, incluyendo el encarcelamiento de personas en una escala sin precedentes históricos”, dicen los firmantes del artículo en The Guardian.
En muchas partes del mundo, agregan, la violencia del narcotráfico se ha convertido en endémica. “Mientras el Presidente de México Enrique Peña Nieto visita el Reino Unido, debemos recordar los cerca de cien mil personas han muerto en México sólo desde 2006. Sin embargo, trágicamente, la suma total de del ataque a la oferta de las drogas en los últimos 40 años ha sido cero. Los esfuerzos de reducción de la demanda han sido igualmente infructuosos. Aquí, en el Reino Unido, un tercio de los adultos ha tomado drogas ilegales y las bandas [criminales] están haciendo su agosto. El problema simplemente no va a desaparecer”.
“No es de extrañar que los países de todo el mundo están replanteando su enfoque. Los ex primeros ministros y presidentes ahora admiten los errores del pasado y empujan al cambio, a través de la Comisión Global de Políticas de Drogas y otros organismos. Políticos en servicio están hablando cada vez más, como el Presidente Juan Manuel Santos de Colombia a la cabeza. Servidores públicos de justicia están empezando a cuestionar la idea de que podemos tener una manera de salir de esto. Quizás el cambio más sorprendente ha estado en los Estados Unidos, el país que inventó la guerra contra las drogas, donde cuatro estados han votado recientemente para gravar y regular la venta de la mariguana. Más cerca de casa [el texto se escribe desde Londres], Portugal, los Países Bajos, España, Suiza, la República Checa y Dinamarca han introducido reformas para reducir los daños y frenar a la delincuencia, que van desde la heroína por prescripción a la despenalización”, sostienen Nick Clegg y Richard Branson.
Los firmantes dicen que el Reino Unido requiere urgentemente soluciones porque uno de cada seis niños de 11 a 15 usan drogas; dos mil personas mueren cada año en incidentes relacionados con las drogas y el uso de “drogas legales” no reguladas está sin control.
“Al mismo tiempo, la policía está deteniendo y buscando a medio millón de personas al año por posesión de drogas, los juicios contra los consumidores están cerca de niveles récord, y las celdas de la cárcel todavía se utilizan para las personas cuyo único delito es la posesión de una sustancia a la que que son adictos”, agregan.
“Esto cuesta un montón de dinero, que podría ser mejor gastado en el tratamiento y en redoblar nuestros esfuerzos para desestabilizar la oferta. Y destruye la vida de 70 mil personas al año que tienen antecedentes penales por posesión y luego se sienten incapaces de conseguir un trabajo”, expresan.
“Como inversión, la guerra contra las drogas ha fracasado en dar cualquier ganancia. Si se tratara de una empresa, habría sido cerrado hace mucho tiempo. Esto no se parece al éxito”.
“La idea de erradicar las drogas del mundo con una guerra contra aquellos que las utilizan, es fundamentalmente defectuosa por una sencilla razón: no reduce el consumo de drogas. La propia investigación del Ministerio del Interior [de Gran Bretaña], encargada por los demócratas liberales en el gobierno y publicado hace unos meses, encontró que ‘no hay correlación aparente entre la dureza de enfoque de un país y la prevalencia del consumo de drogas entre adultos’. Esta conclusión devastadora significa que estamos perdiendo nuestros escasos recursos, y en gran escala”, dicen.
“La respuesta política estándar para esto es decir que hay que mantener el rumbo: que si detenemos a unas cuantas personas más y confiscamos algunos cargamentos, la ‘victoria’ será nuestra. Y, por el contrario, que si no hacemos nada, entonces estamos jugando a la ruleta rusa con la vida de las personas. El abismo entre la retórica y la realidad no podría ser mayor. El status quo es una estafa colosal contra el público por políticos que están demasiado asustados como para romper el tabú”.
Entonces, ¿cuál es la alternativa?, preguntan. “Para esto, debemos mirar hacia Portugal, que eliminó las sanciones penales por posesión de drogas en 2001. Las reformas de Portugal no condujeron –como muchos predijeron– a un aumento en el consumo de drogas. En vez de eso, han permitido redireccionar los recursos hacia el sistema de tratamiento, con reducciones dramáticas en la adicción, las infecciones por VIH y las muertes relacionadas con las drogas”.
“Las drogas siguen siendo ilegales y socialmente inaceptables, como debe ser, pero los usuarios de drogas son tratados a través de los derechos civiles en lugar de la ley penal. Toda persona detenida [en Portugal] por posesión de drogas es evaluada y enviada a tratamiento o para ser educada, de inmediato. Si no puede participar, tiene que pagar una multa”.
Los firmantes del texto dicen que el sistema portugués funciona, “y en un tema tan importante como este, donde hay vidas en juego, los gobiernos no pueden darse el lujo de ignorar la evidencia”.
“Debemos establecer los programas piloto para probar y desarrollar una versión británica del modelo portugués”, exhortan. “La evidencia sugiere que será más barato, más eficaz en la reducción del daño y permitiría a la policía centrarse en donde debe estar, en las bandas de delincuentes que suministran drogas”.
Ahora es el momento para que los políticos de todos los partidos cuenten el costo de cuatro décadas de fracaso, y abracen el llamado a la reforma. “Si realmente queremos soluciones eficaces al tráfico de drogas y al daño causado por el consumo de drogas, se requerirá coraje político y un pensamiento fresco”, concluyen.