Ser biólogo: entre animales, verde que desaparece y hombres sin conciencia

04/07/2015 - 12:00 am

Nombre: Salvador Armando Figueroa Morales.
Origen: Distrito Federal.
Ocupación:  Gerencia de capacitación del Programa de Servicios Educativos del Aviario El Nido.

Salvador Figueroa, relizando manejo de un águila real, especie amenazada. Foto: Especial
Salvador Figueroa, relizando manejo de un águila real, especie amenazada. Foto: Especial

Ciudad de México, 4 de julio (SinEmbargo).– Figueroa es biólogo. Como pocos, decidió enfocar su mirada al verde, a los colores de las aves, a las conciencias de los hombres: “todos estamos conectados, y tenemos una función en la naturaleza; desde las abejas, que son polinizadoras, hasta el hombre, que es cuidador y manejador de los recursos”.

Todos los días, un paraíso de más de 300 aves lo recibe: el aviario “El Nido”, ubicado en el Estado de México, y uno de los más grandes del mundo, es hogar de muchos “emplumados” en peligro de extinción y también el lugar de su labor. “Trabajar ahí es una experiencia inolvidable –comenta–, me conecta con la naturaleza. Nosotros tenemos la oportunidad de convivir a diario con aves rapaces como aguilillas de Harris, búhos, águilas y halcones. Desde ir a su hogar por ellos, pesarlos, revisar sus plumas y ver el inicio de su entrenamiento para vuelo libre. Es impactante”.

Desde hace una década, Salvador tomó la Gerencia de capacitación del Programa de Servicios Educativos del aviario, pero mucho antes, la educación, conservación e investigación de temas ambientales han sido parte de su labor.

“He participado en proyectos de conservación en diversas regiones del país realizando, por ejemplo, monitoreo de tortugas marinas en Veracruz, Oaxaca y Cancún; así como monitoreos de fauna silvestre en Baja California, Campeche, Nayarit, Guerrero, Chiapas, Tlaxcala y en el Distrito Federal”, comenta.

Participar en proyectos ambientales, enriquecedores de por sí, puede significar, como muchos imaginamos, una especie de aventura; pero estas experiencias son, sin duda, una forma directa de encontrarse con el actuar menos plausible del hombre: el principal depredador de la naturaleza, el único ser conciente de que a otros seres causa muerte, aunque los vea desaparecer.

Alguna ocasión, comenta el biólogo “realizamos un recorrido de 40 hectáreas en un estudio de monitoreo de fauna silvestre al sur del país. [Pero después de] un año, al volver, más de 25 hectáreas habían sido taladas. Ésta es una de las experiencias más crudas de mi vida profesional”.

Biólogo Figueroa participando en un proyecto de conservación del jaguar.  Foto: Especial
Biólogo Salvador Figueroa, participando en un proyecto de conservación del jaguar. Foto: Especial

Sabido de las problemáticas medioambientales que viven los ecosistemas de nuestro país y que han provocado que cerca de medio millar de especies estén en peligro, Figueroa considera que los mexicanos deberían interesarse por las cuestiones de naturaleza, antes que para valorarla, para conocerla:

“Debemos conocer, amar y proteger nuestros recursos. Recuerdo esta frase de Jacques Cousteau que asegura, “la gente protege aquello que ama. Pero solo amamos aquello que conocemos”. Lamentablemente, decisiones inadecuadas nos han llevado a tener una pérdida de la valiosa biodiversidad con la que cuenta nuestro país y, además, las políticas públicas implementadas a trabajos de conservación no han sido  lo suficientemente respaldadas por la gente”.

“Somos afortunados en tener un país megadiverso –continúa–, pero necesitamos que los mexicanos  se interesen por la flora y fauna. [Es menester] hacer mas programas de televisión, radio, historietas, revistas, festivales, ferias y fiestas donde fomentemos, por estado, el conocimiento de nuestros recursos, ya que actualmente la desertificación, la tala, la sobrepesca, el cambio de uso de suelo, [etcétera], contribuyen sólo a perder nuestra biodiversidad. Recordemos que extinción es para siempre“, advierte.

Figueroa, que se considera un enamorado de su labor y además apasionado de la fauna silvestre, asegura que desde niño ha estado conectado con “la pacha mama”. “De pequeño, cuando realizaba excursiones con los scouts, observaba en el cielo, las constelaciones  y estrellas fugaces, que me llenaron de fe y energía para el resto de mi vida”.

La naturaleza es su casa. Como la de los más de siete mil millones de personas que habitan nuestro planeta. “La relación humano-animal es una relación de beneficio para ambas especies. Aquí no hay jerarquías. Debemos encontrar una relación de beneficio para ambos, que nos permita encontrar un equilibrio para coexistir”.

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