Ciudad de México, 4 de septiembre (SinEmbargo).- Si eres inmigrante no tienes casa en ningún lado, dice ella. O la tienes en todos lados, retruca él. Esa es la esencia de Xenia, la película de Panos H. Koutras que llega hoy a las salas mexicanas con la virtud de una joya escondida que ojalá todos los cinéfilos de ley puedan descubrir en el mar de ofertas comerciales que puebla nuestras carteleras.
Porque si bien la diversidad sexual y la posibilidad humana de aceptar al otro, al diferente, son la sustancia de este filme donde Dany y Odysseas, dos hermanos adolescentes, luchan por la supervivencia mientras atraviesan duras circunstancias, es la voluntad de vivir con amor lo que convierte a este filme imprescindible.
En el medio de la pantalla, Danny, un personaje marginal y hermoso que cuando ocupa el centro de la cámara todo desaparece, como en un poema de J.R.Wilcock cuando decía aquello de “transformas en grandes duquesas a las acomodadoras del cine / y cuando en la luz azul y amarilla / te sientas y tiras hacia atrás los cabellos / entrecerrando los labios al Panavision, ¿quién miraría a otro lado?”.
Nadie puede mirar a otro lado cuando en Xenia aparece el rostro sublime y angelical del actor Kostas Nikouli, quien compone magistralmente un personaje inolvidable que armado con su mochila y un conejo –imaginario o no- que se llama Dido, busca su destino tras la muerte de su joven madre.
Sin padre, un adolescente que a cada rato informa de su nacimiento en Creta, para lograr ser aceptado en un ambiente fascista donde hombres vestidos de negro y de ideas nazi andan por las noches agrediendo a los extranjeros al grito de ¡Grecia para los griegos!
Su hermano mayor Odysseas –a cargo del también excelente Nikos Gelia- no puede con él. Sin embargo, el amor es más fuerte y juntos emprenden la ruta de Atenas a Tesalónica para buscar a su padre, un hombre griego que nunca han visto.
Albaneses por parte de madre, los chicos son extranjeros en su propio país y esperan que su padre los reconozca en un territorio que sólo legitima el derecho de sangre y no el de suelo, donde tú puedes nacer, estudiar en sus escuelas, hablar su idioma, pero si tienes un padre que nació en otro sitio, no obtener la nacionalidad.
Además, Dany y Ody se hicieron la promesa de participar en un concurso de canto popular que podría cambiar su vida. Este viaje pondrá a prueba la fuerza del vínculo que los une, su lado infantil y el gusto por las canciones italianas de Patty Pravo –quien hace un paneo en el filme- como “La bambola”.
TODO GIRA ALREDEDOR DE “TUTT’AL PIU”
Pero es “Tutt’al piu”, otro éxito de Patty, la banda de sonido que mueve los corazones de estos dos hermanos entrañables, altamente capacitados para meterse en problemas de toda índole y por cuyo futuro temblará el espectador, cruzando los dedos para que algo al fin les salga bien.
Xenia no es una película perfecta, tal vez le sobren algunos cuantos minutos y posea escenas imposibles de creer, un tanto cursis y desatinadas. Esos rasgos, sin embargo, la convierten en más entrañable todavía.
La película participó en el concurso Un certain regard en el Festival de Cannes y a poco obtuvo de llevarse el galardón que finalmente recayó en White God, del húngaro Kornéi Mundruczó.
“Mi película está comprometida con los problemas de inmigración en Grecia. He querido hacer una denuncia directa contra la política derechista de mi país. Desde la irrupción de la crisis ha incrementado un extremismo en contra de los inmigrantes y los hijos de los inmigrantes.
En este último caso, es curioso ver que los hijos de los albaneses que vinieron a Grecia durante la década de los noventa sí poseen la nacionalidad griega porque nacieron aquí, pero siendo griegos, como los fascistas que los increpan, no tienen los mismos derechos legales que éstos. Son repudiados por el país que amparó a sus padres”, dijo el cineasta griego a la revista El antepenúltimo mohicano.
Koutras nació en Atenas, donde es toda una celebridad.
Estudió en Londres en la Escuela Internacional de Cine de Londres y luego en París, en La Sorbona. Desde 1985 hasta 1995 vivió en París y Londres y realizó varios cortometrajes que han participado en festivales como El Festival de Cine de Londres, y el Festival Du Cinema Mediterraneen, donde en 1991 el cortometraje “La Caída y auge de Lydia Von Burer” ganó el primer premio.
En 1995 fundó en Atenas la empresa 100% Films sintéticos y comenzó a trabajar en su primer largometraje L’attaque de la moussaka géante (2000).
Su segundo largometraje, Real Life (2004), se convirtió en el favorito de los críticos en Grecia (ganó el Premio Nacional de la Crítica en 2004), y viajó al Festival Internacional de Cine de Toronto. Luego vino Strella.
Sobre sus exquisitos protagonistas, Koutras dijo a CineEuropa: “Como uno de los personajes tiene 16 años y el otro, 18, quería que el resultado fuese creíble. No pretendía que alguien de 23 años fuera a encarnar a alguien de 16: me parece ridículo. Busqué aquí y allá pero hay muy pocos actores profesionales a esa edad y quería, además, que fuesen albaneses de segunda generación. Estaba seguro que entre estos 200 mil jóvenes, encontraría dos chicos guapos, talentosos y dispuestos a embarcarse en la aventura. Los encontramos al cabo de un año y medio de casting por toda Grecia”.
El estreno de Xenia (palabra que significa “hospitalidad”) representa una oportunidad inmejorable de dejarse conmover por un cine distinto y humano que no se ve mucho por estas tierras. No se la pierdan.