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Redacción/SinEmbargo

04/09/2017 - 5:44 am

La fractura del PAN / Ganar “a como dé lugar” / Pobreza y Desigualdad

La crisis interna del Partido Acción Nacional comienza a hacerse cada día más evidente de cara a las elecciones de 2018. Entre los escándalos relacionados con su Presidente nacional, Ricardo Anaya, y las supuesta alianza pactada con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la lucha por la candidatura presidencial para el próximo año parece volverse cada vez más feroz en el blanquiazul.

La fractura del PAN
La crisis interna del Partido Acción Nacional comienza a hacerse cada día más evidente de cara a las elecciones de 2018. Entre los escándalos relacionados con su Presidente nacional, Ricardo Anaya, y las supuesta alianza pactada con el Partido de la Revolución Democrática (PRD), la lucha por la candidatura presidencial para el próximo año parece volverse cada vez más feroz en el blanquiazul. Al respecto, en Milenio, el periodista Carlos Puig, escribe que:”desde finales del año pasado, en algún cajón del Senado, está guardada la iniciativa enviada por el Presidente Enrique Peña Nieto que desaparece el artículo transitorio que haría fiscal general de la República al procurador Raúl Cervantes de manera automática. Está ahí, por la presión de grupos de la sociedad civil. En este lapso, el coordinador de la Junta de Coordinación Política del Senado fue el panista Fernando Herrera. No se recuerda en todo este tiempo que Herrera haya intentado hacer caminar el decreto. De Ricardo Anaya habíamos escuchado ambigüedades, como ésta: ‘El proceso de tránsito de la procuraduría a la fiscalía tiene que ser un proceso absolutamente transparente, con enorme participación de la sociedad y con un perfil ampliamente consensado’. Todos los panistas, incluido los hoy tachados de traidores, se la habían pasado diciendo cosas similares. A Anaya le fue mal en las elecciones de este año, no parece subir en las encuestas, Moreno Valle publicó un best advertised, los números de Margarita Zavala no bajaban en las encuestas. El 13 de agosto, Anaya se fue para Chihuahua. Ahí se reunió con Emilio Álvarez Icaza, Jorge Castañeda, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Agustín Basave, Gustavo Madero, Alejandra Barrales, Javier Corral, Guadalupe Acosta Naranjo, Santiago Creel Miranda y Fernando Elizondo, entre otros […]. Y ahí firmó una declaración en la que, en su último párrafo se compromete a eliminar el transitorio. Unos días después, Anaya le declaró la guerra al PRI. Eliminar el transitorio requiere el voto de dos terceras partes del Congreso y sin el PRI no hay manera; y las leyes secundarias de la fiscalía, que está preparando Cervantes con CIDE y Jurídicas, no tienen para cuándo y no sería extraño que las apruebe el Congreso que elegiremos en julio de 2018. Los votos de los supuestos ‘traidores’ del PAN […] son poco relevantes para saber quién será fiscal. Pero Anaya estaba urgido de mostrar a sus amigos firmantes de Chihuahua que él estaba cumpliendo. Que de verdad se había ‘convertido’. Y de una vez, asestar un golpe mortal a Zavala y Moreno Valle. Porque esto es política y Anaya quiere ser Presidente. ¿Cuál fue el intercambio en Chihuahua? ¿Anaya candidato del frente y la izquierda en la fiscalía?”

Sobre la fractura del blanquiazul, en El Universal, su columna de trascendidos Bajo Reserva, asegura que: “las acusaciones y descalificaciones van aumentando día con día entre los azules. Los leales al Presidente del partido, Ricardo Anaya, llamaron ‘traidores’ y ‘vendidos’ a los senadores afines a Ernesto Cordero. Ahora Cordero y los suyos acusan a Anaya de lanzar una cortina de humo para no dar explicaciones sobre su situación patrimonial. Y en medio de las acusaciones surgió un dato interesante. Los corderistas acusan al coordinador de su fracción, el Senador Fernando Herrera, de haber intentado una maniobra para que el PAN perdiera la presidencia del Senado con el fin de que pudiera negociar para él la Junta de Coordinación Política. Sin embargo, según los corderistas, Ernesto Cordero se atravesó en el plan de Herrera y logró obtener el voto de las demás fuerzas políticas para ganar la presidencia. Habrá que ver ahora qué respuesta da don Fernando a sus acusadores y hasta dónde aguanta el partido el intercambio de fuego entre sus militantes”.

La división en el partido tiene el rostro de Anaya como sello principal, al menos así lo señala Margarita Zavala, lo cual es retomado en el Excélsior, por su columna de trascendidos, Frentes Políticos, la cual asegura que: “la caída en popularidad de Ricardo Anaya en las horas recientes es estrepitosa. La ruptura llegó a la exigencia de Margarita Zavala de que su líder nacional renuncie. La aspirante presidencial panista demandó la salida de Anaya por considerar que es un factor de división al interior de Acción Nacional y de indefinición para designar candidato del partido a la Presidencia de la República, cargo con el que sueña la exprimera dama. Otro personaje que se debilita solo. La esposa del expresidente Felipe Calderón decidió marcar distancia del senador Ernesto Cordero. Así, se va a quedar sin aliados en su meta por competir por Los Pinos”.

Esta crisis en la dirigencia nacional, parecen comenzar a hacer eco en los estados, por lo que en Milenio, su columna de trascendidos Trascendió, asegura que: “en el PRI están muy preocupados pues, a pesar de la crisis panista, no encuentran la fórmula para fortalecerse en Yucatán, que aunque es gobernado por el priista Rolando Zapata puede pasar a manos panistas en 2018. Mauricio Vila Dosal, alcalde de Mérida, es el más aventajado en la carrera por la candidatura panista e inició ya un ambicioso programa de infraestructura en la Ciudad Blanca, pero sobre todo se desmarcó de sus contrincantes partidistas para tratar de alejarse de los líos por los que atraviesa el blanquiazul de Ricardo Anaya”.

Ganar “a como dé lugar” 
El partido Revolucionario Institucional (PRI) al igual que el resto de las principales fuerzas políticas del país, tiene los ojos puestos en las elecciones de 2018. Sin embargo, a diferencia del resto, su apuesta es mucho mayor, pues con un mandatario con la popularidad más baja en ls historia del país, buscará convencer al electorado para mantenerse en el poder. Al respecto en El Universal, el periodista Salvador García Soto, escribe que “en el objetivo de ganar ‘a como dé lugar’ el 2018, el gobierno de Enrique Peña Nieto y el PRI han echado a andar una estrategia que intenta resolver uno de los ‘talones de Aquiles’ de su administración: su deficiente comunicación y la falta de control absoluto en los medios electrónicos (internet, radio y televisión), considerados un problema en el objetivo peñista de retener la Presidencia. Para lograrlo, el instrumento para someter a concesionarios y permisionarios del sector telecomunicaciones, es el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), cuyo control ya tienen, pero necesitan ratificar al actual Presidente Gabriel Contreras. Contreras […] termina su periodo el 11 de septiembre y el gobierno quiere ratificarlo, a pesar de las fallas y errores del IFT en su presidencia […]. Esos errores son ‘borrados’ en un estudio de la OCDE, presentado el 31 de agosto pasado, en el que, petición del Gobierno federal, el organismo internacional habla ‘maravillas’ de la gestión del Presidente del IFT […]. El sometimiento del IFT ‘autónomo’ al gobierno peñista es incluso denunciado por el gobierno de Estados Unidos que […] cuestiona la independencia de ese instituto. En el documento Objetivos para la Renegociación del NAFTA, elaborado por la Oficina del Presidente de EU, menciona los cambios que debe hacer México en Telecomunicaciones: ‘promover competitividad suplementaria de servicios de telecomunicaciones, facilitando la entrada al mercado a través de una regulación transparente y de un regulador independiente’ […]. La operación para ratificar al Presidente del IFT está a cargo del ex Consejero y hoy próspero abogado Humberto Castillejos. Y para asegurar ‘lealtad incondicional’, el gobierno nombró recientemente a la esposa de Contreras, Arcelia Olea Leyva, vicepresidenta de Normatividad de la CNBV, y a su hermano, Josué Miguel Contreras, en un alto cargo en la Procuraduría Fiscal. El IFT se convierte así en factor en la sucesión presidencial. Desde ahí pueden controlar y someter a medios electrónicos e internet porque una resolución del instituto no admite ni el amparo […]. En los medios y las telecomunicaciones Peña Nieto y el PRI van por todas las canicas. Saben que ha sido una de sus mayores debilidades y que medios electrónicos e internet dóciles, facilitarían ocultar todo ‘lo que se tenga que hacer’ para ganar la Presidencia”.

Entre los interesados en representar al PRI en las elecciones del próximo año está el Secretario Miguel Osorio Chong, que parece comenzar a mover sus piezas para conseguir la condidatura, así lo plantea en el diario Reforma, su columna de trascendidos Templo Mayor, donde se asegura que: “en lo que son peras o manzanas de las definiciones, un grupo de colaboradores de Miguel Osorio Chong anda arrastrando el lápiz, trazando escenarios para el 2018. El primero de dichos escenarios, por supuesto, es el de ser ungido con la candidatura presidencial del PRI, una aspiración, dicen, ‘con decisión pero sin obsesión’. El segundo escenario, el Plan B en caso de perder la nominación tricolor, es que Osorio Chong se vaya como presidente del partido y, posteriormente, como coordinador de la bancada priista en el Senado… para de ahí ir construyendo otro proyecto. ¡Ah!, pero el documento es secreto, así que por favor no se lo comenten a nadie”.

Otra cara de la estrategia del tricolor para mantener el poder durante otro sexenio más, es abordado también en El Universal, por el periodista y escritor, León Krauze, quien escribe que: “para un ciudadano con convicción democrática, el PRI está intentando un acto de ilusionismo político: pretende que la elección del 2018 no se solvente desde la discusión de los abusos y errores del partido durante la presidencia de Enrique Peña Nieto. A falta de una explicación convincente para estos seis años de corrupción, conflictos de interés e impunidad, el PRI quiere borrar, con una suerte de decreto narrativo, el pasado reciente […]. El PRI pretende no pagar lo que rompió. Puede darle dividendos políticos pero el ciudadano con convicción democrática no lo apoyará. El truco sigue dos posibles caminos. El primero pretende que el PRI no es el mayor protagonista de la corrupción mexicana. Lo cual, histórica y empíricamente, es mentira. Obviamente, no todos los funcionarios del PRI son corruptos pero el corrupto mayor es el PRI […]. Hay corrupción en todos los partidos, pero no todos los políticos son corruptos ni todos los partidos tienen como modus operandi la protección mafiosa de sus conquistas y sus clientelas que son características del PRI. La otra apuesta del ilusionismo priísta es elegir a un candidato que, por arte de magia, se deslinde del legado del partido y, crucialmente, de sus pecados recientes. La estrategia dio en el blanco en el Estado de México, donde Alfredo Del Mazo, logró convencer a suficientes electores de que él, a diferencia de buena parte de su linaje, no merecía cargar con la responsabilidad histórica del PRI. El truco de Del Mazo dio tal resultado que el PRI busca replicarlo en la batalla grande. Ya Enrique Ochoa ha comenzado a insistir que al 2018 llegará ‘un nuevo PRI’ […]. Por eso Meade, el suave outsider-insider por excelencia; por eso Narro, el supuesto adalid de izquierda; por eso Nuño, ese miembro consumado del círculo íntimo del peñanietismo que, con tremenda astucia, ha logrado fingir distancia. Dependerá del electorado mexicano, y de los candidatos de oposición, revelar esta puesta en escena […]. El priísta que pretenda suceder a Enrique Peña Nieto no debería poder escapar del peñanietismo. Consentirlo sería permitir un engaño tóxico para la democracia mexicana y, curiosamente, dañino para el propio PRI, al que tanta falta le hace un examen de conciencia que comience con el juicio informado de los votantes mexicanos”.

Pobreza y Desigualdad
La desigualdad ha sido uno de los aspectos más señalados como el principal problema a combatir en nuestro país, pues las condiciones económicas de la población mexicana se han polarizado de manera importante en los últimos años. Las desigualdad también se ha visto manifestada en las políticas públicas, las cuales parecen no siempre beneficiar a los sectores más desprotegidos, o bien, no estar teniendo resultados esperados. Al respecto en El Universal, su Editorial, asegura que la desigualdad “es una palabra que enmarca una realidad en el mundo, pero especialmente en América Latina y, de la cual México no escapa. Significa que desde el momento de su nacimiento, dos personas comienzan a ser diferentes. Uno tendrá fácil acceso a la salud y educación, mientras para otros serán metas no tan fáciles de alcanzar […].  Sólo el Estado puede comenzar a modificar esta situación. Uno de los mecanismos más utilizados para ello es el cobro de impuestos a través de una fórmula vieja y sencilla: que paguen más los que más tienen. Los recursos, entonces, deberían destinarse a la creación de infraestructura y servicios en aquellas zonas marginadas, donde la población necesita contar con las mismas oportunidades que los residentes de regiones más desarrolladas. Sin embargo, expertos advierten del desigual –y ahí inicia todo– sistema tributario en el país, que tiende a ser más laxo con los ingresos que provienen de las ganancias de capital o los dividendos, así como con las personas de mayores recursos, pues tienen un tratamiento fiscal relativamente más benevolente que el resto de los contribuyentes. Otra forma de paliar la desigualdad es por medio de programas sociales. En México se han hecho esfuerzos para que los apoyos económicos sirvan para terminar con el círculo de pobreza: los recursos se entregan a la jefa de familia y se plantea la necesidad de que los menores de edad tengan que acudir a la escuela. Para analistas del tema, hay deficiencias en los apoyos, pues consideran que no necesariamente están dirigidos a los más pobres y vulnerables. El país lleva décadas con mecanismos de ese tipo y pocos resultados en la disminución de la desigualdad. Si la brecha no cede es hora de replantear directrices y de exigir resultados, no pueden transcurrir más años sin que las condiciones sociales mejoren para millones de mexicanos”.

¿Cuántos pobres hay realmente en México? es el planteamiento que en Milenio, el periodista, novelista e historiador Héctor Aguilar Camín, hace en su columna, donde comenta acerca de las distintas formas de medición de la pobreza en nuestro país, y detalla que la respuesta a esa pregunta “depende de la vara de medir. La vara de México es una de las más altas del mundo y arroja cifras enormes. Usando esa vara, la medición del Coneval publicada hace unos días dice que 43.8 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza: más de 53 millones de personas. Valeria Moy, Directora de México ¿Cómo vamos?, ha hecho circular una oportuna comparación de estas cifras con dos mediciones del Banco Mundial, dos de la OCDE y una de la Universidad de Oxford. En 1990, el Banco Mundial estableció la línea de la pobreza en un poder adquisitivo menor a 1.90 dólares diarios. Según esa vara, solo 3.04 por ciento de la población mexicana estaría en condiciones de pobreza, 40 por ciento menos que en el Coneval. En 2010, el Banco Mundial subió la línea a 3.10 dólares por día. Con ese criterio, el porcentaje de pobres en México sería 10.95, más de 30 por ciento menos que en el Coneval […]. La OCDE mide esa pobreza en dos tiempos: antes de impuestos y transferencias y después de impuestos y transferencias. Es decir, antes y después de la intervención redistributiva del Estado. Antes de impuestos y transferencias, la tasa de pobreza relativa en México sería de 20.3 por ciento, la mitad de lo que dice el Coneval. Después de impuestos y transferencias, la tasa de pobreza relativa de México es aún menor: 16.7 por ciento de la población. Hablamos hasta aquí de pobreza en general. Si entramos a pobreza extrema, el Coneval dice que la padece 7.6 por ciento de la población de México, es decir, 9 millones 375 mil personas. Pero un índice de pobreza aguda que levanta la Universidad de Oxford da para México un porcentaje de solo 1.2 por ciento, varias veces menos que el Coneval. Nadie miente aquí, simplemente aplican diferentes criterios. Aún así las disparidades no dejan de ser escandalosas. La pregunta vale: ¿cuántos pobres hay realmente en México? ¿Qué estamos midiendo?”.

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