UN ADIÓS PARA VICENTE LEÑERO

04/12/2014 - 12:00 am

Ayer murió el maestro Vicente Leñero, padre de generaciones de cronistas y escritores. Periodista siempre –nunca se asumió como escritor–, pulcro trashumante en las letras, fundador de la revista Proceso, es considerado uno de los narradores más significativos de la segunda mitad del siglo XX. Apenas el 11 de marzo de 2010 fue elegido para la Academia Mexicana de la Lengua y tomó posesión el 26 de mayo de 2011.

Leñero nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933. Y justo desde allá, desde su tierra, en el contexto de la Feria Internacional del Libro, la escritora y periodista Mónica Maristain lo despide…

Guadalajara, Jalisco 4 de diciembre (SinEmbargo).- Ya lo había dicho con voz susurrante y triste el editor Andrés Ramírez, cabeza de Random House Mondadori e hijo del conocido escritor José Agustín: “Vicente Leñero está muy grave”. Así lo confiaba ayer a esta cronista, para quedarse luego cabizbajo, mirando el piso.

FOTO: Pedro Valtierra/Archivo/CUARTOSCURO.
Vicente Leñero Otero, periodista, novelista, guionista, dramaturgo, ingeniero civil y académico mexicano. Foto: Pedro Valtierra, Cuartoscuro.

En Guadalajara, la noticia transformó los rostros de periodistas y escritores asistentes a la Feria Internacional del Libro que transcurre aquí, en “la perla de Occidente”, hasta el 7 de diciembre próximo.

“Murió Leñero”, “Murió Leñero”, “Murió Leñero”, “Murió Leñero”, repetía a su paso un coro espontáneo de informadores dolientes e impresionados, como si todos se hubieran puesto de acuerdo para “vocear” lo que sería la nota central de mañana en los periódicos, donde el hombre que vivió de escribir en ellos, se convertiría en protagonista de la “especie informativa”.

“No quería homenajes, no le gustaban las entrevistas pero le gustaba conversar entre amigos y estar en contacto con sus lectores”, dice Marcela González Durán, editora de Alfaguara México. “Y esa fue la celebración que acordamos con él como sus editores para sus 80 años: relanzamos Gente así y La vida que se va. Eso le hacía mucha ilusión. Publicamos además su libro inédito de relatos Más gente así”.

Hace un año, agrega Marcela, “vino a  la Feria [del Libro de Guadalajara, FIL] para tener un encuentro con sus lectores en un conmovedor acto que se llamó Vicente Leñero en sus palabras. Y con eso nos quedamos. No lo dejemos ir. Sigamos leyéndolo”.

Curioso, minutos antes de saberse que el escritor, periodista, guionista y dramaturgo nacido hace 81 años en Guadalajara moría en su casa de la Ciudad de México, la viuda de José Saramago, la periodista española Pilar del Río, se refería “a los puntales que faltan” en la Feria del Libro.

Y aunque sea ley de vida, qué año duro es aquel en el que pierdes a José Emilio Pacheco, Gabriel García Márquez, Manuel Ahumada, Juan Gelman, Luis Villoro, Emmanuel Carballo y ahora al entrañable autor de Los albañiles, novela que en 2013 cumplió 50 años de haber sido publicada y que al decir del crítico Alejandro Toledo en Excélsior tiene de poderoso “cómo pasa de los niveles realistas a los símbolos”.

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Foto: Pedro Valtierra, Cuartoscuro.

“Hay incluso un trasfondo religioso. Luego vino el terremoto de 1985, que sacó a la luz esas corruptelas en la industria de la construcción, entre empresas y funcionarios públicos, que produjeron edificios endebles”, agregó Toledo al periódico citado en una nota firmada por la periodista Virginia Bautista.

Ya en entrevista con este periódico, Alejandro remarcó que “decir que fue un buen escritor se queda corto, pues en el paquete “Vicente Leñero” se reúnen muchas virtudes. Conmigo fue siempre generoso. Lo conocí en Cuautla, en un encuentro de escritores, cuando yo tenía menos de 20 años y leí en público mi primer cuento… que era espantoso pero él elogió. Más tarde me integró a la planta de colaboradores del semanario Proceso, en donde estuve unos años. Me gustaba eso sobre todo por la reunión de los lunes, en que se decidían los temas a reportear; y el cierre de los jueves, cuando él jugaba dominó en una mesa mientras alrededor se creaba el caos”, recuerda.

“Alberto Paredes y yo le hicimos la propuesta de preparar una antología de su obra narrativa, que editaría la UNAM  y para ello conversamos con él, en una revisión detallada, a viva voz, de su trabajo. Por La inocencia de este mundo le dieron el premio Villaurrutia… Cada vez que podía, lo iba a visitar. Los pretextos solían ser los aniversarios: 50 años de Los albañiles, su cumpleaños número 80. En esa última conversación se mostró feliz, llegaba a esa edad sano y en la plenitud de sus facultades escriturales; prueba de ello eran los volúmenes Gente así y Más gente así, en los que se pitorreaba de medio mundo. Habló de la muerte, de que le gustaría que llegara de una forma rápida, sin dolores, sin sufrimiento. Espero que así haya sido”, afirma Alejandro Toledo.

“Otro aspecto es el meramente literario. Se movía con soltura por varios géneros. De hecho, Los albañiles, su obra más conocida, empezó como una colección de cuentos; se transformó en novela, obra de teatro y guión cinematográfico. En esos tres campos (la ficción, el teatro y el cine) deja honda huella.

Como memorista es extraordinario, tiene un humor un poco a lo Ibargüengoitia, sabe describir la miseria de sus contemporáneos; esa faceta la encuentro en los varios tomos de Vivir del teatro y en esos títulos de los que ya hablé, Gente así  y Más gente así, que escribió como divertimentos. De las novelas él prefería Los albañiles y La vida que se va; se quejaba del resto, que no es malo. Los periodistas tiene un lugar especial, pues es un testimonio de primera mano del golpe al periódico Excélsior en tiempos de Luis Echeverría. Su periodismo, que él llamó de emergencia, es imaginativo; son clásicas sus crónicas “¿Los llevo a conocer Pátzcuaro?” y “Raphael, amor mío”. Un gran personaje, un hombre bueno y un gran escritor”, concluye.

FOTO: JORGE VARGAS/CONACULTA/CUARTOSCURO.COM
Para Enrique Serna, Leñero es considerado “el último intelectual de su especie”. Foto: Jorge Vargas, Cuartoscuro.

¿QUÉ INTELECTUAL PERDIMOS?

Vicente Leñero es considerado “el último intelectual de su especie”, tal como lo describió el escritor Enrique Serna, consultado por SinEmbargo. Una especie que podría encajar en un ítem que contuviera todo su desarrollo profesional en un magno y casi sagrado concepto: Trabajo, trabajo y más trabajo.

Cuenta la leyenda que escribió Los albañiles, primera novela mexicana en ganar el Premio de Biblioteca Breve que otorga la editorial Seix Barral, con una beca estatal. El galardón, que peleó casi cuerpo a cuerpo con el uruguayo Mario Benedetti, metió a este ingeniero civil en el oficio literario practicado de forma constante e incansable.

Y aunque éxito parece una palabra perversa en relación con Vicente Leñero, hay que recordar que Los albañiles se hizo película en manos del cineasta Jorge Fons, protagonizada por Ignacio López Tarso, con un resultado prodigioso que les valió el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín.

En 2010, Fons –quien hizo también la célebre El callejón de los milagros, factura de Leñero– volvería a dirigir un guión de su autoría, mostrando El atentado, basada en la novela de Álvaro Uribe, Expediente del atentado, una tarea más en un universo que incluyó más de 30 títulos y que explica por qué Vicente es tan llorado hoy en el ambiente cinematográfico, además del literario.

La vasta obra dramática y novelística del autor fallecido el mediodía del miércoles a causa de un cáncer que lo agobiaba desde hace tiempo, ofreció una mirada siempre crítica y compasiva de las clases sociales mexicanas, haciendo hincapié en las más desposeídas, dando voz al habla popular y a los dramas de los obreros y oficinistas, esos hombres grises resignados ante la falta de un futuro más gozoso.

Desde que en 1959 apareciera su primer libro, La polvareda y otros cuentos, tanto la vida urbana como la campesina encontraron en su pluma una vertiente por donde hacer correr la galería de costumbres de sus contemporáneos y compatriotas.

Religión, historia, problemática social y dramas profundamente íntimos constituyeron lo que la cuentista y novelista Ana García Bergua definió para SinEmbargo como “una voz irremplazable” de la literatura nacional.

Vicente Leñero se recibió de ingeniero en la Escuela Nacional de Ingeniería de la UNAM en 1959 y de periodista en la Escuela Carlos Septién García en 1956.

“Comencé a estudiar periodismo porque pensé que ahí me enseñarían a escribir –me costaba un gran esfuerzo escribir, siempre me ha costado, no soy un escritor: aunque he escrito muchas cosas, la mitad debí no haberlas escrito”, supo decir al crítico Christopher Domínguez Michael.

“Y sí, aprendí a escribir porque había clases de redacción y fui autodidacta, me esforcé por aprender los secretos del lenguaje escrito”, agregaba este intelectual entrañable, reconocido con el Premio Xavier Villaurrutia (2000) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura (2001). Recibió también el Mazatlán de Literatura y la medalla Salvador Toscano, por su aportación al cine.

Becado en España por el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid en 1956, fue también becario del Centro Mexicano de Escritores (1961-1962, 1963-1964) y de la Fundación Guggenheim (1967-1968). En 1958 obtuvo el primer y segundo lugar en el Concurso Nacional del Cuento Universitario.

Entre sus novelas se encuentran El Cordoncito (1997); Los Pasos de Jorge  Ibargüengoitia (2009); Teatro completo II (2011); Vivir del teatro (2012) y Más gente así (2013). Están también La voz adolorida (1961), Los albañiles (1963), Estudio Q (1965), El garabato (1967), Redil de ovejas (1973) y Los periodistas (1978).

En el Fondo de Cultura Económica publicó los libros Viaje a Cuba (1974), A fuerza de palabras (1976), La gota de agua (1983), Teatro completo, I (2008), Teatro completo, II (2011) y Vivir del teatro (2012).

De 1972 a 1976 dirigió Revista de revistas, el semanario de Excélsior que lo puso en contacto con Julio Scherer García, director del diario y a quien acompañó en su salida del rotativo en 1976, hecho que quedó plasmado en uno de sus mejores trabajos: Los periodistas. Más tarde fundarían juntos el semanario Proceso, publicación de la que fue subdirector durante 20 años.

En 1985, con su libro Asesinato. El doble crimen de los Flores Muñoz, Leñero volvió narró el crimen de quien fue Gobernador de Nayarit, Gilberto Flores Muñoz, y su esposa, la escritora María Asunción Izquierdo, a manos de su propio nieto, Gilberto Flores.

Entre sus obras de teatro destacan Pueblo rechazado (1968), El juicio (1972), Alicia tal vez (1980), Nadie sabe nada (1988) y El infierno (1991). Su labor como guionista cinematográfico ha sido prolífica y le ha dado un impulso al cine nacional con títulos como Los de abajo (1978), El callejón de los milagros (1995), La ley de Herodes (1999) y El crimen del padre Amaro (2002).

FOTO: Pedro Valtierra/Archivo/CUARTOSCURO.
Foto: Pedro Valtierra, Cuartoscuro.

EL HOMBRE BUENO, EL INTELECTUAL IRREMPLAZABLE

Es una gran tristeza la partida de Vicente Leñero. Tanto como la que causó no hace mucho tiempo, apenas en enero, la muerte del poeta José Emilio Pacheco, por tratarse ambos de intelectuales luminosos pero también de seres muy queridos por lectores y colegas.

Por poner la nota alegre si cabe en un episodio tan triste, el escritor Jorge F.Hernández se congratuló que la muerte anunciada de Vicente, quien estaba desde hace tiempo gravemente enfermo, se suscitara en el marco de la Feria del Libro de Guadalajara, “porque de ese modo mucha gente va a poder decir qué clase de intelectual acaba de perder México”, manifestó el autor de La emperatriz de Lavapiés.

De todas las impresiones recogidas por SinEmbargo en la FIL, la más impresionante sin duda fue la del poeta y promotor cultural Julio Trujillo, quien no tuvo reparos en afirmar que la vasta obra del intelectual fallecido “condensa todo el siglo XX mexicano”.

De Leñero hay que recordar primordialmente que “antes que nada fue un escritor”, dijo Jorge F.Hernández.

“Fue un escritor generoso que ayudó a muchísimas personas. Heredé el boom causado por Los albañiles, que es una obra que le dio voz a los que no la tenían en ese momento, aunque me quedo con una novela perfecta que se llama La vida que se va, que más o menos prefigura este trance por el que tenemos que pasar todos si es que queremos trascender”, agregó.

En el marco oficial, la directora de la FIL, Marisol Schulz, emitió un comunicado lamentando el fallecimiento de su amigo.

“En un momento tan duro como el que vive México una voz indispensable era sin lugar a dudas la del querido escritor, periodista, amigo, Vicente Leñero. En medio de esta vorágine de acontecimientos que implica estar al frente de la FIL me entero así súbitamente de su fallecimiento y es sin duda un balde de agua helada.

Tuve la inmensa fortuna de conocerlo y de trabajar como editora un libro suyo que quedará para siempre en mi memoria: La vida que se va, novela donde hablaba entre otras cosas de su pasión por el ajedrez.

Hoy la vida, o eso que llamamos vida, se le ha ido a nuestro adorado Vicente, y me lo imagino jugando una partida de ajedrez con la muerte como aquella  escena inolvidable de El séptimo sello.

Nos faltará su voz, nos faltarán sus reportajes y su  percepción inequívoca de la realidad mexicana. Nos deja un gran legado que como lectora y amiga pienso seguir honrando”, escribió la funcionaria.

“Se va el último de su especie. Podemos hablar de muchos intelectuales orgánicos, participativos y críticos, pero ya no podemos hablar, ahora que se ha ido Vicente Leñero, del intelectual de izquierda al mismo tiempo que el intelectual devoto que sin ambages siempre demostró su fe, no peleada nunca con su labor crítica y periodística”, dijo a SinEmbargo el escritor Ignacio Padilla.

Para el miembro del Crack, el escritor fallecido participó “activamente en momentos cruciales de nuestro país y de América Latina, sin dejar de mencionar toda su obra dramática y narrativa”.

“Con Vicente Leñero se va un polígrafo que abarcó varios géneros, desde la novela a la crónica, desde el teatro al guión cinematográfico y en todos dejó huellas importantes”, comentó a este diario digital el escritor Enrique Serna.

“Lamento que este año haya sido tan terrible para la literatura mexicana. Esto es como la puntilla después de las pérdidas de José Emilio Pacheco, Emmanuel Carballo, Gabriel García Márquez”, agregó el autor del reciente La doble vida de Jesús, libro que viene a presentar a la FIL.

“Se fue un intelectual activo en el sentido más estricto de la palabra. Trabajó muchísimo Vicente Leñero. Fue un ejemplo de hombre productivo, de escritor profesional, se ganó la vida como editor, como periodista, con sus novelas, no dependió de subsidios públicos ni de paraguas estatales y por lo tanto resultó un intelectual profundamente independiente”, opina el periodista y escritor Julio Patán.

“Fue siempre un hombre con un agudo sentido crítico, fue valiente incluso en años donde expresar tus opiniones políticas era muy peligroso y tenía un gran sentido el humor, que es la materia prima de la inteligencia. Parecía hosco pero era entrañable, sustancialmente un hombre bueno”, agregó.

El periodista cultural del Canal 11, Miguel de la Cruz, habló desde la trinchera del periodismo para lamentar la muerte de un gran profesional de los medios. “Sobre todo cargó de literatura el periodismo y nunca dejó de gustarle contar historias propias, ajenas e imaginadas, además de la generosidad hacia los demás. Sus últimos libros venían cargados de elogiosas dedicatorias y me quedé con el pendiente de agradecérselo como se lo merecía”, afirmó.

“Fue un gran periodista y un gran narrador de lo concreto. Vicente Leñero fue una voz irremplazable”, dijo la novelista Ana García Bergua. Y tanta razón que tiene.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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