Mujer asiste a su funeral y sorprende a su esposo que la mandó a matar

05/02/2016 - 10:24 pm

Una mujer narró a la cadena BBC el momento en que asistió a su propio funeral, tras una muerte planeada por su esposo y la ayuda de sicarios.

Noela Rukundo y su esposo, Balenga Kalala. Foto: Especial
Noela Rukundo y su esposo, Balenga Kalala. Foto: Noela Rukundo

Ciudad de México, 5 de febrero (SinEmbargo).- Noela Rukundo, la mujer que asistió a su propio funeral, en Melbourne, Australia, narró su aterradora historia a la BBC que comenzó hace un año, cuando voló a África para asistir al sepelio de su madrastra.

Esa tarde cuando llegó a su natal Burundi, se hospedó en un hotel donde recibió una llamada de su marido y padre de sus tres hijos, Belenga Kalala, el cual la animaba a salir de la habitación para que se distrajera y no fuera a la cama temprano.

Noela, aunque con poco ánimo, decidió seguir el consejo de su esposo, salió de la habitación y lo primero con lo que se encontró fue a un hombre apuntándole con una pistola. La amenazó con matarla y la llevó hasta un auto donde otro hombre esperaba.

La mujer fue trasladada hasta un edificio en un lugar desconocido, después de 40 minutos de camino, ahí fue amarrada a una silla y cuestionada por sus raptores:

“Me preguntaron: ‘¿qué le hiciste a este hombre? ¿por qué nos ha pedido que te matemos? Y enconces les dije: ‘¿qué hombre? Yo no tengo ningún problema con nadie’”, contó Noela a la BBC.

“‘Tu marido’, me dijeron. Y yo respondí: ‘¡Mi marido no puede matarme!”, aseguraba.

Los captores entonces llamaron a quien les había encargado el trabajo, pusieron el teléfono en altavoz para que Noela pudiera escuchar a su esposo:

“¡Matala!”, indicó Belenga a los raptores. Noela no podía creer lo que escuchaba, por lo que se desmayó.

Cuando cobró el sentido, el líder de la banda se dirigió a ella y le dijo que no iba matarla ya que ellos no se dedicaban a matar a mujeres o a niños.

Los sicarios le perdonaron la vida y le dieron 80 horas para irse del país. La dejaron a un lado de una carretea y le entregaron las pruebas para que pudiera incriminar a Kalala: las conversaciones grabadas y el envío del dinero que pagó para la ejecución.

Noela regresó a Australia tres días después, pidió la ayuda al pastor de su iglesia a quien contó su situación. El 22 de febrero, fue el día en que Noela regresó y en el que su esposo había reunido a las personas cercanas a la pareja para que asistieran al funeral.

Cuando Kalala despedía a los asistentes, Noela esperó el momento y se detuvo frente a él.

“¡Sorpresa, sigo viva!”, dijo Noela a su incrédulo marido.

“Hablaba consigo mismo y, cuando me alcanzó, tocó mi hombro y saltó. Dos veces. Y dijo: ‘Noela, ¿eres tú?’ Después exclamó: ‘¡siento todo lo que ha pasado!'”.

Para ese momento la mujer ya había contactado a la policía, quienes lo detuvieron y meses después, el 11 de diciembre, fue declarado culpable y condenado a nueve años de prisión.

Noela explicó que aún escucha las palabras de su entonces esposo pidiendo que la mataran, pero asegura que aunque ve un futuro difícil para ella y su familia, luchará por mantenerse en pie “como una mujer fuerte”.

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