¿Cuánto dura un minuto?

05/04/2015 - 12:02 am

¿Cuánto dura un minuto? No, no me equivoqué en la pregunta, ni estoy bromeando. Tampoco me voy a meter en la compleja teoría de la relatividad. Pero seguramente ustedes estarán de acuerdo conmigo en que, a pesar de lo que se diga, un minuto no siempre dura lo mismo.

¿Se acuerdan de esa escena de la película Yellow Submarine en la que, al ritmo de la canción “When I’m sixty-four”, los Beatles dicen: “”Sesenta y cuatro años son 33,661,440 minutos, y un minuto es una largo tiempo. Lo vamos a demostrar…”. Acto seguido vemos pasar uno por uno los números del 1 al 60 y, tienen razón, los sesenta segundos parecen muy largos.

(Por si tienen ganas de volver a ver la escena o no la tienen tan presente, aquí va el enlace)

La espera para que llegaran la navidad o el cumpleaños nos parecía eterna cuando éramos chicos. Ahora sentimos que el tiempo se nos escurre entre los dedos. Créanme que los minutos de ahora ya no vienen como los de antes…

Cuando mi hija era pequeña y yo la despertaba para ir a la escuela, ella sacaba una manita de debajo de las sábanas y me la mostraba extendida. Era nuestra seña para decir “cinco minutitos más, por favor”. Ésos en que la miraba dormir, eran para mí los mejores cinco minutos del día. Hoy que vive lejos quisiera que las dos semanas de vacaciones que estará conmigo, duraran dos meses, dos años, dos sexenios, dos décadas, y más.

El misterio del tiempo es explorado por la ciencia y el arte,  por la filosofía y la poesía.

Dentro del tiempo hay otro tiempo


quieto
           

                       sin horas ni peso ni sombra


sin pasado o futuro         
                                   

                                   sólo vivo


(…)

Nunca lo vemos         
                              

                                               Es la transparencia

¿Dónde está la transparencia de la que habla Octavio Paz? ¿En cuál de nuestros recuerdos se esconde? ¿En qué círculo del infierno? ¿En qué paraíso?

Quizás fuera también ese tiempo el que buscaba Proust a lo largo de las páginas y páginas que escribió encerrado, durante quince años, en una habitación forrada de corcho. La vida estaba para él en la escritura y la memoria. El minuto de llevarse la magdalena a la boca podía durar tanto como su pluma y sus recuerdos lo permitieran. Guardaba para sí, entonces, el privilegio de hacer del tiempo una materia maleable. Como los relojes de Dalí, cuya imagen -mezcla de surrealismo y de metafísica- el propio pintor subvertía al decir que en realidad los había pintado inspirado en el queso camembert (!?).

Será que todos vamos en busca de ese otro tiempo que hay dentro del tiempo.

Dicen quienes saben algo de física que si un astronauta fuera enviado a un planeta X situado a años luz de la tierra, dejando aquí a su hijo pequeño, a su regreso, después de lo que para él han sido sólo algunos meses, encontraría a su hijo convertido ya en un anciano.

El tiempo: ese enigma. Nos marca el rostro, nos mancha las manos, nos llena de nostalgias, pero, a pesar de todo, yo no elegiría jamás ser Peter Pan. ¿Lo elegirían ustedes? Prefiero ser el niño que espera en la tierra el regreso del padre astronauta. Prefiero ser la que se arruga, la que se descubre nuevos lunares, la que camina con su costal de nostalgias a cuestas. Aunque a veces duela. Prefiero ser la que espera que -esta vez sí- las dos semanas de vacaciones me parezcan largas, larguísimas; que mi hija y yo tengamos tiempo de reír juntas, de charlar “hasta por los codos” (como me decía mi maestra de primero de primaria), de comer dulce de leche con cucharita, de leer el mismo libro y de ver películas tontas una tarde de lluvia. Prefiero no perderme ni un minuto de la vida volando por el espacio.

Porque ¿quién puede estar seguro realmente de cuánto dura un minuto?

Sandra Lorenzano
Es "argen-mex" por destino y convicción (nació en Buenos Aires, pero vive en México desde 1976). Narradora, poeta y ensayista, su novela más reciente es "El día que no fue" (Alfaguara). Investigadora de la UNAM, se desempeña allí como Directora de Cultura y Comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género. Presidenta de la Asamblea Consultiva del Conapred (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación).
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