La sal “escondida” en los alimentos es la más peligrosa: expertos

05/06/2015 - 12:00 am

Ciudad de México, 5 de junio (SinEmbargo/HuffPost).- Debes ingerir cinco gramos de sal al día. Es la recomendación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece para los adultos en su guía sobre consumo de sal y sodio de 2013 (en el caso de los niños la cifra baja a los tres gramos si son menores de 7 años, y a los cuatro si están entre los 7 y los 10 años). Sin embargo, en México este consumo es de hasta 11 gramos, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

“Hemos hecho modelos donde hemos encontrado que si el sodio se redujera en dos gramos en la dieta diaria se pueden salvar 17 mil vidas cada año aquí en México”, dijo Simón Barquera, director de investigación en políticas y programas de nutrición del INSP. Explicó que este consumo provoca graves daños a la salud a nivel renal, así como en las venas “el endotelio que es la capa que recubre las arterias y las venas, se daña mucho por el consumo de sal, que está muy asociado con la prevalencia de infartos, accidente cerebral vascular , trombosis y es el factor identificable más claro para hipertensión”.

Y lo peor es que en la mayoría de las ocasiones no somos conscientes. Porque, ¿sabrías decir dónde está esa sal extra que consumes cada día?

“El problema de la sal no es tanto la que nosotros añadimos a la comida sino la que llevan algunos alimentos en su composición”, explica la doctora Nieves Martell, presidenta de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española (SEH-LEHLA).

Cinco gramos de sal equivale a una cucharadita de café y nadie que cocina en casa utiliza tanto en la elaboración de un menú diario. “La sal no sólo está en nuestra mano (salero), sino también en los propios alimentos de forma natural (un 80 por ciento del sodio procede de productos no manipulados como la leche, el pescado, los huevos o la carne) o añadida en productos procesados. Entre un 20 y 30 por ciento del consumo de sal añadida procede del salero, y el resto (del 70 al 80 por ciento) de este otro tipo de alimentos”, continúa la especialista.

Esta sal envasada la encontramos en embutidos, alimentos enlatados (atún, anchoas, espárragos…), precocinados y snacks como encurtidos o frutos secos.

Este hecho es lo que hace especialmente complicado descubrir en qué medida estamos cumpliendo con las recomendaciones de la OMS o si nos estamos excediendo como así ocurre, tanto en México como en la mayor parte del mundo. Además las etiquetas de los alimentos no lo ponen muy fácil. Porque… ¿cuánta sal aporta una bolsa de papas fritas con 0,6 g. de sodio? “La sal está compuesta de cloruro sódico, de forma que para calcular la cantidad de sal que hay en un alimento debemos multiplicar la cantidad de sodio por 2,5”, explica Martell. Así, en este caso, estaríamos hablando de 2.25 gramos de sal por cada 100 gramos de papas fritas de bolsa.

¿DÓNDE SE ESCONDE LA SAL?

Foto: Shutterstock
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Esa bolsa de papas es un buen ejemplo de la cantidad de sal que consumimos cada día entre los alimentos envasados del supermercado. Pero igual que se cuela en los snacks, se encuentra en las latas de atún que se añade a la ensalada, en las aceitunas o en el pan de caja del desayuno. Está en todas partes: aceitunas, mantequilla, tocino, cereal, pasta, queso.

“Ésa es la cuestión, aunque comamos en casa y reduzcamos el consumo de comida rápida o precocinada, seguimos ingiriendo sal en productos enlatados”, explica la doctora Martell, quien insiste que hasta tratando de comer sano (sin grasas, sin azúcares…) podemos pasarnos con la sal.

“Una simple ensalada hecha con atún (de lata), aceitunas y espárragos, a la además se le añade sal, podría aportar casi cuatro gramos, lo que significa que estaríamos consumiendo en un solo plato casi la cantidad diaria recomendada”, explica.

POR QUÉ TE IMPORTA TANTO

Pasarse por sistema en el consumo de sal es más preocupante de lo que a priori podríamos pensar. Como apunta la SEH-LEHLA, la ingesta excesiva de sal no se puede eliminar por los riñones, se acumula en nuestra sangre atrayendo el agua e incrementando el volumen de sangre circulante. Esto puede aumentar la tensión arterial y por tanto el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares, cardiopatías coronarias e insuficiencia renal, apuntan desde la web de la OMS. “Son problemas muy serios de salud. Una de cada tres muertes que se producen al año en España son de origen cardiovascular”, apunta Martell.

A nivel global (un 75 por ciento de la población del planeta toma el doble de lo aconsejado), los datos son igual de alarmantes. La Organización Mundial de la Salud recoge en su web que en 2012, “las enfermedades causaron casi 17.5 millones de muertes; es decir, tres de cada 10. De estas, 7.4 millones se atribuyeron a la cardiopatía isquémica, y 6.7 millones, a los accidentes cerebrovasculares”.

Estas alarmantes cifras son las que hacen que sea tan importante controlar el consumo de sal y no exceder esos cinco gramos diarios recomendados. Pero eso no tiene que significar la eliminación de este producto de la dieta: el consumo mínimo debería ser de dos gramos al día.

“El consumo de sal es necesario para nuestro cuerpo, ya que controla la cantidad de agua del cuerpo, regula los fluidos, y ayuda a transmitir los impulsos nerviosos, un exceso de sal es altamente perjudicial para nuestra presión arterial”, aclara Marvell.

EQUILIBRAR LA SAL

Queda claro entonces que la sal en exceso es perjudicial para nuestro organismo, pero tampoco debemos quedarnos cortos. ¿Cómo hacer entonces para equilibrar el consumo?

“La sal que añadimos a los alimentos no es lo que debería preocuparnos tanto como la sal añadida”, continúa Marvell. Para esta especialista, la clave está en equilibrar: “Mi recomendación es no introducir los cuatro alimentos del grupo duro —enlatados, encurtidos, precocinados y embutidos— en el menú diario. Lo mejor es elegir uno al día”, recomienda.

Si calculamos un gramo de sal por cada uno, esto significaría que consumimos en añadidos un mínimo de cuatro gramos de sal al día y que quedaría para sal de salero y de los otros productos como pan o leche sólo un gramo, y eso es muy poco.

Asimismo, recuerda la importancia de incrementar en la dieta la cantidad de productos frescos, “que contienen menos sal, menor cantidad de grasas saturadas y mayor cantidad de potasio, exponente básico de la dieta cardiosaludable”, e insiste la importancia de no añadir ésta cuando el plato ya esté terminado o intentar sustituirla por otras especias que le den sabor.

Otro truco sería lavar las conservas vegetales y legumbres antes de utilizarlas y en los restaurantes, pedir que nos sirvan la salsa separada del plato, para sólo añadir la cantidad deseada.

“Una apuesta segura es elegir alimentos frescos frente a los transformados, mucho más ricos en sal, que a menudo utilizan como conservante”, añade en esta línea el doctor Francisco M. Adán Gil, autor de las guías informativas y presidente de la Fundación Española del Corazón.

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