Economía

7.8 millones podrán comprarse la canasta básica hasta 2044 con el actual aumento al mínimo: UNAM

05/07/2017 - 12:05 am

“La clase trabajadora mexicana enfrenta una situación generalizada de precarización que se expresa en el deterioro de los niveles de vida de las familias mexicanas y tienen que trabajar más tiempo para intentar nivelar su consumo”, determinó el estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario. Antes, un trabajador debía laborar 20 horas con 38 minutos en 2012 para adquirir una canasta alimentaria. En la actualidad, por lo mismo, debe hacerlo durante 23 horas con 53 minutos, es decir todo el día.

En el marco de un aumento de la inflación a 6 por ciento que ha desvanecido en 11.11 por ciento el poder adquisitivo del salario mínimo durante estos cuatro años y medio, la población ha tenido que trabajar jornadas más largas a las ocho horas constitucionales, obtener más de un empleo, laborar en la informalidad, incorporar al mercado laboral a tantos miembros de la familia como les sea posible o migrar, concluyó.

Ciudad de México, 5 de julio (SinEmbargo).– El poder adquisitivo del salario mínimo del trabajador mexicano se ha reducido 11.11 por ciento durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, pero los precios de los productos básicos han aumentado un 26.9 por ciento, así como las horas de trabajo. Si el ritmo de incremento salarial al año continua como hasta ahora, a los 7.8 millones de trabajadores que ganan el salario mínimo les alcanzará para comprar una canasta alimentaria hasta 2044, expuso un informe del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

De los 51 millones ocupados, 32 millones reciben de uno a tres salarios mínimos, es decir, de 2 mil 401 pesos a 7 mil 203 pesos mensuales. Para adquirir la canasta básica recomendable se requiere de un ingreso mensual de 6 mil 403 pesos, sin contar los gastos en servicios básicos. En contraste, sólo 3.1 millones obtiene más de 12 mil pesos, con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

“En carne propia” y la de su hijo, Romeo cuenta que rola turnos de casi 10 horas nocturnas, sus horas extras son inexistentes, y debe lidiar con la intolerancia de los patrones “y un salario tirando a ridículo”.

Esto es la consecuencia de que en la presente gestión el peso se ha depreciado frente al dólar un 40 por ciento, lo que, junto con los gasolinazos, aumentó la inflación a 6.30 por ciento [frente al 3.25 por ciento con la que arrancó)] orillando al Banco de México (Banxico) a elevar la tasa de interés a 7 por ciento [respecto al 4.50 por ciento de 2013], con lo cual se encarecen los créditos y se altera el consumo.

“La clase trabajadora mexicana enfrenta una situación generalizada de precarización que se expresa en el deterioro de los niveles de vida de las familias mexicanas y tienen que trabajar más tiempo para intentar nivelar su consumo”, determinó el estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario.

“Hace algunos años, yo decía que estábamos regresando a los tiempos de la esclavitud, cuando se trabajaba todo el día solo por comida, pero ahora parece que vamos sobrepasando esa línea ya que millones de personas no tienen ni para comer decentemente”, dijo Jaime.

Del 1 de enero de 2013, un mes después de que este gobierno priista comenzó, al 16 de octubre de 2016, el salario mínimo ha aumentado 12.8 por ciento en términos nominales. Sin embargo, por efecto del aumento de 26.9 por ciento de los precios de productos básicos, los incrementos nominales al salario mínimo se convierten en pérdidas del poder adquisitivo del salario mínimo, expuso la investigación.

“Desde la década de los 80 de forma ininterrumpida se ha presentado una impresionante caída del poder adquisitivo de casi un 80 por ciento y esto afecta negativamente las posibilidades que tiene la población mexicana de acceder a una buena calidad de vida”, determinó.

El Secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, lo reconoce. Pero solo se ha limitado a declarar que si no hay unidad en los sectores productivos no se puede diseñar una política de recuperación salarial de mediano plazo.

La Reforma Laboral implementada entre el sexenio pasado y el actual no aportó beneficios para la clase trabajadora. De 2012 a 2014 quienes trabajan 35 horas o más a la semana crecieron en 983 mil personas, pero los que tienen ingresos superiores a tres salarios mínimos se redujeron en 773 mil personas.

“El aumento en la jornada laboral no se traduce en mayores ingresos, al contrario, disminuyen los ingresos nominales por más horas de trabajo”, determinó el Centro de Análisis Multidisciplinario.

“VIVIR CON INCERTIDUMBRE”

En el marco de un crecimiento económico promedio de 2 por ciento y ante el desvanecimiento del salario durante estos cuatro años y medio, la población ha tenido que trabajar jornadas más largas a las ocho horas constitucionales, obtener más de un empleo, laborar en la informalidad, incorporar al mercado laboral a tantos miembros de la familia como les sea posible o migrar, concluyó el estudio del Centro de la Facultad de Economía.

Álvaro aseguró que el saber que tu empleo y salario son precarios “te hace pensar que no tenemos nada seguro” y se vive con la incertidumbre sobre “si el día de mañana te alcance para comer y satisfacer tus necesidades básicas”.

Ha dedicado “en cuerpo y alma” 13 años de su vida a una empresa, pero su patrón no da ninguna prestación, seguro social ni mucho menos pensión, por lo que su consumo es bajo y su calidad de vida, dijo, también.

El trabajador promedio mexicano en 2013 ganaba un salario mínimo promedio de 64.76 pesos, pero el precio de la canasta alimentaria era de 171.86 pesos. Por ello, debía trabajar 21 horas con 13 minutos para poder adquirirla. Casi un día entero.

Tres años después la situación laboral empeoró.

Ya para el 16 de octubre de 2016, la canasta alimenticia costaba al día 218.06 pesos mientras que el salario mínimo diario era de 73.04 pesos. Esto es, con un salario mínimo sólo se pudo comprar el 33.5 por ciento de la canasta, compuesta por 40 alimentos para una familia de cuatro integrantes. Para obtenerla completa un trabajador debió laborar 23 horas con 53 minutos. Todo el día.

“Las horas que tiene que laborar diariamente un trabajador para adquirir la canasta alimentaria pasan de ser 4 horas con 53 minutos en 1987 a 20 horas con 38 minutos para 2012 y, luego, 23 horas con 53 minutos en la actualidad. Con el salario mínimo y la imperiosa necesidad de conseguir la paga para la alimentación de la familia, un trabajador mexicano le quedan 7 minutos al día para realizar el resto de actividades, como transportarse, dormir, aseo personal y convivir con su familia”, expuso el estudio.

Por ejemplo, en 1987, el tiempo de trabajo necesario para adquirir un kilo de tortilla era de 24 minutos. Sin embargo, para 2016 fue de 1 hora con 31 minutos, un incremento de 446 por ciento.

Respecto del tiempo para adquirir un kilo de carne de bistec de res, para 1987 era necesario trabajar 5 horas con 25 minutos de una jornada laboral de 8 horas. No obstante, para 2016 el esfuerzo para adquirir el mismo producto ascendió a 14 horas y 46 minutos, un 396 por ciento más y casi el doble de una jornada laboral.

“De esta manera el consumo de la carne de res dejó de ser considerada como una posibilidad de consumo ordinario para las familias trabajadoras y pasó a ser considerada como un alimento de lujo”, evaluó el informe de la Facultad de Economía de la UNAM.

La comparación entre las cifras del Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del cierre de 2012 frente a la del primer trimestre de este año también son una muestra de la precarización laboral.

Al término de 2012, cuando Enrique Peña Nieto tomó protesta como el Presidente de México, de los 48.2 millones de mexicanos trabajando, 28.9 millones (el 59.9 por ciento de la población ocupada) laboraba en la informalidad, es decir, sin seguridad social.

Para enero-marzo de 2017, la cifra aumentó a 29.7 millones de los 51.8 millones ocupados; es decir, el 57.3 por ciento de la población laborando.

Asimismo, hace cuatro años y medio sólo 17.3 millones de los trabajadores tenían acceso a instituciones de salud como prestación por su trabajo; 17.2 millones disponían de un contrato por escrito y 15.9 millones no tenían contrato.

Ahora 19.2 millones de los trabajadores tienen acceso a instituciones de salud; 18.7 millones cuentan con un contrato escrito, pero 16.6 millones no lo tienen.

“La privatización del Seguro Social ya es un hecho. La situación está muy delicada por las jubilaciones, las pensiones y la desindexación del salario mínimo. Esto está ardiendo a más no poder”, dijo Ismael Bautista Orzuna, miembro del Movimiento Nacional de Trabajadores del IMSS.

Además, cuando los trabajadores lleguen a la edad de retiro, les esperan ingresos aun menores. El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados (CESOP) alertó que alrededor de 28 millones de trabajadores en México recibirán una pensión de dos mil 412 pesos mensuales (80.04 pesos diarios, justo el monto actual del salario mínimo).

El sistema de pensiones mexicano actualmente es desigual. Entre lo asignado por pensionado, entre la CFE, Pemex y la extinta Luz y Fuerza del Centro, los alrededor de 2 millones de beneficiarios reciben 8.8, 6.7 y 11.3 veces más que un trabajador pensionado del IMSS, destacó el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

Dulce Olvera
Reportera de temas de crisis climática, derechos humanos y economía. Egresada de la FCPyS de la UNAM.
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