No la veo como a una película de guerra, sino como a una de supervivencia: Christopher Nolan

05/08/2017 - 12:04 am

Joshua Levine, autor de Dunkerque, entrevista al director de la película homónima que está causando sensación en nuestras salas.

Ciudad de México, 5 de agosto (SinEmbargo).- La épica historia de Dunkirk, mayo de 1940: cuando más de 300.000 tropas aliadas atrapadas fueron dramáticamente rescatadas de la destrucción a manos de la Alemania Nazi por una extraordinaria evacuación vía marítima.

La historia real de los soldados, marineros, aviadores y civiles implicados en la evacuación durante los nueve días desde el 27 de mayo a 4 de junio de 1940 se ha convertido en leyenda.

Ahora el tema de la película del director Christopher Nolan, protagonizada por Kenneth Branagh, Tom Hardy, Cillian Murphy, Mark Rylance y Harry Styles en la historia que Winston Churchill describió como un “milagro” es detallada por el autor best seller Joshua Levine en su contexto completo y avasallador.

Incluye nuevas entrevistas con veteranos y supervivientes, este libro va más allá de las escenas para explorar la vida real de esos soldados, bombardeados y ametrallados en las playas durante días, sin comida ni municiones; los civiles cuyas embarcaciones fueron sobrecargadas; los aviadores que arriesgaron sus vidas para comprarle tiempo valioso en tierra a sus compañeros y aquellos que no lograron escapar.

Estas son 10 de las declaraciones que el director Christopher Nolan otorgó a Joshua Levine, quien incluye toda la entrevista en el libro editado (también en español) por HarperCollins.

Dunkerque, libro de Joshua Levine, editado por HarperCollins. Foto: Especial

Terminé el guión antes de decírselo a nadie. Emma (Thomas, productora de Dunkerque) sí lo sabía. Fue ella quien me dio a leer tu libro en un principio. Hicimos la travesía del Canal hace muchos años, con un amigo nuestro que sale en la película, en uno de los barcos. Queríamos recrear ese viaje histórico. Fue una de las experiencias más difíciles y, francamente, más inquietante que he tenido jamás. Me alegré muchísimo de llegar de una pieza y eso que a nosotros nadie nos tiraba bombas. Sólo estábamos, literalmente, el Canal, los elementos y nosotros tres en aquel barquito.

Cuando empecé a escribir el guión (al principio avanzas muy despacio, pero así vas tomándome el pulso a la historia), utilizaba constantemente la palabra “nazi” y hacía que la gente se refiriera a los alemanes en los diálogos. Quería recordar continuamente al público actual lo malvado y terrible que era el enemigo y llevarlo de la mano. Pero luego, en algún momento, creo que fue hablando con Mark Rylance, que fue el primer actor en sumarse al proyecto, me di cuenta de que, ya que había decidido no mostrar en ningún momento a los alemanes, tampoco tenía sentido referirse a ellos de palabra. Las medias tintas no son buenas. Es decir, que o tratas de abarcar toda la maldad y la ideología nazis o tienes que eludir por completo ese aspecto no mostrando a los nazis, convirtiéndolos en cierto modo en entes subliminales, en un peligro que acecha siempre fuera de la pantalla.

Me interesaba la idea de lo que ignoraba la gente, más que explicar todo lo que sabemos. Cuando estás inmerso en un acontecimiento histórico, especialmente en aquella época, cuando no había smartphones ni todas esas cosas, es muy difícil tener una visión de conjunto de lo que está pasando. Para mí, una de las cosas más emotivas de Dunkerque o la más emotiva, sin duda alguna, es que cuando esos chicos son rescatados por fin, cuando por fin consiguen volver a casa, llegan con un sentimiento de vergüenza. El hecho de que se fueran de Dunkerque pensando, la inmensa mayoría de ellos, que iban a ser una decepción inmensa para el pueblo británico y que luego se encontraran con que los recibían como a héroes. Para mí, es uno de los vuelcos emocionales más potentes de la historia y se debió precisamente a que no sabían lo que estaba sucediendo. Por eso aparecen leyendo el discurso de Churchill en la prensa. Ellos no habrían estado presentes en la sesión del Parlamento, ni habrían podido hacer lo que suele hacerse tradicionalmente en el cine, que es intercalar una imagen de Winston Churchill hablando ante el gabinete de gobierno o preparando su discurso. Se enteran por la prensa, de modo que sólo a posteriori descubren en lo que estaban metidos.

No vi muchas películas de guerra porque leí un texto sobre el cine bélico de James Jones, el autor de la novela en la que está basada La delgada línea roja. El autor es alguien que estuvo en la guerra y que ha escrito sobre ella y que pone en evidencia las trampas y los despropósitos de las películas bélicas de una manera tan implacable que te pone las cosas muy difíciles, si eres director y te sientas a escribir una película ambientada en un momento histórico real. Uno de los interrogantes que  plantea es “¿Qué más puede decirse sobre la guerra después de Sin novedad en el frente?” Así que volví a ver Sin novedad en el frente, que hacía muchos, muchísimos años que no la veía. Es increíble lo universal que es como manifiesto sobre la guerra, sobre lo espantosa que es la guerra.

A pesar de que el arte cinematográfico estaba más en pañales que ahora (es una película en blanco y negro, sin apenas sonido), está magníficamente hecha. Y puesto que trata sobre los alemanes pero se hizo dentro de los parámetros de Hollywood, el punto de vista antinacionalista resulta especialmente potente y vigoroso. Y eso es justamente lo que la sitúa por encima de cualquier otra película antibelicista. Es muy contundente en su forma de plasmar lo terrible que es la guerra, no hace concesiones a la hora de describir cómo los mitos nacionalistas del patrioterismo agresivo, propagan la idea de la guerra como glorificación. Creo que no les habrían permitido hacer algo así si se hubiera tratando de una película sobre estadounidenses y británicos.

Acabas viéndolas por diversos motivos poco después de terminarlas: para el lanzamiento en vídeo, por esto o aquellos, por toda clase de razones técnicas. Y ahora a mis hijos quieren ver El caballero oscuro, por ejemplo y me siento a verla con ellos. Pero con el paso del tiempo esos motivos desaparecen y dejas de verlas. Hace mucho tiempo que no veo Memento. Hay cineastas que nunca vuelven a visionar sus películas, pero a mí siempre me interesa verlas porque van cambiando con el tiempo, a medida que te alejas de ellas. Empiezas a valorarlas de una manera más objetiva (lo que está bien, lo que está mal) y supongo que quedan un poco más contextualizadas en la época concreta en que las hiciste.

Creo que la película parte en gran medida de esa misma premisa, de lo sutil y esquiva que es la experiencia subjetiva individual que define la realidad objetiva. Lo que es una constante en todas mis películas. Todas ellas tratan de experiencias individuales, de contradicciones potenciales con la realidad objetiva y esta película intenta dejar espacio para el número infinito de vivencias y anécdotas que se contradicen entre sí o que sirven de glosa unas a otras. Contamos fundamentalmente tres historias que se cruzan en algún punto. Mostramos el momento en que coinciden y son vivencias muy, muy distintas. Cuando ves el aterrizaje de emergencia de un Spitfire desde otro Spitfire, todo parece muy medido y controlado, pero pasar por esa experiencia, como ocurre después en la película, es completamente distinto. El contraste es brutal. Y eso es algo que siempre me ha fascinado de la experiencia humana.

Cosas absolutamente cruciales. Pero, curiosamente, aunque cuando estábamos hablando con esas personas me sentía honrado y agradecido, no tuve una inspiración inmediata ni fui consciente en ese momento de que iba a sacar exactamente en claro de esas conversaciones. Sabía que era algo que convenía hacer. Teníamos que hablar con personas que hubieran estado allí de verdad si queríamos tener la pretensión de llevar su experiencia al cine. La verdad es que sólo ahora, cuando reviso la película, cuando veo la escena en la que los soldados ven meterse a ese tipo en el mar, no sé qué está haciendo ese hombre, si piensa suicidarse o si de verdad cree que puede escapar de allí a nado. Y la razón de que no lo sepa es que creo que incluso le pregunté (al veterano) si ese hombre iba a suicidarse y el hombre no sabía la respuesta. Y era algo que había visto con sus propios ojos.

Considerada una obra maestra de Christopher Nolan. Foto: YouTube

Es una responsabilidad, sí y la tengo muy presente, claro. Pero seguramente es una de las razones por las que la película no trata de abarcarlo todo. No hablamos de la situación política,ni del panorama internacional que rodea los hechos porque creo que sería una carga demasiado onerosa tratar de plasmar un momento de la historia tan complejo que en realidad no puede condensarse en un relato dramático de dos horas de duración.

Es una película de suspense, pero tratamos de llevar el suspense visceral lo más lejos posible. De modo que sí, indudablemente te adentras en el lenguaje propio de las películas de terror.

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