La sobrepoblación no va unida al hambre y hay que cuestionarla, afirman expertos

05/11/2014 - 12:00 am
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Contrario a lo que muchos piensan, la causa pobreza y hambre se puede deber a que los países no deseen compartir su riqueza. Foto: EFE

Ciudad de México, 5 de noviembre (SinEmbargo).- Con más de 7 mil millones de personas sobre la faz de la Tierra, muchos se preguntan si todos los habitantes del planeta podrán tener acceso a condiciones de vida dignas en un futuro. Sin embargo, dado que las condiciones actuales muestran que no es así, se vislumbra un destino mucho más difícil para las generaciones futuras.

El aumento de población se mide en cuestiones de impacto en la seguridad alimentaria, el desempleo, la sostenibilidad ambiental y las migraciones internacionales. Estos temas actualmente dan pie debates para buscar una mejor respuesta a estos factores que repercuten de manera amplia en los niveles de pobreza.

Sin embargo, los gobiernos no se ponen de acuerdo, y en lo que alguien “inventa” algo, la escasez de alimentos, la raquítica situación del campo y las crisis financieras no representan una señal de mejora. No obstante, hay quien asegura que la pobreza no es una consecuencia directa del aumento demográfico.

“La sobrepoblación puede ser un concepto, pero las prácticas no sostenibles y la pobreza son una realidad”, dice Elina St-Onge, del sitio Collective Evolution, en el artículo titulado Overpopulation… a myth? (Sobrepoblación. ¿Un mito?) en donde afirma que, contrario a la opinión generalizada de que la causa pobreza y hambre, ésta puede ser la causa de que los países no deseen compartir su riqueza.

No son pocos los que comparten este punto de vista. Así, hay sociólogos que argumentan que el mundo, de hecho, está repleto de recursos, pero la repartición no equitativa de estos desencadena es la que ocasiona la pobreza.

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Robert Malthus afirmaba que la población se reproducía exponencialmente, a un ritmo mucho mayor que la producción de alimentos. Foto: EFE

El concepto se superpoblación fue acuñado por clérigo inglés Thomas Robert Malthus en Inglaterra en 1798, quien hizo notar que la población se reproducía exponencialmente, a un ritmo mucho mayor que la producción de alimentos.

Malthus calculó que el mundo carecería de suficientes recursos alimenticios para 1980. No obstante, también creía que ciertas enfermedades no debían ser curadas para poder controlar la población. sin duda, una figura ejemplar para los simpatizantes de todo lo relacionado con la eugenesia.

Quien desarrolló la teoría de Malthus fue Paul Ehrlich, profesor de la Universidad Stanford, que en 1968 advirtió que la superpoblación amenazaba el planeta y pronosticó una escasez que mataría a cientos de millones de personas para la década de los 70. A partir de entonces, los pronósticos que emparentan la pobreza con el incremento demográfico son hechos a la menor provocación, tomando como un hecho esta relación.

Sin embargo, hay expertos que consideran equivocada la idea de que al planeta le faltan recursos y sostienen que estos sobran y pueden satisfacer las necesidades de cada persona. Lo cual parece lógico si se considera que anualmente los países ricos gastan más de 220 millones toneladas en comida, mientras que los países pobres siguen sufriendo hambruna. De ahí que se deduzca que no es la falta de recursos la que ocasione el hambre, sino la limitación de derechos fundamentales.

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Estudios recientes recalcan la importancia de cuestionar el concepto de sobrepoblación. Foto: Shutterstock

Los sociólogos Frederick Buttel y Laura Raynolds publicaron en el estudio Population Growth, Agrarian Structure, Food Production, and Food Distribution in the Third World (Crecimiento de la población, estructura agraria, producción de alimentos, y la distribución de alimentos en el Tercer Mundo) en esta línea sobre el crecimiento de la población y el consumo de comida en los países subdesarrollados.

Las estadísticas no mostraron evidencia de que el crecimiento demográfico rápido provoque el hambre. Sin embargo, sí encontraron que las poblaciones de los países más pobres y los países en que el 20 por ciento más pobre de la población obtuvo un menor porcentaje de los ingresos totales de una nación, tenían menos para comer.

“Es probable que no haya un problema más cargado ideológicamente en la agricultura que los de la cantidad de personas con hambre que hay en el mundo. ¿Por qué entonces tener acceso insuficiente a los alimentos, y qué pasos debe tomar para reducir el hambre y la desnutrición?”, escriben los autores.

De acuerdo con St-Onge, no sólo es importante cuestionar el concepto de sobrepoblación, sino todo, en términos generales, incluso los reclamos estrechamente ligados al activismo y al movimiento ecologista, lo que puede conducir a conocer maneras alternativas para operar como sociedad.

“El cuestionamiento de tácticas de miedo, incluso si parecen orientadas hacia causas nobles, no niega necesariamente nuestro apoyo de las propias causas. Sin embargo, nos pueden salvar de quedar atrapados en las cuestiones que nos distraen de los problemas reales y medidas pertinentes que podemos tomar para crear un cambio significativo y duradero”, dice St-Onge.

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