La fuerza ciudadana, unida, sí vence a la ilegalidad… Tajamar es un ejemplo, afirma Greenpeace

07/03/2016 - 10:00 am

“La lección que nos deja Tajamar es que de la devastación nace un nuevo brote de esperanza, el de los ciudadanos organizados para proteger su derecho a un medio ambiente sano, que continuará creciendo alimentado por el objetivo común de tener un planeta más verde y justo para todos”, plantea Greenpeace.

El manglar empieza a brotar nuevamente. Foto: Greenpeace.
El manglar de Tajamar empieza a brotar nuevamente. Foto: Greenpeace.

Ciudad de México, 7 de marzo (SinEmbargo).– La devastación del manglar Tajamar sí tuvo irregularidades y las autoridades ambientales incumplieron con sus responsabilidades para castigar a los culpables, de acuerdo con una nueva suspensión definitiva a los trabajos en la zona otorgada por el juzgado segundo de distrito de la ciudad de Cancún la semana pasada, expuso la organización Greenpeace.

La asociación internacional destacó que se trata de un caso que tiene contradicciones desde su origen. Sin embargo, los ciudadanos una vez más han dado un paso importante para la defensa del manglar y han demostrado que los asiste la razón y la legalidad y que son las autoridades las que han incumplido con su papel de velar por el bien común.

Con la finalidad de informar a la sociedad, Edith Martínez, activista en Greenpeace, enlista los porqués de la nueva suspensión:

1.- En un recorrido realizado por actuarios del juzgado pudieron percatarse de que aún hay presencia de animales en la zona, lo que evidencia que NO se hizo la reubicación de flora y fauna antes del desmonte del manglar del 16 de enero como afirman las autoridades.

Cuando se autorizó el proyecto de Malecón Tajamar, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) condicionó ese permiso a la previa reubicación de flora y fauna de la zona, cosa que el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) no hizo.

Los animales están ahí pese a que las instituciones de gobierno insistieron en que no existía fauna en el lugar; después se contradijeron diciendo que la habían reubicado y después la Profepa ordenó la reubicación de los animales supuestamente ya terminada.

2.- La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) no actuó de inmediato -como es su obligación- para verificar el rescate de fauna silvestre la madrugada del desmonte del manglar y tampoco atendió las denuncias ciudadanas que se presentaron los días siguientes.

La Profepa acudió al sitio hasta 10 días después de lo ocurrido y en su actuar ha parecido más un defensor de las irregularidades de Fonatur que el ente garante de que se cumplan las leyes medioambientales.

3.- La Semarnat tampoco ha actuado conforme a sus responsabilidades, pues la autorización para la obra -otorgada en 2005- también ordenaba el desmonte de manglar diferenciado, para proteger algunas áreas, pero no se cumplió con ello. La remoción del manglar se hizo pareja como lo constataron los actuarios del juzgado.

La Semarnat aún puede revocar el permiso por las violaciones que ha hecho Fonatur. La sociedad civil espera que la dependencia, encabezada por Rafael Pacchiano, cancele el proyecto de manera definitiva.

La zona de Tajamar es un punto de conexión importante entre dos zonas del área natural protegida junto a la Laguna de Nichupté, la cancelación del proyecto permitiría la integración de este pequeño trozo y la continuidad ecológica de un manchón de humedal que parece obvio para todos, menos para las autoridades competentes.

Ciudadanos lloran ante la devastación del Manglar Tajamar en Cancún, Quintana Roo. Foto: Facebook Salvemos Manglar Tajamar.
Ciudadanos lloran ante la devastación del Manglar Tajamar en Cancún, Quintana Roo. Foto: Facebook Salvemos Manglar Tajamar.

CIUDADANOS, PIEZA CLAVE EN LA DEFENSA DEL MANGLAR

A todas horas, grupos de personas resisten firmes las guardias de vigilancia para evitar que la devastación del manglar Tajamar, en medio de la ciudad de Cancún, continúe.

Greenpeace México acompañó a los defensores del manglar en una de las guardias nocturnas que realizan diariamente desde el año pasado, allí se percataron de que los ciudadanos toleran la lluvia y el aire que llega sin oposición natural alguna, mientras los mosquitos hacen de su sangre un festín.

Durante el día la situación tampoco parece ser nada cómoda . “El sol abrasador del supuesto invierno en el caribe mexicano merma los ánimos de cualquiera, menos de estas personas que están decididas a defender este trozo de manglar, que representa su derecho a un medio ambiente sano en una ciudad donde las áreas verdes han ido desapareciendo para dar paso a grandes hoteles”, señaló Miguel Alejandro Rivas Soto, campañista de Océanos de Greenpeace, en Tajamar, de la devastación a la esperanza.

Los ambientalistas reconocen que la gente organizada ha conseguido que las obras en Malecón Tajamar estén hasta ahora suspendidas por órdenes judiciales, sin embargo, subrayan que aún falta que se cancele definitivamente el proyecto.

Las guardias se han hecho ya habituales para los cancunenses que día a día se turnan con la finalidad de velar por el manglar que se encontraba en pie hasta que las autoridades ingresaron con maquinaria -resguardada por seguridad pública- el pasado 16 de enero, para desmontar la zona bajo el amparo de resquicios legales.

“Tajamar es el claro ejemplo de la lucha entre el apetito voraz de un turismo depredador respaldado por los gobiernos y los ciudadanos que reclaman mayor calidad de vida, un medio ambiente sano y espacios públicos para reunirse con la familia y los amigos. Es la pelea de David contra Goliat”, agregó Rivas.

Y continuó: “son los ciudadanos contra sus propias autoridades, esas mismas que deberían velar por el bien común, fiscalizar que las cosas se hagan bien y que se cumplan las leyes pero que en la realidad pareciera que están cuidando los interés de unos pocos”.

Las autoridades mexicanas además de presentar permisos con irregularidades y saquear la zona de madrugada con ayuda de la fuerza pública, se han dedicado a desestimar el valor del manglar diciendo que tiene poca importancia ecológica y buscan deslegitimar el movimiento ciudadano. No obstante, el ecosistema representa una barrera contra los impactos del cambio climático y no tenerlo deja indefensa a la ciudad frente a huracanes.

Han pasado casi tres meses desde la devastación, hoy, el manglar empieza a brotar nuevamente. Mientras siga con vida habrá oportunidad de reestablecer el equilibrio de la zona y recuperar el hábitat de numerosos ejemplares de flora y fauna típica de los humedales. Tajamar es el nexo entre dos trozos de un área natural protegida que ahora se encuentra fragmentada a orillas de la Laguna de Nichupté.

Los ciudadanos ha tenido que aprender de amparos, juicios, leyes derogadas y vigentes; así como de zonas de amortiguación, importancia de los humedales e incluso desarrollo de cocodrilos y la interacción del ecosistema, ahora lo saben y lo comprenden, tal vez más que las mismas autoridades ambientales.

“La lección que nos deja Tajamar es que de la devastación nace un nuevo brote de esperanza, el de los ciudadanos organizados para proteger su derecho a un medio ambiente sano, que continuará creciendo alimentado por el objetivo común de tener un planeta más verde y justo para todos”, concluyó la organización.

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