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La violencia echa de sus tierras a más familias en Sinaloa: huyen de la sierra y se van para Mazatlán

07/07/2018 - 2:15 pm

Los éxodos más recientes de Rosario se dieron por las mismas fechas que el asesinato de cuatro hombres en el rancho San Julián de la comunidad de Charco Hondo, cuyos cadáveres fueron encontrados embolsados el pasado 25 de junio.

Una fecha se ha quedado en la memoria de los pueblos serranos del municipio de Concordia. El 28 de julio de 2017, ocho jóvenes de una misma familia fueron asesinados en el poblado de Potrerillos camino a Los Ocotes, cinco de ellos decapitados.

De mediados del año pasado a la fecha, se han acumulado cerca de 500 familias desplazadas de la sierra de Concordia, según datos del Movimiento Amplio Social Sinaloense. “Algunas se han regresado, otras tienen un pie aquí y otro allá”, comentó Miguel Ángel Gutiérrez, representante de esta asociación.

Por Sibely Cañedo

Sinaloa/Ciudad de México, 7 de julio (SinEmbargo).- Familias desplazadas siguen llegando a Mazatlán, ahora de la zona serrana del Municipio de Rosario en el sur de Sinaloa.

Son cerca de 25 familias (unas 125 personas) las que se bajaron por temor de la inseguridad hace poco menos de dos semanas, procedentes de la comunidad de La Rastra, Rosario, las cuales se suman a las seis familias que arribaron procedentes de este lugar en mayo pasado, por las mismas causas.

“Siguen los grupos delictivos amenazando y extorsionando a la gente y no hay quién los pare”, reveló Miguel Ángel Gutiérrez, representante del Movimiento Amplio Social Sinaloense (MASS).

Se trata de una asociación civil que ha acompañado a personas desplazadas luego de que este problema se disparó en el municipio de Concordia el mes de julio de 2017.

Los éxodos más recientes de Rosario se dieron por las mismas fechas que el asesinato de cuatro hombres en el rancho San Julián de la comunidad de Charco Hondo, cuyos cadáveres fueron encontrados embolsados el pasado 25 de junio.

Sin embargo, precisó Gutiérrez, los desplazados no llegaron de manera colectiva, sino que han estado huyendo en pequeños grupos y se dispersan en la ciudad, por lo que no es fácil tener el número exacto de los afectados.

De las víctimas del multihomicidio de Charco Hondo, la Vicefiscalía de la zona sur confirmó a Noroeste que eran trabajadores de minas, por lo que su oficio es una de las líneas de investigación para esclarecer el multihomicidio, y además se buscará si tiene relación con asesinatos de otros mineros en Concordia.

En este último municipio, apenas el 22 de mayo se reportó el asesinato de cuatro hombres en Pánuco, de quienes su familia informó que laboraban en la planta minera de esa localidad. Cuando sucedió esto, siete familias recibieron un plazo para irse del pueblo, por lo que huyeron hacia Mazatlán.

Por otro lado, el MASS reporta otras 20 familias de La Rastra que se dirigieron hacia el sur, al municipio de Escuinapa para escapar de la violencia y ahora buscarían asentarse en ese lugar.

Tan solo en Mazatlán, el número de familias desplazadas a raíz del brote de julio del año pasado, es de 350 familias, tomando en cuenta que cada núcleo familiar se compone de al menos cinco personas. La cifra varía porque algunas familias regresan de manera provisional a sus pueblos. La mayoría provienen de Concordia, pero también de otras regiones serranas del sur del estado.

Cuatro personas, de oficio minero, fueron asesinadas a balazos en un camino vecinal cerca del poblado de Pánuco, en Concordia. Extraoficialmente se dijo que viajaban en una camioneta Nissan Frontiher cuatro puertas color dorada, donde fueron encontrados asesinados por armas de fuego tipo AK-47 denominadas “cuerno de chivo”.

LOS DESPLAZADOS

Una fecha se ha quedado en la memoria de los pueblos serranos del municipio de Concordia. El 28 de julio de 2017, ocho jóvenes de una misma familia fueron asesinados en el poblado de Potrerillos camino a Los Ocotes, cinco de ellos decapitados. El terror cundió en todos los Altos. “Era el infierno”, recuerda Viviana.

“No había causa aparente para matar, no respetaban a nadie, ya no se podía vivir sin miedo”. Algunos bajaron a la sindicatura de Villa Unión y otros a Mazatlán, donde para ellos comenzó otro infierno. Los 47 grados que se sentían en el puerto los hicieron extrañar el clima refrescante que caracteriza a las comunidades alteñas, rodeadas de pinos, de flores y árboles frutales.

Después de vivir cerca de las nubes, a casi 2 mil metros de altura, aquí abajo sobre el nivel del suelo, el calor cala.

Huyendo con lo que traían puesto, las opciones más viables de vivienda eran en la periferia de la ciudad, o en asentamientos irregulares, donde la renta es baja o no se paga renta, aunque sí hay que aportar cuotas.

SE NECESITAN MÁS DE 300 VIVIENDAS

De mediados del año pasado a la fecha, se han acumulado cerca de 500 familias desplazadas de la sierra de Concordia, según datos del Movimiento Amplio Social Sinaloense. “Algunas se han regresado, otras tienen un pie aquí y otro allá”, comentó Miguel Ángel Gutiérrez, representante de esta asociación.

La necesidad más urgente es la vivienda, afirmó. “Por lo menos unas 300 viviendas se necesitan para ayudar a esta gente. Si hay dinero para el malecón y para los estadios, ¿por qué no habrá para ellos?”, cuestiona.

Este lunes, el secretario de Desarrollo Social del Gobierno del Estado, Raúl Carrillo Castaños, anunció que iniciarán un censo de personas desplazadas en el sur de Sinaloa para armar un programa de mitigación de los daños de la violencia. Pero sobre vivienda, no hubo compromisos. Mientras tanto, las inclemencias del tiempo son el nuevo infierno de los desplazados.

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