LA INSURRECCIÓN PURÉPECHA

07/10/2013 - 12:00 am

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Por Humberto Padgett y Dalia Martínez

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Foto: Humberto Padgett

Cherato, Michoacán, 7 de octubre (SinEmbargo).– El calor y el polvo hacen de la máscara de poliéster negro un trapo pegajoso que provoca comezón en cada punto de contacto entre la tela y la piel.

Pero es esto o perder la cabeza.

En realidad, Tata [padre, señor], un hombre de ojos oscuros, pequeños y crispados ya vive contra todos los pronósticos. Tiene entre 40 y 50 años de edad. Sus manos mantienen las venas bien marcadas y los nudillos cubiertos de una piel gruesa y cuadriculada, como de espolón de gallo.

Tata recuerda cómo hace cinco o seis años el tema del crimen organizado quedaba lejos: en Michoacán, pero al otro lado de los valles, hacia la Tierra Caliente. Luego de que se escucharon los tiroteos y se vieron las cabezas lanzadas como bombas de miedo en los alrededores, en la cabecera de Los Reyes, en Peribán o en Uruapan.

Nada en territorio de Cherato, poblado del municipio de Los Reyes. El humo de la guerra entre La Familia Michoacana y Los Zetas aún estaba más allá de sus límites. Escuchaban de los secuestros y del cobro de cuotas para permitir trabajar o vivir.

La Familia Michoacana se escindió tras la presunción de la muerte de su líder, Nazario Moreno, El Más Loco, y casi todo el cártel se avino a la denominación de Los Caballeros Templarios, dirigidos por El Chayo, muerto sólo en la propaganda del expresidente Felipe Calderón, de la DEA y de los propios narcotraficantes.

Inició la guerra contra la Policía Federal. Por eso fue que Los Caballeros Templarios apoyaron entonces al PRI y no al PRD, como históricamente lo habían hecho: podían terminar con los pocos Zetas que quedaban con cabeza en Michoacán, pero nunca con la fuerza interminable del gobierno mexicano. Y el PAN estaba determinado a exterminarlos.

Durante esos años, el fuego estaba ya muy cerca de Cherato. Sus cruces carreteros funcionaban como puntos de entrada y salida en las persecuciones que emprendían militares y policías –verdes y azules, simplifican aquí– contra Los Templarios.

Los narcotraficantes extendieron su sistema de impuestos ilegales al comercio legal para costear sus pérdidas, pero mantuvieron libre del “cobro de piso” a los huerteros de Cherato, pequeños productores de aguacate.

El PAN perdió la Presidencia de la República y el PRD el Gobierno de Michoacán. Hubo entonces un espacio de paz con el gobierno, pero sólo con el gobierno: Los Caballeros Templarios libran su tercera guerra, según refieren en sus propios corridos, ahora contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, una agrupación cuyo crecimiento en los recientes reacomodos de la geopolítica de la República de las Drogas sólo es comparable con el logrado por Los Caballeros Templarios.

Tata platica sereno en la casa comunal de Cherato, sede de la asamblea del pueblo, máxima autoridad del pueblo indígena, según usos y costumbres. “Comenzaron a poner personas para vigilar descaradamente. Hasta cinco muchachos de menos de 20 años y en algunos casos mujeres. Todos traían radio. Sí era peligroso, pero hasta este punto no se paraban a molestarnos. Jamás pensamos que nos iba a tocar el turno hasta que se acercaron por aquí esas personas”.

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Foto: Humberto Padgett

A principios de 2012, los encargados del orden, figuras de autoridad designados por la asamblea comunitaria para efectos de representación, pero nunca de decisión individual, convocaron a una reunión general.

Informaron que Los Caballeros Templarios finalmente se habían presentado en Cherato. Hablaron con calma, casi con amabilidad.

–Los vamos a apoyar. Traeremos obra pública y vamos a cuidar por aquí: no sufrirán secuestros, pero deben colaborar– dijo el representante del cártel sin ofrecer mayores detalles respecto de la colaboración. –Vaya y dígale a la gente– ordenó el maleante a Roberto Serrano Cervantes, el primer encargado del orden.

El asunto de las mejoras en la infraestructura es sensible para los purépechas de Cherato. El pueblo carece de clínica. Si un niño enferma hay que ir al pueblo de al lado rezando para que el médico esté y haya medicamentos. Y sólo existe una primaria a la que ninguna autoridad educativa llevaría a estudiar a sus hijos.

Los purépechas asistieron a la asamblea y nadie aceptó establecer convenio alguno con el crimen organizado.

–No queremos saber de ellos– ordenaron a su representante que respondiera el mensaje.

No hubo necesidad porque Los Templarios no volvieron por la respuesta. Cherato ya no vivió en calma.

En 2012, los puestos de vigilancia eran ya puntos de inspección de todo lo que pasaba o entraba hacia Cherato. Los narcotraficantes estaban especialmente en los camiones cargados de aguacates y las revisiones no eran hechas por delincuentes vestidos de civil, sino también por los policías municipales.

Esto ratificaba las razones para la desconfianza a la fuerza pública local. Tiempo atrás, un grupo de muchachos de la comunidad fue detenido con el argumento de que alteraban el orden público. Un jefe apodado El Rambo los detuvo y, en vez de advertirlos o llevarlos a la delegación, los entregó a Los Caballeros, que también se ostentan como responsables de la calma. Los tablearon en las nalgas y a uno de ellos lo golpearon en la cabeza tantas veces o con tal fuerza que le agujeraron el cráneo. Los narcos devolvieron los muchachos a los policías de cuya comandancia fueron rescatados por habitantes de Cherato.

Los encargados del orden y una comisión buscaron para pedir ayuda al Presidente Municipal de Los Reyes, José Antonio Salas Valencia. El joven Alcalde no los atendió y encargó el encuentro al director de Seguridad Pública, a quien de inmediato se le notó el enfado por la exigencia.

–Ya no queremos que haya esos retenes, estén las gentes del crimen organizado o los policías –demandaron los indígenas, relata Tata.

El jefe de la policía asintió y así ocurrió: no hubo más aduanas. En vez de éstas, los chantajistas volvieron el 21 de enero de 2013. Buscaron nuevamente a los encargados del orden. Uno de ellos se presentó como el ingeniero Isidro Fabián.

Ahora los narcotraficantes hablaban con la voz golpeada y el ceño fruncido. Entregaron un paquete de sobres vacíos a Roberto Serrano Cervantes.

–Aquí vas a meter los 2 mil pesos por cada hectárea de aguacate. Tú vas a recoger el dinero –ordenó el ingeniero. –Y me los vas a entregar a mí. No habrá secuestros, ni extorsiones ni robos–. En pocas palabras: sólo Los Caballeros tendrían permiso para extorsionar.

–Nosotros tenemos usos y costumbres y así regimos bajo ellas. Nosotros no somos los jefes, simplemente somos representantes de la gente, aquí la gente es la que manda –repuso Serrano, un hombre de pasado militar. –Vamos a hacer una reunión y si la gente dice que paga, pues, adelante, y si dice que no, pues, ya les diremos.

–Pues, a ver como chingados le haces –tronó el enviado del cártel. –Y traigo la lista de cada cabrón y cuánto tiene y cuánto sacó el año pasado y dónde tiene su huerta.

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Foto: Humberto Padgett

Se convocó nuevamente a una reunión a la que asistieron alrededor de mil 300 productores y habitantes de los cuatro pueblos. Discutieron la necesidad de pedir ayuda nuevamente al Presidente Municipal. Un frutero asistente al encuentro, a la vez funcionario local, comentó que José Antonio Salas sufrió dos secuestros como alcalde electo, justo antes de iniciar su gestión de gobierno. En ambas retenciones, dijo el comunero, los narcos indicaron pautas precisas de actuación gubernamental.

Los comuneros votaron y nadie, ni una sola persona, aceptó ceder a la extorsión. Los purépechas pidieron a sus representantes que hicieran del conocimiento de Los Templarios la resolución.

“Hicimos un análisis con los encargados y con la gente y por eso decidimos decirles no y atenernos a las consecuencias”, explica Tata. “No y no. No porque debíamos prevenir que entraran. Hemos visto cómo se corrompe una sociedad cuando el crimen organizado se adueña de un pueblo. Otra situación es el robo de las mujeres, a las muchachitas. Las regresan luego embarazadas, marchitas. Dejarlos entrar hubiera sido quedar a merced de ellos y ya sabemos lo que es eso”.

Levantaron un acta de asamblea y acordaron de cualquier forma ir a la Presidencia Municipal y solicitar al gobierno municipal que denunciara ante quien debiera hacerlo. Con el ejemplo del cercano pueblo de Cherán, primera comunidad alzada contra el narco, los purépechas de Los Reyes resolvieron desafiar al narco y armarse: escopetas de hace 100 años, pistolas calibre .22, alguna automática con la culata de madera carcomida por la polilla.

Desde entonces son las Comunidades Indígenas Unidas.

Ese día, el 21 de enero, iniciamos lo que nuestros antepasados nos enseñaron haciendo rondas comunitarias con grupos de cinco o de diez. Empezamos a cuidar el entorno de los cuatro pueblos y en los bosques, en lugares estratégicos.

–¿Qué reacción hubo cuando regresaron con los sobres vacíos? –se le pregunta a Tata en entrevista.

–Nuevamente, los señores no volvieron por la respuesta. Fuimos un poco descuidados. Veíamos personas raras que, aunque no estaban armadas, eran ajenos y llegaban o pasaban por aquí en camionetas. Se estacionaban un rato y se iban. Andaban una o dos personas. El 22 de marzo se llevaron al encargado del orden… La respuesta fue que se llevaron a Roberto Serrano Cervantes. Sigue desaparecido. Deja esposa y dos hijos, estaban en la universidad y no pudieron continuar.

–¿Se coludieron vecinos de ustedes?

–Gracias a Dios no tenemos personas mezcladas con esa gente. De ser así no estaríamos organizados. Ahora somos una sola voz, una sola fuerza. Cuando el enemigo está en casa se viene todo abajo. Y pensamos que estamos todos limpios. Y estamos presos en nuestra propia tierra.

–¿Y la policía está del otro lado?

–Mínimo, la Policía Municipal sí trabaja con doble nómina. Es un hecho. Todo ciudadano lo nota, menos el gobierno, ¡qué casualidad! Se ha visto que gente es detenida por los policías y luego aparece muerte. Nada pasa después y nadie dice nada por miedo. A nuestro compañero Roberto Serrano Cervantes lo levantó una patrulla del municipio, en Los Reyes, y hubo testigos oculares. Les hemos pedido que testifiquen, pero no lo hacen porque todos saben qué pasará.

“El ejército es la instancia más confiable, pero no puedo decir que nos apoyaremos en ellos. Pedir que el Ejército se salga de las calles es no entender la situación. La Policía Federal no ha hecho presencia. La Policía Estatal está igual de podrida que la municipal”.

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Foto: Humberto Padgett

En la Ciudad de México, políticos y analistas han cuestionado la legitimidad de las guardias comunitarias con el argumento, entre otros, de las sospechas que levanta el armamento que utilizan. La conjetura es que si un campesino desarrapado blande un fusil de asalto de aspecto nuevo y potente debe ser un hombre utilizado por un interés oculto.

En Cherato, Cheratillo, Orúscato y 18 de Marzo se ven muchachos de ojos largos y pantalones flojos con resorteras ahora destinadas a repeler capos, a mujeres embozadas con machetes mientras cuidan el poco arroz disponible en la cocina comunitaria.

–¿Qué garantiza que tendrán capacidad de respuesta en un combate? El armamento ligero del narcotráfico es equiparable al de un ejército regular –se le cuestiona a Tata.

–Todos sabemos y estamos conscientes de que es una batalla desigual. Lo único en que confiamos es que estamos unidos. Si matan a uno, tendrán que matar a todos, es lo que pensamos. No tenemos garantía de que podremos defendernos, pero estamos dispuestos a hacerlo con lo que téngamos a la mano. A final de cuentas, defender la vida de uno mismo es el instinto más básico que tenemos y es por dignidad. Hasta un animalito defiende su propia vida, ¿por qué nosotros no lo vamos a hacer? ¿Por qué no vamos a defender nuestras familias? –repone airado, declinando cada vocal de fin de palabra hacia la “i”.

–¿Cómo aprendieron táctica y logística en campo? Es claro que usted maneja armas de fuego –se le observa la espalda recta, cierta postura marcial.

–En primera, no tenemos armas como las del narco. Cada quien tiene sus propias ideas de cómo defenderse. Algunos han sido cazadores o han estado en el ejército o las policías. Repito: estamos dispuestos a defendernos, no sabemos con qué. Que eso quede claro. Y estamos organizados de una manera que nosotros sabemos bien y no podemos darles todos los detalles porque eso sería darles el mapa.

–¿Cómo evitar que el narco penetre la guardia y así controle la comunidad?

–Somos cuatro comunidades. Estamos unidos. Pensamos que no existe mayor peligro de que entren por un lado sin que los demás nos enteremos. Hacemos reuniones muy seguido. Existe un consejo comunal compuesto por miembros de las cuatro comunidades. Estamos en constante comunicación. Hasta ahora no hemos tenido enfrentamientos.

–Pero, ¿cómo evitar que un grupo de autodefensa no se corrompa y se erija en una autoridad abusiva? Esto ocurrió en Colombia y es parte de la crítica que se les hace.

–Claro que el riesgo existe. Cuando un grupo se levanta por la razón que sea es lógico que al sentirse fuerte… Es como un niño que al crecer toma sus decisiones cuando ya está fuerte. Nosotros tenemos comunicación con nuestros muchachos y todos los hombres y mujeres y nos concientizamos de que somos un grupo defendiéndonos del mal y no para hacerlo. Debemos mantener el equilibrio. Sabemos que es una tarea difícil porque es fácil irse por el lado malo. Debemos ser cautelosos, no estamos para agredir a las personas buenas.

“Ustedes [los periodistas] deberían darse cuenta de cuál es la realidad y no nomás estar de lejos juzgando. Que el señor López Dóriga y esos se pongan mis zapatos y caminen cuando menos un kilómetro por acá y entiendan el porqué de nuestro actuar”.

–Que ustedes están para defender en algún momento fue el mismo discurso de La Familia Michoacana y de Los Caballeros Templarios. ¿Cómo hacer creer a la gente que esto no ocurrirá?

–Cuando ellos dicen “estamos para defender nuestro territorio y a nuestra gente” no se refieren al pueblo, sino a ellos y sus negocios de las drogas, las armas y la extorsión. Nada más hablan de su organización y nosotros hablamos de defender a todos: a nuestra niñez, a nuestros bosques, nuestra dignidad y en la exigencia de que haya justicia en el gobierno. No queremos compararnos con ellos ni ninguna asociación del crimen organizado. El gobierno dice que hace, pero no hace nada. Está dormido, rebasado.

–¿Es un rechazo tanto al crimen organizado como a los gobiernos?

–Al gobierno le exigimos que nos dé justicia y seguridad. Si nos diera esto, nosotros no tendríamos por qué estar así. No tenemos necesidad de estar las 24 horas velando por las familias, en las entradas y los bosques. Esa es una obligación de los tres niveles de gobierno. Estamos contra las injusticias: en las investigaciones de nuestro compañero no nos han dado ninguna razón. Que nos digan si está o no. Desde el 22 de marzo ya es mucho tiempo y se supone tienen aparatos de inteligencia.

“Las policías y los gobiernos siempre nos han hecho a un lado por ser indígenas. Esto también es racismo. Nos han tenido todo el tiempo como los mugrosos y como gente que sólo pide. Sólo nos usan cuando hay elecciones. Vienen y caminan en los ranchos. Cuando ocupan los cargos ya ni siquiera reciben a uno.

–¿Todas las guardias comunitarias son iguales?

–Decir que somos iguales todos, estaría mintiendo. No sé cómo se manejan y nomás nos quedamos hasta nuestro municipio. Con Cherán tenemos acercamiento, los visitamos y nos dimos cuenta de cómo están funcionando. Un representante vino a la toma de protesta de nuestra ronda comunitaria, al igual que de Aquila.

–¿Podría pasar como en Tepalcatepec, Aquila o Buenavista en donde expulsaron a su Presidente Municipal?

–Al inicio estábamos tomando esa decisión, pero por causas de fuerza mayor nos retractamos y decidimos estar así. Pudiera ser el caso que lo decidiéramos. El Presidente Municipal no hace su trabajo. Recién recibió un premio como mejor Alcalde. ¿Cómo estarán los peores?

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Foto: Humberto Padgett

Los días 15 y 16 de septiembre, en el aniversario de la independencia de México, el ejército y Los Caballeros Templarios chocaron Los Reyes. Una versión dice que se encontraron por casualidad y, dada la coincidencia, no había más que abrir fuego. Oficialmente, se reportaron dos muertos. Ahí hablan de una veintena de cadáveres.

El 15 de septiembre, los pueblos purépechas de ese mismo lugar tomaron protesta a su ronda comunitaria, decenas de personas encargadas de cuidar sus vidas. Una de las mujeres sumadas a la defensa de Cherato es Janikua [las nubes, la lluvia], de entre 40 y 45 años.

“Las mujeres decimos que si hace falta nos defenderemos con piedras y palos. No hacemos mal. Sólo trabajamos y nos defendemos. A nosotras primero nos toca cocinar para la comunidad”.

–¿Cómo lograron integrar a las cuatro comunidades en una misma defensa? –se le pregunta a Janikua.

–Somos purépechas todos y somos familias muy grandes. Hemos estado juntos desde las juntas para decir que no a las cuotas. Ha sido muy costoso decirle que no a los malos. Tiene muy alto precio enfrentar el miedo y no contribuir con todo lo que ellos hacen. Hubiera sido más costoso dejarlos entrar.

–¿Por qué esta rebelión ocurre entre los purépechas y no en Juárez o Tamaulipas, donde el problema es más viejo?

–Esto viene de antes, desde que somos purépechas y porque estamos unidos y somos dignos. Y esperamos que se unan más, pero no somos nadie para ir a decirle a los demás cómo vivir. Ojalá lo nuestro fuera ejemplo, pero hacerlo cuesta.

Hasta hace cinco o seis años, la única preocupación era la miseria económica. La vida bajo acecho es vivir en la obligación de ordenarle al cuerpo que respire.

La hija de Janikua se levanta dormida y habla por las noches, con los ojos cerrados. Antes no lo hacía. Los muchachos que estudiaban la secundaria fuera de Cherato, amenazados de muerte por la valentía de sus padres, debieron abandonar los estudios. Los hombres que salían a los campos de zarzamora de Los Reyes no pueden hacerlo más.

“Pienso que despierto de un sueño, pero es la realidad. Todo cambió para nosotras. Ahora vivimos en el miedo, no dormimos. Y no sabemos hasta cuándo será. Nuestros esposos ya no trabajan como antes porque deben cuidar las entradas, los bosques. Apenas nos queda comida. Partimos y partimos cada tortilla cada vez más veces. Vivimos en el temor de que no vengan a llevarse otras personas”, se lamenta Janikua.

Ella también cubre su cara y cabeza con un pedazo de tela que saca salpullido a la piel. Pero es mejor eso: tres días después de que Janikua , Tata y otros purépechas platican de su vida contra el narco, éste mostró sus dientes.

A la entrada de Los Reyes, en la base de un pequeño monumento dedicado al maestro, abandonaron tres cabezas cercenadas: “Para todos los que apoyen a los ratas comunitarios”.

Los Caballeros los prefieren priistas

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Foto: Humberto Padgett

La insurgencia purépecha no se contuvo en la meseta indígena. Continuó hacia las regiones oriente y poniente del estado y podría gestarse ya en Morelia, capital del estado.

La sublevación ha prendido en Tierra Caliente, origen de La Familia Michoacana y su conversión en Los Caballeros Templarios. Esa región, históricamente productora de marihuana y amapola, es asiento de grupos nahuas que han seguido el ejemplo purépecha. En uno de sus municipios, Tepalcatepec, en los linderos con Jalisco, un médico mestizo –la distinción racial es subrayada por los propios indígenas– lidera la sublevación contra los narcotraficantes desde febrero de este año.

Tepalcatepec tiene otro par de peculiaridades: es zona de guerra entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación y los Caballeros Templarios de Michoacán cuyo líder, Servando Martínez, La Tuta, “se placea por la región”, insiste el líder principal de las autodefensas en el lugar, José Manuel Mireles Valverde.

Mireles es largo y nervudo como vara de mezquite. Se aploma y promete que no se retractará de sus declaraciones del 31 de julio pasado, cuando en un enlace telefónico con la periodista Denisse Maerker lanzó dos graves acusaciones contra Jesús Reyna, gobernador interino de Michoacán y originario de la misma Tierra Caliente.

La fecha tiene relevancia porque días después el Congreso michoacano resolvería si ratificaba a Reyna para un segundo interinato. Lo que Mireles dijo al aire ese día:

1) Que Jesús Reyna acudió el martes 23 de julio en la media noche al sepelio del padre de Nazario Moreno, El Chayo, el capo que el gobierno federal ha presumido como abatido desde finales de 2010. Aquí nadie duda, porque muchos lo han visto, que el fundador de La Familia Michoacana y guía de Los Caballeros Templarios es hombre vivo.

2). Que la esposa del mandatario interino es hermana de una de las cinco mujeres de La Tuta.

Así que aquí nadie duda, porque todo mundo ha visto el poder de Los Caballeros, que el médico Mireles es hombre muerto. Sólo es cuestión de tiempo y él lo sabe, lo tiene por cierto, porque nada pasó luego de su denuncia pública, excepto el espaldarazo dado por el gobierno de Enrique Peña Nieto a Jesús Reyna.

Más allá de las conjeturas, Mireles confía que apenas colgó el teléfono con la periodista recibió, en menos de seis horas, 32 amenazas de muerte vía celular, correo y en su casa.

La vida de Juan José Mireles Malverde era la práctica médica como parte del equipo de la Unidad de Salud de la Secretaría de Salud de Tepalcatepec. Conserva el uso de la filipina, la bata de manga y cintura cortas con que aligera el calor que derrite como gelatina en el rayo de sol a quien no sea de aquí.

Mide casi dos metros y es difícil hallar el miedo en su cara morena. Lleva un bigote completamente cano, al igual que el pelo. Nadie diría que Mireles Malverde lleva encima una carga de argumentos que casi lo hacen un muerto viviente.

Su voz grave suena fuerte cuando señala sin titubeos que el gobernador con licencia, Fausto Vallejo Figueroa, recibió 2 mil millones de pesos para su campaña a la gubernatura del estado. Las aportaciones, según el médico en armas, habrían beneficiado las campañas de Enrique Peña Nieto y la elección de los 17 diputados locales y los nueve federales del PRI en las elecciones de noviembre del 2011.

“Ellos dicen que no tengo pruebas de lo que digo, pero yo les digo que tengo las mismas pruebas que ellos tienen cuando nos llaman delincuentes a todos los que estamos en este movimiento”, ataja.

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Foto: Humberto Padgett

Una calurosa tarde del mes de mayo pasado, El Chayo ordenó la presentación en Apatzingán de los presidentes municipales, regidores y empresarios de la región de Tierra Caliente. Acudió la dirigencia del cártel: Enrique, Quique, Plancarte, La Tuta, El Tena, El Chicano y El Toro, éste último acusado del rapto y embarazo de 26 menores de edad.

Testigos presenciales aseguran en entrevista con SinEmbargo que esa tarde El Chayo advirtió en tono molesto a políticos y empresarios que la enfermedad del gobernador Fausto Vallejo no sería razón suficiente para que los políticos beneficiarios del retorno del PRI, luego de dos sexenios perredistas, no le pagaran los 2 mil millones de pesos aportados a las aspiraciones priistas. Exaspirantes perredistas aseguran que el trabajo de los Caballeros Templarios en la contienda política se complementó intimidando a los opositores del PRI.

“Desinflas tu candidatura o te mueres”, fue el mensaje conciso.

Desde el día de la advertencia, aseguran las mismas fuentes, las reuniones del gobernador Reyna García y Nazario Moreno son frecuentes y “amistosas”. Los pobladores de la región afirman que El Chayo se presenta con el nombre de Ernesto Morelos Villa, tomando prestados nombre y apellidos de los héroes que dice admirar: Ernesto, por El Che Guevara, Morelos, por José María Morelos, y Villa, por Francisco Villa.

En la reunión en la que “el difunto” exigió la devolución de su dinero y los favores prestados al PRI estaban presentes todos los regidores de Apatzingán, encabezados por su alcalde Uriel Chávez Mendoza y la síndico municipal, Julia Lila Ceja Canela, una atractiva mujer de mediana edad identificada por productores y empresarios de la región como encargada, por los narcotraficantes, del cobro del diezmo a los ayuntamientos de la Tierra Caliente.

Otra aparición importante de Reyna en territorio templario ocurrió la medianoche del 23 de julio de este año. El Gobernador descendió en helicóptero para ofrecer personalmente sus condolencias al Más Loco por la muerte de su padre.

Reyna García y Fausto Vallejo no son los únicos funcionarios de primer nivel que tienen trato con el cártel de Los Caballeros Templarios. También mantendrían tratos el Senador por Michoacán Ascensión Orihuela, el Diputado Federal Salvador Ortiz Hurtado, conocido empresario del ramo de la construcción, el comisionado ejecutivo del Consejo de Seguridad Pública Estatal Armando Ballinas Mayes, el subdirector del Hospital de la Mujer en Morelia Francisco Oñate y el presidente municipal de Tepalcatepec Guillermo Valencia Reyes.

Francisco Oñate contrajo nupcias con una hermana de Servando Martínez, mientras que Reyes Valencia fue expulsado de Tepalcatepec hace cinco meses señalado por su propio pueblo por el posible desvió de recursos y la inclusión en la nómina municipal de por lo menos seis mujeres, amigas o amantes de Los Caballeros Templarios, entre otras anomalías.

“Nuestra diferencia con ellos es que nosotros somos sobrevivientes de las tarugadas que han hecho desde hace 12 años, ésa es la diferencia”, apunta Mireles y recuerda cómo en la época en la que gobernaba el perredista Lázaro Cárdenas Batel los policías federales y generales encargados de la zona militar regional hacían fila para el cobro de sus cheques quincenales en la nómina del cártel de la Familia, predecesor de Los Caballeros Templarios.

Tampoco en el periodo anterior, encabezado por el perredista Leonel Godoy Rangel, los funcionarios y alcaldes de la región quedaron al margen de la situación y muchos de ellos como Los Valencia disputaron un pedazo del pastel al Chayo Méndez, pero desistieron y se replegaron luego de perder las elecciones.

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Foto: Humberto Padgett

Desde ese tiempo, al inicio del siglo XXI y de la mano de un gobierno presentado como de izquierda, comenzó en Tierra Caliente el acoso del crimen organizado hacia la población civil, mientras las autoridades miraban impasibles los agravios en el mejor de los casos y, en el más frecuente, eran coparticipes directos de los atropellos de los cárteles de la droga.

La Familia Michoacana comenzó por cobrar hectárea de tierra sembrada a razón de 30 pesos. Luego impuso un impuesto de 17 pesos por tonelada de cultivo. El crimen organizado puso el ojo en cada cabeza de ganado y cada litro de leche, en cada queso producido y vendido, en cada kilo de carne y en cada parcela de maíz, en cada kilo de tortilla y finalmente como en el feudalismo medieval, asumió derecho sobre las mujeres del pueblo, incluso a las niñas de 11 y 12 años.

“Llegaron al grado de llevarse de sus casas y a punta de pistola a las hijas, esposas y mujeres de cualquiera, solo para regresarlas al cabo de unos días o semanas ultrajadas y embarazadas”, señala otro miembro del grupo de autodefensa.

El Toro y El Chicano son fanáticos de las niñas. Sólo El Toro, jefe de la plaza de Tepalcatepec, embarazó a 26 jovencitas, todas menores de edad, según los integrantes de las guardias levantadas en este municipio.

“Ha habido decenas de embarazos de jovencitas de secundaria sólo en el último año. Nada más llegaban a la clínica para control de embarazo o ya en las semanas previas al parto, sin saber quién era el padre de la criatura”.

Así comenzó el hartazgo: “No hay en el pueblo una sola persona a quien no le deban algo. Por eso estamos muy enojados y este enojo no se nos va a quitar así vengan un millón de militares”, sentencia Mireles.

La Policía Federal y el Ejército han colaborado con el grupo de autodefensa de Tepalcatepec solamente en el resguardo de la población. Los uniformados no hacen mucho más. Tienen órdenes de no combatir al lado de los pobladores aún en situaciones de flagrancia ni detener a nadie para presentarlo al grupo de autodefensa.

Mireles y los 30 líderes de Tepalcatepec que emprendieron el grupo de autodefensa a principios del año admiten: “Sabemos que esto es mortal y sabemos que tenemos nuestro pueblo por cárcel. Estamos sentenciados a muerte si salimos de aquí, pero eso ya no importa porque no sé qué más puedan hacer para acallarnos. Ya nadie está dispuesto a quedarse de brazos cruzados”.

El gobierno federal y estatal ha advertido en repetidas ocasiones que no tolerará a grupos armados, que no se tolerará a quien quiera hacer justicia por propia mano. Ha incentivado el desarme voluntario, aunque en Aquila y Aguililla lo ha hecho por la fuerza y con los militares de por medio. Los pobladores han interpretado esto como una manifestación violenta de la complicidad que, aseguran, existe entre las instituciones armadas y los narcotraficantes: no los defienden de estos ni les permiten defenderse por sí mismos.

A mediados de agosto, en el municipio de Aquila a solicitud del gobernador interino, el Ejército detuvo a 47 personas, entre ellas dos menores de edad y miembros del grupo de autodefensa bajo el argumento de ser quienes aterrorizaban, estafaban y hostigaban a la población y habían impuesto justicia por mano propia.

En Tepalcatepec y Buenavista Tomatlán el gobierno no ha pretendido el desarme forzado ni redadas como en la sierra debido a que sus líderes están más cohesionados, pero sobre todo por su determinación.

“Pueden decir lo que quieran pero si intentan desarmarnos los vamos a acabar… porque aquí lo único que puede entrar es gente que nos venga a ayudar como el Ejército y los federales”, dice Mireles.

Mireles Valverde niega las versiones en las que ellos, en realidad, se levantaron auspiciados por el Cártel Jalisco Nueva generación y califica como un ardid del gobierno el argumento para denostar el movimiento de autodefensa e intervenirlo.

“El único cártel que nos financia y nos surte de armas son los propios Templarios –ironiza–. Cuando nos encontramos prefieren huirnos y abandonar todo porque los rebasamos en grupo y en tácticas. Ahora ya estamos más preparados. Ahora ya nos hemos surtidos de las camionetas que les quitamos a ellos mismos porque vieron que unidos somos capaces de derrotarlos”.

–¿Alguna vez se va a acabar esto o a que aspiran los grupos de autodefensa? –se le pregunta.

–Pues, así como veo no se va a acabar la cosa pronto. El gobierno sólo quiere que no le estorbemos. No estábamos en sus planes y lo único que les decimos es que esto no puede seguir así. Nadie puede tener esta vida de perro, con el pie en el cuello.

Cae la tarde y a lo lejos se escucha el altavoz que conmina a todos a reunirse en el centro. Los hombres y mujeres que habitan esta región acuden en desorden, como hormigas. Se les desborda por los ojos y los poros una mezcla de furia y temor. *

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La primera guardia comunitaria en Michoacán no enfrentó al narco, sino a cacicazgos que se apropiaron de tierras comunales en Santa Fe de la Laguna, municipio de Quiroga. Surgió en a fines de los años sesenta. Luego apareció otro grupo en Nurio, Paracho.

Estos son los grupos existentes en el presente.

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Cabecera municipal de Cherán
Urapicho, Paracho
Nurio, Paracho
Cherato, Los Reyes
Cheratillo, Los Reyes
18 de Marzo, Los Reyes
Orúscato, Los Reyes
Cabacera municipal de Turicato
Santa Fe de la Laguna, Quiroga
Huatzio, Tzinzunzan
Cabecera municipal de Santa Clara
Paramuén, Santa Clara
Ihuatzio, Santa Clara

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Cabecera municipal de Aquila con 18 anexos del municipio

Ostula, Aquila

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Crescencio Morales, Zitácuaro

Carpinteros, Zitácuaro
Francisco Serrato, Zitácuaro
Curundeo, Zitácuaro
Cresencio Morales, Zitácuaro
Donaciano Guerra, Zitácuaro

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La Ruana, Buenavista

Tepeque
Buenavista
Coalcomán
Aguililla
Villa Victoria
Chinicuila
Tepalcatepec

Mañana, segunda entrega: El final del camino sagrado

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