El Partido Verde pone en jaque la elección y absorbe, a favor del PRI, la fama de “villano”

08/06/2015 - 2:00 am

Con apenas un millón de afiliados y una herencia de controversias que incluye intrincadas tramas de corrupción, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) le puso el pulso a la elección de ayer, con una campaña electoral que atravesó todas las prohibiciones electorales: empezó en septiembre pasado cuando el tiempo oficial no estaba dado y concluyó con un tuit de Miguel Herrera “El Piojo”, técnico de la Selección Mexicana, el mismo día de la votación, cuando la veda proselitista es más evidente.

El Verde, al que hace dos décadas se le ubicaba como un instituto periférico, en la llamada “chiquillada” de la política mexicana y también como un opositor al PRI, ayer fue el villano de la historia. La vida dio sus giros y hoy, el del tucán es aliado del tricolor y recibe, imperturbable, todas las críticas y reprimendas multimillonarias de la autoridad electoral, las mismas de las que antes era objeto el instituto fundado por Plutarco Elías Calles. 

Jorge González Torres, el fundador del Partido Verde Ecologista de México. Foto: Cuartoscuro
Jorge González Torres, el fundador del Partido Verde Ecologista de México. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 8 de junio (SinEmbargo).– Hace 20 años, el organismo que ocupa el predio de Loma Bonita 16, en Constituyentes, no era importante.

La tarde del 7 de junio de 2015, de sol a plomo sin la menor ilusión de una gota de lluvia, está muy solicitado. Pero permanece como quien por nada desea recibir visitas. Ha cerrado sus puertas. Y resulta imposible verlo tras esta reja de barrotes muy juntos.

“Es probable que la conferencia sea en un hotel de Polanco” –informa una mujer que integra la vocería del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). “Pero por aquí no vendrá ningún dirigente”, deja fijo.

Hace meses que miles de ciudadanos piden que se le retire el registro a este instituto político porque pese a una millonaria multa, mantuvo una campaña de promoción desde septiembre del año pasado hasta hoy. Se le vio en todos los medios posibles: cine, radio, televisión, papel para las tortillas y redes sociales. Pero hoy, en la elección intermedia de mayores dimensiones al elegirse 2016 cargos públicos, optó por otro recurso de la política: el silencio.

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En 1987, Jorge González Torres intentó registrar a la organización no gubernamental Alianza Ecologista Nacional en pro del Ambiente como Partido Verde de México (PVM). Pero la entonces autoridad electoral, confinada en la Secretaría de Gobernación, se lo impidió. Molesto, pero determinado a continuar en la política, al año siguiente, el activista integró a sus afiliados al Frente Democrático Nacional que postuló a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como su candidato presidencial.

González Torres era un expriista que recién se había despojado del traje de burócrata como jefe de Departamento de Tierras Comunales en la Secretaría de la Reforma Agraria (hoy Sedatu). Su familia adueñaba las farmacias El Fénix. Estaba casado con Leticia Martínez, hija de Emilio Martínez Manatau, quien gobernó Tamaulipas de 1981 a 1987. Tenían un hijo: Jorge Emilio.

El suegro adueñaba una gran carrera política. Se decía amigo de los ex presidentes Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo. Y se había acaudalado. Pero le tocó la desgracia, ese tipo de desgracia que en esos tiempos se pagaba con la culpa puesta al escrutinio público. Fue revelado el contenido de una carta en la que instruía a sus asesores para el manejo de su fortuna y de su herencia al momento de su muerte. Así que sus últimos días en el poder fueron de los más cuestionados de la política. “De aspirante a la Presidencia a gobernador triste”, tituló la revista Proceso.

Pero ese es un antecedente sin relevancia en el impulso de Jorge González Torres. Para 1994, cuando se efectuaron las siguientes elecciones federales, había logrado formar un partido. Un tucán de pico pronunciado y ancho, abrazado por mata verde, se convirtió en su insignia. El lema de su campaña era: “No votes por un político”. Firme en el mapa electoral, contendió como candidato a la Presidencia de la República. Así que recorrió el país en una campaña que no omitió a Chiapas, el estado donde había surgido la guerrilla encarnada en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el subcomandante Marcos. Manuel Camacho Solís (Q.E.P.D) era comisionado para la paz en ese conflicto y el obispo Samuel Ruiz (Q.E.P.D) lo invitó a asistir a misa para firmar un acto de reconciliación.

Los indígenas tzotziles presentes ahí rodearon a Camacho Solís y le llamaron: “Presidente”, cuando el Primer Mandatario era Carlos Salinas de Gortari. Entre la multitud, vestido de indígena, González Torres se le acercó, le pidió salir para que se incorporara a un mitin que él había organizado a un costado de la catedral. Camacho Solís le respondió: “No”. Afuera apenas había unas cinco personas.

En esas elecciones, el Partido Verde quedó en quinto lugar: sólo obtuvo 327 mil 313 votos, 0.93 por ciento de la votación.

Lo que siguió fue una batalla en contra del régimen priista. González Torres se refería al partido en el poder como “destazador de bosques, ríos, montañas y fauna”, “contaminador del aire”, “depredador de México…”.

Han pasado casi tres décadas y esta historia de derrotas y desplantes, de oposición y ecología, parece haber sido borrada para pasar a una dulce alianza. El PRI y el Verde contendieron juntos ayer. Y  aunque su militancia no llega al millón, fue el del Tucán el que le puso el pulso a la elección, con una campaña que no dejó fuera a ningún medio masivo de comunicación. El Verde repletó las calles, la radio, la televisión, el cine y hasta papel para tortillas; luego, invadió las redes sociales con tweets de famosos de los que enseguida se desligaba con el dicho de que cada quien es responsable de su cuenta y promueve lo que quiere. A querer o no, jamás salió del espectro de las votaciones.

Si se esperaba que los partidos en conjunto emitieran 16 millones de spots en 2 mil 800 señales de radio y televisión, el Partido Verde completó en cinco meses 24 mil, con unos cinco golpes al día.

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Al Verde no le importaron ni las quejas de los otros partidos políticos ni la imposición de la histórica multa millonaria del INE que ascendió a 600 millones de pesos. Siguió. Pese a todos. Y el día de la elección remató con una campaña en Twitter que incluyó las cuentas de actrices y conductores tanto de Televisa como de TV Azteca, así como a Miguel Herrera, “El Piojo”, técnico de la selección mexicana de futbol. Al mediodía de la jornada, ahí estuvieron los conductores Andrea Legarreta y Raúl Araiza, así como la cantante Gloria Trevi, con tweets en los que le agradecieron sus logros o lo impulsaron a seguir. Los millones de sus seguidores pudieron ver con quién estaban esas figuras públicas y famosas, que aparecen mucho en las pantallas de televisión.

La ecuación entre los ingresos del Partido Verde Ecologista de México y las multas que se le impusieron en torno a esta elección permite entender por qué no le resultan importantes las reprimendas de la autoridad. Sus propios informes financieros contrapuestos con los del transformado IFE muestran que de 1998 a 2014, ha recibido más de seis mil millones de pesos sólo por concepto de financiamiento público a nivel federal, un promedio anual de 375 millones de pesos y de 31 millones de pesos al mes. La cifra se parece a lo que ahora requiere el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) para pagar este año las pensiones en Oaxaca.

¿POR QUÉ?

En el pasado, frente a la autoridad electoral, era el PRI el que acumulaba historias de indisciplina y de respuestas irreverentes cuando la autoridad electoral le llamaba la atención. Fue el protagonista de la mayor multa emitida hasta el momento: mil millones de pesos en marzo de 2003 por el episodio llamado Pemexgate. Pero ayer no fue así. Fue el Verde el que recibió todas las amonestaciones, todas las críticas, todas las peticiones de que se saliera de la contienda. Para que le retiraran el registro, en Change.org gotearon las firmas hasta superar los miles.

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Carlos Puente, Senador, y Arturo Escobar, coordinador de la campaña electoral 2015 del PVEM. Foto: Cuartoscuro
El Senador Carlos Puente y Arturo Escobar, coordinador de la campaña electoral 2015 del PVEM. Foto: Cuartoscuro

Cuando ayer, el telón de las elecciones fue bajado, el Verde prefirió no salir. Ni a recibir aplausos ni impugnaciones. Sus oficinas en la calle privada de Loma Bonita, en Constituyentes, se convirtieron en un búnker cerrado a cal y canto. Ese mismo espacio que en los meses anteriores fue un entablado para el trabajo arduo de decenas de jóvenes, con mesas tapizadas de computadoras que monitorearon el adelanto de la campaña, la más grande de la que se tenga memoria en la Mercadotecnia política en México.

Al principio, se informó que la dirigencia partidista llegaría a las 20:00 horas a brindar un posicionamiento sobre las elecciones. Pero las cosas cambiaron. Que la conferencia se realizaría en un hotel de Polanco, dijo la jefatura de Prensa a las 18:00 horas, pero al cierre de la edición ningún político verde había aparecido.

¿Quién va a responder por todo lo ocurrido en esta campaña?

Durante la campaña fue Carlos Alberto Puente Salas, vocero y coordinador de la bancada del partido en el Senado, quien brindó entrevistas radiofónicas o conferencias de prensa. En algunas ocasiones, dijo que las multas eran un “tapabocas” a la libertad de expresión; en otras, que se trataba de una campaña negra. En la jornada de ayer, el vocero sólo acudió a una mesa redonda organizada en Televisa y conducida por el periodista Joaquín López Dóriga.

El apellido González Torres quedó desdibujado. El dirigente Jorge González Martínez ni siquiera fue aludido. Él, quien tomó la estafeta luego que su padre dejó el partido en 2001. Quien desde los veinte años, cuando fue miembro de la antes Asamblea de Representantes del Distrito Federal (ARDF), fue motejado como “Niño Verde”, la persona que lleva en su ser la historia moderna del partido, el que con zapatos Gucci y trajes Armani casi siempre, fue senador y luego, diputado federal.

Es quien en 2004 fue exhibido en “negociaciones” del trámite de permisos para un complejo turístico en Cancún, Quintana Roo, por un valor de dos millones de dólares. Es quien dio esta respuesta: “Yo quería ver qué tan lejos podían llegar estas personas … Quería saber cuál era la capacidad de estos cuates para influir en la autoridad, para conseguir los permisos … Me los quise chamaquear y el chamaqueado fui yo”.

Es quien se casó en 2014 con María Couttolenc –a quien le lleva unos veinte años– en una ceremonia que pudo leerse en la revista Quién. Es el hombre que poco antes, en 2012, firmó una carta a los medios de comunicación de Quintana Roo para responder a una nota publicada en la revista Luces del Siglo sobre la muerte de una joven búlgara en un departamento en Cancún. Ella perdió la vida después de brincar de la terraza del piso 19 de la Torre Emerald Cancún en una fiesta en la que el anfitrión supuestamente fue él. González Martínez sostuvo en la misiva que no asistió a la reunión y que tampoco conocía a ninguno de los que ahí estaban.

Lo último que se supo de él es que pidió licencia en el Senado por tiempo indefinido por “motivos personales”. Fuentes del partido sostienen que el padre, el fundador del instituto, está enfermo.

Así llegó el PVEM a las elecciones intermedias de 2015, las más grandes en sus dimensiones.

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