LOS MOTIVOS DE DOS CURAS FAMOSOS

08/11/2012 - 12:00 am

Alejandro Solalinde y Raúl Vera ven un candado casi irrompible en la Ley de Migración para defender los derechos de los migrantes centroamericanos. Cambiar el dramático paisaje requiere que el nuevo gobierno federal desaparezca al INM

Alejandro Solalinde y Raúl Vera. Foto: Cuartoscuro.

Dicen que la fama puede ser un monstruo que abraza por sorpresa. Que no siempre hace víctimas a quienes la adquieren de manera fortuita, pero puede convertirse en condena porque es un inacabable bufete de tentaciones.

En México, en los últimos cinco años, la fama cubrió a dos figuras de la Iglesia Católica por su defensa de los derechos humanos.

Pero ni el padre Alejandro Solalinde de Ixtepec, Oaxaca, ni el obispo de Saltillo, Raúl Vera la desean. No es que la desprecien, pero les causa risa. Las carcajadas son largas apenas se les menciona que sus nombres se quedaron en la carpeta de nominaciones del Premio Nobel de la Paz de este año.

Son risas que se esfuman. Esos rostros, blancos y tersos, de ambos, se transforman cuando se habla del paisaje de la migración en México. Ambos creen que debe cambiar en los próximos seis años -los de Enrique Peña Nieto-, pero la esperanza es poca. Han escuchado del equipo de transición que la frontera con Centroamérica será reforzada y aspiran a retomar el tema apenas el mandatario electo se coloque la banda presidencial.

En el minuto posterior, se comprometen a luchar para cambiar el reglamento de la Ley de Migración. Publicado en en el Diario Oficial de la Federación en septiembre pasado, el documento exige un cúmulo de requisitos a los migrantes para atravesar México; por ejemplo, ingresos suficientes para subsistir durante seis meses.

La nueva legislación fue promulgada después del halo que dejó la masacre de los 72 migrantes en San Fernando, Tamaulipas. Intentaba, sobre todo, refrendar los derechos humanos de quienes cruzan la República Mexicana hacia el norte.

En noviembre de 2012, la autoridad del Instituto Nacional de Migración (INM) aún tiene facultad para detener a cualquier indocumentado arriba o abajo del tren. Si opone resistencia o corre, esa autoridad podrá pedir ayuda a elementos de la Policía Federal.

Fotos: Antonio Cruz (izq.) y Cuartoscuro (der.)

Hay que decir que con la nueva Ley de Migración, en la nomenclatura, las cosas sí cambiaron y son más amables: la acción de correr o resistirse ya no es delito, sino falta administrativa.

Solalinde y Vera no logran ver en ello ningún avance. Los dos creen con firmeza que el INM debe desaparecer de una vez y para siempre. “Está podrido. Sí, está podrido”. En la frase, sus voces coinciden.

La vida de estos ministros de culto ha sido incluida en el libro Ovejas Negras. Rebeldes de la Iglesia Mexicana del s. XXI del periodista Emiliano Ruiz Parra, presentado esta semana. Por eso están en la ciudad de México, con la que los dos tienen una relación íntima. Solalinde creció en la colonia Anáhuac, a un lado de las vías del tren, paradójicamente. Vera estudió Ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México y en esa época vivió a un lado del Monumento a la Revolución.

-Padre, ¿y con la fama qué va a hacer? –se le pregunta a Solalinde en una tarde de domingo, en una librería-restaurante de la colonia Roma, cuando las miradas de los comensales ya lo han cercado.

– Nada, es como si no existiera. Haga de cuenta que no existe para mí. Si yo le hiciera caso, no podría vivir. Y yo quiero vivir. Quiero ser como todos.

Aunque, me he acostumbrado a ella.

-¿Qué hará con la fama? –rebota la misma pregunta en otro momento, en el Hotel de Cortés, en el Centro Histórico, ante Raúl Vera.

– ¿Con la de la oveja negra? No, pues, no será la primera ni la última vez que me llamen oveja negra. Yo creo que en un momento dado tengo que tener una dirección espiritual. Siempre la debo tener. Cuando empecé una carrera universitaria, en el pueblo se me vio como alguien que iba a tener un status; desde ahí yo aprendí que la vanidad, que la búsqueda de la gloria vana es lo que nos lleva a ser crueles con los demás, lo que nos lleva a sentirnos autorizados para despreciar.

ALEJANDRO SOLALINDE

Foto: Antonio Cruz.

La primaria de Solalinde, el colegio América, estaba frente a las vías del tren, en los linderos de las colonias Anáhuac y Pensil.

– ¿Va a recorrer en esta oportunidad su infancia, Padre?

-El colegio América –cuenta- ya no existe.

Luego dice que no sería mala idea, pero la última vez que intentó viajar por esos recuerdos llovió tanto que desistió. Esta vez, parece que no habrá eventos impredecibles. Solalinde carga el itinerario elaborado por su asistente Beto Alanís, un hombre migrante. Le ha incluido los mínimos detalles de sus paradas: las salidas del aeropuerto, la casa de sus primos en la colonia Marte, los encuentros, las entrevistas, las personas.

Impresa en papel bond, Solalinde enseña esa agenda como prueba de que el albergue Hermanos en el Camino en Ixtepec goza de buen orden y funciona muy bien, aunque él no esté ahí. Del dengue que lo atacó hace dos meses ya no hay señales. “Dios me ha dado una buena salud y me restableció rápido porque le conviene. Sabe que sin mí no puede hacer nada. Entonces más vale que me tenga sano. Le conviene”, dice y vuelve a las carcajadas. Entonces, recuerda que la camisa blanca que trae puesta viene muy bien lavada porque no olvidó reposarla en Vel-Rosita.

Ahí está el activista con el cruifijo en el pecho, el que le pidió perdón a los zetas, el que arrastraba una maleta sin rueditas, el que fue amenazado de muerte y después, demandado por el Instituto Nacional de Migración de abandono de personas, el que acaba de comprar una samsonite.

-Para los migrantes del mundo, ¿qué significa la Iglesia Católica como institución y casa protectora?

– Significa una esperanza, y también, un espacio de reconocimiento a sus derechos. No es nada más aquí, sino a nivel mundial. El Papa dijo en 2009, en octubre, en el Vaticano, en el contexto de un congreso mundial, que los migrantes no son un problema, son una oportunidad, son un signo de los tiempos que nos están invitando a cambiar y a buscar un mundo más justo donde nadie tenga que salir de su propia tierra. Cada vez más, los pastores que se mostraban ajenos y distantes, se muestran más sensibles y comprometidos. A mí no me queda duda que la dimensión pastoral de la migración es prioridad.

Foto: Antonio Cruz.

-¿Cuál es la urgencia de llegar al norte?

– Una vida mejor. La vida mejor a la que tenemos derecho todos. Vivimos en una aldea global, un ambiente globalizado donde los jóvenes, sobre todo, tienen actitudes aspiracionales muy fuertes. Y  tienen derecho a una vida mejor. Vienen de la miseria en Centroamérica. Algunos de ellos quizá no tan miserable, pero ellos aspiran a una vida mejor porque la vida donde están ellos hay violencia. No hay manera de superar eso. Ellos buscan una opción, una utopía, un sueño, un ideal. Y el emblema es Estados Unidos. Y ellos creen que yendo van a conseguirlo todo.

– Pero Padre, tantas lecciones en el tremendo viaje en tren, en La Bestia, ¿no nos han demostrado lo contrario? ¿Allá está la vida mejor?

– Por supuesto que no. Para mí, no, y a mí no me gustaría ir allá. Pero ellos piensan que sí por la cuestión económica y porque van a ayudar a sus familias. Es un sueño que es una pesadilla. Y la verdad, la verdad, que con muy poco dinero y oportunidades en sus lugares de origen más vale quedarse ahí que ir a Estados Unidos donde simplemente no son bienvenidos.

-¿A estas alturas, de qué se está huyendo? ¿De los resquicios en pandillas de la Mara Salvatrucha? ¿De la pobreza? ¿De un sistema violento?

– Yo creo que se está huyendo del descuido de las instituciones. Óscar Martínez sacó un libro hace poquito, la segunda edición, de los migrantes que no importan. A nadie le importa que salgan de sus lugares de origen. A nadie le importa que se queden sembrados en la tierra mexicana, a nadie le importa si entran o no a Estados Unidos o se quedan en el desierto de Arizona. O si son secuestrados. No importa.

– Para los pobres de México, ¿qué es la Iglesia Católica?

– Nuestros pobres pero también la feligresía es muy noble, incluso las mujeres….

-¿Incluso, Padre?

– Las mujeres son heroicas… Incluso, ¿sabe por qué lo digo? Porque ellas son las más excluidas y son las más fieles. Por eso digo “incluso” porque ellas han vivido la exclusión extrema y sin embargo nunca han dejado a la Iglesia y los pobres tampoco.

Foto: Antonio Cruz.

– Entonces, ¿cómo debe evolucionar  la relación entre la Iglesia Católica y las mujeres si es que son el tesoro de la feligresía?

– Antes que hablar de una corrección de género, (hay que) buscar un equilibrio que significaría la inclusión de la mujer en la Iglesia. La Iglesia como institución debe tener en su centro al ser humano y no lo tiene. Hay cosas más importantes que el ser humano como la disciplina, el derecho canónico, la liturgia, los dogmas, la economía, la administración, la estructura. La gente es el segundo plano. De hecho, sí.

Yo preguntaba, un día, a un alto funcionario, a una persona muy importante en Roma, ¿qué está haciendo la alta jerarquía del Vaticano en la actividad central humanamente por los obispos? Y me dijo: nada. Entonces, ¿cuál es es la relación? Y me contestó: funcional y administrativa. Yo dije entonces: con razón muchos obispos no se preocupan humanamente por sus sacerdotes. Entonces no hay una prioridad del ser humano.

Para que se ponga al ser humano en el centro de la Iglesia Católica se necesita tener fe. Y me da la impresión que muchos funcionarios no tienen fe en la Iglesia Católica. Si tuvieran fe, se arriesgarían a meterse en el camino y no estar nada más asentados, instalados en sus espacios.

Dos: un segundo paso, no solamente hay que tener en el centro a los seres humanos; también a los derechos humanos. La Iglesia tampoco lo ha hecho.

Los laicos, en general, hombres y mujeres, son  cristianos de segunda clase en la estructura de la Iglesia. Tome cualquier encíclica, cualquier documento del Papa y fíjese en la dedicatoria: a los arzobispos, obispos, a los sacerdotes, a los religiosos; si bien nos va, a las religiosas. Y hasta abajo ponen: a los laicos. En esta pirámide, las mujeres no existen.

-¿Las mujeres no están en el mundo, según la Iglesia?

– Pero sí están para el servicio social. Yo un día comentaba con un obispo… Él dijo así: la hermana Leticia es solamente la secretaria, y yo le dije, por su nombre, fulanito, tú eres machista y además eres misógino. Me dijo: mira, aquí en mi casa yo tengo mujeres y comiendo muy bien. Y yo le respondí: sí, pero qué cómodo es tenerlas para que te hagan todo, porque te hacen la comida, el aseo, te lavan tu ropa, hasta la cama te han de hacer. Como sirvientas, sí qué lindas son las mujeres. Eso se lo dije.

Nos falta mucho para que la Iglesia en general evolucione hacia allá. Ha superado muchas cosas en estos dos mil años: lastres de la cultura judía, de los prejuicios judíos, pero este del patriarcado, este del machismo, no lo ha superado.

Foto: Antonio Cruz.

-¿Nos llevará otro milenio?

– A lo mejor en cien años esto ya cambia ahora que las cosas cambian más rápido. Porque si no cambia, la Iglesia se queda sola. La jerarquía se va a quedar sola y entonces, las mujeres que no son bienvenidas se van a pasar a otros espacios. Las mujeres que han sido tan fieles en la Iglesia Católica, humilladas, ya empezaron su éxodo silencioso. Al salirse ellas,  se sale el futuro de la Iglesia porque se están yendo sus hijos.

-Si a los funcionarios de la Iglesia les falta fe, y la fe se obtiene pidiéndola, ¿hay que pedir por ellos o ellos tienen que pedirla?

Yo recuerdo que cuando no tenía fe, decía; Señor, si existes, dame fe y estaba como loquito diciendo así, si existes, dame fe…Ellos tienen que pedirla.

-¿Cuál es la situación en noviembre de 2012 del albergue Hermanos en el Camino después de la decisión del obispo de Tehuantepec de removerlo a usted de la dirección?

– Ahorita el albergue no es un problema. Permanece estable. Es el albergue quizá mas seguro, porque es el único donde estamos viendo ocho policías, cuatro estatales y cuatro federales, que han aprendido que tienen que convivir, partiendo de los derechos humanos de la visión cristiana.

-Entonces todo se ha acomodado…

– Se ha acomodado. No he salido a pedir, no soy un sacerdote que pida absolutamente nada, pero al albergue llega gente con buena voluntad. Personas que nunca han estado en el albergue, como el Ingeniero Cárdenas, por ejemplo, que nunca ha estado en el albergue, pero que nos regaló su premio de Notre Dam.

-¿Quién lo administra?

– Yo no. Yo no toco el dinero. Lo administran las mujeres. Religiosas y laicas. Les di un poder. No tienen que pedirle una firma ni nada porque están reconocidas ante Hacienda. Ellas hacen y deshacen.

Foto: Antonio Cruz.

-¿Usted vive ahí?

-Sigo viviendo ahí por una razón. Estoy viviendo no tanto para que las cosas marchen en el albergue… Las cosas ya están marchando bien. Pero ¿Qué razones me mantienen ahí? La primera, porque me gusta que el albergue siga siendo un espacio evangélico, que nadie se crea dueño del circo, que nadie se crea que es más que otro, que nadie tenga derecho de antigüedad. No me gustaría nada que de repente uno de los voluntarios se sintiera amo y empezara a reprimir a sus hermanos. Eso no me gustaría. Y la segunda razón, porque todavía siento el asedio de Ixtepec. Ixtepec es una plaza muy peleada por la delincuencia organizada, entiéndase, ya sabe quién, cárteles, narcotráfico, y funcionarios corruptos. Están esperando que dejemos la plaza para hacer su agosto con los migrantes. Ya está por reanudarse el tren desde Huixtla hacia Ixtepec, cuando eso sea, va a crecer más el interés de las mafias por apoderarse de ese lugar para hacer secuestros masivos.

-¿Tiene esperanza que vaya a cambiar el panorama de la migración con la nueva Ley de Migración y el reglamento enviado por el Ejecutivo apenas en septiembre pasado?

– Lo que tenemos que hacer es cambiar el reglamento pero ahorita no se va a poder. Ya faltan quince días para que se vaya (Felipe Calderón). Pero sí tengo muchas esperanzas de que en la otra gestión retomemos el tema y se revise el reglamento.

-¿Se tiene que cambiar el reglamento o la ley?

– La Ley se puede mejorar, quitándole los aspectos de seguridad del mal traducido plan Mérida, pero el reglamento definitivamente se tiene que transparentar y tiene que dejar de ser un obstáculo para que el migrante ejerza plenamente sus derechos. La Ley se convirtió en un candado.

-¿Cuál es el candado?

– Los requisitos para obtener la visa y los operativos que al contrario, se han intensificado. Ahorita los migrantes que están pasando ya no ven lo duro si no lo tupido. Los legisladores dejaron bien claro el espíritu de la ley el 24 de febrero del año pasado. Dijeron: no queremos policías coadyuvantes. En el discurso del equipo de transición de Peña Nieto lo que está presente es que van a tener una policía fronteriza y van a reforzar la frontera. Ojalá que no vaya por ahí el asunto.

– ¿Qué opina de la actuación del presidente Felipe Calderón cuando publicó el reglamento mientras se discutía la reforma laboral, muy al margen de todos los debates?

– El Ejecutivo simuló que nos tomaba en cuenta. Y al final, hizo lo mejor que le pareció.

Foto: Antonio Cruz.

-En la sombra de la reforma laboral…

-En lo oscurito para ser más claros. Ya al cuarto para las 12, ya cuando no se puede hacer nada. Pero como los migrantes van a seguir y nosotros también, tenemos tiempo, esperanza y paciencia de retomar esto.

-Si cambia la burocracia, ¿más dientes y reestructura para el INM o desaparecerlo?

– Desaparecerlo. Nada de darle dientes, ni nada, no. Yo diría que no tanto por bien de los migrantes. Si Peña Nieto quiere seguir que siga y que cargue con el desprestigio. Es peor para él. Como un bien para su propio gobierno debería quitar un instituto que está tan desprestigiado. Pero no sólo desprestigiado: ojalá fuera cuestión de imagen. Está podrido. Los funcionarios de bajo nivel están coludidos con los zetas.

-¿El Vaticano quiere hacer el acompañamiento a los migrantes?

– El Vaticano reconoce la importancia de los migrantes, pero los toma quizá como objeto de atención y asistencia. Tiene que dar un pasito más, viéndolos no sólo como signos de los tiempos sino como agentes de transformación. En sí, me queda claro que el flujo migratorio con esa sencillez, esa pasividad que se le ve, es altamente subversivo. Un misil de tiempo. Los migrantes van a transformar el mundo: Europa, Estado Unidos, México, Canadá…

-¿Debido al tránsito de La Bestia, los pueblos cambiaron su rostro? Algunos habitantes de Tultitlán en el estado de México defienden el territorio porque ven un factor amenazante.

– Es una mentira. Es una mentira que todo el pueblo de Tultitlan esté en eso. Unos cuantos se han contaminado con cultura xenofóbica. Y ahí también hay una omisión de la Iglesia Católica. En este caso, del obispo. Hay una omisión porque él debiera estar abajo con la gente, siquiera debiera conocer el albergue. Hay una criminalización del migrante. Una campaña mal entendida. Porque la Iglesia no ha hecho lo suyo para orientar a la gente, y el gobierno tampoco ha hecho lo suyo; por ejemplo una campaña, no para favorecer a la migración, sino para que respeten los derechos humanos de las personas migrantes.

-Ahí, en Tultitlán es donde pierden los pies al saltar al tren…

– En todos lados, pero ahí es más peligroso porque ahí va el tren más rápido.

Padre, ¿usted ha visto cara a cara un zeta?

-Por supuesto que sí. Hemos platicado

-¿Lo ha comprendido?

-Quizá me ha faltado tiempo de dedicarme como pastor con ellos. Con los maras sí lo he hecho. Yo distingo entre los zetas y los zetitas. Cuando empezaron los secuestros, una vez, mientras llevaban el secuestro, alguien dijo: ¡No hay necesidad de que los insultes y los trates mal! ¡El jefe manda! Después se perdió el control. Llegaron a situaciones sanguinarias terribles. Los secuestros los perpetraban individuos en nombre de los Zetas, pero no sabíamos si eran ellos. Era casi de individuo a individuo. Todo, porque los migrantes se volvieron franquicia, como una gran concesión territorial.

RAÚL VERA

Foto: Cuartoscuro.

Raúl Vera se encuentra con poca voz. Jamás se queja. Al contrario, accede a contar chistes. Una mujer va a la parroquia y confiesa que se acostó con el cura de la otra parroquia. El confesor le dice: “Pero hija, si esta es tu parroquia”. Se sabe muchos más. De curas borrachos o no célibes. Del gobierno. De Vicente Fox.

Habla justo a unos pasos de la casa donde vivía cuando estudió Ingeniería en la UNAM. La Alameda sigue tapiada. “Yo reconozco todo esto”, dice y pareciera que la traviesa mirada se le quedará quieta a través de la ventana. Pero no.

El defensor de los derechos de los indígenas, los homosexuales, los mineros, los migrantes y las prostitutas se ha puesto rojo, como el color de los camarones, porque se le recuerda que fue nominado al Premio Nobel de la Paz. Recrea otro chiste: “..Y comparé mis méritos. Los puse como bultito. Y mi bultito, comparado con el de los demás estaba flaquito y el de la Unión Europea muy gordo”.

-Felipe Calderón, ¿falló como católico?

– Ah, pues como todos… Yo creo que un buen católico es el que realiza todo con un gran sentido de responsabilidad y sobre todo, es una persona que desde el Evangelio procura ayudar a que la vida se organice en el mandamiento del amor. De la manera como organizó el señor Presidente la vida de México pues no es precisamente el amor…. El señor (Felipe Calderón) no realizó una procuración de justicia seria en la lucha contra el crimen organizado. Provocó una dinámica de violencia muy grande y en ese sentido, hay una cuestión que no le ayuda a manifestar su fe cristiana.

La fe cristiana es la que nos ayuda a entender lo que debe ser una sociedad justa. También ayuda a construirla. Él pudo hacerlo y no lo hizo. Simplemente la iniciativa última que mandó de la Ley Federal del Trabajo es una iniciativa que se ajusta a todos los cánones del capitalismo liberal, lo que le llaman el neoliberalismo, una ley que promueve sistemáticamente la desigualdad hacia el trabajador, su status, hacia la familia y hacia la soberanía del país.

Foto: Cuartoscuro.

– Y entonces, ¿en qué resulta la nueva Ley de Migración y su reglamento?

– La Ley de Migración es una ley que cabe en las políticas públicas de control de la migración, el control de la migración en beneficio de que los migrantes no lleguen a Estados Unidos. La Ley de Migración no es lo que hemos pedido muchos que trabajamos en migración, que finalmente se de un documento que proteja al migrante mientras está pasando por México.

La Ley de Migración dice que sí, que se puede otorgar una visa temporal, pero esa visa en la ley reglamentaria exige que se exhiba un contrato de trabajo en los Estados Unidos, que se exhiba una cantidad de dinero suficiente para los seis meses que dure la visa, ¿qué logramos con eso? Otra vez estamos dentro de los niveles de protección al usufructo del poder.

-Vicente Fox, ¿falló como católico?

– Yo quitaría “católico” porque digamos, lo que los va a definir es el quehacer que tienen como estadistas…

-Pero estos presidentes, de los gobiernos de la alternancia, fueron demostradamente católicos… Cuando inició su gobierno, Vicente Fox fue a la Basílica de Guadalupe…

– Pero manipuló… El caso de Fox fue sumamente grave. Prometió una ley indígena de acuerdo a los diálogos en Chiapas, dijo que en 15 minutos lo arreglaba, pero eso son anécdotas… Simplemente el hecho de que la ley no se aprobara como se había pactado… E l hecho de que sea una ley que dejó al indígena como objeto, no como sujeto de derecho. La de Fox fue una ley que se convirtió en una especie de programa de Sedesol, que no es de  ninguna manera un instrumento para que el indígena sea constructor de su propia cultura. Otro asunto del que Fox es responsable es el pacto político de impunidad entre los partidos políticos. Dejó de perseguir la corrupción y eso ha permitido que los políticos se conviertan en los principales impulsores del crimen organizado.

Foto: Cuartoscuro.

-¿Es decir, en el foxismo se acendró la narcopolítica?

– La narcopolítica es un paso adelante… El permitirles dejar lo que quieren hacer, el no remover a los políticos corruptos de sus puestos. Sí, es verdad, en ese sentido se gestaba la narcopolítica.

-Vayamos al epílogo de Fox y los albores del calderonismo, ¿es posible la justicia para los mineros de Pasta de Conchos?

Sí es posible. Sí es posible rescatar a los cuerpos.

-¿Se puede hacer justicia post mortem?

– No, a los mineros hay que hacerles justicia sancionando a los criminales. La justicia no es solamente para las familias que perdieron a sus seres queridos, sino para las siguientes generaciones.

Que se sancione a los que tienen responsabilidad de las muertes dentro de las minas. Esto es algo que ya debe empezar. Los muertos siguen dándose. Los mineros siguen trabajando en condiciones infrahumanas. Los pocitos son dominados por bandas criminales y no soportarían ninguna norma ni de seguridad ni laboral.

-¿Qué debe hacerse estratégicamente?

– Tiene que haber una vigilancia mayor. Tiene que haber muchos más inspectores. Todo, de la Secretaría del Trabajo.

Foto: Cuartoscuro.

-Hablando de justicia y la vida y sus cosas… ¿Es posible que Humberto Moreira se convierta en activista social parecido a Javier Sicilia después de la pérdida de su hijo?

– Humberto Moreira acaba de dar un paso no muy agradable: ya empezó a culpar a un enemigo político. Ya se volvió poco creíble al culpar al señor Guadiana (Armando Guadiana, empresario minero que antes, le exigió a través de desplegados transparencia a Humberto Moreira sobre su gobierno y la deuda millonaria). Aquí sí se le exige transparencia y él no lo ha hecho. En este momento, se está descalificando bastante. Él quiere que se inicie una investigación muy seria, pero como culpa a un enemigo político, ya se colocó en una situación muy difícil de credibilidad.

-¿Qué es la Iglesia Católica para los migrantes?

– Es la institución que con más fortaleza está atendiéndolos en México. Tenemos una red, por lo menos tenemos 50 espacios donde los atendemos, que son los albergues. Estamos en red. Y estamos influyendo para que la migración se atienda en sus causas.

-En en el avance del respeto a los derechos humanos, ¿es posible que un día, no muy lejano, la Iglesia Católica celebre matrimonios entre homosexuales?

– No, porque el aspecto de la definición del matrimonio que tiene la Iglesia en el matrimonio tiene una razón de ser. También en la articulación social y la convivencia de dos personas del mismo sexo con esa calidad. Extender el concepto de matrimonio traería consigo dificultades… Se les complicaría la vida. El pacto (de los derechos humanos de los homosexuales) es necesario que exista. Eso es lo que siempre he dicho. La Ley debe regular sus derechos humanos, sus cuestiones económicas. Pero darle la configuración de matrimonio en la Iglesia es difícil porque ahí se entiende desde la concepción de la ley natural.

Foto: Cuartoscuro.

-¿Entonces, usted como ministro de culto católico, ¿cómo va a defender los derechos de los homosexuales?

– No es justo que no tengan una ley. Y por ahí va mi lucha.

– ¿Cuál debe ser la relación entre la Iglesia y las prostitutas?

– Son personas dignas. Tienen que ser atendidas por nosotros. Tenemos que liberarlas. El grado de riesgo que ellas viven es muy grande. Nosotros no podemos abandonarlas. Los caminos que llevaron a cada quien a asumir esa manera de sustento, son de cada quien. Pero a ellas las coloca en una situación de poca dignidad. Se trata de una utilización. El amor tiene un valor. Y no puede ser el instrumento de otra persona. La relación sexual tiene un valor.  No por eso le vas a decir: eres una pecadora. Es como una persona que ya está en prisión, y que le digan, tú mataste, y que lo traten como a un perro inmundo… Los presos tienen derecho, tienen dignidad, tienen derecho a un juicio justo.

-¿Y los narcotraficantes?                             

– Bueno, los narcotraficante son seres humanos que hay que rescatar. Sí, hay que sacarlos, porque ellos están generando un sistema que constantemente está dañando… Sí hay que trabajar para sacarlos de eso…

-¿Usted ha visto a un zeta a los ojos?

– Estoy seguro que sí. Nunca se ha identificado ante mí como tal pero estoy seguro que sí lo he visto. Estoy seguro. Estoy seguro.

Foto: Cuartoscuro.

¿Lo ha comprendido?

– La economía ilegal está dando más oportunidad de trabajo a los jóvenes que la legal. Un joven que no ha tenido un hogar y que ha crecido en la calle también lo entiendo… En eso que me dices que los comprendo, sí los comprendo. Pero jamás les voy a aprobar que estén en un sistema que produce muerte y que produce destrucción. Les voy a ayudar, pero les voy a decir que lo que hicieron no es correcto. Nadie con sentido común lo acepta. La situación muchas veces hasta con amenaza empieza. Tenemos que trabajar por quitar la desigualdad del país.

-¿Quiénes son los grupos más oprimidos en México?

– En este momento las mujeres, los indígenas… Los campesinos están abandonados, así como los trabajadores y las trabajadoras. Los migrantes son de las personas más dañadas. Los homosexuales son de las víctimas que tienen más discriminación.

 

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