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“Todos sabemos que a mi hijo también lo quemaron”: madre de desaparecido en Tierra Blanca

09/02/2016 - 10:48 pm

El pasado fin de semana, la Segob pidió al padre de uno de los cinco desaparecidos en Tierra Blanca que se trasladara a la Ciudad de México. Ante la negativa de Bernardo Benítez, la dependencia le envió boletos de avión y reiteró que era “importante”. Cinco horas después de reunirse con funcionarios, el afectado informó que “mi hijo ya está muerto” y dijo que en el lugar donde fueron indentificados los restos de dos jóvenes habían cientos restos carbonizados.

Bernardo Benítez y Columba Arróniz González. Foto: BlogExpediente
Bernardo Benítez y Columba Arróniz González, padres de Bernardo Benítez Arróniz, desaparecido el 11 de enero de 2015 en Tierra Blanca, Veracruz. Foto: BlogExpediente

Por Miguel Ángel León Carmona

Ciudad de México, 9 de febrero (SinEmbargo/BlogExpediente).- “Los análisis de Bernardo, mi hijo, indican que ya está muerto “, palabras provenientes del número telefónico de don Bernardo Benítez Herrera. Recién salía de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), a las 18:04 horas.

Los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente, desaparecidos el pasado 11 de enero, luego de una diligencia de al menos cinco horas, salieron a bordo de una Suburban Nissan color blanco y cristales oscuros, con placas terminación 15 -48. No hubo espacio para declaraciones ante la prensa. Fueron trasladados de inmediato al campamento en el Ministerio Público de Tierra Blanca.

Luego de una espera de 29 días, pruebas científicas arrojaron funestos resultados: Las osamentas marcadas de tizne, indicaron que el fragmento de tibia pertenece a Bernardo Benítez Arróniz, mientras que de José Alfredo González Díaz se halló su camiseta, tipo polo verde agua. Lo demás solo polvo cenizo y restos carbonizados. Resta esperar.

DON BERNARDO PRESENTÍA LA NOTICIA

Don Bernardo Benítez Herrera tuvo una sórdida corazonada. Fue un fin de semana distinto. El doble de tazas de café bebió. Cuatro cajetillas de cigarros consumidas, no tres como acostumbra el padre del hoy finado Bernardo Benítez Arróniz. No quería acudir a la cita en la Ciudad de México. Tampoco abandonar el campamento. Menos, perder las esperanzas.

“Debe de venir a México, don Bernardo. Es importante” le decían elementos de la Secretaría de Gobernación (Segob), vía celular desde el sábado 7 de febrero. “No, gracias. Si ustedes dicen que sólo será una visita a las instalaciones de la PGR, SEIDO y Gendarmería Nacional, no me interesa. Yo me quedo a hacer guardia en Tierra Blanca”.

Sin embargo, la Segob insistía. Entonces, hizo llegar los boletos de avión vía correo electrónico al padre de familia. “Es importante, don Bernardo”, concluían así los mensajes vía WhatsApp. Él analizaba los contenidos escritos, sorbía su café negro y exhalaba su angustia con humo grisáceo.

Sólo así salió el líder de los padres de los cinco jóvenes de Playa Vicente, acompañado de su esposa, Columba Arróniz González. Partieron el pasado domingo rumbo a la Ciudad de México. Lleno de sospechas oscuras sobre su hijo. Silencioso y pensativo. Su destino sería fatal. El trágico 9 de febrero de 2016. El Día 29.

El resto de los familiares fueron trasladados en vuelos comerciales a las diligencias que ya les aguardaban en la Ciudad de México. Nunca sospecharon que el primer viaje en avión de tres madres afectadas, sería motivo de desgracia. Nadie habría abordado de haber sabido el cometido, aseguran.

PLAYA VICENTE PRESENTE

La estancia en la capital del país estivo monitoreada desde diferentes puntos. Todos atentos al misterio sembrado por la Segob. La gente de Playa Vicente optó por no quedarse de brazos cruzados. “Vamos a hacer presión”, gritaban en el parque del pueblo. Mientras se organizaban a media noche.

“Queremos respuestas contundentes. Exigimos las cabezas de Bermúdez y Luis Ángel Bravo” diseñaban sus exigencias en pancartas y lonas con las fotografías de los cinco jóvenes desaparecidos.

Un contingente de al menos 100 personas se repartieron en dos camiones colectivos. Las oficinas de la Segob era el objetivo. “Vamos por una entrevista con Osorio Chong”, decían los líderes del movimiento.

No obstante, los ecos de la protesta llegaron hasta Roberto Campa Cifrián, quien mediante su secretario personal, cuestionó por teléfono a don José Benítez Herrera el sábado 7 de febrero de 2016:

“Don José, buenas noches. Eh, eh, eh… ¿están organizando un… una marcha para el lunes 9 de febrero?”, cuestionó el funcionario federal mediante titubeos.

“No sabemos nada, señor. Hay mucha gente que nos apoya y está dispuesta a hacerlo. Pero de ésto no estamos enterados”, dijo don José Benítez Herrera, padre del joven desaparecido, José Benítez de la O.

El funcionario federal se despidió. No obstante, prefirió tomar precauciones y contó un operativo con muros de aluminio sólido y centenas de policías federales; con escudos y macanas hacían impenetrable el acceso a las instalaciones federales. El contingente de Playa Vicente, que incluía tanto a hombres, mujeres y niños, fue bloqueado a dos cuadras de su cometido.

A la altura de Versalles y Atenas, por la calzada Reforma, donde elementos de la Policial Federal amedrentaron y violentaron a los manifestantes, dejando el saldo de un hombre lesionado y una embarazada golpeada en el vientre y herida del brazo izquierdo.

Así bloquearon al grupo de Playa Vicente. Entonces decidieron moverse a las oficinas de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, (SEIDO), a presionar y exigir informes. Mientras recibían informes de la junta en la CNS con tintes misteriosos.

“DOS JÓVENES ESTÁN MUERTOS: BERNARDITO Y ‘COCHI’”

Pasaron minutos que mutaron en impacientes horas. Los padres de los cinco jóvenes continuaban en reunión con el Fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras, el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa Ciprián, el Presidente de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, Jaime Rochín del Rincón, y el Comisionado General de la Policía Federal, Enrique Galindo Ceballos.

Fue a las 18:03 horas cuando de la CNS salieron los padres de los cinco jóvenes, abordo de una camioneta Suburban color blanca y vidrios oscuros. Apenas se vislumbraba los rostros hinchados de las madres, heridas por la irremediable pérdida.

No hubo espacio para declaraciones ante la prensa nacional, tampoco estaciones. Los familiares fueron trasladados a la ciudad de Tierra Blanca en helicópteros de la Procuraduría General de la República (PGR).

Fue mediante un mensaje de texto, que don Bernardo Benítez confirmó la noticia, que ya le impacientaba desde el fin de semana anterior: “Los análisis de Bernardo, mi hijo, indican que ya está muerto “, dictó en el texto lapidario.

De acuerdo con familiares y allegados en el campamento de Tierra Blanca, los restos dictaminaron que se trata de los dos finados: Bernardo Benítez Arróniz, de quién fue recuperado fragmentos de su tibia, hallados en el rancho de Tlalixcoyan, Veracruz, y José Alfredo González Díaz, alias “El Cochi”, de quien se halló una camiseta, posiblemente, tipo polo verde agua. Las demás pruebas sólo son polvo cenizo y restos carbonizados. Resta esperar el desenlace para las otras tres familias.

No obstante, doña Dionisia Sánchez Mora, madre de Mario Arturo Orozco Sánchez, mientras abraza a su hermana sentencia: “Todos sabemos que a mi hijo también lo quemaron”.

“NO ESTAMOS CONFORMES CON LO QUE NOS DICEN”

Ya ubicados en las instalaciones del Ministerio Público, los padres de los cinco jóvenes privados de su libertad el pasado 11 de enero en Tierra Blanca , dijeron que no aceptan los resultados de las pruebas a nivel federal. Los cuerpos permanecen en la Ciudad de México y serán evaluados por los peritos argentinos que llevaron el caso Ayotzinapa.

Aún con el semblante rígido y el llanto contenido, los padres caminan sigilosos en los pasillos del ministerio público de Tierra Blanca, apenas saludan, apenas sorben café negro.

Las madres se postran ante imágenes religiosas, como hicieron en los 29 días anteriores. Dos de ellas ya oran por el eterno descanso de sus primogénitos, Bernardo Benítez Arróniz y José Alfredo González Díaz. Tres más imploran a figuras celestiales que no se trate de los suyos, que no hayan tenido el mismo final pulverizado.

El destino, al momento seguirá siendo esperar el veredicto, que lo tendrán finalmente instituciones extranjeras. Hay una aparente desconfianza en las instancias nacionales. Padres que se aferran a la vida de sus hijos. Familiares que lloran en las esquinas para no contagiar a los principales afectados.

El pueblo de Playa Vicente talla los hombros de los padres de familia. La frase de apoyo unificado es clara la emite el líder playavicentino, “Aquí estamos Bernardo, dispuestos a lo que sea, a lo que sea”. El padre, herido de muerte, sólo da un sorbo a su taza y aprieta la quijada.

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