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Francisco Ortiz Pinchetti

09/02/2018 - 12:05 am

Parquímetros tramposos: esconden aumento

La verdad es que las empresas participantes en el programa EcoParq como concesionarias del servicio, han incumplido en todos sus términos las normas mínimas que debieran acatar.

La verdad es que las empresas participantes en el programa EcoParq como concesionarias del servicio, han incumplido en todos sus términos las normas mínimas que debieran acatar. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

La oposición vecinal a la instalación de parquímetros en la colonia Tabacalera de la delegación Cuauhtémoc, en el centro de la Ciudad de México, tiene su explicación en la falta de transparencia  e información con la que el gobierno capitalino encabezado por Miguel Ángel Mancera Espinosa ha manejado el tema, desde un principio; pero también en la pésima experiencia que se ha tenido con la operación de los aparatos de cobro en otras colonias de la ciudad.

Habría que distinguir por principio de cuentas la justificada oposición de los vecinos, de las protestas y hasta agresiones físicas de los llamados franeleros que operan en la zona –12 de los cuales fueron detenidos hace unos días– y que miran con disgusto la llegada de un sistema que puede terminar con su ilegal apoderamiento de los espacios públicos para lucrar. Y el apoyo evidentemente interesado que usuarios no residentes, empleados de las oficinas del rumbo en su mayoría, dan a esos “viene viene”  que apartan lugares para seguir utilizando las calles para estacionar sus vehículos a cambio de una propina.

La verdad es que las empresas participantes en el programa EcoParq como concesionarias del servicio, han incumplido en todos sus términos las normas mínimas que debieran acatar. El abuso ha sido una constante en el comportamiento de los llamados “arañeros” contra los automovilistas que los padecen. Ello ha ocurrido en la zona Roma-Condesa desde 2012 y también en colonias de la delegación Benito Juárez donde los aparatos se instalaron hace tres años. Otra vez, por prepotencia y corrupción una medida necesaria y útil se malogra y causa daño al ciudadano. Y lo encabrona.

En ningún caso ha habido suficiente información sobre los alcances del programa, el destino de los recursos que genera y la mecánica establecida para permitir que los residentes sin cochera en su casa o edificio puedan estacionar sus autos sin costo, mediante un tarjetón que los exenta. Y menos se han rendido cuentas acerca del dinero recaudado ni se ha entregado, como se está en la Ley, el 30 por ciento de esa bolsa  para mejoras materiales en las colonias donde opera.

En Benito Juárez hemos sido testigos de innumerables casos de abuso por parte de quienes vigilan el cumplimiento del pago y quienes instalan los inmovilizadores en las llantas de los supuestos infractores. En la colonia Ciudad de los Deportes me tocó comprobar cómo una de esas “arañas” fue colocada a una combi escolar con niños a bordo que se detuvo momentáneamente para dejar a un alumno frente a su casa. En la Nápoles he observado frecuentes discusiones entre automovilistas y agentes de tránsito que apoyan a los “arañeros” por flagrantes abusos en la aplicación de la norma.

Los empleados de las empresas privadas están francamente al acecho del vencimiento del tiempo para aplicar el candado de inmediato, de manera artera y arbitraria. Y los agentes de tránsito de la Secretaría de Seguridad Pública de la CDMX que los acompañan, en lugar de ocuparse de la vialidad como debieran, están a su servicio… ¡y a sus órdenes! Y eso es de todos los días.

El colmo ha sido el reciente incremento de las tarifas de los parquímetros que operan en colonias juarenses como las ya mencionadas, además de San José Insurgentes, Extremadura Insurgentes, Crédito Constructor, Ampliación Nápoles e Insurgentes Mixcoac, Sin ningún aviso ni menos explicación previos, de manera prácticamente subrepticia –literalmente de la noche a la mañana–, el costo de un minuto de estacionamiento pasó de 13.33 a 15.73 centavos. Esto es, un aumento del 18 por ciento de sopetón, lo cual de modo alguno se justifica.

Lo peor es que ese aumento se oculta mañosamente a los usuarios. Es una nueva trampa. En la placa instalada en cada aparato se mantiene el “precio oficial” de dos pesos por cada 15 minutos, el pago mínimo original. Según éste, el costo por una hora era de ocho pesos. Esta tarifa se mantiene también en la página oficial del programa EcoParq, que depende de la Secretaría de Movilidad de la CDMX. Hoy sin embargo es de  9.44 pesos. El nuevo precio se menciona en la parte inferior de la placa, con letra tan pequeña que apenas es legible…

Imaginemos lo que ese aumento de “sólo” 2.40 centavos el minuto significa al multiplicarse por millones de horas/usuario cada día. EcoParq opera en 26 colonias, de cuatro delegaciones (Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Benito Juárez y Álvaro Obregón) y administra 26 mil 674 cajones de estacionamiento en la vía pública a través de mil 580 equipos. Sin contar el aumento de tarifas ni lo recaudado por multas e infracciones,  el programa produce ingresos de 83 pesos diarios por cajón, en promedio. Esto significa unos dos millones 100 mil pesos diarios. Al año, algo así como ¡737 millones de pesos!

En el sitio oficial se asegura que el Gobierno de la Ciudad de México prioriza la implementación de parquímetros para gestionar el espacio público e incrementar la calidad de vida de los ciudadanos (sic) y que los parquímetros son la herramienta más poderosa para gestionar los viajes en automóvil, tomando en cuenta que todo viaje inicia y termina en un cajón de estacionamiento.  Y presume: “EcoParq promueve el orden vial, el incremento sustancial del uso de la bicicleta y el uso inteligente del auto particular”. Válgame.

@fopinchetti

Francisco Ortiz Pinchetti
Fue reportero de Excélsior. Fundador del semanario Proceso, donde fue reportero, editor de asuntos especiales y codirector. Es director del periódico Libre en el Sur y del sitio www.libreenelsur.mx. Autor de De pueblo en pueblo (Océano, 2000) y coautor de El Fenómeno Fox (Planeta, 2001).

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