La CNTE regresará a la Ciudad de México; anuncia marcha y refuerza plantón

09/06/2015 - 10:06 am
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Marcha de maestros de la CNTE en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México. Foto: Cuartoscuro

Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo/EFE). – La Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) intensificará sus protestas y reforzará el plantón que mantienen en la Ciudad de México como medida de presión para que el Gobierno federal cancele la Reforma Educativa.

Como resultado de su asamblea estatal, el magisterio disidente de Oaxaca acordó que el 70 por ciento de sus agremiados que permanecen en el estado se trasladarán a la capital del país para llevar a cabo el plan de acción que incluye reforzar el campamento que mantienen en el Monumento a la Revolución, así como una marcha a partir de las 10 de la mañana.

Además, el resto de los miembros de la Sección 22 continuarán con el paro de clases y la protesta que mantienen en el centro de Oaxaca y se tiene programada una marcha, simultanea a la que se llevará en el Distrito Federal, del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) al zócalo.

Apenas el día de ayer, el Secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor, anunció que la evaluación a los maestros, así como el concurso de asignación de plazas magisteriales se realizará después de que en días pasados se canceló por motivos “logísticos” y “extrema prudencia política”.

Mientras que la asociación civil Mexicanos Primero obtuvo un amparo en contra de la cancelación de las pruebas a los maestros, por lo que un juez ordenó que se  reactivara el calendario que se tenia previsto realizarlas.

OAXACA, DESCONTENTO POPULAR

El movimiento de los maestros tiene en Oaxaca el talón de aquiles de su lucha por una escalada del descontento ciudadano tras días de movilizaciones.

En el marco de un paró indefinido y las elecciones que se celebraron el domingo, los maestros saquearon la pasada semana sedes de partidos, quemaron votos, acamparon en el centro de Oaxaca capital y bloquearon instalaciones, como un centro de reparto de Petróleos Mexicanos (Pemex) que dejó sin combustible a la ciudad.

“El Gobierno ha de meter las manos y poner en su lugar a los maestros. ¿Acaso vamos a vivir de ellos?”, manifestó a Efe Mary Carmen, una enfadada ama de casa tras cinco horas en la cola esperando para cargar combustible.

“Toda Oaxaca está en su contra, de maestros no tienen nada y por eso el nivel académico es tan bajo”, valoró Germán Zuñiga mientras votaba en una sede electoral que, unas horas más tarde, fue saqueada por profesores.

El propietario de una tienda de uniformes, Francisco Daniel, expresó su disconformidad, un tanto menos visceral, frente a una gasolinera sin servicio donde se rumoreaba que llegaría combustible.

“Yo creo que hay maneras y medios para protestar y hacer algo en beneficio del pueblo, porque al final el pueblo no está con ellos”, dijo.

El administrador de esta misma estación, Reynaldo Jiménez, esgrimió un argumento más pecuniario, pero igual de común: “Estimamos pérdidas de 1.4 millones de pesos, y algunos trabajadores no cobrarán estos días”.

Al impacto económico del desabastecimiento, que finalizó el sábado, ha de sumarse la acampada de un millar de profesores, que desde el 1 de junio dejaron sin clases a 1.3 millones de estudiantes del estado, en el zócalo de la capital oaxaqueña.

Camarera en un restaurante de la plaza, Arely García criticó al movimiento del magisterio porque perjudica “a quienes vivimos al día”.

Ella, además de percibir menos -e indispensables- propinas, tuvo que tomar taxis ante la falta de combustible, que aprovecharon y subieron tarifas.

Y en este escenario, Itzel Guzmán, una joven afiliada a un partido de izquierdas, sintetizó con claridad los pros y contras de esta fuerte lucha sindical: “La gente se cansa porque complican llevar dinero a casa, pero tampoco se dan cuenta que si no se hacen acciones, el Gobierno se la va a seguir tomando como si nada”.

Este sentir mayoritario, el del paulatino cansancio hacia unos maestros que hacen tambalear la cotidianeidad del pueblo, es percibida por muchos profesores.

José Aníbal Martínez, secretario regional de la CNTE, reconoció “una problemática” con la gente, que está “molesta y con derecho”.

Ello se ha traducido en que en algunos establecimientos no quieren atenderlos y, puntualmente, son insultados cuando marchan, relató.

“En lugar de afectar al Gobierno afectamos al pueblo, y el pueblo ahora está sentido con nuestro movimiento. Ya no es un apoyo total”, valoró el subdirector de una escuela secundaria Facundo Flores.

Este maestro tiene todavía presente el incondicional respaldo ciudadano durante la huelga de 2006.

En aquella ocasión, decenas de miles de maestros ocuparon el centro histórico para exigir mejores condiciones laborales y la renuncia del polémico -y para muchos represor- gobernador Ulises Ruiz (2004-2010), del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El punto álgido de ese pulso llegó el 14 de junio, cuando unos 750 policías dispersaron a miles de maestros, que horas más tarde recuperaron el lugar apoyados por la ciudadanía, que realizó marchas a su favor y cercaron el zócalo durante el enfrentamiento, recordó el maestro.

Esta victoria es todavía rememorada no sólo por los docentes, sino por muchos oaxaqueños.

¿Y qué ha cambiado? Para Flores el sindicato debe estar “más en contacto” con el pueblo para “retomar su confianza”, e informar “correctamente” de la realidad del magisterio.

Por ejemplo, contando su propia historia: Hace 28 años, Flores fundó una escuela en un pueblo oaxaqueño que, en aquel entonces, se hallaba a 17 horas a pie de cualquier vía.

Hoy es directivo de una escuela secundaria pública que, dijo, no recibe ningún tipo de financiación estatal, sólo los salarios.

Pero mientras muchos maestros de base parecen ver los flecos de su lucha, los líderes, en estas últimas jornadas, no dejaron entrever en su arengado discurso una pizca de autocrítica. En su versión oficial, el pueblo está con ellos.

Es quizás Valentín, de nueve años, quien con la sensatez propia de un niño describió la realidad del pueblo oaxaqueño, y los desafíos de la lucha del magisterio.

Sin escuela, tiene más tiempo para vender en el Zócalo caramelos y chicles. Si antes trabajaba de 4 de la tarde a 11 de la noche, ahora arranca un poco antes.

Pero con los maestros acampados se saca la mitad, unos 40 pesos al día, señaló.

Sus compradores potenciales son turistas que, estos días, rehuyen sentarse en los restaurantes de esta turística plaza.

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