Lucero, la joven golpeada: Mi caso evidencia el desprecio de las autoridades de Guanajuato por las mujeres

09/10/2013 - 11:06 am
Foto: RNW
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Ciudad de México, 9 de octubre (SinEmbargo).– María Luz Salcedo, la joven mejor conocida como Lucero, denunció la “misoginia” que se vive en Guanajuato y afirmó que su caso ha evidenciado que el sistema judicial estatal “está a mil años” de tomar en cuenta la igualdad de géneros.

“Me atreví a denunciar a mi agresor, por todas las mujeres que no lo hacen”, dijo en una entrevista para Radio Nederland.

El caso de Lucero ha causado controversia nivel nacional y ha impactado a la sociedad guanajuatense. Ayer, la Diputada del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Malú Micher, expuso en la tribuna del Congreso que, en el proceso legal que abrió Lucero ante las autoridades guanajuatenses, la administración del Gobernador Miguel Márquez Márquez dio muestra de “su desprecio a las mujeres” y su desapego por la justicia.

La historia de María de la Luz, de acuerdo con Radio Nederland, es un ejemplo para que mujeres que son y han sido víctimas de violencia sexual denuncien y expongan a sus agresores, sin importar el alcance jurídico que puedan lograr.

En Guanajuato, la juez del Ministerio Público, Paulina Medina Manzado, dejó en libertad a Miguel Ángel Jasso Manríquez, agresor de Lucero, tras dictaminar que la joven de 18 años no corre riesgos si su agresor se encuentra libre.

En la entrevista, la joven guanajuatense, agredida física y sicológicamente por Jasso Manríquez, relató su encuentro con el agresor, que le fue presentado por amigo común la madrugada del 12 de septiembre. Ambos fueron por ella a su lugar de trabajo y, tras dejar en su casa a Héctor Abraham, Jasso pidió a Lucero tener relaciones sexuales con él; cuando ella se negó, Miguel Ángel la golpeó e intentó asesinar.

Lucero expuso que al contar su historia en las redes sociales, también denunció la misoginia que existe en Guanajuato: “En Guanajuato nunca se ha visto que una persona denuncie su caso públicamente porque hay mucho miedo al qué dirán. A través de mi propio caso denuncio a la sociedad patriarcal y retrógrada de la que somos víctimas las mujeres”.

En la entrevista recordó que la actitud de su agresor era completamente fuera de sí y que su intención era matarla: “Lo que él quería era realmente matarme”. También expuso que se salvó de la muerte, porque en un descuido de Jasso logró clavarle las uñas en los ojos, entonces el agresor abordó su automóvil y después de lograr avanzar pocos metros se estrelló.

El padre de Lucero, Fermín Salcedo, publicó en Change.org, que Miguel Ángel Jasso Manríquez fue ingresado en el mismo hospital que su hija, a sólo dos camillas de distancia: “No había seguridad, no había guardias, no había custodios. Mi hija estaba a unos pasos de la persona que unas horas antes había intentado matarla”.

Por este hecho, Lucero interpuso una de queja en materia de derechos humanos: “En el hospital estuvimos como a tres metros, yo estaba sola. Los familiares de Jasso se dirigieron a mí en tono de amenaza”, dijo.

Jasso Manríquez reconoció que golpeó a Lucero; también dijo ser adicto al alcohol y consumir ocasionalmente cocaína. Afirmó que dejó a la joven tirada, arrancó el coche y chocó algunos metros abajo: “No quería hacerle daño, solo besarla y tocarla, pero no se estaba quieta”, dijo en la declaración.

También declaró que después de proponerle a Lucero tener relaciones sexuales y de que ella se negó, le ofreció pagarle 200 pesos. Ante la negativa de la joven, dijo, comenzó a besarla a la fuerza y a someterla hasta llevarla a la Sierra de Santa Rosa, cerca de un poblado conocido como Ojo de Agua, donde le propinó una golpiza que casi la deja inconsciente.

DE VÍCTIMA A ACUSADA

Lucero comentó en la entrevista que acusó ante el Ministerio Público a Miguel Ángel Jasso Manríquez por el delito de intento de violación y tentativa de homicidio, al que corresponde a una sentencia de cuatro a 25 años de prisión. Sin embargo, la juez condenó a Jasso por el delito de lesiones y abuso erótico sexual, cargos que no merecen prisión en Guanajuato.

Lucero destaco que el gobierno de la entidad y los funcionarios de justicia están muy lejos de sensibilizarse ante el problema: “Estamos en una ciudad con un sistema judicial de hace más mil años que todavía no toma en perspectiva el género, la violencia a las mujeres todavía causa controversia y no hay sensibilización en este tema”.

Apenas hace unas semanas, Benjamín Castillo Plascencia, Obispo de la ciudad de Celaya, Guanajuato, dijo en una rueda de prensa que los asesinatos de mujeres que se han registrado en la entidad “son circunstanciales” y no se pueden catalogar como feminicidios.

Castillo Plascencia aseveró que en ocasiones los homicidios de mujeres se tratan de venganzas, pues están cada vez más inmiscuidas en actividades ilícitas: “No creo que sea cosa de género. Son homicidios que se deben de investigar las causas y no se debe de hacer más escándalo en este sentido, es duro decirlo pero son crímenes normales, circunstanciales”, dijo.

En un texto en el que Lucero denunció su caso escribió lo siguiente: “Decimos que sí y somos unas cualquiera, decimos que no y nos intentan matar. Esta es la historia de un ‘no’ que casi me lleva a la muerte.”

Antes de estos hechos, Lucero acaba de terminar la preparatoria, vivía sola en Guanajuato y estaba estudiando para entrar a la universidad y estudiar Leyes. Hoy, afirmó, seguirá impugnando la decisión de la juez del Ministerio Público hasta que se haga justicia.

Su lucha va más allá de una orden de restricción de 20 metros. Su caso fue el comienzo de una batalla para hacerle frente a una sociedad patriarcal y retrógrada, cuyo sistema judicial la joven calificó como “un circo” que mostró las deficiencias que padecen las víctimas de delitos como el que ella padeció.

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