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Adela Navarro Bello

09/11/2016 - 12:01 am

Democracia y libertad

Sin libertad no puede haber democracia. Los ciudadanos tienen el derecho al libre tránsito, de elegir en libertad su profesión u oficio, libertad de elegir la forma en que se conducen dentro de la sociedad, la libertad de religión, libertad de trabajo, libertad de asociación, libertad de movimiento, y la libertad de expresión. Una sociedad […]

En Baja California, en ZETA, a lo largo de 36 años de fundación, hemos sido presas de atentados, crímenes y presiones. De un cártel, el Arellano Félix, y de gobiernos de distintos partidos. Foto: Zeta
En Baja California, en ZETA, a lo largo de 36 años de fundación, hemos sido presas de atentados, crímenes y presiones. De un cártel, el Arellano Félix, y de gobiernos de distintos partidos. Foto: Zeta

Sin libertad no puede haber democracia.

Los ciudadanos tienen el derecho al libre tránsito, de elegir en libertad su profesión u oficio, libertad de elegir la forma en que se conducen dentro de la sociedad, la libertad de religión, libertad de trabajo, libertad de asociación, libertad de movimiento, y la libertad de expresión.

Una sociedad informada es una sociedad madura, libre de pensamiento y de elección, que caminará hacia la democracia no solo en momentos de elecciones constitucionales, sino en la toma de decisiones personales, familiares, comunitarias, sociales, de nación.

La democracia va más allá del desarrollo de procesos electorales. Vivir en democracia es vivir en un Estado de Derecho, es tener igualdad de oportunidades, acceso a la educación, una vida digna, trabajo, participación social, una vida política plural y una administración pública eficiente, supervisada por poderes independientes, autónomos como el Legislativo; además de la real, rápida e imparcial administración de la justicia en el Poder Judicial.

Cuando desde el crimen organizado, el narcotráfico o gobiernos federales, estatales e incluso municipales, se intenta someter a la prensa libre, no es este solo un atentado a la libertad de expresión, es un atentado a la democracia.

La democracia que en México tanto esfuerzo, enfrentamientos, sangre, conflictos, nos ha tocado mantener.

En México los periodistas, ahora más que nunca, son atacados. Un Tribunal determinó que Carmen Aristegui “excedió su derecho a la libertad de expresión y de información”, en la redacción del prólogo del libro La Casa Blanca, que desarrolla la historia de poder, tráfico de influencias y corrupción que envolvió la adquisición de una millonaria residencia por parte de la primera dama, la esposa del Presidente Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera, y que además de trasfondo político, fue causa –el reportaje- del despido de la periodista de la radiodifusora de MVS. En Veracruz, durante los 5 años y meses que duró el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa, 17 periodistas fueron asesinados y sus crímenes permanecen en la impunidad.

Los periodistas de la frontera norte, del centro pacífico, han visto trastocadas sus vidas por amenazas, extorsiones, atentados de los cárteles de la droga y el crimen organizado, en la mayoría de los casos en confabulación con autoridades policíacas de cualquiera de los tres órdenes de gobierno.

A las afrentas del narcotráfico a los periodistas suman las presiones políticas. “El castigo” con la no adquisición de publicidad gubernamental, que suele favorecer a los medios afines al gobierno o controlados por el mismo. El hostigamiento fiscal con auditorías y notificaciones de manera sistemática, la negativa de información pública, y recientemente el descrédito. El atentado a la moral de los periodistas para acabar con la credibilidad de un medio.

En Baja California, en ZETA, a lo largo de 36 años de fundación, hemos sido presas de atentados, crímenes y presiones. De un cártel, el Arellano Félix, y de gobiernos de distintos partidos. En las últimas semanas, las presiones, según anotan compañeros periodistas, provienen de personal que labora en el Gobierno que encabeza Francisco Arturo Vega de Lamadrid, emanado del Partido Acción Nacional.

Han intentado comprar plumas para la difamación y la calumnia. La fórmula les ha fallado. La solidaridad en el entorno periodístico ha imperado por encima de la presión gubernamental. Así se ha señalado y así lo hemos expuesto. Ante las campañas negras hacia los periodistas, respondemos con periodismo de investigación.

El respaldo ha sido tan vasto como impresionante. Organizaciones internacionales como el Comité para la Protección a los Periodistas, Artículo 19, The Knigth Center para el periodismo en las Américas de la Universidad de Texas; también la preocupación de instituciones locales y nacionales como la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Baja California.

Las voces que han defendido la libertad de expresión y se han solidarizado con ZETA y su directora, han sido tan ricas como diversas. Periodistas de los estados y la Ciudad de México han ofrecido su apoyo y otorgado su solidaridad.

En tiempos de caos el silencio no es una opción. No para el periodismo mexicano que se une en momentos difíciles y se solidariza con los suyos.

Pero nada de esto sería posible sin el apoyo irrestricto de la sociedad lectora, enterada, no maniobrada por políticas y estrategias de comunicación encaminadas a la censura, la presión y la manipulación de las ideas y la información. Si Carmen Aristegui a pesar de no contar con su espacio radiofónico continua siendo una de las periodistas más importantes e influyentes en el País es por sus seguidores que están ávidos de información. Si revistas como Proceso pueden llegar a la celebración de su 40 aniversario es sin duda por el apoyo que ha recibido de los mexicanos que semana a semana la adquieren para estar informados de lo que en realidad sucede en el País. Si portales como Sin embargo han resistido a tantos ataques cibernéticos y siguen siendo una opción para estar informados, es debido a los lectores cibernautas.

La sociedad en democracia, es la que manda. Los medios que subsisten de manera independiente, con investigación, permanecen por ese apoyo, símbolo de que la sociedad unidad, informada, puede más que la manipulación y el ataque de un gobierno o de un cártel.

Estamos en otra era. Los medios tradicionales han sido complementados por los medios digitales, cibernéticos. Los atentados a la moral, a la credibilidad de los periodistas, ahora provienen de un terrorismo cibernético que le apuesta al acoso para intentar acabar con el periodismo de investigación. Correos infames, misóginos, destinados al ataque de la moral sexual de una mujer periodista, son enviados masivamente. Ataques sistemáticos a portales noticiosos y páginas electrónicas para borrar de la red internacional de la información aquello que los exhibe en la corrupción y la transa.

Quienes desde medios independientes ponderamos y estamos comprometidos con el periodismo de investigación, lo seguiremos haciendo allende las presiones, las amenazas, los ataques, las calumnias y las difamaciones, mientras como medios, contemos con lo más importante en una régimen democrático como el que nos preciamos de tener en México: la confianza y la participación de la sociedad activa.

Ni gobiernos corruptos u omisos, no gobernantes todopoderosos podrán atentar contra el periodismo de investigación, mientras los medios estén comprometidos con su sociedad. Los gobiernos y sus excesos duran tres, seis años, mientras la sociedad informada, madura, participativa, crece y se manifiesta. Actúa ante la represión y el exceso. El primer caso de persecución y señalamiento social que termina en una orden de aprehensión es del de Javier Duarte de Ochoa, gobernador con licencia prófugo, del Estado de Veracruz. Pero ojo, es el primero. Siguen más. En todos los niveles. Por la democracia y las libertades de los mexicanos, pugnamos por una prensa libre.

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