Una guerra fría librada en territorio femenino; estudio asegura que la mujer evolucionó para ser mala con otras

09/12/2013 - 1:30 am
Foto: EFE
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Ciudad de México, 9 de diciembre(SinEmbargo).- ¿Qué tan agresivas son las mujeres? La existencia de la competencia femenina puede parecer una obviedad para muchos, pero su análisis ha sido difícil, ya que tiende a ser más sutil, indirecta y mucho menos violenta que la variedad masculina. Ahora, los investigadores han analizado más de cerca este comportamiento y afirman que esta “competencia intrasexual” es el factor más importante que explica las presiones que las mujeres jóvenes sienten para cumplir ciertas normas de conducta sexual y apariencia física.

Hace tres décadas, la literatura de investigación existente sobre el tema llevaba a la conclusión de que el componente competitivo en la naturaleza de las mujeres era meramente anecdótico, intuitivamente percibido, pero no confirmado por la ciencia. No obstante, desde entonces la ciencia ha recorrido un largo camino, y el aumento de nuevas evidencias sobre el tema principalmente se debe a mejores técnicas de investigación, así como a la presencia de más mujeres en los ámbitos científicos que una vez fueron dominados por los hombres, publicó .

Así, la doctora Tracy Vaillancourt, psicóloga en la Universidad de Ottawa, y su compañera Aanchal Sharma, investigaron este comportamiento que ha intrigado a muchos y llegaron a la conclusión de que, efectivamente, las mujeres son competitivas y agresivas entre ellas mismas, publica The New York Time.

De acuerdo con Vaillancourt, cuando una mujer se siente amenazada por otra, no duda en adoptar una actitud de hostilidad. Por otra parte, las mujeres atractivas desde un punto de vista evolutivo son las principales amenazas o rivales, por dejar a las demás mujeres en desventaja a la hora de buscar un hombre para reproducise. De esta manera, nace el papel de la mujer “mala y cruel”, según la doctora, un escenario en el que mientras más atractiva sea una mujer joven, tiene más posibilidades de ser agredida por otras que la perciban como rival.

Foto: Tracy Vaillancourt
Foto: Tracy Vaillancourt

Las viejas dudas sobre la competitividad femenina derivan en parte de un análisis de la evolución sobre las probabilidades de reproducción en las sociedades polígamas antiguas, en las que algunos hombres quedaban condenados a la soledad debido a que los machos dominantes tenían varias esposas. Así, la creencia durante mucho tiempo ha sido que forzosamente los hombres tenían que competir para tener la oportunidad de reproducirse, mientras que prácticamente todas las mujeres tenían este aspecto asegurado.

No obstante, incluso en esas sociedades, las mujeres no eran trofeos pasivos para los hombres victoriosos. De esta manera se tiene que entre ellas tenían sus propios incentivos para competir entre sí por las parejas más deseables y con más recursos para sus hijos.

Esta situación no ha sufrido muchas modificaciones y, aunque ahora la mayoría de la gente vive en las sociedades monógamas, la mayoría de las mujeres se enfrentan a las mismas probabilidades que los hombres. De hecho, se enfrentan a adversarios más difíciles en algunos lugares, como en algunas escuelas o trabajos en donde la población de mujeres es mayor que la de hombres.

Para ver cómo las estudiantes reaccionan ante un rival, las investigadoras llevaron a varias de ellas en pares a un laboratorio de la Universidad McMaster para lo que aparentemente era una discusión acerca de las amistades femeninas. Sin embargo, el experimento real comenzó cuando otra joven entraba en la habitación preguntando dónde encontrar a uno de los investigadores.

Foto: EFE
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La chica en cuestión era elegida por Vaillancourt y Sharma, porque “encarnaba cualidades consideradas atractivas desde una perspectiva evolutiva”, es decir una “baja relación entre la cintura y la cadera, la piel clara, los pechos grandes”, que a veces vestía una camiseta y pantalones vaqueros, y en otras una blusa escotada y una falda corta.

Las reacciones de las estudiantes se grabaron en secreto durante y después del encuentro y se encontró que el primer atuendo atraía poca atención de ellas y no hacían comentarios negativos sobre la tercera chica. Sin embargo, cuando ésta hacia acto de presencia vistiendo el segundo conjunto de ropa, prácticamente todos las estudiantes reaccionaron con hostilidad.

Los resultados del experimento mostraron que esta forma de agresión indirecta es usada más por adolescentes y mujeres jóvenes que aquellas de mayor edad que sienten menos necesidad de agredir a sus rivales una vez que se casan.

“Las mujeres también castigamos mediante agresiones indirectas a las mujeres más ‘sexualmente disponibles'”, agrega Vaillancourt. No obstante, “la investigación también muestra que la supresión de la sexualidad femenina es llevada a cabo por las mujeres y no necesariamente por los hombres”, concluye.

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