Ciudad de México, 10 de julio (SinEmbargo).- En tiempos de incertidumbre, la Selección Mexicana de futbol llegó a Seattle para disputar el segundo partido de esta Copa Oro 2013, con el lastre provocado por la derrota frente a Panamá. El equipo de José Manuel de la Torre atraviesa más crisis que la prensa ha desmenuzado desde una crítica que en muchos casos ha traspasado los límites de la objetividad. Sin margen de error, el Tri busca más allá del resultado positivo. La forma de juego es de un equipo que heredó las presiones de la eliminatoria y la Confederaciones. Presionados, no saben que hacer con la pelota.
Tras el debut adverso, “Chepo” dejó claro que no le queda grande el puesto de entrenador nacional. Fiel al discurso de siempre, se escudó en el objetivo principal de ir al mundial. Hombre pragmático de gestos duros, es el qué y no el cómo lo primordial en sus formas. Durante 2012, los resultados acompañaron a la selección. Es la rutina lo que ha terminado de condenar la versatilidad del año pasado. Incapaz de cambiar el molde, jugadores sucumben ante un estilo estudiado en tiempos donde cualquier entrenador analiza a todo rival. México no tiene la respuesta para salir del terreno fangoso en el que está metido.
En el horizonte de mañana, la selección canadiense es el rival en turno. A pesar del fatídico accionar mexicano, Canadá superó en lamentos al Tri tras perder en su debut contra la sorprendente Martinica, una selección que ni siquiera está afiliada a la FIFA. En medio del panorama nublado, el rival despierta ilusión por los enfrentamientos recientes. México tiene una historia particular frente al seleccionado de la hoja de maple. Hay capítulos determinantes en el reciente historial de la selección nacional. En teoría, los dirigidos por José Manuel de la Torre, deberían ganar con suma facilidad. Sin embargo, las circunstancias actuales pesan demasiado en el entorno como para anticipar un día de paseo.
La clasificación al mundial de Estados Unidos 94 tuvo serios altibajos en los resultados. Como tributo a la impuntualidad mexicana, la selección dejó su pase a la Copa del Mundo hasta el partido final. En suelo canadiense, México necesitaba ganarle a los locales. El partido que marcó a toda una generación, se sufrió de principio a fin. Con el partido empatado, en los últimos minutos, Claudio Suárez puso una pelota larga en busca del milagro. Luis Flores ganó la redonda, desbordó, metió el centro que alcanzó a toca Hugo Sánchez y un lesionado Francisco “Abuelo” Cruz empujó el esférico para llevar al Tri al mundial tras ocho años de ausencia.
El 3 de junio de 2008, el sueco trotamundos Sven-Göran Eriksson fue anunciado como nuevo entrenador de la selección nacional. El europeo organizó una revolución durante el corto periodo que estuvo al mando. Acostumbrado a la aldea global, priorizó el pasaporte antes de la tradición. Jugadores naturalizados entraban en consideración con parte de la prensa y el medio futbolístico, criticando dicha postura. El 15 de octubre del mismo año, México necesitaba puntuar para no quedar fuera en la primera etapa de clasificación para Sudáfrica 2010. Sin mucha idea colectiva en la cancha, Giovani dos Santos metió un centro que el recién convocado Vicente Matías Vuoso, de acento argentino, logró conectar para empatar el partido que parecía perdido.
México tiene esa historia que aunque no juega, pesa cuando se repasa el historial. Han sido tres enfrentamientos entre canadienses y mexicanos en esta Copa Oro desde 1991, dos victorias para la escuadra nacional incluyendo un 8-0 en aquella generación del 93 que fue subcampeón de América en Guayaquil. Este jueves, después de recorrer Estados Unidos de costa a costa, Chepo de la Torre tendrá otra presentación con esta selección mexicana “b”. Con la necesidad de sumar, siguiendo el discurso del entrenador, no se espera una mejora considerable en el accionar. Goles son amores, dicen los viejos cánones, la escuadra mexicana, está necesita de un poco de cariño.
