México

Activista de Veracruz supera el tiro a quemarropa; al sicario se le atoró el arma, y pudo verlo

10/07/2016 - 8:05 pm

Jairo Guarneros, el líder social que sufrió un atentado, en Veracruz, alcanzó a ver a su agresor: “Piel morena, complexión robusta, vestía pantalón de mezclilla marca Levis y cachucha;  un chamaco apenas”. Taxistas montaron un campamento frente al hospital donde convalece, mientras que los cercanos al activista señalan directamente a los posibles culpables: la policía municipal.

Por Miguel Ángel León Carmona

Orizaba/Ciudad de México, 10 de julio (BlogExpediente/SinEmbargo).– Entre los planes del malandro que disparó contra el activista Jairo Guarneros Sosa no estaba que el seguro de la pistola se atascara. Su misión tampoco era internarlo en terapia intensiva. Menos que la víctima grabara cada rasgo de su identidad.

Los doctores del hospital Covadonga, en Orizaba, Veracruz, aseguraron a los “compas” del líder taxista, quienes montaron un campamento frente al edificio, que su estado de salud es estable. Suficiente para haber descrito a su agresor en el expediente 1334/2016, de la Unidad Integral de Procuración de Justicia del XV Distrito Judicial.

“Piel morena, complexión robusta, vestía pantalón de mezclilla marca Levis y cachucha;  un chamaco apenas” son las características que el activista comparte para Blog Expediente a través de su hermano, Javier Guarneros Sosa, quien atiende afuera de la habitación, mientras cumple su labor de vigía.

Así resguardan al egresado de la Universidad Veracruzana: en la sala de espera, cuatro ruleteros de la organización Grito atienden a las personas que se anuncian como colegas de Jairo. Estos solicitan el motivo de la visita por escrito y le llevan hasta su cama los reportes.

En la parte de afuera, una decena de activistas queman cigarrillos sobre las aceras, algunos atienden a los medios, otros se turnan en las esquinas de la calle para anotar cualquier anomalía.

Un convoy de soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) son los encargados de resguardar el perímetro en el centro de la ciudad. “La Fiscalía General del Estado nos ofreció a policías de la Fuerza Civil, el ayuntamiento a municipales, pero unos tienen la fama de estar coludidos con el crimen organizado; los otros, no descartamos sean responsables del atentado a mi hermano”.

Javier Guarneros Sosa ha sido designado por Jairo para relatar los hechos a detalle del pasado 07 de julio. Indispensable, asegura el convaleciente, para enterar a la gente que una vez que reciba el alta médica será un blanco fácil con los actores materiales e intelectuales en libertad.

Jairo es un hombre sin propiedades, sin esposa ni hijos. Nacido para servir, opinan sus amigos.

“Una bala no mata sueños”, dice una pancarta afuera del hospital.

UN SUJETO MÁS EXPERIMENTADO…

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Ya recuperado, el sociólogo orizabeño, declara, sin dudar: “Si me lo ponen en frente, fácilmente lo reconozco”. Foto: FaceBook

Eran las 19 horas. La vida del comercio en el centro de Orizaba transcurría con normalidad; luces encendidas afuera de las cantinas, sexo servidoras saludando, con respeto, a quien ha luchado desde hace 30 años por su integridad. Así llegó a casa Jairo Guarneros, sin notar que alguien ya le seguía, sigiloso, desenfundando su armamento.

En la entrada, Jairo coincidió con la persona que le arrienda. Comenzaron a platicar, hasta que el sonido de una detonación silenció la conversación y a la cuadra entera. Luego cayó al suelo el activista. Una bala le atravesó a la altura del hombro derecho, alojándose el proyectil en el lado izquierdo de su cuello.

Una ejecución fallida, consideran expertos, primero, argumentan, por tener tan cerca a su blanco y haber accionado el arma de manera lateral. Además, añade Jairo, en ningún momento pudo destrabar el seguro por segunda ocasión, para completar su tarea.

El arrendatario aprovechó el descuido del agresor para arrastrar el cuerpo ensangrentado hasta la entrada de su casa. El sujeto armado todavía trató de impedir que la puerta se cerrara y metió el pie. Sin embargo, al ver que tampoco tendría éxito abortó la misión y se echó a correr.

El vecino procedió a llamar a la Cruz Roja para contener el sangrado de Jairo, sin embargo, ante la demora, la gente detuvo a una patrulla municipal y donde finalmente fue trasladado al hospital. “En ningún momento quedó inconsciente, por el contrario, nos decía que estuviéramos tranquilo, que la había librado” abunda Javier Guarneros.

Ya recuperado, el sociólogo orizabeño, declara, sin dudar: “Si me lo ponen en frente, fácilmente lo reconozco. Es una lástima que jóvenes se estén prestando a estas situaciones”.

Así el atraco del pasado 07 de julio. Al momento, el líder del colectivo Cihuatlahtolli (palabra de mujer), ya tiene ánimos de bromear. No puede quejarse de la política, así que lo hace de la comida y sus pocos saborizantes.

El también fumador empedernido pregunta si puede calmar su fijación por los cigarrillos Marlboro rojos. Don Javier  le contesta con tono sarcástico.  “Ya te dijimos que no, hermano. A menos que quieras sacar el humo por los hoyos que te hicieron las balas”.

“Jairo es un guerrero, ya nos pide que contactemos a fulano o mengano para que sus proyectos no se pausen. Entendemos su entusiasmo, pero las cosas ya no serán iguales. Él sabrá si sale o no de la ciudad. Mientras tanto, exigimos se vele por su seguridad. Los agresores siguen libres y de pasarle algo, hacemos responsable a Juan Manuel Díez Francos y su policía municipal” finaliza el Javier Guarneros.

“UN HOMBRE NOCIVO PARA ORIZABA”

Esa frase que hizo pública Juan Manuel Díez Francos contra Guarneros Sosa tras una protesta, en e; monumento a Porfirio Díaz Mori en el parque Bicentenario, Orizaba, Veracruz.

Gritos de “dictador”, “asesino”, “sepan la verdad de la historia”, “asesino que gritaba mátelos en caliente”. Consignas durante el protocolo de inauguración, el 14 de septiembre de 2015, que irritaron al Edil orizabeño.

Otra de las protestas que encabezó Jairo Guarneros fue en mayo de 2011. Comerciantes del mercado Emiliano Zapata estaban en contra de que les fueran despojados metros sobre la vía pública, tras décadas de permiso. El de la orden, entonces Alcalde, Hugo Chaín Maluly, hombre de confianza de Juan Manuel Díez.

Los comerciantes informales solicitaron el apoyo de Jairo Guarneros y el colectivo Cihuatlahtolli, pues policías municipales durante la madrugada comenzaron el desalojo. De aquella ocasión, además de gente herida, hubo al menos 20 heridos, entre ellos, Jairo y otros tres activistas.

“Pasamos 48 horas en La Tomita, separos en la ciudad de Orizaba. A él lo dejaron salir primero, Sin embargo, dijo que no se iba sin que todos saliéramos libres. Nadie pagó fianza aquella ocasión. Es un hombre que soluciona conflictos y no los crea”.

A Jairo Guarneros, representante del Grupo Regional Independiente de Taxistas de Orizaba (GRITO), también se le vio marchando en las calles, en agosto de 2015. El movimiento estuvo en contra del Nuevo Reglamento de Tránsito en Veracruz.

El líder orizabeño destacó anomalías en dicha normativa, asegurando que se promoverían las mordidas o extorsiones. “No estamos reacios, pero son multas exorbitantes. Un taxista de la región no gana ni 200 pesos al día”. Hasta el momento, el reglamento no se ha puesto en marcha en el municipio.

El último movimiento que asesoró fue el de los indígenas nahuas del municipio de Ixhuatlancillo. “Al igual que a los comerciantes del mercado Emiliano Zapata, se trata de trabajadores informales. Son causas nobles las que él apoya”.

La molestia de 180 familias ixhuatlecas, al querer ser desalojados de la ciudad, por orden de Díez Francos, desembocó en una huelga de hambre de 38 días. Gracias a la presión, los indígenas lograron además de un mercado de artesanías, 120 espacios en la vía pública para promocionar dicho inmueble.

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