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Adrián López Ortiz

11/02/2018 - 12:00 am

AMLO amplificado

Sobre eso se ha escrito ya demasiado, pero básicamente hay dos bandos. Primero, el de los críticos de AMLO que salieron a crucificarlo por su intolerancia, su autoritarismo y lo encumbraron como la principal amenaza a la libertad de expresión en México.

“Entonces, ¿es AMLO un intolerante al responder con una descalificación a una crítica de Silva-Herzog? Pues la respuesta, como en todo tema complejo es, sí y no”. Foto: Saúl López, Cuartoscuro

La nota de la semana la dio, para variar, López Obrador. El asunto: su respuesta en un tuit a un artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez. En el artículo “AMLO 3.0”, Jesús critica a AMLO su nueva faceta política: la de cachar a corruptos en su proyecto de MORENA para ganar –ahora sí– la Presidencia. La respuesta de López Obrador fue una descalificación inmediata: llamó al articulista “conservador con apariencia de liberal” y lo metió a su saco favorito de “la mafia del poder”.

Sobre eso se ha escrito ya demasiado, pero básicamente hay dos bandos. Primero, el de los críticos de AMLO que salieron a crucificarlo por su intolerancia, su autoritarismo y lo encumbraron como la principal amenaza a la libertad de expresión en México.

Y segundo, el de los defensores de AMLO, que abogaron desde todas las perspectivas para hacer ver menos mal a su candidato: su derecho legítimo a responder, la afirmación del conservadurismo de Silva-Herzog y la descalificación también de otros articulistas más como Denise Dresser, Enrique Krauze o Raymundo Rivapalacio.

Difícil decir algo nuevo sobre el asunto. Pero quiero aportar para señalar un fenómeno ya común en el mundo de las redes sociales y la conversación pública digital, pero que a veces resulta imperceptible: la amplificación.

¿Qué es la amplificación y cómo funciona? Sobre ella nos alerta el ex director de la BBC, Mark Thompson, y tiene razón, las masas (y los bots insertados en ella), utilizan las redes sociales para hacer crecer y posicionar mensajes convenientes a sus causas o posiciones ideológicas.

En el caso en cuestión, los defensores de AMLO usaron las redes para reafirmar que los intelectuales críticos de su candidato sí son conservadores disfrazados de liberales y, por lo tanto, miembros corruptos de la mafia del poder. Y los detractores de AMLO para pintarlo (otra vez, como en elecciones anteriores) como un “peligro para México” dada su intolerancia y autoritarismo.

Es decir, la amplificación en redes se usa para sacar un hecho/mensaje de su contexto, aislarlo y llevarlo a una posición maximizada dónde es útil para fijar otro mensaje más contundente y absoluto.

¿Cuál de las dos versiones ganó? Todavía no lo sabemos, el impacto real de las redes es difícil de medir, pero vale la pena señalar el fenómeno porque lo vamos a seguir viendo muchísimo en este contexto electoral.

Y es que sí, a las redes les gusta exagerar y hay ejércitos de bots e influencers listos para usar esa disposición y lucrar con ella política y económicamente.

Entonces, ¿es AMLO un intolerante al responder con una descalificación a una crítica de Silva-Herzog? Pues la respuesta, como en todo tema complejo es, sí y no.

Sí porque responde mal: en lugar de debatir, ofrecer argumentos y establecer una discusión con un crítico brillante, López Obrador desaprovecha la oportunidad y opta por la salida fácil y lo descalifica. “AMLO haciendo un AMLO” escribió con gran ingenio Salvador Camarena. Articulista conservador disfrazado de liberal, dijo el candidato conservador disfrazado de liberal.

Y no, porque que responda mal no quita que tiene derecho a responder. La libertad de expresión en una democracia es el derecho de decir incluso cosas odiosas. Con más de 100 periodistas asesinados, una impunidad del 99 por ciento y el status de ser un “país no libre” para la libertad de expresión, México tiene mayores problemas en esa materia que un candidato de mecha corta en la arena electoral.

Por eso querido lector, prepárese para unas campañas llenas de guerra sucia en redes sociales, noticias falsas, rumores, fotos y videos editados, pero sobre todo un montón de amplificación de ciertos hechos y dichos que puedan representar un arma para atacar a uno u otro candidato.

Por supuesto usted decide ser parte o no de esa estrategia. Si está de acuerdo con lo que circula tiene derecho a compartir. Pero si quiere ser más prudente, no comparta lo que sea a través de sus redes, verifique en medios serios y profesionales hasta donde quiera y pueda, pero inténtelo.

No sea un “tonto útil”, le llegará de todo desde sus contactos más cercanos y de mayor confianza: amigos, familiares y hasta compadres, pero eso NO significa veracidad ni contexto.

Infórmese bien primero, comparta después.

Adrián López Ortiz
Es ingeniero y maestro en estudios humanísticos con concentración en ética aplicada. Es autor de “Un país sin Paz” y “Ensayo de una provocación “, así como coautor de “La cultura en Sinaloa: narrativas de lo social y la violencia”. Imparte clase de ética y ciudadanía en el Tec de Monterrey, y desde 2012 es Director General de Periódicos Noroeste en Sinaloa.

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