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Jesús Robles Maloof

11/03/2014 - 12:00 am

Anular el contrato sexual

El jueves 6 de marzo Yakiri Rubio dio un paso hacia plena libertad al salir de su injusta reclusión. Las bases del actual sistema jurídico se construyeron durante por lo menos dos mil años, sobre el principio de la propiedad de pocos y la dominación de unos cuantos varones sobre el resto de las personas. […]

El jueves 6 de marzo Yakiri Rubio dio un paso hacia plena libertad al salir de su injusta reclusión. Las bases del actual sistema jurídico se construyeron durante por lo menos dos mil años, sobre el principio de la propiedad de pocos y la dominación de unos cuantos varones sobre el resto de las personas. Apenas unos 200 años de vigencia del discurso de derechos humanos han logrado desmontar algunos de los paradigmas más visibles de ese patriarcado.

40 años de movimientos de mujeres y del discurso liberador de los feminismos pudieron generar debates mundiales sobre el cuerpo, la sexualidad,  el trabajo y la violencia de género. Cambios importantes en los ámbitos institucionales y legales se lograron en México como resultado de la lucha de cientos de mujeres y organizaciones.

Como abogado estudié aún en códigos civiles que prohibían que las mujeres contrataran un servicio o vendieran un bien sin la autorización de los cónyuges. Leí en algunos libros de derecho familiar que si un esposo violaba a su esposa, no cometía violación sino el abuso de un pretendido derecho al débito conyugal. Es decir, el deber de la mujer de satisfacer carnalmente a su marido sin importar su propia voluntad.

Pero también fui testigo de la incorporación del delito de violencia familiar a los códigos penales y la creación de cientos de institutos nacionales, estatales y municipales enfocados en las mujeres. En el Distrito Federal participé en los movimientos para establecer el derecho de toda persona a plenas prerrogativas civiles, incluyendo por ejemplo que sea reconocido el estatus jurídico de las familias conformadas por lesbianas. Recientemente vi cómo se legisló sobre feminicidios, trata y acoso, así como decenas de áreas internas, protocolos y consejos de política pública de igualdad y justicia hacia las mujeres.

Pero todo este entramado jurídico se puso a prueba el pasado 9 de diciembre de 2013 y durante 3 meses falló estrepitosamente cuando Yakiri acudió por su propia voluntad a la agencia central de investigaciones de la PGJDF. El sueño del Estado democrático de derecho como gobierno, el de las leyes por encima de los intereses de los gobernantes, tiene como presupuesto la autonomía del ministerio público y la división de poderes. En tanto solo un año la gestión de Miguel Mancera y su colusión con Edgar Elías Azar han desmontado los principales logros. Cuentan en esa tarea con Rodolfo Ríos un procurador pronunciadamente sumiso y autoritario.

En cada uno de los casos que han llegado a los medios de comunicación por mostrar claramente abusos, la gestión de Mancera en lugar de corregir se ha endurecido buscando la puerta trasera para intentar una solución fuera del escutrinio público y con el menor costo político. Cuando pudo liberar a las personas injustamente detenidas el #1DMx, optó por la estrategia de dejar pasar el tiempo, castigó a Rita Neri solo para mantener a una mujer tras las rejas durante semanas. Cuando llegó la recomendación de la CDHDF al más puro estilo colonial acudió al “obedézcase pero no se cumpla”.

Sobre el caso Heaven, negó la tragedia y solo semanas después se vio obligado por la opinión pública a aceptar los hechos y sus fallas. El 10 de junio, el 2 de septiembre, el 2 de octubre y el 1 de diciembre de 2013 y el 5 de enero de 2014 se repitió el guión. Si el caso se hace público es preferible no reconocer y apostar al olvido. Mujeres como Ana Berenice de la Cruz y la periodista Gabriela Rivera han esperado por meses que este gobierno no solo reconozca la violencia y prepotencia con las que funcionarios actúan, sino que al menos alguna diligencia de investigación aparezca en sus expedientes.

Contra la sugerencia de cualquier manual de activismo de hacer público un caso de abuso, las campañas por las personas presas injustamente solo han provocado que el actual gobierno capitalino se endurezca y se coluda con jueces a modo para alargar los procesos y castigar a la disidencia.

Eso fue muy claro en el caso de Yakiri. Mientras instancia revisora de Santiago Ávila juez 68 de lo penal había encontrado una salida a su misoginia, reclasificando el auto de formal prisión de homicidio a legítima defensa en exceso, la burocracia del TSJDF tardó todavía dos días más en radicar el expediente en un juzgado de paz penal como corresponde y este en fijar la caución, a todas luces excesiva.

Esto es así porque no se trata de impartir justicia o de corregir errores. Se busca en resumen castigar y amedrentar a una joven que tuvo éxito al defender su vida ante una violación e intento de homicidio, y esto es sin duda amenazante para los barones (con b) que ahora ocupan los poderes en la ciudad.

Guardianes del orden misógino y representantes de una buena parte de la sociedad que se niega a cambiar, solo pueden ver peligro que ataca al estatus dominante. Si una mujer tiene el derecho a la legítima defensa de su vida e integridad ¿que pensarán las demás? ¿que tienen derechos? Ellos piensan que eso es demasiado, sin duda les significa un exceso.

Poco o nada de las teorías de las grandes feministas conocí en la universidad. Una de mis aficiones más provechosas era vagar por horas en los anaqueles de la vieja librería Gandhi. Un día un libro provocador me llamó, quizá como todos los buenos escritos nos interpelan directamente. Tomé “El Contrato Sexual” de Carole Pateman y entendí claramente la historia paralela no contada del derecho moderno, que buscando introducir la razón y la igualdad establecía el derecho de los hombres a sojuzgar a las mujeres. Y que El contrato social de Rousseau en realidad escondía la obligación de las mujeres de garantizar a los hombres el acceso sexual.

Yakiri ya está en casa y también regresó a la calle en defensa de sus derechos. Le queda aún un largo camino para ser libre del todo. Debe enfrentar un juicio y buscar la reparación integral del daño. Quizá no lo tengamos claro pero todas las personas que aspiramos a jubilar al patriarcado estaremos siendo juzgadas. Si Yakiri no es exonerada y reparado el daño que el sistema de justicia le ha hecho, ninguna mujer en esta ciudad volverá a ser libre en el sentido más profundo y básico: el de la supervivencia.

El pasado 8 de marzo cientos de mujeres le dijeron al jefe de gobierno, #NosFallasteMancera. Yo me sumé a lo dicho por Claudia Loredo “No se confundan. Este día no se festeja, se conmemora la lucha de las mujeres por sus derechos. Derechos que en México no se respetan”.

El esfuerzo contra corriente no terminará ahí. Se acaba este espacio, contamos hace unos meses la historia de Marisela Escobedo; hace semanas la de Esperanza Reyes; en la próxima entrega les contaré la historia de Jovita, después la de Nestora Salgado, y nos faltarán quizá miles de historias más. Su completa libertad es tarea de todas y todos. Nuestro objetivo será terminar con los privilegios de una tradición de violencia, dominación y muerte, en resumen, anular el contrato sexual.

Jesús Robles Maloof
Defensor de derechos humanos, entusiasta de los efectos transformadores de las tecnologías de la información. Hace años decidí unir mi voluntad a quienes luchan contra la corrupción, la violencia y la impunidad. Desde integro 2010 el colectivo de activistas digitales Contingente Mx. Colaboré como Senior Lawyer en New Media Advocacy Project y actualmente soy responsable del área de Defensa Jurídica de la organización Enjambre Digital que defiende las libertades en internet.

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