La violencia nos dio forma; estudio afirma que el rostro de los varones evolucionó para defenderse de puñetazos

11/06/2014 - 12:00 am
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Desde la prehistoria los puños han sido el arma básica del ser humano. Foto: EFE

Ciudad de México, 11 de junio (SinEmbargo).– La evolución de la fisiología humana se asume como obvia en muchos casos. Sin embargo, existen aspectos relacionados con ella que no resultan tan claros como podría pensarse. Ahora, una polémica nueva teoría afirma que muchos rasgos de la cara humana son el resultado de evolucionadas medidas de defensa contra peleas a puñetazos.

Esta no es la primera vez que la lucha a mano cerrada ha sido implicada en el desarrollo de la fisiología humana. Ya en 2012, científicos hicieron la afirmación de que los puños cambiaron el curso de la evolución humana, con el argumento de que “es… nuestra arma anatómica más importante, que se utiliza para amenazar, golpear y matar a veces para resolver el conflicto”.

Entonces el trabajo obtuvo una gran cantidad de críticas, no sólo porque la evidencia era circunstancial, sino debido a su afirmación de que la violencia sustenta gran parte de la evolución humana, una perspectiva que ahora muchos consideran anticuada, simplista, y orientada excesivamente a los masculino al afirmar, por ejemplo, que algunas de las características faciales podrían ser el resultado de la selección sexual. Sin embargo, esta nueva teoría sobre los rostros humanos, recién publicada en Biological Reviews, amenaza con hacer lo mismo.

De acuerdo con el biólogo David Carrier y el médico Michael Morgan, de la Universidad de Utah (The U), nuestros distantes antepasados ​​humanos mostraron un notable número de características que sólo pueden ser descritos como yuxtaposición de protección. De hecho, cuando los homínidos se involucran en el combate cuerpo a cuerpo, la cara suele ser el objetivo principal. Por tal motivo, los científicos afirman que los huesos de la cara sufren las mayores tasas de fractura, pero –al mismo tiempo– también son partes del cráneo que presentan mayor incremento de robustez durante el curso de la evolución del ser humano como homínido.

Los investigadores afirman que el rostro de los hombres actuales es el producto de la evolución para soportar puñetazos. Foto: University of Utah
Los investigadores afirman que el rostro de los hombres actuales es el producto de la evolución para soportar puñetazos. Foto: University of Utah

Por su parte, Carrier y Morgan llegaron a esta conclusión después de dar un vistazo a los cráneos de los australopithecus y observar que, con el tiempo, estos homínidos desarrollaron una frente cada vez más fuerte y crestas nasales, así como pómulos y mandíbula.

“Los australopithecus se caracterizaron por un conjunto de rasgos que pueden haber mejorado su capacidad para la pelea, incluidas las proporciones de la mano que permiten la formación del puño, lo cual convierte el delicado sistema muscular y esquelético de la mano en un garrote eficaz para la lucha”, dijo Carrier.

“Y si la evolución de las proporciones de nuestra mano, de hecho, estuvo asociada con la selección por el comportamiento para la pelea, uno bien puede esperar que el blanco principal de los puñetazos, el rostro, haya evolucionado para protegerse mejor en las riñas”, agregó el también autor principal del estudio.

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No importa la técnica, la cabeza es el objetivo principal durante una pelea a puñetazos. Foto: EFE

Los investigadores también dicen que este es un fenómeno masculino que se tradujo en marcadas diferencias entre las características faciales de hombres y mujeres. De esta manera, tales refuerzos evolucionaron cuando los machos peleaban por las hembras y los recursos. Asimismo, también puede ayudar a explicar por qué los humanos modernos pueden evaluar con precisión la fuerza y ​​la capacidad de lucha de otro hombre por la forma de la cara y la calidad vocal.

Para reforzar su postura, los investigadores también utilizaron los datos de los humanos modernos, y para ello analizaron varios estudios de las salas de emergencia de los hospitales para ver cómo las peleas a puñetazos producen lesiones en la cara.

Antes de este estudio, los antropólogos creían que estas características faciales particulares eran una adaptación a una dieta dura, una que incluye los frutos secos, semillas y hierbas. Esta nueva teoría parece ser un poco más plausible, ya que la hipótesis de la dieta no explica el dimorfismo sexual, por ejemplo. Pero al igual que la hipótesis de puño antes, tendrá que presentar más pruebas para reforzar su postura.

Curiosamente, los rostros humanos actuales son menos robustos que los de los australopithecus. Los científicos especulan que esto se debe a que con el paso del tiempo ha habido una disminución de la necesidad de estas medidas defensivas que puede apreciarse en la manera en la que nuestros brazos y la parte superior del cuerpo se han vuelto cada vez más débiles.

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