Entrevista

Quiero a México: Aquí me caí de un helicóptero, aquí fui campeón del mundo, dice Jorge Valdano

11/06/2016 - 12:04 am
"En el futbol las cosas antes me descomponían, ahora sólo me dan un malestar pasajero".
“En el futbol las cosas antes me descomponían, ahora sólo me dan un malestar pasajero”: Valdano.

El intelectual del futbol, el ex campeón del mundo con la selección de Carlos Bilardo (un hombre en las antípodas de su pensamiento deportivo), viene a presentar un libro mágico: El juego infinito. El título alude a un documental realizado por el escritor argentino Juan Sasturain (Gracias por el juego), durante la Copa Intercontinental que Boca perdió frente al Bayern Munich en Tokio 2001. En la escena final, cuando ya es demasiado tarde para lágrimas, el autor reflexiona, mientras un grito ensordecedor llena el silencio: al final, el futbol es un juego infinito. Y los libros, también.

Ciudad de México, 11 de junio (SinEmbargo).- Como tiene confianza con la cronista, antes de iniciar la entrevista hace unas bromas de agresión pasiva, tan típicas de su país de origen.

Otro detalle que comprueba que Jorge Valdano es más argentino que el dulce de leche, a pesar de que hace 40 años que vive en Madrid, es que pronuncia las eses como jotas, en un homenaje sutil y privado a Las Parejas, la localidad santafesina donde nació el 4 de octubre de 1955.

Como buen libriano, diría su amigo el escritor Juan Villoro (otro libriano consuetudinario), la cordialidad es su signo y sin embargo, todo su cuerpo magro y alto dice cuando está en desacuerdo, a pesar de que de su rostro surjan siempre la sonrisa afable, el gesto conciliador.

Si en la conversación sale el nombre de Michel Platini –el ex astro francés que fue un rey en las canchas de futbol y hoy un dirigente sospechado de la corrupción en la FIFA– el ex jugador mundialista se cruza férreamente de brazos y su pecho se endurece.

Sale, con duro acento, la palabra “desilusión”, tanto como explota el vocablo “comprobación” si la cita es para el brasileño Joao Havelange (“el peor dirigente que haya tenido este deporte en la historia”) o para el suizo Joseph Blatter, obligado a renunciar en medio de serias acusaciones de negocios sucios (“sin contrapruebas que lo liberen”, dice Valdano) al frente del máximo organismo rector del balompié planetario.

Jorge Valdano está en México. Un país al que viene todos los años, a veces más de una vez, y al que quiere porque –dice- “es muy fácil querer a un país que tanto me quiere. Esa es la verdad, vengo porque me quieren”.

“Ni hablar que aquí me caí de un helicóptero –se refiere al accidente en Chapultepec en 2006, del que se salvó de milagro– y fui campeón del mundo (Mundial 86, con el mejor Diego Maradona de la historia). Las dos cosas más fuertes de mi vida me pasaron en México. ¡Cómo no voy a querer a este país!”, afirma.

El intelectual del futbol, el ex entrenador de élite (con el Newell’s Old Boys de Rosario ganó un campeonato argentino; con el Real Madrid, consiguió dos Ligas (otra más como entrenador) y dos Copas de la UEFA), el ex campeón del mundo con la selección de Carlos Bilardo (un hombre en las antípodas de su pensamiento deportivo), viene a presentar un libro mágico: El juego infinito.

El título alude a un documental realizado por el escritor argentino Juan Sasturain (Gracias por el juego), durante la Copa Intercontinental que Boca perdió frente al Bayern Munich en Tokio 2001. En la escena final, cuando ya no quedan tiempo para lágrimas, el autor reflexiona, mientras un grito ensordecedor llena el silencio: al final, el futbol es un juego infinito.

Editado por Penguin Random House, el nuevo libro de Jorge Valdano tiene la enorme virtud que ya conocen los que aman el que es considerado el deporte más bello del mundo: qué lindo es hablar de futbol y qué lindo es escuchar, leer, a Valdano, cuando de futbol trata este también amante de la novela negra, los cuentos y todo aquello que lleve el signo de la buena literatura.

Así que esta entrevista es eso: una charla sobre futbol con el ex director deportivo y ex director general del Real Madrid y un tipo formidable con el que a menudo refrendamos aquello que dijo alguna vez su amigo y ex compañero en la albiceleste Diego Maradona: “La pelota no se mancha”. Digan lo que digan, hagan lo que hagan, los espurios.

Soy otra forma de decir Menotti y esa escuela tiene vigencia, admite Valdano. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Soy otra forma de decir Menotti y esa escuela tiene vigencia, admite Valdano. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

­–Me preguntaba qué sientes cuando publicas un libro y debes poner tu lugar de nacimiento, Las Parejas

–Es un punto de partida. Además lo mezclo con las cosas más sofisticadas, como cuando tengo que referirme a Pep Guardiola y termino hablando de un clásico del pueblo y un aficionado que estaba al lado mío para definir ese partido que era indefinible, que dijo: -No les pido que como el Barcelona den 48 pases, pero al menos den dos pases. Tiene algo de unidad de medida Las Parejas.

El juego infinito construye un discurso contracultural, al menos se rebela contra el discurso establecido del futbol actual. ¿Hay allí un Valdano radical?

–No tanto. Antes había cosas del futbol que me descomponían. Ahora me hacen sentir solo un malestar pasajero. Soy un poco más amplio. Fui muy combativo en aquella guerra de los ’70 entre Menotti y Bilardo. Nunca destruyendo la idea contraria, pero sí fortaleciendo la propia. Ahora me da la sensación de que el futbol al que adhiero está muy fortalecido. El hecho de que representaran al Cholo (Simeone) como el Che Guevara me da la señal de que el tiqui taca es el stablishment y eso es una muy buena noticia. Por lo demás, el futbol, que se ha comercializado mucho, hay que entenderlo como parte del mundo en que vivimos. Quiero decir, el futbol no está fuera de la sociedad, de la cultura y por lo tanto termina aceptando las reglas de la globalización.

–De todas maneras en tu libro marcas tu oposición a conceptos muy en boga como el de la intensidad o el correr mucho. Uno ve que el futbolista corre y corre, como Forrest Gump, pero no se sabe adónde ni para qué

–Sí, se corre demasiado, Hay otra tendencia que me parece la más preocupante de todas y es que el jugador piensa cada vez menos. Ha dejado su cerebro en manos del entrenador. Lo cual es terrible, porque ha perdido la libertad de pensar en un campo de juego. Que es un privilegio que debería tener todo aquel que juega bien al futbol. Ese dato me inquieta y me molesta. No sé muy bien cómo vamos a terminar con esto.

–Ahora bien, las recientes instancias finales de la Champions nos hicieron pensar en muchas cosas contradictorias. Decíamos: Uy, Guardiola no hace falta. Y al ratito: Uy, qué clave es Guardiola…

–(risas) Sí, es así, porque cuando uno defiende las ideas entre otras cosas lo que siempre tiene ganas es de tener razón. Y luego hay otras cosas que tienen que ver con el sentimiento, que van por un camino distinto al de las ideas. Por ejemplo, Simeone. Desde el punto de vista futbolístico, no me resulta particularmente atractivo lo que hace, pero ama el futbol y ahí encuentro con él un punto en común; la argentinidad es otra coincidencia, tal como lo es el hecho de que sus equipos sean generosos, tengan sentido competitivo, que sean solidarios, es muy difícil no admirarlo. Ahora bien, dicho esto, qué bueno que exista Pep Guardiola, que nos enseña que la excelencia y la grandeza no sólo son posibles de buscar, sino también de conseguir.

–Del Atlético Madrid-Real Madrid que vivimos recientemente, la verdad es que fue un monumento al aburrimiento

–Bueno, fueron dos equipos mucho más preocupados por no perder que por ganar. Para mí la valentía de un entrenador se mide cuando va ganando, porque ser valiente cuando vas perdiendo lo es cualquiera. Si vas perdiendo y quitas un defensor para poner un delantero, eso no es un acto de valentía, sino algo elemental para salir de pobre. Aquí ocurrió exactamente lo contrario. Metió un gol el Real Madrid, que estaba además dominando el partido y en lugar de ir a decidirlo, lo que hace es empezar a cuidar lo que tiene. Al rato, el Atlético empata el partido en una fase también dominante, pero fue meter el gol y entrarle otra vez el sentido de pérdida, echarse para atrás y darle otra posibilidad al enemigo. Al final, los penales fueron el justo castigo para ambos. Sé que es muy difícil en las finales jugar libre, alegremente, pero me dio la sensación de que los dos equipos tuvieron la posibilidad de ganarlo durante los 90 minutos y que ambos renunciaron por demasiado respeto al rival.

–Escuché por ahí decir que esa final demostró que el catenaccio más clásico se queda corto frente a algunos planteamientos del Cholo. Tal vez sea algo exagerado, ¿no?

–Sí, es un poco exagerado, pero es cierto que en Italia lo han abrazado al Cholo por su afición al futbol pragmático, aunque este año ha habido varios equipos italianos que han jugado mucho más abierto, dando la sensación de que empiezan a soltarse un poco. El Cholo desde luego que se ha sentido siempre muy identificado con Italia y siempre ha sido un hijo más de esa manera de entender el futbol.

–Tu libro es un libro con nombres y apellidos, hablas de Benzema, de todo el mundo…¿Qué pensaste, que ya no tenías nada que perder?

–Sí, un poco eso y otro poco es que me parece que los héroes son un buen punto de partida para analizar hacia dónde va el futbol. Al fin y al cabo, ellos son los artistas y cada tipo que analizo me da el lugar para hablar de algo que es signo de este tiempo. Son una buena excusa, porque la idea por sí misma puede resultar aburrida.

–Es interesante la reivindicación que haces de Lionel Messi. A veces a uno le parece que nadie puede hablar mal de Leo, pero…

–En la Argentina nos la arreglamos para hablar mal de Messi. La última que me dijeron fue: -A mí no me dio nada. Ganó cuatro balones de oro, 30 títulos, pero a él personalmente no le había dado nada. Es muy difícil estar contra Messi y hacerlo refleja la complejidad de nuestro pueblo.

El futbol no está fuera de la sociedad, de la cultura y por lo tanto termina aceptando las reglas de la globalización. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El futbol no está fuera de la sociedad, de la cultura y por lo tanto termina aceptando las reglas de la globalización. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–Es verdad, somos complejos como pueblo y somos complejos en el futbol. Alguien también decía por ahí que la renuncia del futbol español a jugar bien, tenía como contrapartida el futbol argentino, que siempre juega bien. Y eso también resulta una exageración

–Sí, es así. Además, España está respetando un esquema en el que se ha sentido cómodo y que encima ha resultado ganador. Del Bosque está haciendo una renovación, cambia 10 jugadores, pero el estilo no lo cambia. Claro que no es lo mismo jugar con Xavi que sin él, pero la idea sobrevive. Está siendo más leal España ante este nuevo invento del tiqui taca que nosotros con nuestro juego histórico.

–De todas maneras cuando Argentina juega bien, juega bien. ¿O no te gustó el partido en la Copa Centenario frente a Chile?

–Hay un componente emocional que nos hace sentir más a gusto con el buen juego. La pasión es siempre exagerada, es su naturaleza. Con respecto al partido frente a Chile, me pareció muy poco fluido, con mucha dificultad para sacar la pelota desde atrás, muy impreciso y con dos o tres jugadores que marcaron la diferencia como Banega y De María

–También me gustó el “Pipita”

–Sí, “Pipita” sí, porque con su movimiento facilitó a los demás. Le faltó al equipo armonía colectiva, por decirlo de algún modo. Eso me sorprende porque sé que Martino está en la búsqueda del buen futbol, pero no acaba de encontrarle la vuelta a la selección. Al buen futbol hay que buscarlo en todos los rincones de la cancha y si ya la salida es borrosa, nos es clara, todo lo demás es problemático.

–¿Hay “messidependencia”?

–Sí. Es imposible no tener dependencia de un genio. Si Colombia tiene dependencia de James, ¿Cómo no va a tener Argentina dependencia de Messi? Es natural. El genio es el que te ayuda a ganar partidos que no mereces ganar, te quita presión, hay un círculo virtuoso alrededor del genio que es muy productivo.

–De ser un chico que tenía grandes dificultades para expresarse, veo a Messi cada vez más maduro, más firme…

–Es que este chico vive experiencias muy fuertes. Sólo basta observar cómo ha ido subiendo al palco cada vez que le dan un balón de oro, desde el primero al último. En el primero se olvidó de darle un beso a su mujer, en el siguiente le dio un beso a su mujer pero se olvidó de los otros premiados, ya en el último se acordó de todos, fue tranquilamente hacia el palco, no se mandó la parte, dio un discurso muy normal. Me parece que se relaciona muy bien con la celebridad y eso es un valor muy grande. No debe de ser nada sencillo ser Lionel Messi.

–Tú que me contaste esa anécdota cuando Diego te dejó un mensaje en el contestador, cuando no te encontraba, diciendo: ¿Quién te crees que sos, Maradona?, ¿crees que la presión de Leo es igual a la de Diego en su época?

–Digamos que Diego era una persona que tenía presión, pero que también buscaba la presión. Era muy expresivo, apasionado, con un mundo de amigos y enemigos que va potenciando la imagen del personaje. Diego vende por bendito, por maldito, vende por todo. En cambio, Messi es un tipo que resulta trascendente mientras dura el partido. Cuando el partido termina no tiene ningún interés en que su imagen se proyecte hacia ningún lugar. No es que tenga dificultades para articular un discurso: no le interesa. Mi sensación es que no le interesa. Y eso posiblemente le venga bien, para no enfermarse.

–¿Hablaste muchas veces con él?

–Unas tres o cuatro veces. En el mano a mano es muy fácil. No es un jugador particularmente preocupado por su imagen. De hecho fui el guionista de su documental (dirigido por Álex de la Iglesia) y durante la filmación, jamás hablé con él. No lo quise molestar. Me parece que él no quiere ser invadido y que no tenemos ningún derecho a invadir a quien no quiere ser invadido.

–A propósito de James, lo elogias mucho en el libro.

–Me gustó mucho en el Mundial, me pareció un talento desatado. Me gustó lo que hizo en el primer año en el Real Madrid. Es muy difícil aterrizar en el Bernabéu, siendo tan joven y con las expectativas tan altas. En esta temporada entró en una fase de confusión. La responsabilidad es un poco del club que tiene a un mediapunta en una estructura donde los mediapunta no existen, de manera que él tiene que jugar de algo que no es. Seguramente él también se confundió un poco cuando no tuvo asegurada la titularidad, pero anoche ya lo vi contra Paraguay en su mejor versión. Es un jugador que tiene una zurda exquisita, que cuando se revela da la sensación de que cada pelota que toca es para ganar el partido. Bueno, todo eso me parece interesante.

–Algo veo en él de la disciplina europea, como que le hizo muy bien salir joven de Colombia

–Sí, puede ser. Este año según cuenta la leyenda no tuvo mucha disciplina europea (la prensa del Viejo Continente lo acusó de estar gordo), pero no sé qué hay de cierto. Lo que sí es cierto es que su rendimiento bajó mucho.

–¿Qué es un centrocampista?

–Un tipo que se sacrifica cuando el equipo la pierde y que contribuye al juego cuando el equipo la recupera. Y cada vez hay menos. Si quieres ver a un mediocampista, mira a Arturo Vidal. Es un tipo sacrificado que sabe jugar al futbol, que cuando sale un centro llega a cabecearlo, que cuando pierde la pelota, retrocede y se comporta como un defensor más. Eso es un centrocampista. Un tipo que hace muchas cosas.

–¿Y qué le pasa al futbol con los centrocampistas?

–Le pasa que los ha desnaturalizado, incluso en países donde había muchos centrocampistas, como Brasil. Ya no hay un Falcao, ya no hay un Tonino Cerezo. Lo que hay es centrocampistas que son muy defensivos o centrocampistas que son muy ofensivos. O sea que juega en relación a su propia área o en relación al área de la cancha, pero no en relación al centro de la cancha y lo que creo es que se piensa mucho en perder o en ganar, pero nada en jugar.

–Esa tendencia de buscar todo el tiempo la pelota afuera y no adentro de la cancha

–Ha perdido trascendencia el centro de la cancha, salvo en España donde los mediocampistas son la línea de flotación de casi todos los equipos y por eso la liga marca tanta diferencia con el resto de los campeonatos europeos, la verdad es que cuesta encontrar centrocampistas mixtos.

–El juego infinito es un muy buen libro, vuelves a hablar de futbol…

–Me debía volver a hablar de futbol, me acompañan muchas obsesiones y hay un momento en que necesito soltarlas. Es cierto que las voy soltando en la televisión, en la radio, pero siento que a veces se pierden en el aire y necesito escribirlas. Siento que he ido ganando en simplicidad, cada vez soy más directo en la búsqueda de la idea y eso me hace sentir muy contento. Admiro la simplicidad e ir ganándole terreno me parece que es un muy buen signo. Por otro lado, tienes que emocionarte y divertirte tú para poder emocionar y divertir a los demás. Es como cuando era entrenador y tenía que dar una charla a los jugadores. Pensaba en que debía decirles cosas que salieran de adentro, que fueran verdaderas, porque de esa manera conmueves y llegas al otro. Cuando uno escribe está ante la misma pelea, el mismo desafío. Sí, es un libro que tiene unidad, que analiza el caos de la globalización a través de ideas muy concretas.

–Es un libro que hubiera disfrutado mucho Eduardo Galeano

–Sí, posiblemente sí. Es la segunda vez que me dicen eso hoy y me enorgullece mucho.

Un Valdano sonriente presenta su libro en España. Foto
Un Valdano sonriente presenta su libro en España. Foto

–¿Dónde estabas cuando te enteraste de su muerte?

–Estaba en España. Hubo dos muertes que me golpearon mucho este año y las dos me agarraron mientras paseaba por Madrid. Una fue la de Galeano y la otra la de Johan (Cruyff), ambas entraron como un rayo en mi teléfono celular. Era la caída de dos columnas en las que de vez en cuando te apoyas. Fue una gran sensación de inestabilidad.

–¿Hablabas seguido con ellos?

–Con Cruyff sí, con Eduardo menos, nos costaba coincidir.

–¿Cómo veía el futbol Johan Cruyff en los últimos días de su vida?

–Lo veía como siempre. En ese sentido, Johan era como el Flaco Menotti, jamás renunció a ni una sola de sus ideas. El tiempo lo único que hacía era aumentar su fanatismo en torno a esa manera de ver las cosas. Era un gran intuitivo. Guardiola ha tenido la virtud de ponerle método a esa intuición. Cruyff tenía además un coraje como pocas veces he visto en torno a esas cosas que intuía. La misma personalidad que tuvo como jugador la tuvo como entrenador, al punto de desafiar la cultura del futbol español, representada entonces por la furia, imponiendo un futbol de toque que al final terminó contaminando para bien a toda España.

El juego infinito es también la jactancia de un deporte que ha logrado traspasar las barreras del siglo XXI. Sin embargo, frente a los conocidos acontecimientos de FIFA, pensamos que podría llegar a desaparecer

–No tanto como desaparecer, porque el futbol es la pelota, los jugadores y los hinchas. Los directivos nunca fueron una debilidad de nadie. Lo que sí es cierto es que cuando hay un clima de sospecha de corrupción termina contaminando todos los estamentos del futbol. Hemos tenido una pésima noticia y es que la regeneración de la FIFA no llegó a través de la FIFA, sino a través del FBI. Es tremendo que aquello que no logró corregir el FBI siga estando en la FIFA, por ejemplo, sus  miembros.

–Claro que hay muchas corrientes del futbol que consideran que las acciones del FBI no hacen más que responder a las necesidades de los Estados Unidos de adueñarse del negocio. Esto parece un partido de malos contra malos

–No lo sé, pero desde luego que no tenemos contrapruebas para refutar las acusaciones del FBI y que demuestren la inocencia de los inculpados. Todos sabíamos que había directivos a los que solo les faltaba ponerse el antifaz, porque eran ladrones célebres. La sociedad y la desorganización y la falta de control les permitieron ser impunes. Me parece una pésima noticia que la policía para un futbol que se hizo grande en Europa y Sudamerica sea los Estados Unidos.

–¿Cómo viviste el caso de Michel Platini?

–Con desilusión, porque tenía sensibilidad futbolística y era el único que le ponía un poco de freno a la velocidad excesiva que está cobrando el deporte rumbo a la tecnología, a la comercialización. Me pareció que fue un golpe para el futbol.

–¿Él puede representar un espejo en el que nunca quisiste mirarte?

–Lo que pasa es que para acceder a esos cargos hace falta hacer una carrera política para la cual nunca he tenido tiempo ni vocación. Cuando llegó Platini me sentí bien representado, pero los acontecimientos hablan por sí solo. Una vez desilusionado, hay que dar vuelta la página, ¿qué vas a hacer?

­–¿Fuiste el que llenaste de ideas revolucionarias la cabeza de Diego?

–Pues no. Ni le di libros ni le di nada y Diego es muy poco influenciable. Mi mejor defensa ante esa acusación es Diego mismo.

–¿Conversaban mucho durante los descansos del Mundial 86?

–De política Diego no hablaba entonces, pero hablábamos de los horarios de los partidos y de cómo condicionaban esos horarios el espectáculo. Efectivamente, él y yo llevamos ese tema a los medios de comunicación porque nos parecía que esa era nuestra responsabilidad. Joao Havelange dijo “que jueguen y callen”, muy a su estilo dictatorial; por algo bendijo a todas las dictaduras latinoamericanas. Uno de los peores bichos que dio el futbol. También nos dijeron que hablábamos así porque sabíamos que no íbamos a ser campeones y la verdad es que una vez que nos coronamos campeones no dijimos una palabra más al respecto, porque no fuimos ventajistas. Sinceramente nos parecía que jugar en junio a las 12 del mediodía era una manera de atentar contra el juego y que esa no era precisamente una buena idea. Fue nuestra de contribuir a la dignificación del futbol.

–Cuando cayó Joseph Blatter, hubo muchos titulares que marcaron que Diego tenía razón

–Sí, porque Diego siempre fue muy combativo contra todo eso. Estuvo peleado con esta dirigencia de FIFA.

–¿El que Diego tenga razón implica volver a pensar en aquel doping trágico durante el Mundial de los Estados Unidos; si fue real o si fue una conspiración de FIFA contra Maradona?

–No lo sé. Me gusta ir sobre pistas claras, moverme en territorios difusos me da mucha pereza. No sé si Diego cometió un error o la FIFA un atropello. No lo he tenido nunca claro. Lo que sí es cierto es que sabemos de muchos casos donde la FIFA ocultó y en este caso no hizo nada por ocultar.

­–Y que se cumplen 30 años de “la mano de Dios” y del mejor gol de la historia… Tú estabas ahí, ¿qué te pasa con eso?

–Me pasa que me sorprende cómo se ha agigantado…

El nuevo libro de Jorge Valdano. Foto: Especial
El nuevo libro de Jorge Valdano. Foto: Especial

–Hasta un libro acaba de salir

–¡Un libro de 300 páginas! Lo leí con mucho gusto, claro, pero con cierta sorpresa también, porque yo no hubiera podido ni escribir tres páginas y estaba ahí. Es sorprendente cómo ese partido se ha ido abriendo paso hasta constituirse en el más trascendente de la historia del futbol. Gracias a dos grandes impactos, dos grandes goles que de alguna manera explican al futbol argentino: uno es la expresión misma del virtuosismo y el otro la expresión misma de la viveza. Como Alejandro Dolina, no refuto leyendas, pero digo con toda tranquilidad que fue nuestro peor partido con mucha diferencia en el Mundial, en la seguridad de que nadie me va a creer.

–Hubo un jugador que cuando Diego hace ese gol dijo que se dio cuenta de que era el mejor de la historia…no recuerdo quién

–Yo me di cuenta al instante. Fue pensar esto: Diego ya está con Pelé. Y me pareció una obra tan personal que el cuerpo no me pidió ir a festejarlo con él, porque sentí que le pertenecía sólo a él. De hecho agarré la pelota y se la di en lugar de darle un abrazo. Era como decirle: toma, te pertenece. Es tuya sola. En la ducha le dije que ahora ya estaba en el mismo lugar de Pelé.

–A propósito de la corrupción de FIFA se ha empezado a hablar del Mundial 78 y hubo un jugador que la semana pasada dijo que no jugaron para las torturas, los crímenes, las desapariciones, que desconocían y que a pesar de ello nadie les puede negar la legitimidad de campeón

–Estoy de acuerdo, nadie puede quitar la legitimidad de ese campeonato y el último daño que le hizo la dictadura al futbol, fue que por ser sospechosos de todos los crímenes esas sospechas terminaron proyectándolas también hacia el Mundial 78. Fue un gran equipo, jugó muy bien al futbol y fue un digno representante de nuestro deporte. No puedo decir una palabra más, excepto que ese equipo me representaba y me hizo sentir orgulloso entonces y me hace sentir orgulloso ahora.

Jorge Valdano: conjugando el futbol y los libros en tiempo presente. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Jorge Valdano: conjugando el futbol y los libros en tiempo presente. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿Cómo has hecho para conjugar el futbol siempre en tiempo presente?

–En primer lugar, una cierta alergia a la nostalgia de la que me defiendo no guardando las camisetas de los partidos ni teniendo fotografías de jugador en mi casa. Es como que aquello fue algo que pasó, me siento bien recordándolo, pero la vida está adelante. No quiero que me distraiga lo que ocurrió y mi energía está en lo que viene. Siempre hablo del futbol desde el lugar en el que estoy, no desde el lugar en el que estuve.

–¿Cómo has hecho para mantener tu vida personal fuera de los focos?

–Esa es una virtud de mi familia, no mía. Tengo dos hijos maravillosos que presumen de ser anónimos. Mi hijo es guionista y firma con el apellido de su madre para que no piense nadie que quiere sacar ventaja por llamarse Valdano. Quizás el lugar más glamoroso de España sea el palco del Real Madrid. Si mi mujer fue dos veces es mucho y ha sido cuando se ha dado un compromiso ineludible. Quiero decir, ese lugar por el que mucha gente mataría para poder estar, lo hemos evitado. Cuando uno no participa difícilmente te metan a esa fiesta de la exhibición pública.

–¿Qué hace tu hija?

–Mi hija estudió Historia del Arte y está en ese mundo de la gestión artística.

–¿Te han hecho abuelo?

–Sí, abuelo de Jon. Vas a ver qué pedazo de nieto tengo, es guapísimo (muestra la imagen de un bebé rubio y ojos inmensos). Es el hijo de mi hijo, que está en pareja con una bilbaína y han tenido este niño

–¿Cómo te ha sentado el abuelazgo?

–No lo difundo, según en qué círculo no lo divulgo, pero te acomodas a la nueva realidad. Te refresca.

–¿Cómo te las has arreglado para que tus peleas públicas terminen siendo privadas, como las que me imagino habrás tenido con Florentino Pérez?

–Bueno, algunas han sido muy fuertes. Me parece un acto lamentable convertir las diferencias en un espectáculo y eso es lo que más lamento de mi relación con José Mourinho. No el haber tenido diferencias irreconciliables, porque eso tenía que ver con dos sensibilidades antagónicas, sino en que esas diferencias se hayan convertido en un show, algo que el  Real Madrid sin duda no merece.

–¿Por eso no te costó dar un paso al costado en el Real Madrid?

–Sí, esas cosas las resuelvo con mucha naturalidad. Soy Maradona dando vuelta la página, soy muy malo para las incertidumbres y muy bueno para los hechos consumados. He tenido otras peleas mucho más controladas, porque soy muy contenido. Tanto la palabra Florentino como Mourinho aparecen muy esporádicamente en mi nuevo libro, o sea, no necesito escribir de aquello sobre lo que tengo demasiada información.

Hace mucho que no comparto nada con Florentino Pérez, dice Jorge Valdano. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo
Hace mucho que no comparto nada con Florentino Pérez, dice Jorge Valdano. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

–¿No tomas café con Florentino?

–Nos vemos muy poco, nos saludamos con respeto, pero hace mucho que no compartimos…

–¿Cómo es tu relación con el Real Madrid?

–Con la institución, muy buena, así como también es buena con mucha gente que está adentro del club. Soy socio del club, así que como hincha y como socio, lo siento muy mío.

–El Real Madrid de todos modos no ha podido salirse de los ultras…

–Sí, ha salido. Ha hecho otro grupo de animación y muchos de los ultras más célebres no pueden entrar a la cancha

–¿Ha funcionado eso? ¿Podría funcionar en el tremendo esquema de violencia del futbol argentino?

–El tema de la violencia resulta tan grande en el futbol argentino que nadie se anima a enfrentarlo por la desproporción de energía que habría que utilizar. Es algo extraordinario, hay que coordinar medidas de todo tipo, desde culturales a represivas, comprometer a gente de todos los niveles, no sólo a la gente del futbol…el conflicto se ha hecho demasiado grande y no lo puede resolver una sola decisión de una sola persona.

–¿Te reclaman desde Argentina?

–Sí, me reclaman. Me han tratado de convencer de lo útil que sería para el futbol de mi país, pero no me sacaron de mi convicción de que sería inútil.

–¿Por qué?

–Por ejemplo, no sabría cómo relacionarme con las barras bravas, porque no vi su nacimiento ni su efervescencia. Sinceramente, no sé cómo se hace. Me parece que para influir en la cultura de cualquier tipo hay que crecer con esa cultura y yo hace ya 40 años que vivo fuera de Argentina.

–Qué curioso que cada vez que se hable del nuevo de entrenador de Argentina, salga tu nombre.

–Sí, todavía sale mi nombre. Es curioso. Soy otra forma de decir Menotti y esa escuela tiene vigencia y también tiene que ver el hecho de que desde lo analítico siempre estoy presente y digo cosas. Me mantengo activo en el debate.

–Qué lindo es hablar de futbol

–Es muy lindo hablar de futbol. Hay quienes me dicen, ¿pero cómo puedes escribir sobre una pasión? Y contesto: – Escúchame, ¿hace cuánto tiempo que se habla y se escribe sobre el amor? Y nadie lo discute, pregúntenle a Shakespeare. La pasión es analizable como cualquier otra cosa y dentro de la pasión hay cuestiones que tienen un atractivo inmenso.

–¿Qué sabes del Flaco Menotti?

–Ayer vino un amigo que comió con él la semana pasada y le llevó mi libro. Me mandó a decir que hasta cuándo voy a vivir de las ideas que le pertenecen a él. Menotti es divino siempre y en cualquier circunstancia y es la única persona a la que le acepto cualquier cosa que me diga.

–¿Y cómo ves a Argentina, con este cambio de gobierno hacia la derecha?

–Veo un país muy dividido, lo que es perjudicial, porque no se le acepta nada al contrario, ni siquiera lo obvio. Todo esto terminará en conflicto y sobre el tamaño del conflicto tendrán que hablar nuestras eminencias políticas. Ellos son los que deben tener la claridad de un estadista para sacarnos de una situación que divide familias, barrios, ciudades, que divide al país.

–¿Estás informado de lo que pasa en tu país?

–Sí, ahora con Internet se puede. Recuerdo cuando recién llegaba a España, encontraba de casualidad un Clarín del mes pasado y lo devoraba. Ahora me despierto y de lo único que puedo estar seguro de que leo Clarín y Página 12 antes que cualquier argentino.

–Bueno, no leo Clarín ni aunque me paguen…

–(risas) Me imagino, me imagino

–En México estuviste a punto de morir y regresas todos los años, a veces más de una vez, ¿por qué quieres tanto a este país?

–Es un país que me quiere y es fácil regresar siempre a un país que te quiere. También es verdad que aquí me caí de un helicóptero y también es verdad que aquí fui campeón del mundo, me pasaron las dos cosas más impactantes de mi vida. Me siento cómodo en México, como si perteneciera y eso es muy lindo.

–Estás muy delgado, Jorge

–Sí, pero no quisieras haberte sometido a mi dieta. He estado mal de salud y he perdido mucho peso. No es por coquetería.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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