Ciudad de México, 11 de julio (SinEmbargo).– “Nos tratan como ganado”, dice una jugadora de balonmano playa vasco, enfrentado ahora a la federación española de dicho deporte, que pretende obligar a las jugadoras a usar un bikini escueto y un top mínimo en lo que muchas deportistas consideran “una medida sexista”.
La polémica está servida y no es frívola. ¿Por qué los varones pueden usar camiseta y pantalón y las mujeres tienen que mostrar ombligo, muslo y todo lo que se pueda en la práctica deportiva?
El pasado fin de semana 21 de los 22 equipos femeninos del País Vasco fueron sancionados por la federación española por no usar el traje reglamentario.
En este punto, el propio organismo rector del balonmano en dicho país, en la figura de su presidente, Francisco Blázquez, ha reconocido en distintas entrevistas con la prensa que existe “un estudio de marketing” que ve en forma positiva la escueta indumentaria de las jugadoras.
Es decir, aunque no lo diga, son las marcas las que presionan para que el deporte se convierta en espectáculo y el cuerpo de la mujer, una vez más, sea moneda de cambio en un mercado obviamente sexista y poco imaginativo.
El responsable de balonmano playa de la federación vasca, Diego Izquierdo, asegura que se plantearán si el año que viene siguen participando en los torneos que organice la federación española y el tema ha comenzado a trascender las fronteras.
EN LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE LONDRES 2012
Mientras el reglamento europeo pide ropa cada vez más ceñida a las jugadoras de vóley y balonmano playa, muchas jugadoras y entrenadoras comienzan a poner el grito en el cielo porque consideran, con toda lógica, que la vestimenta exigida pretende usar la imagen de la mujer como anzuelo para acercar al público.
María Ballester, una jugadora de balonmano playa que compitió en el torneo de Suances, ha declarado a la prensa española que la normativa es muy dura con las mujeres, “mientras que a los hombres no se les pide tanto”.
“A muchas mujeres nos gustaría ver también a hombres sin camiseta. Puestos a alegrarnos la vista que se haga con ambos sexos”, bromea la jugadora, al tiempo que afirma que “si nos vienen a ver es para ver como jugamos a balonmano y da igual que estemos más o menos guapas.”
La polémica viene de larga data y de hecho en los pasados Juegos Olímpicos Londres 2012, cuando los medios periodísticos de Gran Bretaña se enfocaron en si las jugadoras deberían usar bikinis en caso de lluvia y si eso le quitaría atractivo.
Un informe redactado por BBC Mundo, daba cuenta de la situación destacando que en el vóley playa “las jugadoras tienen que ser atractivas para darse a conocer pero no son tomadas en serio como deportistas porque son atractivas”.
He ahí el dilema.
“Las voleibolistas mujeres se sienten cómodas en bikini, aman la cultura playera que dio nacimiento a su deporte y se enorgullecen de sus físicos atléticos”, decía el informe.
Hay, en este sentido, ¿una manera distinta de ver el tema de acuerdo a la disciplina que se elija?
¿Son las jugadoras de balonmano más feministas que sus colegas del vóley playa?
Las jugadoras en bikini aumentan las audiencias y convocan la publicidad. Nada nuevo bajo el sol ni siquiera en la playa: el cuerpo femenino como mercancía, como carne fresca, como ganado.
