Puestos a definir qué es el poder en relación con la cultura, pensamos en esas personalidades cuya voz se extiende más allá de su arte u oficio. Esos hombres y mujeres a quienes prestan atención máxima cuando expresan opinión sobre un tema determinado, sobre todo si ese tema no está estrictamente ceñido a su actividad esencial.
Ciudad de México, 11 de septiembre (SinEmbargo).- La cultura como elemento de influencia, como expresión de poder para dejar clara una posición frente a un hecho de la realidad que alcanza a todos los estamentos sociales, tiene en historiadores, escritores, pintores y músicos grandes representantes.
Hay también enormes figuras que poseen gran peso en el territorio que abarca su disciplina, por caso el artista plástico Gabriel Orozco, sin duda una personalidad de gran predicamento internacional o la fotógrafa Graciela Iturbide –quien por estos días lleva a cabo la muestra dedicada a rememorar el icónico festival de rock en Avándaro en el Museo del Chopo-.
Puestos a definir qué es el poder en relación con la cultura, pensamos en esas personalidades cuya voz se extiende más allá de su arte u oficio. Esos hombres y mujeres a quienes prestan atención máxima cuando expresan opinión sobre un tema determinado, sobre todo si ese tema no está estrictamente ceñido a su actividad esencial.
Al escritor Juan Villoro, por ejemplo, se lo escucha cuando habla de literatura –es uno de nuestros máximos ensayistas- pero también es oído con gran interés cuando se refiere al futbol, la política, la cultura en general.
Esa fue la guía para nombrar y elegir, en varias juntas de contenido llevadas a cabo por el equipo editorial de SinEmbargo, a las 14 personalidades más poderosas de la cultura mexicana contemporánea.
El número es azaroso y resultado de una criba entusiasta y reflexionada con rigurosidad, a fin de entender el papel que ocupan en nuestro país esas personalidades que, sin la asistencia de la economía o la política, de todos modos se las arreglan para exponer su criterio y muchas veces hablar en nombre de aquellos cuya voz tiene más dificultades para ser oída.
Están los que ostentan un poder efectivo, traducido en la organización de grandes muestras pictóricas o acontecimientos culturales de gran relevancia, por caso el Secretario de Cultura de la Nación, Rafael Tovar y de Teresa, una figura que el contexto de un gabinete resistido –como el que acompaña la gestión del actual Presidente Enrique Peña Nieto- concita el acuerdo de propios y extraños, quienes en su mayoría no dudan de su gran conocimiento en el área que maneja.
Suele decir el productor argentino Gustavo Santaolalla que es sólo una cuestión de colonialismo cultural lo que nos impide reconocer que Café Tacvba, la banda de rock que ya va por sus tres décadas de vida exitosa, es tan importante en el contexto de la música contemporánea como la inglesa Radiohead.
Con un discurso y una estética extractados de la más honda raíz mexicana, los tacubos transformaron y nutrieron la historia de la música joven en este país, haciendo centro en un hecho obvio pero pocas veces destacado en tiempos pasados: somos mexicanos, este es nuestro lugar y a él nos debemos.
Se trata de un cuarteto sólido, integrado por músicos que tienen cada uno su propia personalidad destacada, pero que se valió sobre todo en los inicios del gran carisma y talento de Rubén Albarrán (Ciudad Satélite, 1971), el insigne vocalista.
Sus ropas folclóricas honran la tradición indígena y su permanente cambio de nombres (Juan, Cosme, Anónimo Intransingente e Intolerante, Massiossare, Nrü y actualmente Zopilote) es entre otras cosas su modo de rebelarse frente al narcisismo del frontman, aunque es su voz en alto posicionándose en defensa del medio ambiente, el veganismo, la defensa de las comunidades originarias, la que le otorga un poder político eficaz entre los numerosos seguidores que lo escuchan con máxima atención.
Como actor, ha elegido siempre el camino más largo, deslindándose por películas que como El infierno, La ley de Herodes o Un mundo maravilloso que reflejan los problemas del país en que nació hace 63 años. Es el anti-divo del cine nacional, un hombre que recorre las calles de la Ciudad de México en bicicleta y que viaja en el transporte público.
Damián es el actor del pueblo, querido, admirado y respetado no sólo por las buenas artes que ha demostrado en el ejercicio de su profesión, sino también por la férrea militancia política de que ha hecho gala para pronunciarse frente a las injusticias.
“Soy un hombre con una conciencia de clase muy abierta y receptiva. Este país, esta ciudad, están en deterioro constante y me avergüenza frente a mis hijos, frente a las nuevas generaciones, ver que los que tenían que solucionar los problemas no lo han hecho”, dijo en una oportunidad.
Requerido tanto por el cine nacional como por el latinoamericano, siempre se hace tiempo para protestar por la cesión del petróleo, porque se esclarezca –como sucedió recientemente- el crimen violento de un compañero cineasta como León Serment o por denunciar el Golpe de Estado que sacó del Gobierno a la Presidente Dilma Rouseff en Brasil.
Damián Alcázar actúa y protesta; hace arte y milita. Su voz es la del pueblo mexicano que ha encontrado en el actor más querido de México un aliado de lujo para poder soñar con la patria próspera y justa que los habitantes de este país se merecen.
Es un intelectual con un medio propio y protagonista además de los medios masivos, sobre todo la televisión, a la que acude con asiduidad para expresar sus ideas en torno a la política nacional.
Desde Nexos, de gran tradición entre las revistas culturales de México, Héctor Aguilar Camín participa activamente en el pensamiento nacional y no le esquiva a los debates calientes, sin que ello frene su carrera literaria.
De hecho, su novela del 2015, Adiós a los padres, fue elegida entre las mejores del año en varias encuestas y representó su regreso a la novela luego de siete años de parate en una carrera narrativa que incluye títulos célebres como Morir en el Golfo y La guerra de Galio.
Historiador, escritor y periodista, nació en Chetumal en 1946 y su pensamiento político ha sido expresado en libros de ensayo como Saldos de la revolución, La ceniza y la semilla y Pensando en la izquierda.
Junto al político Jorge Castañeda ha publicado Un futuro para México, Regreso al futuro y Una agenda para México.
Cuentan los actores de Harry Potter que el mejor director de la saga fue el mexicano Alfonso Cuarón, un gusto que se dio solo una vez, compelido como suele estar por sus propios y osados proyectos. La película del 2004, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, fue un exitazo y puso a “Poncho” (como le dice su maestro, Jorge Ayala Blanco) en la cima de la industria del entretenimiento.
Sin embargo, no es sólo en el cine del Primer Mundo donde el aclamado director de Solo con tu pareja y Y tu mamá también, nacido en Ciudad de México en 1961, es valorado por su enorme talento para el séptimo arte, reflejado en películas con las que ha ganado un Oscar, como la reciente Gravity.
En su país natal, al que ha regresado para llevar a cabo su próximo proyecto, Alfonso Cuarón es visto como un hombre de la cultura y el entretenimiento capaz de levantar la voz para denunciar las injusticias y el estado de violencia en que está sumido el México contemporáneo.
Firmando manifiestos o usando los foros internacionales para la protesta, el cineasta es ejemplo de lo útil que resulta la celebridad cuando se trata de aportar para la transformación o rebelión frente a hechos que ponen en riesgo la democracia y condicionan el futuro de los habitantes de un lugar, su lugar.
Es una voz disidente, muy escuchada tanto dentro como fuera de México.
La imagen de un anciano vestido con ropas estrafalarias, entre ella una playera pidiendo justicia para los 43 estudiantes de Ayotzinapa, quedará como un ícono de la cultura y la política en el tercer milenio mexicano.
El autor de Noticias del Imperio que, al decir del funcionario Rafael Tovar y de Teresa, “busca siempre renovar sus posibilidades”, nació el 1 de abril de 1935, en ciudad de México, más precisamente en un edificio de la Colonia Roma.
Con Palinuro de México y José Trigo completó una trilogía que ha llenado de luminosidad literaria la historia de nuestro país en el siglo XX, sin que por ello el autor ganador del Premio Cervantes, considerado el Nobel de las letras en español, se haya anclado en el pasado.
Por el contrario, a pesar de ser un hombre con una salud precaria, está lleno de proyectos siempre atento y preocupado por un México que es la medida de su enorme conciencia histórica y que lo ha llevado a interpelar públicamente al Presidente Enrique Peña Nieto, al que le pidió entre otras cosas aparición con vida de los estudiantes normalistas de Iguala.
Su reciente recopilación de ensayos y conferencias, editada por el Fondo de Cultura Económica, se titula Amo y señor de mis palabras, una categorización que define su genio y su figura.
No fue el único, pero fue esencial para la profunda transformación que vivió el cine en particular y la cultura en general en nuestro país a principios del tercer milenio.
Saltó a la luz pública con Amores perros, la aclamada ópera prima de Alejandro González Iñárritu y desde entonces ha desempeñado una sólida carrera como actor de primera línea en el cine internacional. A pesar de que durante muchos años se resistió a la tentación de Hollywood, últimamente cambió de idea y se lo vio animando una que otra comedia romántica junto a figuras de la talla de la estadounidense Kate Hudson.
Sus probadas capacidades para la interpretación son sólo un aspecto de la personalidad de Gael García Bernal, nacido en Guadalajara el 30 de octubre de 1978.
Junto a su amigo y colega Diego Luna ha impulsado el proyecto Ambulante, dejando una huella profunda en la divulgación del cada vez más interesante cine documental del mundo.
La complicada relación que tiene con la prensa rosa de su país a veces ha funcionado como una máscara que esconde su real interés en la política y su lealtad a la cultura que lo ha visto crecer. Ama Tijuana por sobre todas las ciudades mexicanas, gasta gran parte de su dinero en libros.
Ganó varios premios Oscar “in your face” de Donald Trump, quien lo visibilizó aún más en Hollywood, al decir que no entendía sus películas y poner en duda su talento cuando arrasó con Birdman y refrendó lo que en la Meca del Cine se conoce como “poder latino”.
Es el cineasta que dibujó como nadie el otrora Distrito Federal a principios de milenio con Amores perros, una ópera prima lúcida y profunda que sin querer queriendo predijo la violencia que se desató en la última década en nuestro país.
Su enorme poder en Hollywood lo ha puesto al servicio de lo que parece ser una causa esencial en la vida de este mexicano nacido en la capital del país en 1963: denunciar la corrupción y la violencia institucionalizada de su suelo natal en cuanto foro pueda ser escuchado.
Con la ida de su guionista original, Guillermo Arriaga, Alejandro “El Negro” González Iñárritu no sólo no paró su carrera vertiginosa hacia la cima del séptimo arte, sino que también fue ahondando aún más en su discurso ético y estético, reflexionando sobre la futilidad la existencia, la fragilidad de la especie, los trucos del azar y de la muerte en la vida moderna.
Siempre esquivo y reticente frente a los medios de comunicación, el líder de Caifanes ha creído como nadie en una carrera en solitario que transita en paralelo a la legendaria banda de rock y es con su obra como solista donde ha podido construir un discurso político a favor de los derechos humanos, la ecología y contra la represión y la violencia institucionalizadas.
A sus 55 años, ha sabido mantenerse sereno en la disputa que mantiene con el ex guitarrista de Caifanes, Alejandro Marcovich y ha usado su voz pública para denunciar los abusos gubernamentales, la desigualdad social.
Siguiendo el lema acuñado por el poeta argentino Oliverio Girondo: “mejor herido que dormido”, Saúl se convirtió en el vocero de Amnistía International (AI), la legendaria organización de derechos humanos que inauguró el año pasado una oficina regional en nuestro país.
“Prefiero ver una oficina de Amnistía International en México que 50 cadáveres amontonados a mi lado”, respondió a la pregunta de si AI tiene la capacidad para evitar los 50, los 100, los 1000 cadáveres que como en una siniestra cadena de montaje se acomodan a los costados de una población inerme y angustiada.
Su voz tiene el efecto a veces de un emperador cultural que levantara o bajara el pulgar para expresar su opinión implacable.
Escuchado y atendido, con un medio propio que marca tendencias y mueve hilos no tan secretos en la cultura nacional, Letras Libres, el célebre historiador ha hecho también una carrera de pionero en el universo de los videos documentales al frente su editorial Clío.
Es también, a sus relucientes 68 años, un activo participante de las redes sociales y un tuiter de su autoría tiene una capacidad casi infinita para reproducirse. Defiende el liberalismo en lo económico y en lo social, se declara abierto enemigo del PRI, al que considera el cáncer que ha carcomido las instituciones mexicanas.
LA periodista de México ha puesto siempre su voz al servicio de los más débiles y ha indagado con su inconmensurable sentido de la curiosidad en los intersticios de la cultura nacional, para descubrir -como lo cuenta en su reciente novela, Dos veces única- papeles trascendentes que la historia ha relegado, como el caso de Lupe Marín, la mujer de Diego Rivera, siempre a la sombra de Frida Kahlo.
Ahora hace campaña en Twitter y en Facebook, donde es muy activa, por otorgarle a la escritora Elena Garro el lugar se merece en la literatura mexicana, cuando está a punto de cumplirse el centenario de su nacimiento.
Elena Poniatowska está convencida de que el pasado de México fue superior a este presente que la convoca a participar de los actos políticos y marchas de protesta en casi todos los puntos de la República, a los que llega portando sus 84 años de vida y experiencia, además de su sonrisa pertinaz, su tono de hablar suave.
“Nos faltan 43”, dijo en la pasada Feria Internacional del Libro del Zócalo, una muestra más de cómo la causa de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa ha sido siempre la suya desde el principio. Y aunque añora el ayer, el hoy es su motivación, el país y los libros: sus desvelos.
Su figura totémica y su manera determinante de dar opiniones que pocos se animan a veces discutirle lo han convertido en una especie de caudillo cultural, empeñado todos los días de su vida en cambiarle la existencia a alguien con un libro.
A menudo Paco Ignacio Taibo II es comparado con José de Vasconcelos por su militancia efectiva a favor de la lectura: el que funda biblioteca y organiza ferias del libro en los sitios alejados, los más impensados, donde leer marca la diferencia muchas veces entre la vida y la muerte.
Es un hombre de izquierda, de la política y su voz es requerida para analizar los más diversos temas de la realidad nacional.
Dice Paco que ya ha conseguido el derecho de escribir sobre lo que le da gana y que su vida va de la política a la literatura con singular alegría. Una es el deber ser y la otra el placer puritito.
“El trabajo militante forma parte de mi idea de cómo debes y quieres vivir. Y significa que le dedicas el mayor tiempo posible, entonces me la paso dando conferencias en puertas de huelgas, en campamentos de pobladores, en fábricas, en escuelas, dentro de un trabajo de promoción a veces de la lectura, del libro o de debates sobre los grandes temas de la izquierda, o simplemente soy un agitador antigubernamental, cosa que hago muy bien”.
Cumplió 70 años en 2010 y lo celebró con un libro titulado ¿Hacia dónde van los animales?, un compendio de poemas alrededor de su figura, que inicia con los versos del gran poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón (1904-1992).
Pero va de suyo que Francisco Toledo, nacido el 17 de julio en Juchitán, Oaxaca, es como Joan Manuel Serrat, un hombre eternamente joven que siempre cumple 20 años y que anda por su tierra natal esquivando periodistas y aficionados al arte que lo quieren conocer.
“El maestro tiene gripa” es la respuesta habitual para los curiosos que anhelan conocer al artista del mundo febril y alucinado, especie de monarca popular en la capital del Estado de Oaxaca.
Podría decirse que él es el Rey de Oaxaca, donde ha cumplido una labor social tan intensa y comprometida como su elogiada y conocida mundialmente obra pictórica.
En octubre de 1997 fundó el Taller Arte Papel Oaxaca, instalado en la antigua planta hidroeléctica “La Soledad”. Dentro de este contexto, fundó Ediciones Toledo, que en 1983 publicó su primer libro, y en 1988 creó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), que ahora ha pasado a manos de la Secretaría de Cultura.
En 2002 hizo una fuerte campaña en contra de que se instalara en Oaxaca, ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, un local de Mc Donald’s. Ganó la partida difundiendo la comida tradicional de su región y levantando más de 10 mil firmas de apoyo a su movimiento.
Recientemente, una muestra suya de cerámicas en el Rufino Tamayo engrandecieron el alma de los mártires, víctimas de la violencia en nuestro país.
A los 62 años de edad es un funcionario todavía joven para llevar adelante los destinos culturales de una nación tan trascendente en este rubro como México. Claro que al lado del hombre que lo designó, Enrique Peña Nieto, Rafael Tovar y de Teresa aporta su gran experiencia y sus funciones desarrolladas en la época de oro del PRI.
De 1974 a 1976 fue jefe de relaciones culturales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Fue asesor del Instituto Nacional de Bellas Artes de 1976 a 1978. De 1979 a 1982 ocupó la Dirección general de Asuntos Culturales de la Secretaría de Relaciones Exteriores. De 1983 a 1987 se desempeñó como ministro de cultura de la Embajada de México en Francia.
En 1987 se desempeñó como asesor del Secretario de Relaciones Exteriores. En el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) fue coordinador nacional de Proyectos Especiales e Intercambios Culturales, de 1988 a 1991. De 1991 a 1992 dirigió el Instituto Nacional de Bellas Artes. De 1992 a 2000 presidió el CNCA. Fue Embajador de México en Italia, de 2001 a junio 2007.
En septiembre de 2007 emprendió actividades como Coordinador General de la Comisión organizadora de la Conmemoración del Bicentenario del inicio del movimiento de Independencia Nacional y el Centenario del movimiento de la Revolución Mexicana.
El lunes 10 de diciembre de 2012, por acuerdo presidencial, Rafael Tovar y de Teresa fue designado Presidente para el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y a su mando el organismo se convirtió en Secretaría de Cultura.
“Vivimos en un mundo espectral donde ocasionamos que con pantallas de distinto tipo tenemos que ingresar un password para ingresar a ellas y muchas veces nos apropiamos de un alias para expresarnos, de manera que tenemos una percepción de los hechos por la realidad. Esas circunstancias nos han alejado del mundo real”, dijo cuando recibió en Mérida el Premio José Emilio Pacheco a la excelencia literaria.
La realidad es precisamente su tema favorito y en ella el futbol, la literatura, el rock y la política suelen ocupar sitios preferenciales de análisis.
A los 62 años de edad y sin quererlo, Juan Villoro se ha convertido en el intelectual de referencia, la voz cantante que ha reemplazado al fallecido Carlos Monsiváis en el ejercicio de poner claridad cuando los hechos cotidianos –a menudo, desafortunadamente- oscurecen el panorama nacional.
Es “Juanito” para muchos seguidores, un hombre leído y escuchado como pocos, aunque él dice siempre que famosa-famosa es Lady Gaga.
