Psicodermatología: cuando la piel refleja el estado emocional

12/02/2015 - 12:00 am

Ciudad de México, 12 de febrero (SinEmbargo).- La psicología y la dermatología nunca habían estado tan cerca, pues aunque ya se sabía que condiciones como el estrés, la ansiedad y la depresión pueden contribuir a la alteración de problemas de la piel como el acné y la urticaria, hoy en día profesionales de ambas disciplinas están buscando tratar estas manifestaciones de manera conjunta a través de la psicodermatología.

Foto: Shutterstock
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Hace algunos días, la Asociación Americana de Psicología (APA, en inglés) publicó un posicionamiento en el que dan constancia de la cooperación entre ambos profesionales, quienes se encuentran en estudios para comprender la relación del estrés y otros problemas psicológicos con la aparición de acné, psoriasis, eczema, picazón y urticaria, y la forma en que tratar unos modificaría los otros y viceversa, a través de terapias conocidas para condiciones de salud mental como la cognitivo-conductual y la meditación.

Mientras que la psicodermatología es un campo ampliamente explorado en el continente europeo y apenas comienza su revolución en los Estados Unidos a través de la Asociación de Medicina Psiconeurocutánea de Norte América (APMNA, por sus siglas en inglés), en otros países como México es un concepto prácticamente desconocido, sobre todo por la falta de estudios y material para entrenarse en ese aspecto.

“La piel es la parte del cuerpo que mayor notoriedad tendría al ser impactada por factores psicológicos, sin embargo, pocos psicólogos lo están estudiando. Es psicología de la salud clásica, sólo en una diferente área”, dijo a la APA, Kristina G. Gorbatenko-Roth, doctora en psicología y profesora de la Universidad de Wisconsin–Stout.

La especialista, quien además es una de las primeras en interesarse en esta relativamente fusión, divide en tres los papeles en los que podría intervenir un profesional de la mente en los problemas dermatológicos:

  • Los problemas de la piel que se afectan por el estrés y otros estados emocionales
  • Los problemas psicológicos trastornos de la piel desfigurantes.
  • Desórdenes psiquiátricos que se manifiestan a través de la piel, como la parasitosis delirante (estado en el que el sujeto está convencido de tener un picazón ocasionado por parásitos cutáneos)

Un círculo vicioso

Foto: Shutterstock
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Por el otro lado, tener una afección en la piel puede ser una causal importante de problemas como la depresión o más comúnmente, la baja autoestima, que pueden llevar a “un círculo vicioso, en el que el estrés y otros tipos de trastornos psicológicos pueden exacerbar el problema”, escribe la APA y citan al psicodermatólogo Rick Fried cuando dice que está documentado que el acné, rosacea, psoriasis, picazón, eczema, dolor y la urticaria empeoran con estas condiciones.

“Nunca podemos suponer que la llamada gravedad objetiva de un trastorno dermatológico se correlaciona con el impacto psicológico. He visto personas con acné noduloquístico que no están contentos, pero en realidad tampoco están psicológicamente perturbados; también he visto pacientes con un grano en el mentón que han intentado suicidarse”, dice Fried en el documento.

Para ejemplificarlo, la Asociación menciona un estudio llevado a cabo en 2014 por la Sociedad Nacional de Rosacea, en el que encuestó a mil 675 pacientes con esta enfermedad, que causa enrojecimiento facial entre otros síntomas, en el que el 90 por ciento reportó tener baja autoestima y confianza en sí mismo, el 54 por ciento dijo haber tenido sentimientos de ansiedad e impotencia, y un 43 por ciento sufrió depresión, mientras que más de la mitad trataban de evitar el contacto cara a cara.

Rick Fried participó además en una investigación de 2013 publicada en los Seminarios de Medicina y Cirugía Cutánea en la que probó la evidencia del tratamiento no farmacológico, tales como la hipnosis, grupos de apoyo, meditación, imaginación guiada, terapia congnitivo-conductual, entre otras- en las condiciones psicodermatológicas.

La clave de ello es darle al paciente la sensación de control sobre sus padecimientos y sus reacciones hacia ellos, para, por ejemplo, ayudarlos a contener el estrés y evitar la catastrofismo, como cuando alguien puede decir que se matará a sí mismo si sus erupciones en la cara se muestran de más en un día importante.

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