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Greenpeace

12/02/2018 - 12:00 am

En defensa del último bastión de la vaquita marina

En noviembre del año pasado fuimos testigos de la muerte de un ejemplar de vaquita marina y, con ello, el fin de los intentos desesperados de llevar a la especie al cautiverio y así lograr su reproducción fuera de su hábitat natural. Las oportunidades se agotan y la vaquita marina no tiene tiempo.

“Las medidas que debían tomarse ya se hicieron pero no se aplicaron del todo bien”. Foto: Twitter vía @RafaelPacchiano

Por Miguel Rivas*

En noviembre del año pasado fuimos testigos de la muerte de un ejemplar de vaquita marina y, con ello, el fin de los intentos desesperados de llevar a la especie al cautiverio y así lograr su reproducción fuera de su hábitat natural. Las oportunidades se agotan y la vaquita marina no tiene tiempo.

Las medidas que debían tomarse ya se hicieron pero no se aplicaron del todo bien, se implementaron tarde o a medias, en un escenario poco favorable para la vaquita: la pesca de totoaba para comercializar su buche en miles de dólares en el mercado chino, una autoridad pesquera negligente y que pone trabas a las medidas medioambientales de instituciones débiles que poco y nada hacen para detener esa práctica.

En su décimo informe (1), publicado a finales de enero de este año, el Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita marina (CIRVA), ha confirmado que sus registros acústicos indican la existencia de alrededor de 30 vaquitas. Diferencias estadísticas más o menos, la población de la marsopa endémica de México está muy decaída y su recuperación necesita de un milagro: hacer -de una vez por todas- las cosas bien y evitar la mortandad del cetáceo más amenazado del mundo, al caer incidentalmente en las redes de totoaba.

Es por esto que las organizaciones Defenders of Wildlife, Teyeliz y Greenpeace hicimos una propuesta que encontró eco en el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano. La idea es que todos los recursos de inspección y vigilancia se concentren en el lugar donde el CIRVA identificó la presencia de las últimas vaquitas del Alto Golfo, sin que eso signifique que el resto de la zona actual quede desprotegida, sino que los recursos sean optimizados para una vigilancia eficaz en un área que realmente puedan abarcar, punto en el que la Secretaría de Marina, presente en la reunión, estuvo de acuerdo a la par de Pacchiano, quien también se comprometió a aumentar los esfuerzos de retiro de redes en la zona.

También debatimos el plan de la Semarnat para abrir en un futuro el aprovechamiento de la totoaba, que permita su comercialización de manera legal y para tener una mayor oferta que impacte directamente sobre los altos precios que se paga por los buches en China. Frente a este punto somos cautelosos, entendiendo que la captura de totoaba no terminará de la noche a la mañana pese a estar prohibida como ha quedado demostrado.

Para hablar de un aprovechamiento sustentable primero se debe demostrar -científicamente y con estudios sometidos a arbitraje- que la especie no está actualmente en peligro de extinción y que podría soportar cuotas de extracción, sin que salga de la NOM-059 para que su administración quede siempre en manos de Semarnat y no de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca, autoridad que ha demostrado su negligencia e incapacidad para atender la problemática de la vaquita marina y ha traído consecuencias nefastas en muchas pesquerías del país.

Una vez que eso suceda, entonces sí, hablar de la pesca de totoaba, únicamente de manera deportiva para no dañar a la vaquita, debería privilegiar a las familias del Alto Golfo, quienes se han visto afectadas por las prohibiciones de pesca en la zona. Sin embargo, todo esto llevará tiempo, pues la totoaba es una especie en peligro de extinción, enlistada en el Apéndice I de CITES, por lo que no puede comercializarse internacionalmente y el proceso rebasará temporalmente a esta administración.

Por lo pronto, esperemos que la concentración de los esfuerzos de vigilancia en un área reducida sea el inicio del milagro que necesitamos para que ninguna vaquita marina más muera enmallada en la temporada de totoaba que termina en marzo.

Notas:

  1. Décimo informe del CIRVA. Disponible en: http://www.iucn-csg.org/wp-content/uploads/2018/01/CIRVA-10_final-report-2018.pdf

*Miguel Rivas es doctor en Ciencias Biológicas por la UNAM y responsable de las campañas de Océanos de Greenpeace México.

Facebook: Greenpeace México
Twitter: @greenpeacemx
Instagram: @greenpeacemx
Más información en: www.greenpeace.org.mx

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