GLOBAL VOICES

Familias sólo pueden verse entre los orificios del muro que ya existe entre México y EU

12/05/2017 - 8:59 pm

Alejandra Vallejo visita a su esposo Daniel Armendáriz en el muro fronterizo del Parque de la Amistad en Tijuana, México el 15 de mayo de 2016. La pareja se había estado reuniendo en la frontera todos los sábados y domingos los dos meses anteriores. Armendáriz no puede salir de Estados Unidos porque está en libertad condicional y Vallejo no tiene documentos para cruzar legalmente la frontera a Estados Unidos.

Ciudad de México, 12 de mayo (SinEmbargo/Global Voices).- Al contrario de lo que dice Donald Trump, ya hay un muro entre México y Estados Unidos. Abarca cerca de mil de los 3 mil 200 km de la frontera entre los dos países y su construcción empezó durante el Gobierno de Bill Clinton (1993-2000).

Hay una zona a lo largo de esta frontera que está cubierta por un parque binacional –Parque de la Amistad (o Friendship Park en inglés)– donde personas de ambos lados pueden interactuar entre sí, a pesar de las severas restricciones de la Patrulla Fronteriza.

Mostrar la existencia de esta barrera física –pero también una psicológica y social– y sensibilizar sobre los efectos es el objetivo de un proyecto llamado “The Wall” [El muro], realizado por la reportera gráfica española Griselda San Martín entre 2015 y 2016 en la zona del Parque de la Amistad.

En una entrevista exclusiva para MigraMundo, Griselda habla sobre el desarrollo del proyecto y muestra que Trump, en realidad, ya ha logrado construir un muro que divide la sociedad estadounidense.

 

Pastor Guillermo Navarrete de la Iglesia Metodista de México se para en la cerca de la frontera en el Parque de la Amistad durante la reunión semanal de la Iglesia de la Frontera en Tijuana, México, el 22 de mayo de 2016. El servicio binacional está dirigido simultáneamente en ambos lados de la cerca de la frontera en inglés y español. Foto de Griselda San Martin, usada con autorización.

MigraMundo (MM): ¿Cómo empezaste a trabajar con asuntos de migración?

Griselda San Martin (GSM): Fue en la Facultad de Periodismo (2011-2013) que empecé a acercarme a los asuntos que despertarían mi interés en asuntos de inmigración. Con problemas de identidades culturales y minorias étnicas en mente, llegué a conocer las consecuencias humanas de las políticas de inmigración durante un primer viaje de investigación a la zona de frontera de Tijuana y San Diego en 2013.

MM: ¿Cuánto tiempo pasaste desarrollando “El muro”?

GSM: Después de graduarme del Centro Internacional de Fotografía en Nueva York en 2015, regresé a la frontera y pasé un año trabajando en documental social, encontré historias de deportación, separación, desplazamiento y violaciones de derechos humanos. ‘El muro’ fue un proyecto a largo plazo que realicé entre septiembre de 2015 y agosto de 2016”.

MM: ¿Tuviste algún auspiciador para crear el proyecto?

GSM: No. Es un proyecto autofinanciado.

MM: ¿Cuál es tu opinión sobre el actual Presidente de Estados Unidos, Donald Trump?

GSM: El nuevo clima poliítico en Estados Unidos es preocupante.

El Presidente Donald J. Trump está mostrando claras señales de que planea hacer lo que prometió durante su campaña. En su primera semana como Presidente, firmó varias órdenes ejecutivas que podrían afectar mucho a varios grupos minoritario. En términos de asuntos de inmigración, quiere deportar a millones de inmigrantes indocumentados, renegociar el TLCAN [Tratado de Libre Comercio de América del Norte], impedir la entrada de refugiados de países específicos y hacer un muro a lo largo de la frontera sur y que lo pague México. Algunas de estas cosas no son nuevas. Obama deportó a 2.5 millones de inmigrantes y ya hay un muro a lo largo de un tercio de la frontera entre Estados Unidos y México.

Tal vez construya o no el muro o lo extienda, pero ya ha construido un muro que ha dividido a los estadounidenses. Y parece que solamente le importan los que votaron por él. De alguna manera, es evidente que se ha culpado erróneamente a la inmigración por los problemas económicos de este país. Algunas minorías sentirán las consecuencias de esta percepción.

MM: ¿Qué dificultades encontraste durante el proyecto?

GSM: El Parque de la Amistad, que es la parte del muro fronterizo que estuve fotografiando (donde las familias se encuentra), solamente está abierto los sábados y domingos por algunas horas. Eso significa que solamente podía trabajar en este proyecto pocas horas al día y tuve que volver muchas veces.

A veces, las condiciones del clima no eran favorables. A veces, las personas no querían que las fotografiaran, pero debo decir que la mayor parte del tiempo no les molestaba.

En el lado mexicano del muro, el parque está abierto. Pero en el lado estadounidense, hay una segunda cerca y la zona está controlada por la Patrulla Fronteriza. No me permitieron usar micrófonos en el lado estadounidense y el tiempo permitido para fotografiar y filmar era muy limitado. Debía pedir permiso por anticipado.

MM: En tu opinión, ¿cuál es el legado que puede dejar un proyecto como “El muro”?

GSM: Mi objetivo es mostrar las consecuencias humanas de las políticas de inmigración. La separación de familias. Hay personas en este país [Estados Unidos] que ignoran que ya hay un muro. Quiero mostrarles cómo es el muro, y qué significa para las personas a las que afecta.

MM: ¿Tienes planes para otro proyecto relacionado con migración?

GSM: Sí. Ya estoy trabajando en un proyecto sobre inmigrantes hispanos que viven en Estados Unidos y cómo son sus vidas ahora, y cómo les afectará el nuevo Gobierno.

MM: Hablando sobre migración, ¿qué significa la migración para ti?

GSM: Migración, para mí, es sacrificio. Personas que dejan todo atrás en busca de un futuro mejor para ellos y sus hijos.

Carmen Morales, con dos de sus nietos, Christian (8) y Sofía (4), se reúnen por primera vez con la nuera y nietos de Morales –Jessi (15) y Crystal (11), que llegaron de visita desde San Bernardino, California. En esa zonas, las barras de hierro están suficientemente separadas como para que las familias puedan abrazarse fácilmente, pero está estrictamente prohibido acercarse desde el lado estadounidense. Foto de Griselda San Martín, usada con autorización.

“EL MURO”

“El muro” documenta a familias que se encuentran a ambos lados de la cerca fronteriza Tijuana-San Diego en el Parque de la Amistad, en un momento de crecientes tensiones políticas xenofóbicas. El parque es el único lugar binacional de encuentro a lo largo de los 3 mil 000 kilómetros de frontera que divide Estados Unidos y México.

Cuando se fundó el parque en 1971, la cerca era solamente una hebra de alambre de púas. Hoy, un enorme muro de metal, que ha sido reforzado muchas veces, separa los dos países. Se extiende por la playa, y se prolonga por casi 500 kilómetros en el Océano Pacífico. El acceso para tocar físicamente el muro en el lado de Estados Unidos se limita a una pequeña zona, y las familias se apoyan en la cerca tratando de echar un vistazo a sus seres queridos a través de la red de acero, que está entretejida tan ajustadamente que apenas se pueden tocar las yemas de los dedos. En una pequeña zona del parque, el espacio entre las barras metálicas permitiría que las familias se abrazaran, pero la Patrulla Fronteriza en el lado de Estados Unidos siempre está alerta y los visitantes deben pararse a metros de la cerca, pues todo contacto físico está estrictamente prohibido.

Además de servir como lugar de encuentro para las familias, y por el significado histórico y ubicación estratégica del parque, periódicamente se llevan a cabo eventos sociales (como bodas, fiestas de 15 años y reuniones binacionales), y los activistas se reúnen para manifestarse y sensibilizar causas sociales.

“El muro” examina estas interacciones en la frontera teniendo de fondo un clima político de xenofobia, donde las prácticas de aplicación de froneras han dado nueva forma a los espacios públicos a través de la detención y la contención. El grande y “bello” muro que algunos políticos prometieron construir ya existe. Pero a pesar de las enormes cercas de metal y los puntos de control militarizados, el amor no tiene fronteras.

Pastor Jonathan Ibarra y su esposa Gladys López en foto de su boda frente a la cerca en la frontera entre Estados Unidos y México en Playas de Tijuana, México, el 12 de diciembre de 2015. La frontera es un lugar simbólico para Ibarra y López, que crecieron en California pero ahora viven en Tijuana, separados de toda su familia. Ibarra fue deportado y López no tiene documentos para vivir legalmente en Estados Unidos. Ella trató de cruzar tres veces, pero la capturó la Patrulla Fronteriza y fue regresada a México. Foto de Griselda San Martín, usada con autorización.

-Esta historia de Rodrigo Borges Delfim apareció originalmente en MigraMundo el 31 de enero de 2017. Se reproduce como parte de un asociación entre MigraMundo y Global Voices.

ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE Global Voices. Ver ORIGINAL aquí. Prohibida su reproducción.

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