ENTREVISTA: “Los latinoamericanos somos distintos y creo también que somos mejores”, dice Álvaro Enrigue

12/09/2013 - 12:00 am

 

Álvaro Enrigue, autor de "Valiente clase media" (Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo)
Álvaro Enrigue, autor de “Valiente clase media”. Foto: Francisco Cañedo, SinEmbargo

Ciudad de México, 12 de septiembre (SinEmbargo).- “Me preocupa el arribismo de Rubén Darío porque es el mío. Me interesa la vocación administrativa de sor Juana porque yo mismo me hallé alguna tarde leyendo con placer inconfesable las columnas de cifras que decían que la editorial en la que trabajaba con valores literarios, pero también con números, comenzaba a entregar rendimientos.

Me angustia, todavía, mostrar comportamientos errados en los salones a los que accedo por el privilegio tan dudoso de ser escritor. En los periodos que he pasado en los Estados Unidos y Europa, a menudo emprendo, como poseído por el espíritu indignado de Clavijero y sus colegas jesuitas en el exilio, encendidas defensas de Hispanoamérica que jamás habría pensado y mucho menos esgrimido estando en casa.

Las dudas sobre lo adecuado de mi gusto me afligen muchísimo; José Emilio Pacheco, la figura totémica que respira detrás de estas páginas, dijo alguna vez en su legendaria clase sobre modernismo en la Universidad de Maryland una frase al mismo tiempo transparente y devastadora: La cursilería es como el olor de tu propio coche: todos lo reconocen menos tú.”.

"Manuel Carreño es un ideólogo que hay que estudiar" (Foto: Francisco Cañedo)
“Manuel Carreño es un ideólogo que hay que estudiar”. Foto: Francisco Cañedo

Así comienza Valiente clase media (Anagrama), el nuevo libro con el que el escritor mexicano Álvaro Enrigue (México, 1969), separa las aguas en el océano lento y desmadroso de la literatura en lengua española, para abrir una corriente marina donde nada a sus anchas la identidad latinoamericana.

Lo hace mediante un grueso y “denso” estudio ensayístico donde el dinero y la clase social resultan determinantes para discernir lo que nuestra literatura tiene de española de lo que posee de continental.

“Somos distintos, es lo que trato de decir, y si me apuran, digo que somos mejores”, dice el escritor de Decencia e Hipotermia en entrevista con sinembargo.mx, mostrándose a la vez divertido y tímido frente a la posibilidad de que Valiente clase media resulte también su trabajo más provocador.

“No lo hice con la intención de provocar, en todo caso es un libro honesto”, afirma.

Foto: Especial
Foto: Especial

La historia del cronista Manuel Gutiérrez Nájera, a quien Enrigue llama un “modernista adelantado” y sus crónicas que establecen el nacimiento de la clase media mexicana.

La evolución de la cursilería, la constatación de que para sor Juana Inés de la Cruz los problemas del corazón eran más bien asuntos de finanzas y la vista del enorme en muchos sentidos poeta nicaragüense Rubén Darío con la lupa de la clase social, entre otros, son la sustancia de un trabajo, valga la redundancia, sustancial en momentos en que muchos se han apurado a decretar la muerte de la literatura latinoamericana.

“Para sor Juana, un rendimiento amoroso tiene que ser como la entrega anual de un capital invertido en una institución crediticia y no el producto de una ambición distinta al interés erótico”, escribe Álvaro.

“Sor Juana se impone a través del discurso barroco y culterano, pero también a través del discurso de las finanzas; es decir, afirma su valor como interlocutor, diciendo: yo tengo un conocimiento que tú no tienes y ese es el conocimiento de las finanzas, el que sostiene tu imperio”, explica Enrigue.

“Gutiérrez Nájera le dice exactamente eso a Porfirio Díaz: tengo un conocimiento que tú no tienes. Yo puedo hablar de tú a tú con los franceses, con la tradición inglesa, pero tú no. Lo que puedes hacer es pedirles dinero para que inviertan, pero soy yo el que puede hablar por ti en esos lugares. Y ese es el momento de eclosión de la clase media”, agrega.

Álvaro Enrigue es también autor de "Decencia" e "Hipotermia" (Foto: Francisco Cañedo)
Álvaro Enrigue es también autor de “Decencia” e “Hipotermia”. Foto: Francisco Cañedo

Para el escritor, resulta “divertido y revelador” que el primer poema modernista de la historia no haya sido escrito “a una duquesa o a una princesa sino a una mujer de la clase media que camina por la calle Madero rumbo a su trabajo” y cita a Manuel Gutiérrez Nájera: Si alguien la alcanza, si la requiebra, / ella, ligera como una cebra, / sigue camino del almacén; / pero, ¡ay del tuno si alarga el brazo! / ¡Nadie se salva del sombrillazo / que le descarga sobre la sien!”

DE CLAVIJERO VENIMOS

Francisco Javier Clavijero, el jesuita que estuvo en Veracruz y desde Bolonia, Italia, donde murió, evocó la tierra perdida merced al decreto que expulsó a su orden religiosa de Latinoamérica en el libro La historia de Méjico, ocupa también un lugar importante en el libro de Enrigue.

“Esa cosa que nos ha legitimado como parte de la literatura universal, que es la prosa de Jorge Luis Borges y la prosa de Alfonso Reyes, está en Clavijero, el primer gran prosista latinoamericano. No importa lo que está diciendo, qué manera de decirlo. Borges, a lo mejor sin saberlo y Reyes sabiéndolo perfectamente, eran herederos de esta necesidad de controlar la prosa más allá del deber que tenía Clavijero y escribir mejor que nadie. Lo lograron”, dice Álvaro.

“La primera raíz de esa gran prosa latinoamericana en el sentido más amplio del término está ahí, en la eclosión de los jesuitas en Italia. Es el momento en que por primera vez los latinoamericanos se ven a sí mismos como latinoamericanos y no como parte del imperio. Le ven la cara a los españoles, le ven la cara al Papa y se dan cuenta de que son una cosa distinta, aunque hablen la misma lengua”.

HACIA RAMA VAMOS

El intelectual que fuera el uruguayo Ángel Rama (1926/1983), uno de nuestros ensayistas y críticos literarios más importantes de la historia, muerto trágicamente en el accidente de avión en el aeropuerto de Barajas, Madrid, donde también perdieron la vida su esposa Marta Traba, el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia, el escritor peruano Manuel Scorza y la pianista catalana Rosa Sabater, se constituye en una presencia de relieve en Valiente clase media.

“De hecho, el libro está planteado como una conversación desde otra generación con Ángel Rama y quisiera hacer una discusión un poco irrespetuosa con él. Su figura me parece fundamental, además hice mi doctorado en Maryland es decir, soy un producto terminado de la escuela donde él daba clases y lo leíamos con una seriedad con la que nadie más lo ha leído”, dice Enrigue.

“Al mismo tiempo, hay una urgencia generacional de plantarle cara a Rama, que es finalmente el fundador de esta nueva tendencia de odiadores de la buena escritura. Él estaba tan en la cosa marxista, que al final lo que termina diciendo es que la escritura literaria no tiene importancia como discurso. Valiente clase media, con muchísima timidez y muchísimo respeto pretende decir: – ¡Momento!, la invención de la prosa no es ninguna tontería”.

“La calidad literaria no es ninguna tontería y por eso es que es un libro que se mete con figuras canónicas y no con escritores menores que han sido discutidos después de Rama, precisamente”, agrega.

–      Ahora bien, su muerte inesperada y trágica dejó su pensamiento trunco, ¿no?

–      El libro póstumo de Rama, Las máscaras del modernismo, es un libro que tenemos que leer por los próximos 100 años. Creo que él estaba entendiendo antes de morir lo que iba a suceder en nuestro continente y en nuestra literatura. También es hora de que dejemos de aceptarlo como una medicina y comenzar a discutir con él.

–      Está bien incluir a autores canónicos como Rubén Darío y Sor Juana, ¿pero no es una provocación incluir el Manual de Carreño o será que dicho manual tiene una vigencia difícil de aceptar en nuestros días?

–      (risas) Siempre me están jodiendo con eso. Pero, mira esta foto tomada hace unos días en el Metro de Nueva York, donde se ve a un muchacho leyendo el Manual de Carreño. Nunca he visto a nadie leer El Quijote en el Metro de Nueva York, ni a Gabriel García Márquez, he visto, eso sí, leer a Roberto Bolaño. Pero ahí hay un señor que está leyendo a Carreño en el Metro de Nueva York en 2013, ¿es o no el ideólogo fundador de América Latina? Me parece que hemos tenido en nuestro continente una educación desde la izquierda que nos ha dado mucha seguridad y que nos ha formado de muchas maneras, pero que no le ha puesto atención a esos pensadores menores del liberalismo del siglo XIX que estaban tratando de entender qué era lo que tenían y creo que en ese sentido Carreño es un ideólogo que tenemos que estudiar.

–      Así las cosas, Carreño explica la vigencia de Catón…

–      (risas) Absolutamente. Carreño explica todo. El Manual de Carreño es un libro de 300 páginas en las que 100 están dedicadas a cómo comerse la sopa y cómo cortarse las uñas, pero las otras 200 están destinadas a cómo hacer para que los criollos hereden el poder español en América. No quiere decir que yo esté de acuerdo con lo que dice Carreño, pero es un ideólogo al que hay que estudiar. Lo que propone Carreño no es un manual para sobrevivir en la alta sociedad, sino un manual para controlar a los países americanos desde una superioridad de raza que ya no era justificable una vez que fue disuelto el imperio. Se tiene que generar en consecuencia una ideología más o menos liberal en la que se explique por qué los criollos deben gobernar.

–      Una ideología que excluyó de plano a los indios, a toda costumbre autóctona…

–      Creo que si lees las cartas de Simón Bolívar desde Jamaica, queda claro cómo los criollos iban a ser los que se iban a quedar con el poder y los indios iban a ser el discurso de Diego Rivera: muertos y pintados en las paredes.

–      No tienes que hablar mal de Diego Rivera cada vez que te entrevisto…

–      (risas) No lo puedo evitar. Para ti es un gran artista, para mí es una institución. A mí me educó el PRI, tengo que oponerme a eso.

"Hay que dejar de tomar a Ángel Rama como una medicina y comenzar a discutir con él como con un hermano" (Foto: Francisco Cañedo)
“Hay que dejar de tomar a Ángel Rama como una medicina y comenzar a discutir con él como con un hermano” Foto: Francisco Cañedo

–      Es como discutir sobre el Chavo del 8, que es mi ídolo infantil…

–      Claro, para nosotros, el problema que vivimos en el México actual, viene precisamente de ahí. En la serie de cartas desde Jamaica, Simón Bolívar propone con toda claridad que el gobierno debe ser para los criollos, nada para los indios y mucho menos para los europeos, que ya no están. Manuel Carreño opera en un lugar distinto, que no es el lugar del discurso político respaldado por las armas dominantes, sino el lugar del discurso popular, esta cosa más calladita, que es la educación de los hijos. Mientras Simón Bolívar está proponiendo una ideología romántica y de gran escala, Carreño quiere educar a los niños con el Manual. Y el que ganó la mano fue Carreño, no Bolívar. Al final, los dueños de América Latina siguen siendo los que Carreño quería, por las razones que Carreño quería y no por las razones que quería Bolívar. Me divierte muchísimo que en Venezuela estén defendiendo al gran defensor de los blancos americanos, que es Bolívar.

–      Jorge Volpi dio por terminada la literatura latinoamericana. Y tú desde el norte, como Ricardo Piglia desde el sur, proponen una nueva entrada a nuestro continente literario…

–      Yo creo que somos distintos y si me apuran, creo que somos mejores. Definitivamente hay una voz distinta que se cocina desde el Río Bravo hasta la Patagonia.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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