La actividad humana: principal “depredador” de delfines

13/07/2015 - 12:00 am

Ciudad de México, 14 de julio (sin embargo).– Ágiles, inteligentes y amigables. Los delfines habitan en casi todos los mares del planeta. Son mamíferos marinos que varían en tamaño y forma de acuerdo con su especie: desde el delfín maui, que puede pesar entre 40 y 60 kg; hasta la orca, con sus imponentes nueve toneladas.

Aunque no existe acuerdo científico de cuántas especies de delfines existen, se calcula que hay entre 30 y 45 tipos diferentes. El más “famoso” es el nariz de botella, conocido por su carisma y (desafortunadamente) utilizado en numerosos acuarios para realizar trucos por su capacidad de aprendizaje y conducta.

Los delfines tienen pocos enemigos naturales y su principal amenaza proviene de la actividad humana. Pesca, contaminantes (diversas sustancias les envenenan y matan), muertes por golpes de embarcaciones y captura accidental.

Activistas en diversas regiones del mundo se han encargado de velar por una vida digna para diversas especies de delfines: desde las que viven en cautiverio por el alto nivel de estrés al que están sometidos, maltrato y enfermedades; hasta las que viven en libertad y están en peligro por diversas razones como la caza directa o escasez de su alimento provocado por la pesca.

Manifestación contra matanza anual de delfines en Japón. Foto: Shutterstock
Manifestación contra matanza anual de delfines en Japón. Foto: Shutterstock

En 2006, el mundo recibió noticia de la declaración de extinción en vida silvestre del delfín baiji; el primer cetáceo que desaparecido por culpa del hombre: en aquel año, científicos no pudieron localizar a un solo ejemplar de estas criaturas en su hábitat natural, el río Yangtzé., aún cuando éste había sido declarado especie protegida e incluso “tesoro nacional” por el gobierno de china desde 1975.

La muerte y amenazas de delfines está primordialmente relacionada con fines comerciales o industriales. De acuerdo con Greenpeace, por ejemplo algunos países como Japón, justifican matanzas masivas de delfines y ballenas para “la protección de pesquerías” argumentando que “delfines y ballenas comen grandes cantidades de peces”.

Un caso emblemático de amenaza a poblaciones de delfines es la matanza de delfines en Taiji, Japón, que comprende los meses de septiembre a abril y en la que decenas de miles de delfines son asesinados para comercializar su carne. En el evento, los delfines son acorralados y matados con largos cuchillos y a arponazos. En la escena,  cientos de metros cuadrados del mar se pintan de color rojo.

Como se ha señalado, a este tipo de prácticas se suman otras: datos proporcionados también por Greenpeace indican que alrededor de 300 mil delfines mueren al año, y que de estos, la mayoría muere debido a capturas incidentales provocadas por terminar atrapados en redes pesqueras “poco selectivas”. Un destino que otras especies marinas (incluso aves) también parecen tener escrito.

En medio de este contexto, los diversos esfuerzos  de organizaciones toman cada vez más importancia, puesto que trabajan para detener la captura comercial e incidental de delfines, abogan por detener su explotación con fines de entretenimiento y promueven, mediante diversas brigadas de concientización un mayor entendimiento de la condición de diversas especies de estos animales, que, como muchos, requieren de nuestra protección.

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