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Tomás Calvillo Unna

13/12/2017 - 12:00 am

Notas políticas, no noticias

Ninguna fuerza política ha hecho la tarea de limpiar sus filas, todas han aceptado, unas más que otras, compartir e incluso fusionar la lógica del poder al lavado de dinero, al uso de la amenaza, al chantaje, distorsionando cualquier posibilidad de consolidar una representación ciudadana democrática.

“San Pedro y el río de la resurrección”. Pintura: Tomás Calvillo

En solidaridad con Javier Sicilia

La ciudad de México no es el país.

Como ha sucedido antes, la suerte política de México se decidirá en las regiones, en sus localidades, en la llamada provincia, en los estados. Por eso la dinámica del llamado “Por México al Frente”, donde ya se perciben preocupantes señales fascistas, es errada. Las condiciones políticas, las alianzas posibles, son muy diversas en la maltrecha república mexicana, y no se pueden definir desde la antigua México-Tenochtitlán. Cada municipio tiene su historia, y hoy en día cuando el crimen permea a todos los partidos, los ciudadanos saben reconocer con quién ir y con quién no.

Ninguna fuerza política ha hecho la tarea de limpiar sus filas, todas han aceptado, unas más que otras, compartir e incluso fusionar la lógica del poder al lavado de dinero, al uso de la amenaza, al chantaje, distorsionando cualquier posibilidad de consolidar una representación ciudadana democrática.

La democracia mexicana está herida y se pretende seguir ignorándolo. En el 2018 las elecciones disputarán más de tres mil puestos de representación desde lo local a lo federal y muchos de ellos dependerán de la guerra de los cárteles por lo que consideran sus territorios.

Todo ello forma parte de la estabilidad del “capitalismo salvaje” por el que atraviesa México y muchas regiones en el mundo.

Ante este panorama, los principales contendientes políticos pretenden ignorar sus profundas contradicciones, no de índole ideológica, sino de sus fuentes de poder en los lugares donde buscan participar.

El pragmatismo desbordado les permite saltar de una posición a otra, fomentando la confusión que muestra una profunda parálisis política del país, a pesar de tanto ruido electoral.

El PRI ha elegido a un funcionario ciudadano, que para crecer electoralmente tendrá que ser más ciudadano y menos priista, el peso de la corrupción e impunidad de un sistema puede ser una lápida sino se escucha el clamor, que expresa la necesidad de certeza arraigada en profundos cambios económicos y sociales. El PAN parece colapsado después de doce años de haber alcanzado el poder de la presidencia, vive su guerra de Troya y a pesar de su esforzada pulcritud de antaño hoy asemeja más un páramo de merolicos.

La izquierda no avanza, ni se cansa, cada vez más fragmentada, hace ruido y no construye. AMLO, si no eleva su discurso y guarda los adjetivos y descalificaciones, practicando así más conceptos y propuestas que sumen actores con representatividad y prestigio, el camino testimonial otra vez no le será suficiente.

Los independientes en las arenas movedizas de un proceso entrampado, si sobreviven podrán inclinar unidos la balanza
Marichuy es un aire fresco que se cuece aparte, palpita la dignidad en su andar.

La articulación ciudadana democrática tardará en expresarse y es factible que a partir del próximo año desde las diversas experiencias políticas de las regiones pueda comenzar a mostrarse no sólo como respuesta a los acuerdos cupulares que pretenden enajenarla, menospreciando el sentir de millones. Ojalá que organizaciones políticas como Ahora, no desperdicien su capital cegándose ante lo que a todas luces expresa un fascismo en ciernes. Las trayectorias políticas, sus biografías, si importan.

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