La portación de apellido en la política es, en algunos casos, un síntoma de un calvario que durará toda la vida. Basta con ver a Keiko Fujimori, presidiendo algún acto de campaña en su natal Perú, para entender por qué, a pesar de los sondeos de opinión que la daban como favorita en las recientes elecciones, perdió estruendosamente en el Ballotage: la política, nacida en 1975, es la hija predilecta de Alberto Fujimori, el ex mandatario peruano que pasa sus días en la cárcel (sentenciado a 25 años, por serias violaciones a los derechos humanos) y quien tiene el dudoso mérito de haberse convertido en uno de los ex mandatarios más odiados de su país y del mundo.
También les pesa el apellido a los argentinos Aíto y Antonio de la Rúa, quienes en el afán de ayudar a su padre en la labor de gobierno, esgrimiendo ideas que ellos consideraban de vanguardia, formaron el muy selecto “Grupo Sushi”, delineando acciones políticas que derivaron en la desastrosa crisis económica y social del 2001, a la que su padre, el presidente Fernando de la Rúa, enfrentó huyendo en helicóptero de la Casa Rosada. Aburrido de la política, Antonio, el hijo mayor, se hizo novio de Shakira y lo demás es vox populi.
En Libia, fue uno de los hijos del controvertido Muammar al-Gaddafi, Saif al-Islam, quien hizo un llamado a las armas para defender el régimen de su padre. En un video difundido en plena revuelta popular, el vástago del dictador se desmintió a sí mismo: un día antes había dicho que el país estaba en calma.
Claro que no siempre los hijos de papás de la política se meten tan de lleno en las labores de gobierno. Más bien se definen por sus cuestionados estilos de vida, sus gestos de prepotencia y su ostensible despliegue de privilegios, para causar dolores de cabeza a sus distinguidos progenitores y sufrimiento a quienes osen con cuestionar su poderío familiar.
El rock de la pesadilla
Un caso de esos que en la historia reciente de México suelen producir rabia y dolor cada vez que se lo cita en alguna nota periodística, es el de los hijos del ex presidente Ernesto Zedillo. El hecho ocurrió el 2 de diciembre de 1997. Ernesto junior, Emiliano y Carlos Zedillo, habían asistido a un concierto de la banda irlandesa U2 en el Foro Sol, de la ciudad de México. Como buenos hijos de su poderoso padre, los tres muchachos Zedillo se empeñaron en permanecer en áreas restringidas. Los guardias de seguridad de la banda, que no estaban por la labor de reconocer algún poder especial a los juniors, osaron prohibirles la estancia en la zona destinada al tránsito de los músicos. El resultado fue trágico: los guardaespaldas de los hijos del entonces presidente de México agredieron a los asistentes de U2, dejando paralítico de por vida a Jerry Mele, el jefe de seguridad de la agrupación, que, en protesta por los hechos, estuvo durante 10 años sin dar un concierto en nuestro país. Mele ha anunciado recientemente que escribirá un libro para contar su horrible experiencia.
A Ernesto Zedillo, el primogénito de los cinco hijos que tiene el ex presidente y el protagonista principal de la trifulca con U2, el incidente no le afectó. Al contrario, el arquitecto recibido en la Anáhuac siguió llenando las páginas de las revistas del corazón, mostrándose del brazo con guapas famosas como Paty Navidad o Érika Buenfil, madre de su hijo Nicolás. Amante del lujo y de la buena vida, una nota aparecida en el periódico El Universal en 2003 dio cuenta de sus vicios y placeres: “Cuando invita a su casa, el servicio está a cargo de un chef que trabaja sólo para él. Sus cenas íntimas son con velas, platillos de alta cocina y los mejores vinos. Viaja en helicóptero y avión privados. Es audaz y le gusta el riesgo. Uno de sus pasatiempos favoritos consiste en hacer rappel sobre paredes de altura.”
A paso de oro
Predicador de la austeridad y con un discurso destinado esencialmente a reconocer los derechos olvidados de la clase baja, Andrés Manuel López Obrador es el estandarte que tiene la izquierda para proponer un cambio político de 360 grados en México.
Sin embargo, los hijos que el también llamado “Peje” tuvo con su primera esposa Rocío Beltrán Medina, fallecida a los 46 años en 2003, no parecen haber optado por los pobres y antes más bien se destacan por sus excesos que por sus recatos.
Un ejemplo de ello fue el de Andrés Manuel López Beltrán, el chico del medio de AMLO, quien fue fotografiado con unos tenis de la marca Louis Vuitton, diseñados por el mismísimo Kanye West y cuyo valor de mercado alcanza una cifra no apta para el bolsillo de los trabajadores que su padre tanto defiende: 800 dólares. El episodio puso en la mira mediática al junior, nacido en 1986, quien fue captado en una red social mostrándose a bordo de un yate lujoso y en ampulosas fiestas en antros neoyorquinos.
Los comentarios superficiales y cargados de faltas de ortografías de hijo del “presidente legítimo” de México, contrastaron notablemente con los valores que defiende públicamente su notorio progenitor. Ahora, el muchacho cerró su cuenta en Facebook.
Otro de los hijos del “Peje”: José Ramón López Beltrán, chocó en estado de ebriedad cuando conducía una camioneta que era propiedad del gobierno del Distrito Federal. El hecho, que no fue investigado por la justicia, ocurrió en marzo de 2001.
José Ramón López Beltrán trabaja como subdirector de Enlace Administrativo, adscrito a la Fiscalía de Procesos en Juzgados de Paz Penal, en la Subprocuraduría de Procesos, con un sueldo aproximado de 25 mil pesos.
El novio de mamá
Pocas huellas han sido tan dolorosas en la reciente historia de México como las dejadas por los herederos de la inefable ex primera dama Martha Sahagún.
Jorge y Manuel Bribiesca, que de ellos se trata, amasaron una gran fortuna amparados por los contactos conseguidos a través de su notorio padrastro, el ex presidente Vicente Fox.
Un caso escandaloso de tráfico de influencias fue el protagonizado por la empresa Construcciones Prácticas, beneficiada con la compra de 1700 créditos por viviendas, a 3000 pesos cada una, mediante una operación llevada a cabo en el Instituto para la Protección de Ahorro Bancario (IPAB). Los Bribiesca, según pudo comprobarse, usaron la misma firma para comprar en una subasta 100 casas en Puebla. En otra operación, Mario Beauregard (presidente del IPAB) recibió un cheque por 30 millones de pesos como garantía por predios que el IPAB subastaría en junio de 2004 de manera pública…el problema es que Construcciones Prácticas, a través de Jorge Bribiesca, emitió el cheque mucho antes de que la subasta fuera anunciada. En estos predios se edificaron fraccionamientos llevados a cabo por empresas asociadas a Manuel Bribiesca.
Oceanografía y Blue Marine Technology Group (BMTG) fueron otras dos empresas beneficiadas por los inefables hijos de Marthita. Dichas firmas, propiedad de dos amigos de los Bribiesca, firmaron contratos por 86 millones 256 mil 440.16 dólares con la paraestatal Petróleos Mexicanos, salvándose así de la quiebra segura a la que estaban condenadas antes de que Vicente Fox asumiera el poder en 2000.
La Cámara de Diputados designó a tres comisiones para que investigara a los Bribiesca, quienes no dejan de ser señalados a menudo por los medios de comunicación. El libro La jefa, escrito por la argentina Olga Wornat, da cuenta minuciosamente de los negocios de los hijos de Sahagún, quien interpuso una demanda contra la periodista, aduciendo que la profesional había violado su intimidad.
Los herederos del “Negro”
Arturo “El Negro” Durazo fue un personaje tristemente célebre durante el gobierno de José López Portillo (1976-1982), donde llegó a ser jefe de la policía capitalina, amasando una fantástica fortuna reflejada en propiedades de enorme envergadura, por caso el “Partenón”, construido en Ixtapa, Zihuatanejo y sobre el que ahora el gobierno provincial mantiene un litigio con sus herederos.
Durazo, símbolo de la corrupción por antonomasia, quien fuera juzgado por varios delitos durante el gobierno de Miguel de Lamadrid, tuvo cuatro hijos, dos de los cuales tuvieron, al igual que su progenitor, serios problemas con la justicia.
En 2005, Arturo Durazo Díaz fue preso en el Reclusorio Sur acusado del delito de despojo agravado en detrimento de los bienes del Gobierno del Distrito Federal, al intentar apropiarse de un terreno ubicado en la carretera federal rumbo a Cuernavaca.
En 2007, José de Jesús Durazo Díaz, fue detenido junto a un presunto cómplice, acusado por extorsión en detrimento de una señora de edad que lo denunció ante la Policía Ministerial Metropolitana.
Pamboleros de hueso colorado
Hace muy pocos días se cumplió un año del Mundial de Sudáfrica. Todavía están frescos los recuerdos y parecen sonar las vuvuzelas con la misma fuerza del ayer. Inolvidables son también los sones del “waka waka” de Shakira y una memoria amarga, sin duda, es la que ostenta el rendimiento de la selección mexicana en la justa deportiva planetaria.
Para los familiares de los futbolistas Guillermo Franco y Cuauhtémoc Blanco, sin embargo, los recuerdos serán otros. Durante mucho tiempo rememorarán la agresión de que fueron objeto en el palco de la Federación Méxicana de Futbol del estadio de Johannesburgo, por parte de “distinguidos” juniors de la política y de altos dirigentes de la propia Femexfut. Entre los agresores se encontraban los hijos del ex titular del Fondo Nacional de Turismo, Miguel Ángel Gómez Mont Urueta (hermano del por entonces secretario de Gobernación), quienes no dudaron en dejar escapar su frustración por el partido que la tricolor había perdido frente a su par de Argentina.
Más allá de las fronteras
En todos lados se cuecen habas, dice el refrán popular. En la política internacional, por tanto, sobran los ejemplos donde los hijos de prominentes figuras políticas suelen poner en aprieto el honor y el buen nombre de la familia.
En plena cruzada religiosa y fanática, cuando el entonces presidente de los Estados Unidos, George Bush, invocaba los buenos servicios de Dios para justificar sus periódicas intervenciones militares en Medio Oriente, su hija Jenna aparecía en la red mostrándose tal como el Creador la trajo al mundo.
Si bien la opción sexual por personas del mismo género no constituye de por sí un pecado o actividad condenable alguna, no pensaron lo mismo los conservadores del Partido Republicano cuando se enteraron que la hija de uno de sus ídolos y mentores, el revulsivo vicepresidente Dick Cheney, mantenía una relación íntima y cercana con una muchacha de nombre Heather.
Otro cuadro de la derecha estadounidense, la incombustible Sarah Palin (que pasará a la historia por la imitación que hace de ella la excelsa comediante Tina Fey), supo capitalizar con consignas en contra del aborto el hecho de que su hija, de apenas 17 años, quedara embarazada.
En Inglaterra, dos por tres aparece el príncipe Harry en estado non sancto, con la nariz roja por el alcohol, disfrazado de nazi y las manos sueltas en algún cuerpo femenino cercano.
Los hijos del ex primer ministro de Israel, Ariel Sharon, fueron varias veces acusados de administración fraudulenta y de falsificación de documentos. Omri y Gilad Sharon, que así se llaman los retoños, herederos de una de las familias más ricas de su país, siempre han sido aficionados a los negocios turbios y el ala más recalcitrante del Likud, el partido que llevó al poder a su padre, los acusa de la caída del político.
En Chile, la hija de la ex presidenta Michelle Bachelet, uno de los políticos latinoamericanos con mejor imagen tanto adentro como afuera de su país, impactó contra un taxi en pleno centro de la capital. La muchacha fue multada y su licencia de conducir suspendida por seis meses.
Menos problemas parece tener por ahora el primer ministro británico David Cameron, quien descubrió hace poco que dos de sus hijos, se habían contagiado de piojos en la escuela.
