Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).- Los primeros días de la Feria Internacional del Libro del Zócalo han dejado mucha tela para cortar y muchas cosas alrededor de las cuales reflexionar.
Todas ellas, invariablemente, tienen como motor principal el deseo de saber hacia dónde va y de dónde viene México, como ha quedado claro en la charla mantenida por los escritores mexicanos Paco Ignacio Taibo II y Pedro Ángel Palou, junto a su colega español Alfonso Mateo Sagasta y que intentó dirimir cuánto hay de rigor en la novela histórica, un género en el que los tres dejaron títulos proverbiales.
Con una gran afluencia de público, la charla fue organizada por la Brigada para leer en libertad, que en el foro José Revueltas está marcando récords de asistencia a la FIL inaugurada el viernes 10 y donde puede verse, entre otras cosas, la camioneta del escritor y Antonio Calera-Grobet, una especie de biblioteca ambulante donde ofrece un café delicioso y películas documentales de excepción en su improvisada cineteca móvil.
La lluvia no ha mellado el interés de los lectores y mientras esta crónica se escribe suponemos que Taibo II, autor del reciente Yaquis: Historia de una guerra popular y de un genocidio en México, entre una centena de libros que exploran la historia de México y Latinoamérica, además de la novela policial a la que es tan afecto, descansará un poco de lo que representó para él una jornada intensa y sin pausa donde sin quererlo se adueñó de la feria, para regocijo de sus muchos lectores.
Es el discurso llano, cargado de humor y de un lenguaje –como diríamos- un tanto subido de tono, que ostenta el autor de la biografía del Che, lo que acerca a la gente para debatir temas como el citado en relación con la novela histórica, produciendo verdaderos acontecimientos culturales que dejan al espectador muchos apuntes para una reflexión más profunda.
EL RIGOR EN LA NOVELA HISTÓRICA
Para Pedro Ángel Palou, autor de la reciente No me dejen morir así. Recuerdos póstumos de Pancho Villa (Planeta), “el lector de novela histórica es siempre muy exigente y hay que jugar un juego donde el lector sepa claramente si estoy utilizando la historia de una época para ambientar determinados sucesos del país o si estoy escribiendo una novela que suelo llamar, como en el cine, ficción documental”.
“En una ficción documental, el lector sabe que ninguna de las cosas contadas son invención del novelista sino que se pueden corroborar con los hechos históricos, aun cuando aceptemos que la historia misma es ficción, un relato que nos hemos construido para saber quiénes somos”, agregó el escritor y académico poblano.
“Yo diría que la historia no es ficción sino narrativa”, terció Paco Ignacio Taibo II. En su parecer, “si no hay arte narrativo no hay historia. La historia nació para ser contada”, agregó convencido de que “vamos a la historia para preguntarnos cosas como de dónde venimos y cuáles son nuestros referentes”.
Para Paco, no existe El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, un escritor que “jamás salió a recorrer una calle durante el temblor”, sino “El laberinto de la solidaridad”, que es lo que él considera define mucho más a México que el libro clásico del Premio Nobel.
“Si él hubiera salido a la calle, hubiera descubierto ese México que se negaba a conocer. Un México con ciudadanos que dirigían el tránsito y con soldados que robaban las cosas en los edificios colapsados”, afirmó Paco, quien en otro tramo de la conferencia cargó las tintas contra el historiador Francisco Martín Moreno.
“Tomé su libro sobre Pancho Villa y en 20 páginas había 27 errores graves. Entonces dices, qué huevos más azules tiene este cabrón. Al menos se hubiera tomado la molestia de estudiar un poco el personaje. Estoy hablando de Francisco Martín Moreno, un antivillista visceral”, reveló.
“Me parece absolutamente legítimo bailar en los bordes de la historia, pero con un cierto rigor, mano. La novela histórica que hoy se produce está llena de Colt 45 de siete tiros, chingá. Váyanse a un museo y vean al menos que sólo dispara seis y la séptima entonces te la tendrás que sacar del fundillo”, argumentó.
A su lado, el español Alfonso Mateo Sagasta, nacido en Madrid en 1960 y autor entre otros de la novela Caminarás con el sol, ganadora del III Premio Caja Granada de Novela Histórica (Grijalbo, 2011), consideró que la historia “es puro humo y son los historiadores los que se encargan de decirnos dónde estaba el fuego, cómo eran las llamas, pero todo eso se lo inventan”.
“La ventaja de la historia es que cuando menos fuentes hay, más no la creemos y depende siempre de la calidad del poeta que la cuenta”, afirmó el escritor, para quien la historia se convierte en una página en blanco donde poco se sabe a la hora de querer narrar “la verdad”.
“Tenemos que poner de nuestra parte y cuando ponemos de nuestra parte la historia se convierte en ficción”, remató.
Para Palou, “lo que no se vale es construir un relato absolutamente ficcional, sin ninguna base en esos detalles de los que habla Paco y venderlo como que se lo encontró, dar gato por liebre”, en tanto que para Taibo “lo que no se vale es inducir al lector a la idea de que tu ficción es historia”.
La conversación entre los tres intelectuales se hizo de cuatro cuando Paco invitó al estrado al historiador Jesús Vargas, autor de la reciente biografía de Nellie Campobello, entre otros libros y quien en un viraje del tema convocante, dio un pequeño discurso de tintes políticos donde instó a revalorar el papel de Benito Juárez en la historia nacional.
“Creo que México tiene que rescatar el republicanismo de Juárez y que Juárez debe ser el personaje que nos permita confrontar a esta bola de corruptos que nos gobierna con un hombre que dedicó toda su vida a defender la República de una manera sobria, honesta y humilde”, exhortó Vargas provocando el aplauso generalizado del público.
La tarde continuó por los caminos de la historia, de la novela y de la pasión expresadas por tres escritores dispuestos a encontrar en el pasado las claves que ayuden a entender los convulsionados tiempos del presente.