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Alma Delia Murillo

14/10/2017 - 12:00 am

Equidad de género para los seres miserables

Hace algunos años leí el argumento de una novela donde ocurría el milagro (así considerado por la autora) de que un país fuera gobernado en su totalidad por las mujeres. Aquello se convertía en un dechado de justicia social, honradez deslumbrante y conducta humanitaria. Luego, obviamente, un hombre irrumpía en la escena portando el virus del mal y lo jodía todo. Nada más lejano a lo que la realidad apunta.

“Cada vez que escucho que hay que votar por Margarita Zavala porque es una persona decente, siento que se me voltea el duodeno”. Foto: Isaac Esquivel, Cuartocuro

Ay, las mujeres en la política de México.
Qué calamidad, qué caldo de cultivo para la miseria humana.

Hace algunos años leí el argumento de una novela donde ocurría el milagro (así considerado por la autora) de que un país fuera gobernado en su totalidad por las mujeres. Aquello se convertía en un dechado de justicia social, honradez deslumbrante y conducta humanitaria. Luego, obviamente, un hombre irrumpía en la escena portando el virus del mal y lo jodía todo. Nada más lejano a lo que la realidad apunta.

Cada vez que escucho que hay que votar por Margarita Zavala porque es una persona decente, siento que se me voltea el duodeno. Porque más allá de que sus declaraciones patrimoniales sigan en la bruma, sus gastos de la Asociación Dignificación de la Política sean exorbitantes y todos sepamos que su prima Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo Tonella fue liberada de su responsabilidad en el incendio de la guardería ABC donde murieron 49 niños y 106 resultaron heridos, está el hecho de que Margarita Zavala ya tuvo oportunidad de ejecutar el “proyecto político” en el que cree y a ella y a su principal aliado les salió fatal.

No dejo de preguntarme ¿cómo pretende Margarita echar al PRI si en buena medida el pobre desempeño de su única identidad política —el Calderonismo— fue responsable de que el PRI volviera al poder?
¿No se benefició ya seis años con los privilegios que implica ser parte de la pareja presidencial en este país? ¿No se benefició de forma vitalicia por ese mismo motivo?
Y cuidado, que no la estoy descalificando por ser esposa de nadie, sino por pertenecer a una facción política que ya tuvo el poder y culminó con resultados desastrosos y trágicos. La guerra del narco se la debemos a esos seis años que ella y su esposo (para decirlo al revés) ocuparon la residencia presidencial.
¿Qué más quiere?
Déjenme insistir. Aunque el problema bien podría ser que Felipe Calderón es el marido de Margarita Zavala —no a la inversa—, pues no podemos borrar el hecho de que son esposos y comparten proyecto político como ambos han declarado en diversas ocasiones; el problema comprobado es más serio: su proyecto político ya tuvo una oportunidad de desempeño y lo ejecutaron pésimo. No importa si hoy es candidata independiente.
Y subrayo, no me consta su decencia. En mi código de valores, un acto mínimo de honradez, sería no repetir lugar en la fila de los privilegios. Y no quiere colarse en cualquier lugar, ahora quiere nada menos que el primero.

Rosario Robles, una de las vergüenzas políticas ejemplares de México, es caso de estudio para el laboratorio de miserias humanas. Saltando de una posición a la contraria para caer cada vez mejor parada, sirviendo a un partido y a otro, vinculándose con la corrupción de todas las formas posibles.
Pidiendo a las comunidades empobrecidas por su corrupción que auto construyan sus casas luego de la tragedia sísmica porque “para el gobierno la labor sería titánica”. ¿No conocerá la vergüenza? ¿qué cóctel de fármacos psiquiátricos le permitirán desvincularse de tal modo con la realidad, con la capacidad mínima de empatía y respeto?
Aquella declaración de que la prensa sólo complica las cosas todavía hace eco. Hay que ser muy cínica o tener muy anestesiada la conciencia para convertirse en Rosario Robles, hacer las cosas que hace y atreverse a decir las cosas que dice.

Remato con Alejandra Barrales y su departamento en Miami, su casa en Lomas de Chapultepec y su reiterada demostración de que hará lo que sea con tal de ostentar dinero y poder. Su exhibición permanente de marcas, de lujos y de estatus, lustran el espejo prístino de miseria interior.
El poder es una pasión, y como toda pasión no controlada, puede derivar en vicio.
Al más puro estilo de la tragedia griega, eso me parecen estas tres mujeres: unas viciosas. Adictas a los privilegios, ciegas de sí mismas.
No serán las primeras ni las últimas, cómo olvidar a Dolores Padierna, a Elba Esther Gordillo, a Margarita Arellanes; a Karime Macías esposa de Javier Duarte y todas las esposas coludidas con sus delincuentes de cuello blanco y placa conmemorativa del partido que me digan.

A mí me ofende que mujeres como esas argumenten que son atacadas políticamente por su género. Es que es muy conveniente reducirlo a ello, si el tema está de moda en las burbujas digitales de rabia social.
Pero elegir el rol de víctima para ganar en superioridad moral y desde ahí descalificar a otros es una sofisticada y perversa forma, si no de violencia, al menos de manipulación.
Queda claro que si algo no respeta el código binario porque se trata de la condición humana y no del género, es la miseria de esos viciosos seres políticos.
Parecería que hombre, mujer, andrógino y todas las variantes que gusten, están a merced de la más profunda corrupción de alma, sobre todo cuando se le vende el alma a un partido político con siglas conocidas o con ínfulas de independiente.

@AlmaDeliaMC

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